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“EL DÍA DEL JUICIO
OCURRIÓ”:
CONSTRUYENDO EL MUNDO DE “TERMINATOR – LA SALVACIÓN”
El reto pragmático para los realizadores de “Terminator – La Salvación”
consistió en insuflarle vida a una Norteamérica futurista, del año 2018,
con todo y sus vastedades reventadas por el sol, sus ciudades
esqueléticas y sus habitantes robóticos o humanos. Desde la búsqueda de
locaciones ideales y espacios para tiro hasta la fabricación de cada
elemento físico, pasando por el tipo de tecnología utilizado para
capturar los paisajes ultraterrenos que tenía en mente, McG trabajó
duramente con su equipo a fin de crear una visión unificada y totalmente
nueva para la realidad post-apocalíptica de la historia.
A fin de impregnar la imaginería con un tono de post-guerra, McG y Shane
Hurlbut, su director de fotografía, filmaron la película utilizando una
versión experimental del así llamado “proceso de Oz”. “Tomamos material
fílmico de Kodak y lo dejamos bajo el sol durante un buen rato a fin de
degradar algunas de sus cualidades”, explica McG. “Más tarde lo
procesamos y le añadimos una cantidad de plata muy superior a la
habitual. E incluso fuimos más lejos manipulando los resultados
digitalmente con el propósito de conferirle a la cinta una cualidad
ultraterrena que te hace creer que algo anda mal con el mundo y la
atmósfera en cuestión, y este tono resultó excelente para la cinta”.
Las locaciones también desempeñarían un papel muy importante en lo
concerniente a la realidad táctil de la cinta. “Nosotros queríamos un
mundo grande y vasto”, sostiene McG. “Para lograrlo necesitamos echar
mano de locaciones variopintas. En esta película vamos al mar, a las
cimas de algunas montañas, al desierto y a la jungla. Por si fuera poco,
también queríamos capturar un mundo en guerra; el mundo entero está
involucrado en este conflicto, y por ello quisimos abrir la cinta y
permitirle irradiar una sensación inmensa en términos cinemáticos”.
El equipo de filmación estuvo a la altura de esta meta muchas veces,
pero todas las exigencias fueron satisfechas de un plumazo en
Albuquerque, Nuevo México, con su característica combinación de amplios
desiertos, paisajes montañosos y los escenarios modernos de los Estudios
Albuquerque.
“Cundo te encuentras trabajando en una cinta acerca de un icono
Norteamericano, siguiendo de cerca el viaje de John Connor, quien se ha
propuesto dar caza a los Terminators, lo más conveniente es contar con
un telón de fondo explícitamente norteamericano”, dice el diseñador de
producción Laing. “El Día del Juicio ha ocurrido, así que el paisaje
está devastado y en Nuevo México no tienes más que abrir la puerta para
contemplar los desiertos más asombrosos. Y los Estudios de la localidad,
además de servir para una infinidad de propósitos, cuentan con muchas
tierras aptas para la construcción de sets”.
Ya que el eco de una fuerza militar otrora muy poderosa nutre el
espíritu de la Resistencia, los realizadores decidieron buscar la
asesoría y el apoyo – por no decir el armamento – del Departamento de
Defensa, ubicado en la base de la Fuerza Aérea en Kirtland. “’Terminator
– La salvación’ se desarrolla en un mundo que ha dejado atrás a la
Fuerza Aérea y a la Armada; ahora todo se reduce a la Resistencia”,
explica el productor Jeffrey Silver. “Pero nosotros pensamos que la
Resistencia tomaría como modelo la disciplina de las fuerzas armadas
actuales, así que concertamos una audiencia con Chuck Davis, coordinador
de los tratos entre el Departamento de Defensa en Los Ángeles y el mundo
del cine. Él nos habló acerca de la Fuerza Aérea y nos abrió todas las
puertas. Obtuvimos todo el material que necesitábamos; de hecho, pudimos
filmar en algunos terrenos propiedad de la Fuerza Aérea. Su cooperación
fue fantástica; los militares descubrieron que en el futuro representado
en esta cinta, el espíritu de la armada persistiría en los hombres y
mujeres que han decidido protegernos, sin importar los resultados”.
El equipo de producción utilizó los aviones y armas capaces de reflejar
el tipo de material al que los humanos podrían tener acceso en el
contexto de la cinta. “La Resistencia cuenta con algunas armas, y no me
refiero solamente a piedras y palos”, dice McG. “Cuentan con aviones
A-10 así como con algunas máquinas más viejas que les sirven para
atacar”.
Un jet militar que desempeña un papel clave en la historia es el A-10
Thunderbolt Dos (también conocido como el Gran Jabalí, la Pistola
Voladora y el Destructor de Tanques). Piloteado pro Blair Williams, el
A-10 constituye uno de los apoyos más grandes para la Resistencia cada
vez que ésta pretende enfrentarse y destrozar alguna de las gigantescas
máquinas de Skynet. Jennifer Scheck, Capitana de la Fuerza Aérea, piloto
de un A-10 y asesora de Moon Bloodgood, asegura que, “El A-10 puede
moverse entre la maleza u ensuciarse – su misión principal es el vuelo
bajo y lento. Es un avión que suele brindar apoyo a las tropas
terrestres”.
Otros aviones utilizados por el equipo de producción, con la ayuda de la
Fuerza Aérea y sus pilotos, fueron los siguientes: el CV-22 Osprey, que
puede volar tan rápido como un jet pero cuya tecnología le permite
despegar y aterrizar como si fuese un helicóptero; un gigantesco
transportador denominado C-130 Hercules; y un helicóptero HH-60 Pave
Hawk Helicopter, que no es más que un Blackhawk modificado que cuenta
con algunas metralletas externas.
Ya que no todas las secuencias requerían de armamento real, el equipo de
producción fabricó réplicas y recopiló piezas en un cementerio de
aeronaves, y todo este material fue colocado en simuladores de
movimiento a fin de recrear las dinámicas de vuelo de cada avión. El
equipo de efectos especiales, guiado por el supervisor Mike Meinardus,
colocó torres de suspensión y colgó un helicóptero de una grúa a fin de
que la aeronave de utilería pudiera realizar movimientos creíbles desde
arriba. De esta forma, McG podía filmar la parte baja del armatoste
mientras éste se alejaba del set sin necesidad de aspas.
Como la Base de la Fuerza Aérea en Kirtland comparte una pista con un
aeropuerto comercial, el Sunport de Albuquerque, la Fuerza Aérea le
ofreció al equipo de producción un hangar vacío para la fabricación de
escenografía. Finalmente, este sitio fue convertido en la guarida
principal de la Resistencia.
En la película, el puesto de avanzada está conformado por toda una serie
de silos para misiles de los años sesenta, conectados por una red
subterránea de túneles. “Todas las cosas que puedes ver en el puesto de
avanzada son las capas preparadas por los miembros de la Resistencia – a
fin de generar poder, cultivar su propia comida, construir filtros para
el agua, equipar la enfermería – y estas cosas han sido recolectadas
durante las expediciones de reconocimiento o bien, lo que es aún más
realista, improvisadas para hacer de esta localidad un espacio
funcional”, describe Laing.
A fin de crear una buena Base de Operaciones para la Resistencia, Laing
visitó los refugios antinucleares de Budapest, Hungría y echó un vistazo
a otros espacios construidos especialmente para los tiempos posteriores
a un desastre. “Tomé cientos de fotografías y luego regresé para crear
el ambiente en el que la Resistencia vive y planea”, dice. “Estos
hombres y mujeres se oponen violentamente a Skynet, claro, pero asimismo
están luchando por la preservación de su minúsculo ambiente. Los
recursos se han agotado, y ellos sólo pueden vivir con lo que su mundo
les ofrece”.
Los creadores de la cinta hablaron con algunos futuristas acerca de lo
que podría pasar con la flora y la fauna, así como con algunos objetos
creados por la humanidad. “Nosotros deseábamos incluir todos esos
pequeños detalles en la película”, dice el diseñador de vestuario
Michael Wilkinson. “Nos preguntamos, ‘Si las bombas hubiesen explotado
hace catorce años, destruyendo casi todo el país, ¿qué quedaría? ¿Qué es
lo que la gente podría rescatar y recopilar para sobrevivir y luchar?’”
Algunas armas obsoletas pero funcionales, ropa reciclada, chatarra
electrónica reutilizable, munición encontrada o robada al enemigo – todo
esto refleja los escasos recursos de la Resistencia. El equipo de diseño
rebuscó a lo largo y ancho de Nuevo México, que desde siempre ha contado
con una fuerte presencia militar, a fin de hallar piezas auténticas en,
quizás en las casas de coleccionistas o en algunas ventas de remate.
Wilkinson rememora: “McG no quería que la producción semejara una cinta
fantástica cualquiera. La acción se desarrolla en el año 2018, no en un
lejano futuro; de hecho, podría decirse que estos sucesos están a la
vuelta de la esquina. Así que investigamos algunos momentos de la
historia - justo aquellos que guardan un significado especial para la
psique humana -, las historias de los desplazados y las narraciones
apocalípticas”.
Para la creación del guardarropa de las figuras clave de la cinta,
Wilkinson colaboró con McG, Laing y los actores mismos a fin de
garantizar que cada conjunto reflejara una serie de requerimientos
imprescindibles, primero que nada la autenticidad. “Creamos todo un
arsenal de ropas abrevando de fuentes completamente disímiles – las
variopintas armadas de Norteamérica, el equipo táctico de los cuerpos
policíacos, y la ropa de calle – teniendo siempre en mente los atuendos
que la gente portaría tras una guerra nuclear”, explica. “¿Qué ha
quedado? ¿Qué es lo que la armada ha recolectado a fin de crear un
uniforme? Nos posicionamos en una suerte de umbral delicado: por un
lado, el realismo y la exactitud; por el otro, el realce de esta s
mismas cosas a fin de crear apariencias innovadoras y atractivas”.
Otros de los factores que Wilkinson tomó en cuenta fue la continuidad
con la trilogía previa. Para John Connor, Wilkinson elaboró un atuendo
basado en los pantalones militares/atigrados que nos recuerdan al
juvenil John Connor de la segunda parte. Sin embargo, la silueta del
nuevo Connor es más austera. “Con Christian, menos es más”, especifica
Wilkinson. “La intensidad de su desempeño y su imponente presencia
bastan para revelarte la esencia de John Connor. Esta apariencia neutral
permite atisbar los aspectos más auténticos de su personalidad”.
Otro guiño al pasado está constituido por los zapatos tenis utilizados
por Kyle Reese – un eco de las botas que utilizará en el futuro, tal y
como podemos constatar si volvemos a ver “The Terminator”. Estos zapatos
fueron adaptados por el equipo de vestuario: por dentro, piel de
cordero; por fuera, cordones. “Fue muy divertido, porque el punto de
partida son estos personajes fantásticos e icónicos que deben ser
aterrizados y ajustados a nuestra propia versión de las cosas”, comenta
Wilkinson.
El diseñador creó el disfraz de Marcus, un híbrido mitad Terminator-mitad
humano, utilizando el cuero que nos retrotrae al guardarropa preferido
de los T-800. “Conseguimos unos pantalones usados de motociclista que
destrozamos inmediatamente a fin de hacerlos lucir aún más viejos y
sucios, luego cortamos un par de chaquetas de cuero y cosimos algunas de
sus partes, creando así una pieza nueva”, explica con lujo de detalle.
Wilkisnon trabajó asimismo con los artistas del Estudio de Stan Winston
a fin de garantizar la continuidad de Marcus, ya que tanto sus ropas
como su piel desaparecen gradualmente para revelar su endoesqueleto
mecánico. “Tuvimos que coordinar lo que sería revelado, el momento en
que sería revelado y la manera de hacerlo”, rememora. “Marcus ostenta
tres apariencias a lo largo de la cinta y cada una de ellas debía contar
con diez o veinte versiones del disfraz para dar cuenta de los diversos
estados por los que el personaje atraviesa: limpieza, confusión, ruina-
enmarañado, bombardeado, baleado, etcétera”.
Wiulkinson añade que también creó disfraces individualizados para las
muejeres, incluyendo el ajustado traje de piloto de Blair y las enormes
prendas de Star. “Lo más atractivo para McG y para mí fue la noción de
que, al contrario del mundo uniforme de las máquinas, los seres humanos
son diferentes porque suelen expresar su individualidad a través de la
ropa”, explica. “Observamos a los Nativos Americanos de la región y
descubrimos su manera de integrar los detalles ornamentales en los
atuendos cotidianos y pragmáticos. Así que, por encima de la vestimenta
táctica y militar, existe una capa de elementos muy orgánicos,
expresivos y artesanales. De esta manera, Star utiliza una placa de
policía en su sombrero; y Blair lleva puestas numerosas cadenas y plumas
a manera de joyas”.
La definición de cada personaje implicó asimismo una mezcla de
creatividad y realismo práctico. El equipo de diseño armó a John Connor
con una HK 416D, que no es otra cosa que la versión alemana de una M4
norteamericana. La mano derecha de Connor, Barnes, lleva un gigantesco
Grizzly 50, mientras que Blair porta un Desert Eagle 50.
A causa de las incesantes batallas, persecuciones y explosiones, los
realizadores tuvieron que llevar a cabo innumerables detonaciones
extremando los cuidados. “Queríamos capturarlo todo con nuestras
cámaras”, dice McG. “En ocasiones tuvimos que echar mano de las imágenes
por computadora, pero en realidad nuestro anhelo consistía en
construirlo todo, hacer volar las cosas en mil pedazos y estrellar el
automóvil. Era extraordinario contar con el impacto de la explosión
añadiéndose al realismo de la secuencia. La emoción que ves en los ojos
de los actores es real. Y su descarga de adrenalina es contagiosa. Sin
embargo, nuestra intención fue mantener a todo mundo a salvo, a pesar de
que también queríamos incrementar la tensión gradualmente, para crear
una cinta que, en el fondo, no es otra cosa que una historia de guerra
capaz de irradiar una intensa presión”.
El fotorealismo constituyó un mandato para los equipos de efectos
visuales y efectos prácticos. Charles Gibson, supervisor de efectos
visuales (y director dela segunda unidad), explica que, “McG quería
eventos pirotécnicos auténticos, explosiones y acción personal, nada de
miniaturas o imágenes creadas por computadora. En ese sentido, esta
cinta semeja una película de acción. Así que intentamos emplear los
efectos visuales inteligentemente, sin exageraciones, desde una
perspectiva material dominante”.Gibson coordinó asimismo su trabajo con
ocho organizaciones, Industrial Light & Magic, asylum, los Kerner
Studios, Whiskey Tree y los Rising Sun Studios.
Uno de los más grandes retos para el equipo de efectos visuales fue la
destrucción dela gasolinera durante la batalla que Marcus y Kyle
esntablarn con el Cosechador, secuencia durante la cual Marcus hace
explotar un camión con pipa debajo del Cosechador a fin de frustrar
futuros ataques. Filmada utilizando un tanque lleno con 250 galones de
gasolina, la bola de fuego resultante tenía un diámetro de 160 pies y
una altura de 200 pies. La explosión envolvió en llamas a la gasolinera,
y más tarde fue apuntalada por otra explosión más específica en el
islote de bombas. Este efecto requirió doce semanas de preparación así
como ciertas medidas de seguridad realmente minuciosas el día del
evento.
Esto también quiere decir que el equipo contó con una sola oportunidad
para hacer las cosas bien y capturarlo todo a través de las cámaras. McG
lo sabía, así que no descuidó nada y filmó la escena desde ángulos muy
diversos echando mano de cámaras manipuladas a distancia; cámaras
próximas al fuego, protegidas, por supuesto; cámaras menajadas por
operadores ocultos detrás de ciertas trincheras; e incluso cámaras de
largos lentes colocadas en helicópteros.
Hay una imagen incluso más espectacular: la bomba de NAPALM que cae
desde las alturas y el choque del helicóptero de Connor. A fin de
completar satisfactoriamente esta secuencia, construyó un río de 200
pies de largo en mitad del desierto. El tanque de este río tenía uns
profundidad de 18 metros y albergaba una grúa que podía mover el
helicóptero de arriba abajo hasta lograr, mediante torres especiales, la
caída del mismo en el agua. A lo largo de la ‘ribera’ podemos ver unos
cuantos árboles reales y de utilería colocados ahí a propósito. Los de
utilería fueron preparados para arder contenidamente. Allende la ribera
construyeron un círculo protector, con una cuadrilla de bomberos a la
espera de cualquier anomalía.
El ‘napalm’ fue arrojado mediante una serie de explosiones acaecidas a
lo largo del río, y cada una de ellas utilizó cien galones de gasolina.
Las llamas se alargaron cientos de pies, hasta tocar el cielo. Con una
duración de siete segundos, el efecto semejaba el estallido de una
metralleta gigante capaz de disparar bolas de fuego y generar una onda
de calor extremo, “pero, afortunadamente, eso fue todo”, rememora
Gibson.
“Esa escena fue suficiente para provocar una descarga total de
adrenalina”, asegura Moon Bloodgood. “Algunas de las acrobacias
constituyeron una auténtica locura – primero corríamos y de pronto nos
veíamos envueltos en polvo y explosiones, y juro que yo no sabía si
estaba a punto de ser golpeada por algún objeto. Nos reíamos a causa del
miedo. Pero me encantó”.
“Torturamos un poco a mi personaje”, comenta riendo Worthington. “Lo
cuelgan, se corta, explotan cosas a su alrededor, y esto significa que
yo mismo pasé días enteros colgado, herido y rodeado de explosiones. Así
que, en efecto, todos ostentábamos tremendo chipotes y moretones, pero,
bueno, estamos hablando de ‘Terminator’, no de ‘Pride and Prejudice’.
Con cientos de personas trabajando diariamente en el set, sobre un
espacio escénico de 80,000 pies cuadrados, así como en una buena porción
del desierto que rodea a los Estudios Cinematográficos de Albuquerque,
“Terminator – La Salvación” constituyó, en palabras de Jeffrey Silver,
“una operación increíble y monstruosa. Supuso la utilización de todos
los trucos conocidos – animación, efectos especiales, efectos visuales,
acrobacias... Todo lo que se te pueda ocurrir”.
McG lo resume muy sencillamente: “Fue una experiencia intensa... pero
increíblemente divertida”.
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