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"UN BUEN AÑO"
de Ridley Scott
El ganador del Oscar Russell Crowe
se reúne nuevamente con el director de “Gladiador”, Ridley Scott en UN
BUEN AÑO, una presentación de Fox 2000 Pictures y una producción de
Scott Free. El experto en inversiones Max Skinner (Crowe) que vive en
Londres, se muda a Provenza para vender un pequeño viñedo que heredó de
su recién fallecido tío. Max se instala con no muchas ganas en lo que
finalmente se convertirá en un intoxicante nuevo capitulo en su vida, a
medida que se va dando cuenta de que la vida ha sido hecha para
saborearse lentamente.
UN
BUEN AÑO está basada en la exitosa novela del mismo nombre escrita por
Peter Mayle (Mayle y Ridley Scott, amigos desde hace mucho tiempo,
tuvieron juntos la idea para el tema de esta novela.) Scott produce de
un libreto escrito por Marc Klein. La película también tiene como
protagonistas al apreciado Albert Finney como el fallecido Tío Henry de
Max, que le imparte sabiduría a su joven sobrino; Marion Cotillard
(“Amor
Eterno”) como la propietaria de un café que llama la atención de Max;
Abbie Cornish (“Somersault”) como la supuesta prima de Max, que aparece
de pronto y podría tener derecho al titulo de propiedad del viñedo; Tom
Hollander (“Piratas del Caribe: El Cofre de la Muerte”) como su mejor
amigo; y Freddie Highmore (“Descubriendo el País de Nunca Jamás”) como
Max de joven.
Seguro de sí mismo y engreído, obstinado y guapo, Max Skinner es un
exitoso banquero londinense especializado en las transacciones de bonos.
Un tiburón de las finanzas a la orilla del Támesis, Max devora a su
competencia en su esfuerzo por conquistar el mercado europeo. Su última
conquista ha dejado una ganancia nada despreciable de un número de siete
figuras en dólares, para gran pesar de sus rivales vestidos con trajes
de la exclusiva calle de Saville Row. El triunfo de Max corresponde
perfectamente con su filosofía: ganar no lo es todo, ¡es la única opción
posible!
Poco después, Max recibe tristes noticias provenientes de Francia: su
anciano Tío Henry ha fallecido. Max, el pariente sanguíneo más cercano
de Henry, es el heredero único de sus bienes, que incluyen un castillo
en Provenza y un viñedo, La Siroque, donde Henry cultivó uvas durante
más de treinta años.
Max viaja al castillo donde pasó los veranos de su niñez de vacaciones
con su excéntrico tío, con quien no ha tenido contacto en años. Mientras
Max atiende los asuntos legales de su herencia, es suspendido de su
compañía, mientras su cuestionable transacción en bonos es investigada.
Con su futuro en Londres incierto, Max reticentemente se va acoplando a
la vida en el chateau. Se reúne con el vigneron del castillo, Francis
Duflot (que sigue atendiendo las viñas después de tres décadas), a quien
Max recuerda de sus visitas cuando era niño. La exuberante esposa de
Duflot, Ludivine, el ama de llaves de la propiedad, le da una calurosa
bienvenida.
Max no sabe si la vida en el sur de Francia será de su agrado. Hace una
llamada a su mejor amigo que se dedica a los bienes raíces en Londres,
Charlie Willis, para preguntar lo que un pequeño chateau y viñedo como
La Siroque podrían valer en el mercado actual. La opinión de Charlie es
que los pequeños viñedos que dan un buen producto pueden ser vendidos
por varios millones de dólares, ya que el vino de boutique, producido en
pequeñas cantidades, está muy de moda en las tiendas de vino. Será un
negocio seguro para Max si pierde su empleo.
Al tiempo que Max se entrega a sus gratos recuerdos de veranos pasados
(con un hombre cuya sabiduría y filosofía ayudaron a Max a trazar su
exitosa carrera) mientras contempla un futuro incierto, hay una
complicación con la inesperada llegada de una tenaz mujer de California
de veintitantos años, Christie Roberts. Christie, quien es originaria
del Valle de Napa, dice ser la hija ilegítima del fallecido tío. La
revelación, si es cierta, la convierte en prima de Max y, de acuerdo con
las leyes francesas, la heredera de La Siroque.
Sospechando que Christie es una estafadora, Max la interroga sobre su
pasado mientras riñe con ella sobre el futuro del viñedo, cuyo plonk
(como llaman los franceses al mal vino) es igualable únicamente al peor
vinagre imaginable. Max, quien ha probado el terrible vin de pays de La
Siroque, también encuentra algunas otras botellas en la bodega del tío
Henry denominadas Le Coin Perdu (‘el rincón perdido’). Este misterioso y
legendario vin de garage ha alcanzado precios de miles de dólares por
botella en el mercado negro durante años, según cuenta la atractiva
dueña del café local, Fanny Chenal, quien ha impresionado a Max.
¿De
dónde viene este vino, y porqué Duflot insiste tanto en permanecer en La
Siroque sin importar el destino del viñedo? Y, ¿qué hay de unas viñas
poco usuales descubiertas en la propiedad por Christie, que según el
malhumorado vinatero son experimentales, y que un reconocido enólogo ha
descrito como sin valor alguno?
Los recuerdos de Max y el paso del tiempo sacan a flote emociones y
sentimientos que ya daba por perdidos, y le otorgan una nueva
apreciación de la filosofía de vida del fallecido Tío Henry – y de la
vida en Provenza: “¡No hay otro lugar en el mundo en donde uno pueda
mantenerse ocupado haciendo tan poco, pero disfrutándolo tanto!”
Peter Mayle es un inglés nativo que abandonó una exitosa
carrera en la publicidad y se dio nueva vida como un gran autor y
novelista. Ha estado escribiendo sobre la buena vida en el sur de
Francia por más de quince años. La crítica ha aplaudido sus libros,
tanto los que son de ficción como los que no lo son, llamando al autor
“el mejor artista de escape literario a nivel mundial” por su habilidad
para tejer el hilo de sus historias en un entorno que una revista llamó
“el lugar mas tentador de este lado del paraíso.” El primer libro de
Mayle, un libro autobiográfico llamado A Year in Provence, ha vendido
más de cinco millones de ejemplares (en 28 idiomas) desde su publicación
en 1991.
Fue
disfrutando de una botella de vino provenzal que Mayle (quien habita de
tiempo completo en el área de Lubéron en Provenza) y el realizador
Ridley Scott (quien ha mantenido una casa de vacaciones y un viñedo ahí
durante quince años) tuvieron la idea para la casual novela de Mayle del
2004 Un Buen Año. “Ridley trabajó en el mundo de los comerciales y yo
trabajé en el mundo de las agencias de publicidad en Londres,” cuenta
Mayle del principio de su amistad con el realizador; que se remonta al
ambiente del mundo publicitario en el Londres de los setentas. “Era el
mejor que se podía encontrar, así que siempre usábamos su compañía para
filmar comerciales si había el presupuesto. Trabajamos juntos en forma
intermitente en Londres, y después él siguió su camino y comenzó a hacer
películas mientras que yo seguí mi camino y comencé a escribir libros.”
Casi tres décadas después, Scott y Mayle tuvieron un almuerzo memorable.
“Ridley llegó con un recorte de periódico que daba un reporte de los
nuevos vinos de Burdeos – los llamados vinos de ‘garaje’- por los que se
podían pedir altos precios a pesar de no venir de un chateau o de tener
pedigrí. Sin embargo, había gente que pagaba una fortuna por ellos.”
“Vi este artículo en la sección de negocios del Times acerca de un
viñedo en Francia que vendía vino de garaje a más de £30,000 por caja,”
cuenta Scott del recorte de 1996, que sigue conservando en sus archivos
en Londres. “Buscaba una excusa para regresar a Francia a hacer una
película, y esta idea para una historia ofrecía la oportunidad
perfecta.”
“Compartí esta idea con Peter Mayle y él dijo, “Eso sería una buena
novela,” recuerda Scott. “Y yo le dije, ‘tú escribe el libro y yo
obtendré los derechos de filmación.’ Así que escribió el libro, y fue
exitoso.”
Mayle trabajó en su computadora portátil durante nueve meses en el 2003,
investigando el tema tanto en su Provenza adoptiva como en una de las
regiones vinateras más reconocidas en el mundo, Burdeos, en la costa del
Atlántico en Francia. Le Pin, ubicado en la denominación llamada Pomerol,
cultiva lo que muchos creen ser el mejor Merlot del planeta.
Entretanto, Scott fue a Marruecos y a España a filmar su saga épica,
“Cruzada”. Un mes después de que el autor entregara su manuscrito, se
finalizó el acuerdo para los derechos de filmación – y Scott y Mayle se
reunieron nuevamente a nivel profesional.
Scott también sugirió el titulo del libro (y de la película). “Un
vinicultor elige una vida difícil. Pero si sale todo bien, tuvo un buen
año,” dice el realizador. “Eso es lo que un vinicultor francés dirá: ‘Ha
sido un buen año.’”
Scott eligió al neoyorquino Marc Klein (“Señales de Amor”) para adaptar
el libro de Mayle a la pantalla grande. Klein admite que cuando aceptó
la oferta de Scott, no sabía de vinos ni de Provenza. Scott recomendó a
Klein visitar el sur de Francia para hacer una investigación y probar el
sabor local. Klein visitó Provenza en el 2004, se encontró con Peter
Mayle, y pasó casi un año investigando la región y sus vinos.
El adaptar el libro de Mayle puso a Klein varios retos en el camino.
“Peter escribe libros que son como relatos de viaje,” dice el guionista.
“La atmósfera lo es todo – el tipo de libro que uno lee cuando está de
vacaciones, cuando quieres dejarte llevar a algún lugar. Necesitábamos
darle una estructura narrativa adicional. Al mismo tiempo, queríamos
darle al público la misma experiencia que tendría al leer el libro”.
“El libro de Peter es un retozo de diversión,” agrega Scott. “Está
inmerso en el estilo de vida de Provenza. Para la película, encontré que
el mecanismo de la historia necesitaba un pequeño ajuste, que había que
darle mayor voz al personaje de Max, quien necesitaba aprender una
importante lección de vida. La filosofía que el Tío Henry trató de
cultivar en el joven Max no estaba dando frutos.”
Un cambio radical respecto de la novela es el personaje en el guión del
Tío Henry, de quien se habla muy poco en el libro. Después de juguetear
con la idea de hacer de Henry una figura fantasmagórica, Scott y Klein
decidieron presentar al personaje en escenas retrospectivas, lo que,
dice Scott, nos permite ver la educación de Max niño, lo cual es
importante para el desarrollo de la historia.”
Según Russell Crowe, estas escenas retrospectivas acentúan uno de los
temas principales de la película: “Que mientras la gente permanezca en
tu corazón, nunca morirá.”
“Pensé que se trataba de una metáfora maravillosa,” continúa Crowe.
“Cuando Ridley y yo trabajamos juntos en ‘Gladiador’, la metáfora era la
muerte. Pero en UN BUEN AÑO, discutimos los temas en términos de
reencarnación – no necesariamente de muertos a vivos, pero que los
‘muertos vivientes’, como Max, se revitalizaran con sus experiencias en
Provenza. Cada personaje en esta historia pasa por una situación que
cambia su vida para mejor.”
Dice el legendario actor Albert Finney, que interpreta a Henry: “Max
tiene recuerdos de su tío de cuando pasaba sus vacaciones de niño. Sus
recuerdos son gratos, lo que sugiere que la pasaba bien con Henry. Max
de joven disfrutaba de su compañía. La filosofía que le imparte al niño
es sobre todo a propósito del vino, pero alrededor de eso hay una
filosofía sobre cómo disfrutar de la vida. Creo que es una buena
influencia para el muchacho.”
Max no es el único personaje que se transforma. Dice Crowe: “Por cada
personaje, algo ocurre en la historia que eleva, cambia o revitaliza su
vida. A mí me ha pasado esto en mi propia vida, cuando me casé y tuve un
bebé. Así que es posible salir de la rutina y cambiar las cosas. Eso es
a lo que el titulo se refiere – a la vida de Max. Llega a Provenza, se
reconecta con el recuerdo de su tío y todo lo que éste le enseñó, y esto
abre su corazón. Y su vida cambia.”
“Creo que el público saldrá de esta película con nostalgia por su
niñez,” dice Freddy Highmore, que a sus 14 años interpreta el papel del
joven Max. “Esta película te hará repasar las cosas que han pasado en tu
propia vida. El joven Max no entendía la importancia de las lecciones
que le daba el Tío Henry. Pero, a medida que creció y regresó a visitar
este lugar, se da cuenta de lo importante que fueron para hacerlo
madurar.”
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