"ZATOICHI"

de Takeshi Kitano

 

SINOPSIS

 

El realizador japonés Takeshi Kitano, director de obras maestras como FLORES DE FUEGO y SONATINE, toma esta vez el icónico personaje de la serie más amada y prolongada de Japón, la del espadachín ciego Zatoichi. Más conocido por sus atrapantes filmes de gángsters yakuza y conocido comediante, esta vez Kitano dejó a un lado las pistolas y tomó la espada:  THE BLIND SWORDSMAN: ZATOICHI emerge como una inolvidable mezcla de comedia ligera y emocionantes secuencias de acción.

 

Zatoichi es un nómade ciego del siglo XIX que se gana la vida como apostador y masajista. Sin embargo, tras su humilde apariencia, es un maestro de la espada dotado de un golpe rápido como el rayo y de una precisión que quita el aliento.

 

En su vagabundeo, Zatoichi descubre una remota villa en la montaña a merced de Ginzo, el despiadado líder de una banda. Ginzo despacha a quien se le interponga en su camino, en especial luego de contratar al poderoso samurai Hattori como guardaespaldas. Luego de una escandalosa noche de apuestas en la ciudad, Zatoichi se encuentra con un par de geishas –tan peligrosas como bellas- que han llegado para vengar la muerte de sus padres en manos de Ginzo.

 

A medida que los caminos de estos y de otros coloridos personajes se entrecruzan, los guardaespaldas de Ginzo pronto están tras Zatoichi. Con su legendaria espada de caña a su lado, el escenario está listo para un fascinante  duelo final.

PREMIOS

Premios 2003 de la Academia Japonesa:

Mejor Cinematografía

Mejor Edición

Mejor Iluminación

Mejor Música

Mejor Sonido

Mejor Director

Festival Internacional de Cine de Toronto 2003

Premio Del Público

Festival Internacional de Cine de Sitges, Cataluña, 3003

Mejor Filme

Mejor Banda de Sonido

Festival Internacional de Cine de Marrakech 2003

Mejor Director

 

INTRODUCCIÓN

Zatoichi el espadachín ciego es el héroe de acción más popular en la historia del cine japonés. Desde 1963 hasta 1989, Zatoichi fue retratado solo por un actor, el desaparecido Shintaro Katsu, en 26 filmes y en más de 100 episodios televisivos. No hay otro desvalido que esgrima la espada como Zatoichi. 

Cuando Shintaro Katsu falleció en 1997, en Japón se dio por sentado que la serie de Zatoichi había llegado a su fin.  Katsu la adaptó a su personalidad tan cómodamente como si fuera un cómodo y usado par de pantuflas. Solamente un arriesgado como él podría haber sido lo suficientemente temerario como para aceptar el desafío de interpretar a un personaje establecido en forma tan indeleble.

 

Pero si esa descripción se ajusta a cualquier autor-director en el Japón contemporáneo, más se ajusta a “Beat” Takeshi Kitano, un ex-comediante unipersonal y ubicua celebridad de la televisión que ha estado probando los límites del cine de acción durante casi veinte años en novedosas películas delictivas como Violent Cop, Sonatine y Hana-Bi.

 

Fue su amiga Chieko Saito (empresaria de clubes de strippers) quien le pidió a Kitano que escribiera y dirigiera un nuevo film de Zatoichi, ya que había adquirido los derechos del personaje de Katsu como contraprestación de un crédito. Y dentro de ciertos límites definidos, le dio carta blanca para reinventar el personaje a su imagen parca y satírica.

 

El audaz filme de Kitano, The Blind Swordsman: Zatoichi no solamente enfrenta el desafío de reinventar un amado ícono de la cultura pop sino que emerge como un entretenimiento exuberante por derecho propio.

 

Zatoichi, que ya ha recaudado más de U$S 25 millones como uno de los éxitos más grandes del Japón, se estrenará en las salas de los Estados Unidos el 4 de junio de 2004. Lo que en un momento parecía impensable ocurrió: Zatoichi vive.

 

ZATOICHI Y KATSU-SHIN

“Zatoichi es uno de los héroes más populares del cine japonés”, declaró el autor-director “Beat” Takeshi Kitano poco antes del estreno del film este año. “Creo que todos en Japón conocen a este personaje, pero dado que han pasado más de diez años desde que se realizó el último filme, muchos jóvenes japoneses ya no están tan  familiarizados con él. Espero que mi película les brinde la oportunidad de conocerlo”.

 

El fallecido Shintaro Katsu, uno de los actores más amados del Japón conocido como Katsu-shin, interpretó al masajista itinerante y ciego espadachín en 26 películas, realizadas entre 1962 y 1974. Aun después de que la serie cinematográfica original hubiese terminado, Katsu continuó interpretando el papel en más de 100 episodios de la serie televisiva a fines de los años ’70 y en una aventura elegíaca final, titulada simplemente Zatoichi, en 1989.

 

Los filmes de Zatoichi se inscriben en la categoría de acción violenta conocida como chambara. El término es una onomatopeya del sonido de la espada cuando corta la tela. Pero también son “películas de samurai” en una acepción libre. La línea en este último capítulo es bastante típica: Gennosuke Hattori (Tadanobu Asano) es un ex-miembro de una aristocrática clase de samurais, aunque ha descendido de su status original. Pero la mayoría de los personajes del film son ciudadanos comunes como granjeros o comerciantes, o marginados sociales como apostadores o prostitutas. Zatoichi, como masajista ciego que gana dinero jugando a los dados, ocupa el rango más bajo de la sociedad. En términos genéricos, las historias de Zatoichi son más como los filmes de gángsters yakuza que como las típicas películas de samurai. Kitano tomó como punto de partida para su salto el primer episodio de la serie original Zatoichi Monogatari (La Historia de Zatoichi, 1963), de Kenji Mizumi, una directa historia de guerra entre bandas en la cual los dos jefes de una pequeña ciudad se preparan para luchar cabeza a cabeza por el dominio absoluto.

 

El hecho de que  Zatoichi se gane la vida a través de las apuestas lo coloca inmediatamente como habitante del universo yakuza. Como explica Kitano: “El término ‘yakuza’ significa ‘8-9-3’, una combinación de dados en las apuestas que se suma al cero, de modo que ‘ya-ku-za’ es la combinación perdedora en la apuesta. Al elegirla como sobrenombre, los gángsters del período Edo reconocían que eran ya inútiles”.

 

Por el contrario, el samurai era la clase absolutamente superior de la rígida sociedad del siglo XIX en Japón, y Kitano señala claramente esta diferencia de clases en una secuencia en la que dos samurais intentan tender una emboscada y matar a Zatoichi, solamente para probar el filo de una nueva espada – un acto perfectamente permisible bajo las leyes del Shogunato Tokugawa. El patetismo de la clásica  ronin  samurai, así como el personaje principal de Yojimbo de  Akira Kurosawa, o el de Hattori en su filme, es que han sido expulsados de un nicho en la estructura de poder que definía por completo su ser.

 

El personaje del desaliñado adorable, del libertino secretamente letal Zatoichi podría haber sido hecho a medida para el actor Shintaro Katsu, un hombre de precipitada generosidad, apetitos extremos y extravagante ego que protagonizó cientos de filmes y programas de televisión, además de las historias del Ciego Espadachín. Fue tan popular que más de 10.000 personas asistieron a su funeral en Tokio en 1997.

 

Irónicamente, la escandalosa personalidad de Katsu fuera de la pantalla, sus desvergonzadas correrías tras geishas y famosas actrices, fue lo que allanó el camino para el actual renacimiento de Zatoichi. Una de las mejores amigas de Katsu de su época más alocada, era la dicharachera ex-stripper devenida en empresaria de clubes nocturnos Cheiko Saito, una figura legendaria por derecho propio.

 

“Con sus enormes anteojos violetas, su  holgado blusón púrpura y su sonrisa dientuda”, informa Bryan Walsh, periodosta de TimeAsia, “Chieko Saito podría ser nuestra abuela”. Pero también es una aguda empresaria que negoció una cadena de clubes nocturnos para adultos con una franquicia en todo el país. En los años ’70, habría otorgado un cuantioso préstamo al actor cuando su compañía de filmación estuvo al borde de la quiebra. ¿Esperaba que el préstamo le fuera devuelto? ¿Quién lo sabe? Pero cuando las cosas se calmaron, Chieko Saito era la dueña de los derechos cinematográficos del personaje de Zatoichi.

 

Saito solo pensaba una cosa cuando llegó el momento de elegir a un autor, director y actor para resucitar a Zatoichi en el nuevo milenio. “Beat” Takeshi Kitano había lanzado su carrera como comediante en el fuerte terreno de Saito, el distrito caliente de Asakusa en Tokio en los años ’60, y la empresaria nocturna se convirtió en una de las primeras mentoras profesionales de Kitano.

 

“Me preguntó si haría una secuela de Zatoichi”, recuerda Kitano. “Sonaba interesante, pero cuando me pidió que interpretara al personaje  principal, entré en pánico. Pero Madame Saito no aceptaría una negativa como respuesta. Finalmente accedí con una condición: debía permitírseme hacer el filme de la manera que yo quisiera. En tanto el personaje siguiera siendo un masajista ciego, un genio de los dados y un maestro con la espada, todo lo demás sería por completo mi creación. Y para mi sorpresa, ella accedió”.

 

 

“BEAT” TAKESHI KITANO: DEL RIDÍCULO A LO SUBLIME Y VICEVERSA

En Occidente,  “Beat” Takeshi Kitano es conocido casi por completo por su trabajo como actor, así como de aclamado autor y director: una figura en festivales internacionales de cine e integrante de las listas de los Diez Mejores.

 

La primera vez que Kitano impresionó por estas latitudes fue en 1983 cuando interpretó al brutal empleado del campo de prisioneros de la Segunda Guerra Mundial en Merry Christmas, Mr. Lawrence, de Nagisa Oshima (es él quien pronuncia la frase que da título al film). Pocos años más tarde, sus primeros filmes como autor-director comenzaron a ganarse un apasionado fanatismo de culto: Violent Cop (1989), Boiling Point (1990), Sonatine (1993), y especialmente el sublime  Hana-Bi (Fireworks, 1997), ganador del León de Oro al Mejor Filme en el Festival Internacional de Cine de Venecia. Todas sus películas se destacan por una combinación de inexpresiva sátira y explosiva violencia de gángsters.

 

Pero en Japón, los triunfos de Kitano en el cine son sólo la cereza de una torta que constituye una larga e influyente carrera como celebridad de los multimedios. Como lo dijo un comentarista: “(Kitano) ha sido una influencia tan visible y visceral en su cultura como Johnny Carson, Rush Limbaugh, Frank Zappa y  Oliver Stone, todos juntos en la suya”.

 

Nacido en 1947 en el “Lower East Side” de Tokio, Kitano transitó el riguroso sistema educativo de Japón por influencia de una madre dominante. Como hermano menor de un profesor universitario, Takeshi era claramente la oveja negra de la familia Kitano, habiendo abandonado la prestigiosa Universidad de Meiji (donde estudiaba ingeniería) para ir a  trabajar de ascensorista en un club de strippers, el France-Za, en el distrito de Asakusa, donde pronto se abrió camino y empezó como comediante de entreactos.

 

Kitano comenzó a cosechar verdadera fama en los años ’70 y ’80, como parte de un estridente dúo cómico, The Two Beats, junto a “Beat” Kiyoshi Kaneko. Los grupos de comediantes hacían furor por aquellos días, como una variante del escandaloso estilo interpretativo folklórico conocido como  manzai, o “altercados cómicos”. Con primeras apariciones en la televisión (antes de pasar al cine, los libros o la música pop), los grupos cómicos como The Tunnels, Uchan-Nachan, Downtown y The Two Beats fueron el semillero de una nueva generación de artistas del espectáculo que transformó la cultura pop del Japón. Este movimiento representó una variedad de tipos y puntos de vista marginales.

 

Kitano sentó nuevas formas de comedia al mezclar punzantes comentarios sociales y obscenidades de humor inculto del humor del “show del burlesque”. “Trabajar en un tugurio de stippers”, escribe el crítico William Marsh acerca del período de aprendizaje de Kitano, “es aprender que el valor del shock se compra y se vende, y que la gente siempre pagará para sentirse horrorizada.”

 

Kitano se convirtió en estrella unipersonal a fines de los años ’70 en una serie televisiva semanal, Super Jockey, que parodiaba a los héroes japoneses a la manera de Ultraman y Power Rangers. Desde ese humilde comienzo, desarrolló una carrera en la televisión que, en el Japón, aún es más resonante que en el cine. Ha llegado a aparecer en ocho series televisivas semanales en forma simultánea. Una de ellas, modestamente titulada Tennasai Takeshi no Gennki ga Deru TV  (“La Televisión del Genio Takeshi Que Te Da Coraje”).

 

Además, Kitano ha escrito columnas semanales para diversas revistas nacionales sobre temas que van desde el deporte hasta la política: También ha publicado más de 50 libros: versiones de su trabajo como comediante, colecciones de columnas e incluso novelas serias de corte social como Kids Return, sobre una banda de jóvenes en Tokio, la que adaptó al cine en 1996.

 

Pero también Takeshi Kitano ha hecho enojar a no pocos. En su libro de 1993 This is Why People Hate Me (Es por esto que la gente me odia) lo atribuye a su inclinación por soltar verdades crudas: “las cosas que la gente nunca se atrevería a mencionar en la escuela o con su grupo de amigos”.

 

En la siguiente década, además de su creciente trabajo en la televisión, Kitano se convirtió en un prolífico actor del “tipo duro” en filmes japoneses de delito y gángsters, al interpretar a laderos matones o a adversarios policías de superestrellas como Ken Takakura o Tatsuya Nakadai.

 

Las notables dotes de Kitano como actor incluyen interpretaciones como Erotic Liaisons (1992), de Koji Wakamatsu –una variación de Les Liaisons Dangereuses ubicada en el París contemporáneo-;  Gonin (“Five”) (1995), de Takashi Iishi, favorito de culto donde interpretó a un pegador inexpresivo y tuerto;  la épica samurai con temática gay Gohatto (Taboo,1999), de Nagisa Oshima, junto a su co-estrella de The Blind Swordsman: Zatoichi Tadanobu Asano; y el polémico filme de Kinji Fukasaku Battle Royale (2000), donde interpretó al supervisor cara de piedra de un futurista juego de reality donde grupos de adolescentes son abandonados en una isla para luchar hasta la muerte por su supervivencia.

 

En raras ocasiones Kitano ha interpretado a ciudadanos de confianza, pero en especial obtuvo fuertes elogios por su trabajo en Awashii Kibunnde Joke (“Bromas en Tiempos de Pena”), como el dedicado padre de un niño de diez años que está muriendo a causa de un cáncer en el cerebro, así como en su propio filme Kikujiro (1999), donde interpreta a un hombre aparentemente muy duro que establece una amistad con un niño huérfano de padre.

           

Dados su rudo pasado artístico y el hecho de que muchos en Japón lo consideraran una personalidad del horario pico de la televisión, no sorprende que a “Beat” Takeshi le haya resultado difícil que se lo tomara con seriedad cuando intentó establecerse como el director de cine Takeshi Kitano: “Uso muchos sombreros”, admite Kitano, “el de director, el de comediante, el de actor; son roles diferentes. He gastado mucha energía buscando aceptación en esos roles; tuve problemas en hacer que la gente creyera que el cómico “Beat” Takeshi podría interpretar a un gángster y me llevó mucho tiempo ser reconocido como director”.

 

Kitano comenzó a dirigir por accidente. En 1989 fue elegido por el productor Kazuyoshi Okuyama y el director Kinji Fukasaku (Black Lizard) para interpretar la respuesta de Tokio a Dirty Harry en el programa de acción Violent Cop. Cuando Fukasaku enfermó y se vio obligado a abandonar el proyecto, el desesperado Okuyama le encargó a Kitano que se desempeñara como director, pero permitiéndole que reescribiera extensivamente el guión. Kitano retrató al policía Ryosuke, un detective cuya cruzada contra un jefe de la droga se convierte en una creciente búsqueda personal de venganza, como una atrofiada personalidad que apenas puede interactuar con el mundo, excepto a través de la violencia.

 

“Nunca antes había dirigido ni había estudiado dirección”, el dijo Kitano al periodista Chris Dafoe, del  Globe and Mail, de Toronto. “Había un grupo de gente que estaba en la industria desde hacía mucho tiempo y que había estudiado con los métodos usuales, basados en la influencia de Occidente: movimientos de cámara para obtener distintos ángulos. El problema de mover la cámara en sitios tan superpoblados como Japón es que siempre queda dentro de cuadro algo que uno no desea mostrar. De modo que tenía que pelearme con el equipo para que realizara las tomas con movimientos mínimos. Cuando se estrenó el filme, la gente decía que yo no sabía filmar; recién cuando Sonatine recibió una respuesta positiva en Europa, los japoneses comenzaron a tomas más seriamente mis filmes”.

 

La inexperiencia de Kitano resultó ser una bendición. Encontró nuevas maneras de hacer chocante la violencia a través del uso de la insinuación y de la sorpresa. Los estallidos de Ryusuke nunca son anunciados y su cara de póquer permanece impasible hasta el momento de la erupción. Kitano pone en escena las secuencias en el correspondiente estilo inexpresivo, sin la usual sensualidad y el melodrama de Sam Peckinpah o John Woo. Violent Cop resultó un éxito comercial en Japón y un éxito de la crítica en festivales de cine alrededor del mundo.

 

El primer proyecto de Kitano como autor y director, Boiling Point (1990), fue una audaz comedia negra sobre adolescentes en un equipo escolar de béisbol que buscan venganza contra el jefe criminal que mató a su entrenador. La sorprendente trayectoria del film, desde la brutalidad a la farsa y viceversa, representaba al más puro Kitano.

 

La brutalidad se limitó en el tercer filme de Kitano, A Scene By The Sea (1991), una agridulce comedia romántica sobre un hombre sordomudo que se vuelve obsesivo del surf. La descripción irónica y secamente comprensiva de Kitano nunca llega al sentimentalismo.

 

En agosto de 1994, Kitano sufrió un grave accidente de motocicleta en Tokio. El resultado fue una fractura de cráneo y una parálisis facial parcial, de modo que permaneció dos meses en terapia intensiva en el Medical College Hospital de Tokio.  Confinado en cama, agregó sin embargo otra veta creativa a sus actividades: pintó docenas de telas al óleo.

 

“Después del accidente”, contó Kitano a Chris Dafoe, “los médicos pensaron que yo estaba muerto. Y cuando sobreviví, la comunidad del espectáculo pensó que nunca retornaría. Retorné, pero esta experiencia ha cambiado de alguna manera mis puntos de vista. En mis filmes, previos, la muerte era una respuesta para los personajes, que buscaban la forma correcta de morir. En mis filmes posteriores al accidente, los personajes eligen vivir, y decidir vivir es en cierta forma la elección más difícil”.

 

Dos años después de su recuperación, Kitano retomó su carrera en los medios y realizó dos filmes que señalaron significativos puntos de partida en lo estilístico: Are You Getting Any? (1995), una comedia escandalosa y surrealista, interpretada en su mayoría por comediantes de televisión que vuelve al espíritu de The Two Beats; y Kids Return (1996), basada en su propia novela homónima, la deprimente saga de un adolescente aspirante a boxeador en el límite de las escenas de los gángsters yakuza. Fue el primer filme, luego de A Scene by the Sea, en el que el autor-director no actuó.

 

Las pinturas de Kitano se convirtieron en un motivo visual en el tercer filme que dirigió luego del accidente, el premiado Hana-Bi, en el cual un policía, confinado en cama luego de un enfrentamiento armado, logra evitar el suicidio a través del arte. Hana-bi señaló el regreso al estilo volátil de la comedia negra de Sonatine.

 

 

LA PRODUCCIÓN

 

Para Takeshi Kitano había un solo inconveniente para hacer The Blind Swordsman: Zatoichi: él acostumbraba burlarse del personaje en sus rutinas de comedia. Declaró: “Realicé un boceto de este personaje. Cuando se me propuso el proyecto, me aseguré de que los programas de televisión ya hubieran sido olvidados. En realidad, la generación previa fue la que vio todos los filmes de Shintaro Katsu. “Zatoichi” es un nombre familiar, pero la mayoría de las personas que conocen el nombre nunca han visto los filmes. Algo parecido a lo que ocurre en Occidente con El Zorro”.

 

Zatoichi, de Kitano, es una adaptación libre del primero de los filmes de la serie original de Shintaro Katsu. Se basa en los grandes rasgos de la línea argumental de 1963, pero muchos de los detalles están cambiados. En la película original, por ejemplo, hay un personaje que es el solemne mercenario  ronin samurai interpretado por Tadanobu Asano y es el mismo guerrero quien muere de tisis. En cambio, en esta nueva versión, se agregó el personaje de la esposa del espadachín (Yui Natsukawa) y ella es quien sufre la enfermedad, lo cual provee una motivación más fuerte para un hombre básicamente honorable que, sin embargo, se gana la vida como asesino.

 

Kitano agregó asimismo los enigmáticos y fascinantes personajes de las dos geishas, O-Kinu (Yuuko Daike) y O-Sei (Daigorô Tachibana), quienes llegan a la ciudad por una vendetta personal contra uno de los jefes criminales, justo cuando el conflicto entre bandas estalla.

 

“La historia es bastante clásica”, explica Kitano. “Zatoichi llega a la ciudad, los tipos malos contratan a un guardaespaldas y luego se encuentran. Pero si  sólo me hubiera limitado a eso habría sido un poco despojada”.

 

El director tomó un pequeño momento de la secuencia final del filme de 1963 como la clave para crear otro de los efectos visuales más sorprendentes de Zatoichi. En la mayoría de sus intervenciones como Zatoichi, Shintaro Katsu señalaba la ceguera de personaje haciendo girar sus ojos en las cuencas hasta que sólo se veía lo blanco, pero en el primer filme de la serie, nos deja ver por un instante sus ojos completos en una escena donde el ciego espadachín maldice enojado a uno de los gángsters.

 

“Ese final del filme era mi único contraataque a las instrucciones que había recibido respecto del personaje de Zatoichi”, dice Kitano. “A veces me rebelo y simplemente no puedo seguir las reglas. Pero el final puede ser interpretado de muchas maneras: algunas personas podrían pensar que Zatoichi nunca fue ciego y otras, que sí. Ambas interpretaciones son válidas”.

 

Incluso Kitano, normalmente audaz, se sentía temeroso ante la magnitud de la tarea que lo esperaba. Como actor, debía hacerse cargo de un papel que estaba totalmente identificado con otro intérprete, su creador, el único actor que lo había interpretado. Un crítico comparó esta tarea con la herencia de James Bond, si Sean Connery hubiera interpretado al personaje ininterrumpidamente en cada uno de los filmes de 007 desde 1965.

 

“No le veía el sentido a personificar su versión de Zatoichi”, dice Kitano, “de modo que me lancé a crear una nueva versión que fuera lo más diferente posible, tanto física como psicológicamente”. Como celebridad de los medios japoneses que aparece en programas de variedades e incluso de juegos, Kitano pudo comenzar a preparar desde el comienzo al público cinematográfico para el advenimiento de una nueva versión del amado personaje.

 

“Lo primero que decidí fue que Zatoichi sería rubio en mi filme. Así que me teñí el cabello un año antes de comenzar el rodaje a fin de ayudar al público a acostumbrarse a la idea. Todos se sorprendieron al principio, pero luego de continuas apariciones en la televisión, se acostumbraron”.

 

“¿Por qué Zatoichi es rubio? Imaginé que sería euroasiático y por eso es maltratado por todos. Dado que fue siempre maltratado, aprendió a manejar la espada. Y esto no es algo inverosímil: los exploradores holandeses y el Cristianismo llegaron a Japón en 1543. Las compañías holandesas fueron fundadas en Nagasaki y todavía pueden verse japoneses con cabellos rubios y ojos azules. Es por eso que para mí Zatoichi es rubio. Por supuesto, también servía a mis propósitos visuales”.

 

Otro signo visual que Kitano utilizó para que su versión fuera lo más diferente posible del original fue el elemento más familiar al personaje de Zatoichi: la espada letal oculta en su bastón de caña de ciego. “Shintaro Katsu usaba una sucia espada de caña”, recuerda Kitano. “Estaba bien para los viejos filmes, usualmente en blanco y negro, pero no resultaría en los filmes en color de hoy. Con un Zatoichi rubio de kimono azul, el rojo sangre parecía ser el color adecuado para la espada de caña. Y el cinturón de su kimono fue verde”. 

 

Con un público cuidadosamente alertado para recibir algunas sorpresas, Kitano se sintió libre para crear a Zatoichi “simplemente como un personaje con ciertas características para respetar. Igual que en el fútbol, hay ciertas reglas básicas y luego, diferentes estilos de juego. Está el fútbol del Sr. Katsu y también está el mío”.

 

Lo que para Kitano fue más molesto, según dice, fue interpretar su papel con los ojos cerrados. “Normalmente, cuando tengo mucho diálogo tengo preparadas algunas tarjetas ‘ayuda-memoria’, pero en este filme era imposible. Incluso era más difícil efectuar los movimientos con la espada con los ojos cerrados. ¡A veces no sabía dónde estaba agitando la espada! Hasta caminar derecho era difícil; he tropezado y caído varias veces. Tampoco podía calcular la distancia entre los demás actores y yo ni ver sus expresiones o acciones. Fue más duro de lo que había supuesto”.

 

Kitano puso mucho énfasis en el realismo, en particular en las escenas de lucha, de sorprendente salvajismo y acción repentina. Los efectos digitales fueron utilizados con moderación para embellecer las secuencias de acción  interpretadas por los actores con el mayor realismo posible, sin cables, trampolines o dobles. “Las técnicas utilizadas en la mayoría de los filmes japoneses chambara son totalmente diferentes de los combates reales”, insiste Kitano. “En la realidad, las luchas japonesas de espada kendo son muy breves. Yo quería utilizar técnicas tradicionales levemente modificadas para el cine”.

 

Kitano resistió las presiones de sus productores para que la filmación de las luchas fuera más segura, dado que creía firmemente que la intimidad del juego de espadas es lo que hace poderoso al film: “Incluso cuando hay tanto odio como para que los personajes disparen con pistolas, la relación humana pierde intensidad; el oponente se hace abstracto o inhumano. En una lucha de espadas, hay que estar muy cerca del oponente para vencer. Una lucha de espadas en más cruel, pero también más humana”.

 

Los efectos de sonido siempre han desempeñado un importante rol en los filmes originales de Zatoichi. Al escucharlos nos damos cuenta de que, si bien el personaje es ciego, puede agitar una espada mortal. En un episodio, sus enemigos lo rodeaban con ruidosos tambores taiko, eliminando así su única ventaja. Y las escenas que lo mostraban en su pasatiempo favorito, las apuestas, eran embellecidas con planos de sus orejas: podía predecir qué números de los dados saldrían con solo escuchar el sonido del cubilete.

 

Kitano expande esta característica y dota al filme de un contagioso ritmo, el ritmo de la vida que sólo un ciego puede percibir. El exquisito diseño de sonido (realizado por su antiguo colaborador Senji Horiuchi) crea un tapiz rítmico que se siente a lo largo del filme. La presencia en pantalla de los artistas de tap THE STRIPES refuerza el tema del ritmo de la vida como un motivo visual que emerge explosivamente en el inesperado y “posmoderno” final de la película.

 

“Durante la edición”, continúa Kitano, “lo que decidió la duración de una toma no fue a imagen sino el ritmo. Lo importante fue llevar el filme desde la primera escena, donde se escucha la percusión, hasta el baile de tap del final. Pienso que podría decirse que este filme obedece más al ritmo que al estilo visual”.

 

Todo ello, cree Takeshi, ayuda a clarificar un punto que siempre señaló: “Probablemente The Blind Swordsman: Zatoichi  no tenga mucho que ver con las viejas series de Zatoichi. Hablar en términos de revivir o de satirizar la vieja serie no tiene para mí mucho significado. El filme puede tener el mismo nombre que los del Sr. Katsu, pero es completamente diferente”.

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