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SINOPSIS
El brillante realizador Brian De Palma, conocido por clásicos dramas
criminales, tales como The Untouchables, Scarface y Carlito’s Way, así
como por los thrillers Carrie, Dressed to Kill y Blow Out, dirige esta
adaptación del best-seller de James Ellroy (L.A. Confidential, American
Tabloid).
La Dalia Negra entreteje una historia ficticia de obsesión, amor,
corrupción, avaricia y depravación en torno a la verdadera historia del
brutal asesinato de una joven y neófita estrella de Hollywood que
impactó y cautivó a la nación en 1947 y que sigue sin resolverse hasta
la fecha. Dos ex pugilistas convertidos en policías, Lee Blanchard (Aaron
Eckhart) y Bucky Bleichert (Josh Hartnett), son requeridos para
investigar el homicidio de la ambiciosa actriz de películas de serie B
Betty Ann Short (Mia Kirshner), también conocida como “La Dalia Negra”
—un ataque tan repugnante que no le fueron mostradas las imágenes al
público.
Mientras la creciente preocupación de Blanchard con el perturbador
asesinato amenaza su relación con Kay (Scarlett Johansson), su socio
Bleichert se siente atraído hacia la enigmática Madeleine Linscott (la
ganadora en dos ocasiones del Oscar® Hilary Swank), hija de una de las
familias más prominentes de la ciudad —quien resulta tener una relación
desagradable con la víctima del asesinato.
El crimen verdadero se entrecruza con la leyenda urbana cuando De Palma
lleva a la pantalla grande La Dalia Negra, del escritor James Ellroy.
INFORMACIÓN DE PRODUCCIÓN
Durante casi 60 años, una historia ha cautivado la perturbada
imaginación de una ciudad y ha servido de inspiración a escritores de
periódicos, de libros y de guiones cinematográficos para reflexionar
sobre los impulsos siniestros y diabólicos de la humanidad. Esta
historia precautoria ha servido de advertencia a jóvenes estrellas que
vienen al oeste a conquistar sus sueños en Hollywood. Todo comenzó con
una muchacha común y corriente ansiosa por conseguir el estrellato.
En vida, era llamada Elizabeth “Betty” Short, una actriz en ciernes de
22 años de edad, proveniente de la costa este, que usaba una delicada
flor en su cabello negro y se convirtió en muchas cosas para mucha gente
—amiga querida, hermana amada, hija distanciada, novia frecuente y
prostituta acusada.
El 15 de enero de 1947 fue descubierta cercenada brutalmente en un
terreno vacío cerca del Parque Leimert, ubicado en el centro de Los
Ángeles. Desnuda, partida a la mitad por la cintura, sus órganos fueron
removidos y su sangre drenada de su pequeño cuerpo, en lo que fue un
ataque tan repugnante que la mayor parte de las imágenes que quedaron
registradas fueron ocultadas al público. Su asesino la apaleó, sodomizó
y le cortó su boca de oreja a oreja para formar una sonrisa enfermiza,
parecida a la de un payaso. Acusaciones falsas y confesiones todavía
abundan y el homicidio de Betty sigue siendo uno de los asesinatos más
brutales en la historia de la ciudad de Los Ángeles que hayan quedado
sin resolver.
En muerte, sería nuevamente bautizada y siempre recordada bajo el nombre
de La Dalia Negra.
Cuarenta años después de su asesinato, el escritor de novelas criminales
JAMES ELLROY (“L.A. Confidential”, “American Tabloid”) escribió “La
Dalia Negra”, un best-seller de misterio donde el homicidio de Betty es
su médula y el Los Ángeles floreciente de aquella época su fondo. Ellroy,
quien entretejió una historia acerca de la obsesión, los dobles de
cuerpo y aquellos que se obsesionaron con el brutal crimen, tenía la
esperanza de que el libro ayudara a exorcizar los demonios de la
estrangulación de su propia madre en 1958.
Ahora, el sobresaliente realizador BRIAN DE PALMA, director de dramas
criminales, tales como The Untouchables, Scarface y Carlito’s Way, y de
los thrillers de suspenso Carrie, Dressed to Kill y Blow Out, lleva a la
pantalla grande la adaptación del guionista JOSH FRIEDMAN (War of the
Worlds) del clásico de Ellroy. Conocido por los temas
interdisciplinarios que maneja en su obra, como son las pasiones
desenfrenadas, los doppelgangers , la violencia cruda y las obsesiones
enfermizas —motivos y preguntas críticas que comparte con Ellroy—, De
Palma se convertiría en el realizador más apropiado para llevar
finalmente a la pantalla grande la espeluznante y trágica historia.
La Dalia Negra entrelaza una historia ficticia de lujuria, amor,
corrupción, avaricia y depravación en torno al brutal asesinato de una
joven y neófita estrella de Hollywood, que impactó y cautivó a la nación
en 1947 y que sigue sin resolverse hasta la fecha. En la película,
conocemos a Betty Short en el apogeo de Los Ángeles después de la
Segunda Guerra Mundial. Políticos corruptos manipulan a policías
deshonestos, quienes ayudan a despiadados gángsteres a proteger a
mezquinos directores de cine en el acoso de jóvenes actrices
desesperadas por abrirse camino en un mundo de fantasía.
A la escena se presentan dos ex pugilistas convertidos en policías, Lee
Blanchard (AARON ECKHART) y Dwight “Bucky” Bleichert (JOSH HARTNETT),
muchachos que aparecieron en el póster del Departamento de Policía de
Los Ángeles en la década de los 40. El primer homicidio de los nuevos
compañeros comienza con una llamada de su supervisor, el detective
Millard (MIKE STARR), para investigar el asesinato de la ambiciosa
actriz de películas de serie B Betty Short (MIA KIRSHNER), justo cuando
están abandonado un tiroteo mortal.
Blanchard y Bleichert, al igual que el resto de la absorta ciudad, se
ven atraídos hacia el mundo del Los Ángeles de la Dalia. Mientras la
creciente preocupación de Blanchard con el asesinato de la Dalia amenaza
su relación con su novia Kay Lake (Scarlett Johansson), Bleichert se
encuentra irresistiblemente atraído hacia la enigmática Madeleine
Linscott (la ganadora en dos ocasiones del Oscar® Hilary Swank), hija de
una de las familias más prominentes de la ciudad —quien resulta tener
una relación desagradable (y parecido físico) con la Dalia.
Blanchard se obsesiona en su intento por resolver el caso, al ver en
Betty la oportunidad para redimirse por haber decepcionado a las otras
mujeres en su vida que fracasó en proteger.
Bleichert, también, comienza a cuestionarse su propia cordura y sus
sentimientos fluctúan de manera violenta entre dos damas disímiles: la
aparentemente inocente Kay y la deliberadamente seductora Madeleine
—cuya trastornada madre, Ramona (FIONA SHAW), prueba tener más de una
pista circunstancial para resolver el misterio.
Determinada a ser famosa, destinada a ser tristemente célebre, Betty
Short afectó más vidas de muerta de lo que quizá hubiera hecho en vida.
Soñaba en ser fotografiada para la pantalla grande, pero terminó siendo
la “chica de calendario” de tabloides, gracias a las fotos de su
autopsia. Ahora, el director De Palma aporta su distintivo estilo y sus
más agudos instintos de director para llevarnos a su mundo y al de
aquellos que giraron en torno a su historia.
El crimen verdadero se entrecruza con la leyenda urbana cuando La Dalia
Negra llega a la pantalla grande.
A De Palma se le une detrás de cámaras un consumado equipo creativo que
incluye al compositor MARK ISHAM (Crash), al editor BILL PANKOW (Carlito’s
Way), al diseñador de producción DANTE FERRETTI (Cold Mountain) y al
director de fotografía VILMOS ZSIGMOND (The Deer Hunter). Los
productores de La Dalia Negra son ART LINSON (Fight Club), AVI LERNER (The
Wicker Man), MOSHE DIAMANT (Tristan & Isolde) y RUDY COHEN (The I Inside).
ACERCA DE LA PRODUCCIÓN
Elizabeth “Betty” Short nació el 29 de julio de 1924 en Hyde Park,
Massachussets. Al igual que muchas actrices en ciernes durante el apogeo
que se vivió después de la Segunda Guerra Mundial, ella estaba en
búsqueda de alcanzar un gran sueño: ser exitosa en Hollywoodland. A los
19 años, emprendió su viaje a California para llegar primero a casa de
su padre en Vallejo, de donde salió para irse a la ciudad de Santa
Bárbara antes de haber arribado al sur de Los Ángeles.
Durante su estancia en la ciudad, su historia señala brevemente lo mismo
que lo de muchas otras: ingenuidad. Se presentó a varias audiciones,
vivió durante una época en los Departamentos Chancellor Arms y se rumora
que frecuentó lugares de moda como el Pig & Whistle en el Bulevar
Hollywood, el Café Formosa en el Bulevar Santa Mónica y el Hotel
Biltmore en la Avenida Grand. De hecho, fue en este mismísimo hotel, en
enero 9 de 1947, donde Betty se había quedado de ver supuestamente con
un amigo. Fue la última vez que se le vio con vida.
Debido al cabello oscuro de Betty, a su inclinación por vestirse de
negro, al hábito de portar una hermosa flor en su pelo y al estreno en
1946 de la película protagonizada por Alan Ladd y Veronica Lake The Blue
Dahlia, le dieron un apodo para burlarse de ella en vida y adueñarse de
ella en muerte. Su sórdida historia, una que en apariencia fue extraída
directamente de una novela de Raymond Chandler o Dashiell Hammett, se
volvió en objeto de fascinación entre el público. De hecho, la mayoría
de la gente que se involucró con el caso se obsesionó ya sea con salvar
la reputación de Dalia o con destruirla.
En 1947, el repugnante asesinato de la joven chica tomó por asalto a
Hollywood y al país. La capital del entretenimiento estaba llena de
jefes de la mafia, mezquinos ejecutivos de estudio, policías corruptos y
gente dispuesta y lista para abusar de una mujer joven…y de los detalles
jugosos de su asesinato. Durante meses, los diarios L.A. Examiner, Los
Angeles Times y cada periodicucho que pudiera inventar o sacar a relucir
una historia acerca de Betty esparcía encabezados a lo largo de sus
titulares —desde “¿Quién Mató a Betty Short?” a “Bolsa y Zapatos Negros:
Nuevas Pistas de Dalia”. La suya se convertiría en una historia de
leyendas de Hollywood…y pasaría a ocupar la imaginación de un pequeñuelo
durante toda su vida.
Betty ingresó a la conciencia del novelista James Ellroy cuando era un
niño. Con tan sólo 11 años de edad cuando su padre le regaló la
antología del crimen de Jack Webb “The Badge”, el oriundo de Los Ángeles
quedó fascinado con el resumen de 10 páginas que Webb había escrito de
la muerte de Elizabeth Short. Su madre, Jean Hilliker, había sido
estrangulada unos cuantos meses antes en un brutal crimen (que hasta la
fecha no ha sido resuelto), y la incapacidad del muchacho para llorar de
manera manifiesta su muerte se volvió en un obsesión con la Dalia.
Durante años, Ellroy, al igual que muchos otros antes y desde entonces,
iría tras la historia de esta icónica chica de Hollywood. Recuerda, “Me
fui en bicicleta a la Biblioteca Central. Me puse a revisar el caso de
la Dalia en microfilme y me atiborré de aquel Los Ángeles desaparecido.
Viajé en el tiempo de 1959 a 1947. Vi a Los Ángeles ahora y a Los
Ángeles de aquel entonces. Comencé a vivir en dos Los Ángeles, en los
que he vivido desde entonces”.
De hecho, Ellroy esperaría para escribir su séptima novela —la primera
de su cuarteto de Los Ángeles—, “La Dalia Negra” (1987), hasta que
pudiera “forjar una solidez narrativa” con sus primera obras, “Brown’s
Requiem”, “Clandestine”, “Blood on the Moon” y “Suicide Hill”. El autor
admite que “necesitaba prepararse para la vida de Los Ángeles en 1947”.
Para Ellroy, la Dalia no descansaría al finalizar su libro. A la postre,
escribiría una novela en 1996 titulada “My Darkest Places”, una memoria
del asesinato de su madre en 1958. “Tuve que pasar por una travesía
demasiado prolongada con Elizabeth Short y con la escritura de ‘La Dalia
Negra’, antes de haber llegado a mi madre. Elizabeth Short siempre fue
el doble ficticio de mi mamá. Y ella y Elizabeth se transformaron; fue
una infusión sumamente embriagante. En mi mente, son, gran parte del
tiempo, una”.
Al guionista Josh Friedman le encargaron en un principio depurar la
novela de más de trescientas páginas de Ellroy, “La Dalia Negra”, para
convertirla en un guión cinematográfico para el director David Fincher
—quien estaba vinculado al inicio del proyecto en 1997— y los
productores Rudy Cohen y Moshe Diamant. “David y yo trabajamos en él de
manera intermitente durante varios años”, indica Friedman. “Escribía un
tratamiento y lo platicábamos…después trabajábamos en otros proyectos”.
A la postre, Fincher abandonó el proyecto, y, según Friedman, “Brian De
Palma pasó a formar parte de él y fue como una locomotora. Ante la
urgencia de Brian y Art (Linson, el productor), hicimos algunos cambios
significantes al guión, y ahí inició todo”.
De la fuente original, el guionista señala, “Tiendo a no pensar en él
como un libro de género, sino simplemente como ficción histórica. Me
apegué a la manera en la que Ellroy narró la persuasiva historia…tiene
una manera única de entretejer líneas narrativas. Me acoplé a la
estructura y a la actitud de sus personajes, engendrados en el libro”.
“James crea un mundo noir entero y la manera en la que cuenta sus
historias es muy compleja”, añade el director De Palma. “Su lenguaje es
muy fértil. Josh era un barómetro muy bueno para ver qué podías hacer y
qué no con su trabajo. Durante una década, vivió y respiró el complejo y
siniestro material de Ellroy, que lo llevó a impregnarlo con la esencia
de Ellroy y nunca tomar la ruta sencilla. Art y yo trabajamos con él
casi un año antes de que el guión haya quedado listo”.
De Palma reconoce que no solamente quería contar la historia de la Dalia
sino también explorar el mundo de los personajes ficticios de Los
Ángeles en 1947 —aquellos que se vieron profundamente afectados por el
crimen. Apreció la interpretación de Friedman del “triángulo de Bucky,
Lee y Kay. Existe una historia entre Bucky y Lee que se remonta a los
disturbios de los Zoot Suit y que culmina en la primera parte, cuando
Bucky pierde una pelea a propósito para poder conseguir el dinero que lo
ayudará a poner a su padre en un asilo”.
A De Palma, un cineasta reconocido por sus vueltas de tuerca y narrativa
zigzagueante, también le gustó que “en el material todos mienten. En
cualquier escena dramática y sensible donde crees que alguien está
revelando algo, por lo general están revelando lo opuesto a lo que
dijeron antes. Todos son personajes comprometidos, y ves a Bucky
descender a este infierno y quedar atrapado en él”.
Ya contentos con el guión (y debidamente financiada para su distribución
internacional), el director y los productores comenzaron a buscar a un
socio para su distribución doméstica. Una reunión con el otrora
vicepresidente (ahora presidente) de Universal Pictures, Marc Shmuger,
cerraría el trato y el estudió adquiriría los derechos domésticos del
filme durante su producción.
El productor Art Linson reflexiona, “Es una tradición en Hollywood de
que las películas sombrías son difíciles de hacer. Lo que distinguía a
ésta de un asesinato tradicional es el efecto que tuvo en todo aquel que
estuvo a su alrededor. Esta película no es acerca nada más de quién lo
cometió, es acerca de la obsesión e impacto que tuvo en las vidas del
Departamento de Policías en Los Ángeles y de las mujeres que tenían
relación con estos detectives”.
Apunta, “Existen unos cuantos directores que entienden de lo que están
hechas las película de cine negro. Brian tiene la comprensión perfecta
de este material. Sus secuencias funcionan con el gran estilo visual que
se requería para Dalia”.
Después de haber asegurado el financiamiento para la película, al equipo
de producción todavía le quedaba una “pequeña” tarea en particular:
encontrar un cuadro de actores que fueran sobresalientes figuras
juveniles de Hollywood, pero que también tuvieran las tablas para
representar con éxito los diálogos de Ellroy y Friedman…y la habilidad
para encauzar viejas almas de aquellas películas de cine negro, ya de
antaño.
Con ustedes, cinco jóvenes actores llamados Josh, Scarlett, Aaron, Mia y
Hilary.
Formando el Reparto
de “La Dalia Negra”
“Se parece a aquella chica muerta. ¿Cuán enfermo has de estar?
Vas a terminar como Lee, ya verás. Pero yo no.”
—Kay Lake
Un reto que presentó La Dalia Negra fue encontrar un grupo de actores
que pudiera representar una película de cine negro contemporánea —y
rendir homenaje a los thrillers protagonizados por Humphrey Bogart /
Lauren Bacall y Fred MacMurray / Rita Hayworth en la década de los 40 y
50—, sin convertirse en caricaturas de los mismos papeles que les
sirvieron de inspiración para sus actuaciones. De Palma y los
productores recurrirían a actores jóvenes, pero ya establecidos, y a un
colectivo de intérpretes experimentados que pudiera personificar la
variedad de rufianes, amantes e impostores del guión de Friedman y de la
mente de Ellroy.
De Palma admite que le gusta trabajar con gente talentosa simplemente
porque “los grandes actores crearán algo que te sorprenderá por
completo”.
Josh Hartnett, quien interpreta a Bucky Bleichert, cuyo mundo comienza a
salirse fuera de control en el momento en que se involucra con el caso,
tenía mucho tiempo involucrado en la producción de Dalia. De Palma
sintió que el actor podía reflejar fácilmente las buenas intenciones
inherentes de Bucky que venían en el guión. “Incluso en este mundo
corrupto, Bucky es alguien que cuenta con mucha decencia”, indica. “Al
igual que en las viejas películas de cine negro en las que actuaba
Bogart, cuenta con una carga moral”.
“Josh se está convirtiendo en hombre”, comenta Linson. “Verlo crecer del
jovencito que salió en Virgin Suicides hasta convertirse en este
detective con una vida muy compleja —enamorado de dos mujeres y
obsesionado por un asesinato— es fantástico”.
Hartnett se sintió atraído al retador papel porque “después de todo, no
era una historia moral. Los personajes tienen ciertos defectos que
conservarán hasta el final y nada ni nadie los desvía de ellos”.
Los peculiares diálogos de época de Friedman no serían el único reto
para Hartnett. El aspecto físico del papel exigía que el actor se
entrenase cuatro horas diarias durante siete meses para interpretar a un
experimentado boxeador (conocido en el cuadrilátero como Sr. Hielo),
quien, por cierto, contaba con un récord de 36 ganados, 0 perdidos y 0
empatados en la división de peso semipesado.
Las películas de De Palma son conocidas por tríos o cuartetos que se
entrecruzan de maneras inusuales. El segundo lado del triángulo Bucky-Kay-Lee
lo conforma el actor Aaron Eckhart, alguien a quien De Palma describe
como un “Kirk Douglas de joven”. El director sabía que quería darle el
papel a un intérprete que pudiera aportarle una cualidad maniaca al Sr.
Fuego, Lee Blanchard. El actor elegido tendría que estimular al
impulsivo policía, adicto a la Benzedrina, con un sentido explosivo de
remordimiento y furia…un hombre que pudiera proporcionar un fuerte
paralelismo con respecto a Bucky, quien, por el contrario, es un
detective que sigue todo al pie de la letra. Conforme se desarrolla el
caso de Dalia, nos enteramos que Lee ha tenido una serie de mujeres en
su vida a las que no pudo salvar, incluyendo una hermana que murió a los
15 años.
Eckhart aceptó interpretar el papel físicamente demandante (junto con la
foja del Sr. Fire de 43 ganados, 4 perdidos y 2 empatados) porque
Blanchard es “la clase de tipo que habla rápido, bebe mucho, es
ingenioso y no se anda con rodeos —que, para un actor, es muy divertido
de interpretar”.
Al hablar acerca de su interés en las películas de cine negro de la
década de los 40, relata, “Su cadencia era más rápida de lo que es en la
actualidad. Si ves a Cagney o Edward G. Robinson, tienen esta manera de
hablar que era muy vertiginosa”.
Hartnett, su compañero para combatir el crimen, dice entre risas que
“Aaron sería un gran Yago . No vacila en tirar la casa por la ventana
para lograr una actuación convincente. Es una gran personalidad que
tiene esta presencia en pantalla que te hace creer que puede acabar con
cualquiera que se interponga en su camino”.
Con los papeles masculinos ya asegurados, De Palma se dio a la tarea de
buscar a tres damas que pudieran interpretar cualquier cosa menos a
damiselas en apuros. De sus actrices protagónicas, el director alaba a
las jóvenes porque “son simplemente mágicas y muy misteriosas. Siempre
hay algo que queda sin decir”.
Para encontrar a su Kay Lake, la dama herida que Lee acoge y Bucky
codicia, De Palma decidió que necesitaba a una mujer joven de mirada
melancólica. Años antes, había visto a Scarlett Johansson cuando actuó
en la película The Horse Whisperer. La actriz le dejó tal impresión, que
siempre albergó la idea en su cabeza de trabajar con ella algún día.
Al productor Linson, Johansson le recuerda una época ya pasada,
específicamente “la de un alma vieja. Hay algo en ella que es una
retrospectiva visual. Tiene esa apariencia que hace que te remontes al
pasado”. Para darle credibilidad a su opinión, cuando fue filmada a
través del lente del director de fotografía Vilmos Zsigmond, Johansson,
solamente a través de su físico, evocó de manera asombrosa una época.
La actriz comenta, “Cuando leí el guión de Josh, me sentí identificada
con el tipo de pasión que encuentras en Kay. Ella es esta mujer
tristemente solitaria y miserablemente romántica que sólo quiere que la
cuiden de sufrir algún daño. Nunca creyó encontrar en Bucky lo opuesto a
lo que ve en su novio, Lee”.
De hecho, la actriz canadiense Mia Kirshner —mejor conocida por su papel
como Jenny en los dos últimas temporadas de The L Word, para Showtime—
ya había ido en las primeras etapas del proyecto para hacer una lectura
del papel de la hipócrita Madeleine Linscott. De Palma quedó tan
impresionado con la actuación de la actriz que él y Friedman
incrementaron las escenas con la Dalia y le dieron este papel a Kirshner.
“En realidad es sorprendente”, comenta De Palma. “Cuando la vi hacer la
prueba, dije, ‘Mia, debo de tenerte en esta película. Vamos a expandir
el papel de la Dalia, y quiero que tú la interpretes’”.
La actriz señala que “de niña en Toronto, solía ir a la biblioteca y
sacar libros de películas viejas y ver películas de Vivien Leigh y Hedy
Lamarr. Mi papá y yo solíamos ver películas viejas los sábados por la
noche, y crecí teniendo un gran reverencia por las películas de cine
negro”.
Kirshner había escuchado múltiples historias acerca de la legendaria
actriz que iba a interpretar, pero estaba decidida a forjarse su propio
punto de vista conforme investigaba a la mujer que era Elizabeth Short.
Sintió que era importante humanizar a la trágica Betty, al creer que su
historia era “una fábula de advertencia para jóvenes actrices de
Hollywood”. Kirshner comenta, “En realidad, intenté encontrar la esencia
de Elizabeth. Después de haber leído todo lo que pude de ella, vi a una
mujer muy delicada, romántica e inteligente”.
Para el papel de la maquiavélica y glamorosa Madeleine Linscott, De
Palma iba a necesitar a una actriz que no solamente pudiera interpretar
a una mujer fatal, sino también que se pareciera físicamente a Mia
Kirshner. El material de Ellroy era muy específico con respecto al hecho
de que la Dalia es asesinada no por quien era, sino por la persona a la
que se parecía.
La doble ganadora del Oscar® Hilary Swank acababa de interpretar su
papel en Million Dollar Baby, de Clint Eastwood cuando aceptó
interpretar a Madeleine, una mujer que no tiene la menor idea de lo que
la palabra “conciencia” significa. De Palma, un antiguo aficionado y
provisor de mujeres fatales, quería a una actriz que pudiera manejar el
complicado papel de “una pobre niña rica que encauzaría a estos tipos a
su perdición”. El director agrega, “Creo que Hilary es una clásica mujer
araña —puede interpretar en un abrir y cerrar de ojos a un personaje que
es extremadamente vulnerable y extremadamente malvado”.
En cuanto a la elección de Swank para el papel, el guionista Friedman
ríe entre dientes, “Si puedes conseguir para tu película a alguien que
ha ganado dos Premios de la Academia® para que aparezca actuando el 25%
del tiempo en pantalla, es un sueño convertido en realidad para
cualquier escritor”.
Elogios aparte, Swank estaba simplemente encantada de no seguir más con
el extenuante régimen de entrenamiento que la llevaría a convertirse en
la campeona de box Maggie Fitzgerald. “Madeleine nunca comería claras de
huevo de desayuno”, dice la actriz entre risas.
Swank eligió el papel porque “Madeleine era muy diferente a cualquier
cosa que jamás haya hecho. Proviene de la clase alta, tiene orígenes
opulentos —divirtiéndose y haciendo lo que le plazca—, es una mimada
hija de papi. Pero detrás de todo eso, es una persona muy perturbada,
quien en realidad está en búsqueda del amor”.
La aclamada actriz británica Fiona Shaw interpreta a la madre del grupo
de bichos raros conocido como la familia Linscott. La Sra. Linscott, que
cambia fervientemente entre la lucidez arrogante y las borracheras
operísticas, tenía que ser interpretada por una actriz que pudiera, en
un santiamén, prender (y apagar) sus irritantes encantos.
De Palma recuerda una de las escenas distintivas del filme —la cena
donde le presentan a Bucky a la familia Linscott— “Fiona le dedica una
mirada desagradable a Josh que dice, ‘¿Qué hace este policía en mi
casa?’ Con esa astuta exhibición, me recordó a Vanessa Redgrave. Hace
que el personaje sea mucho más divertido”.
De Doppelgangers a Cámaras Dióptricas:
La Propuesta de De Palma para la Dalia
“Serías incapaz de dispararme. No olvides a quien me parezco.
Gracias a esa chica…esa perra triste y muerta…soy todo lo que tienes.”
—Madeleine Linscott
Si bien es conocido por su estilo distintivo y hábil —uno de recurrentes
temas Hitchcockianos, doppelgangers, mujeres fatales, explosiones de
violencia operística y cámaras vertiginosas y acechadoras—, el director
es el primero en admitir divertidamente que no se pregunta de manera
consciente, “¿Cómo puedo hacer esto más a la Brian De Palma?” cuando
comienza una película. “Es algo inconsciente. No sé por qué te sientes
atraído a cierto tipo de material”, indica. “Simplemente hay algo que te
atrapa y te intriga”.
No obstante, hay contenidos a los que se encuentra continuamente
atraído. Por ejemplo, desde hace mucho tiempo ha explorado los temas
comunes de los dobles —tanto internos como externos—, aquellos con
personalidades fracturadas, que transfieren la culpa a otros personajes.
Es común que los personajes de De Palma asuman complejidades y
personalidades de otros. Desde Body Double a Dressed to Kill y Raising
Cain ha explorado ese terreno.
A De Palma le pareció una mezcla interesante que muchos de sus temas
periódicos resonarán en los diálogos vertiginosos y en los detalles
sórdidos del mundo de Ellroy. Por ejemplo, Madeleine se obsesiona por
conocer —y dormir con— una chica que se parece a ella físicamente, y cae
bajo la influencia y jactancia de Betty, al comenzar a asumir sus
características para seducir a otros. Incluso se vale de la obsesión de
Bucky en el caso para que regrese a cama con ella.
Pero, como en toda adaptación, habrían grandes omisiones con respecto al
material original. Cuando se revela por primera vez la escena del crimen
de Dalia, De Palma hace que el público se enfoque en un evento (el
tiroteo entre Lee y Baxter Fitch) que sucede de manera simultánea al
descubrimiento del cuerpo —en gran medida la antítesis de lo que sucede
en el libro de Ellroy.
De hecho, De Palma pensó que sería irónico si el gran crimen estuviera
detrás del más pequeño. “La revelación de Dalia la quería poner
completamente al fondo de todas esas cosas que están sucediendo”,
declara. “Tuvimos que comprimir una serie de líneas narrativas y las
reducimos a cuatro pistas falsas. Debido a que gran parte de la historia
es contada a través de cosas que pasan de manera indirecta, piensas,
‘Esto es lo importante’. Pero en realidad, removimos unas cuantas de
ellas y las colocamos fuera del área de acción”.
Si bien era importante para el guionista y director integrar a la
versión cinematográfica de La Dalia Negra tanto las palabras de Ellroy
como sus tramas alternas, sabían que el medio visual de la película iba
a requerir de algunas artimañas que el novelista no tenía disponibles.
Por ejemplo, Ellroy plantea que para tallar una sonrisa grotesca en su
rostro, el asesino de Betty se inspiró en la historia del personaje
trágico de Víctor Hugo, Gwynplaine. En la novela de 1869 de Víctor Hugo
“L’Homme quit Rit” se habla de un hombre que tiene una sonrisa
permanente en su rostro, Gwynplaine, que le cortó el Rey en venganza por
la traición de su padre. Este memorable personaje ha originado muchas
interpretaciones cinematográficas desde principios del siglo pasado
(además de haber servido de inspiración para el caricaturista Bob Cane
para el malvado antagonista Guasón, de su cómic Batman).
El director indica, “En el libro de Ellroy, la imagen de ‘El Hombre que
Ríe’ está sobre todo en la mente del asesino…y la Dalia es marcada
precisamente de esa manera”. Después le preguntó a su equipo, “¿Cuál es
la mejor manera de mostrar esto? ¿Existirá alguna película?
Efectivamente…la había”. De Palma creyó que al enseñar a Bucky, Lee y
Kay viendo la película The Man Who Laughs (1928), del director alemán
Paul Leni, ataría perfectamente sus cabos sueltos. (Casualmente, el
filme fue producido por Universal Pictures y se convirtió en una de las
primeras películas habladas del estudio, en la que por primera vez se
incorporaron sonidos con letreros).
Pocos directores estadounidenses han optado por implementar toda la
paleta de colores y complejos movimientos de cámara por los que es
conocido De Palma. Hasta la escena de pelea entre los dos súper
policías, De Palma satura los colores. Después, para narrar gran parte
de su historia, hace la transición a colores de muy alto contraste
retocados con flashbacks austeros. El director señala, “Toda la película
es básicamente un descenso al infierno. Con el género de cine negro
intentas utilizar alto contraste, muchas sombras y ángulos bajos”.
De Palma eligió trabajar con un equipo —que incluía a antiguos
colaboradores: el ex diseñador de sets de ópera y de Federico Fellini
Dante Ferretti y el renombrado director de fotografía Vilmos Zsigmond—
que lo ayudará a diseñar secuencias específicas al servicio de la
historia. El director relata, “Veo una escena y después descifro cuál es
la mejor posición de la cámara para una pieza de acción en particular.
Acto seguido, maximizo las imágenes y diseño las locaciones para las
secuencias”. Particularmente, De Palma es conocido por fabricar modelos
en tercera dimensión para entender exactamente qué es lo que quiere
filmar antes de que comience a rodar la cámara.
De su estilo como director, sostiene, “Para mí no es interesante a menos
que me apele desde un punto de vista visual. La gran mayoría de la
dirección es bastante simple. Si tienes buen gusto y sabes cómo dirigir
actores, entonces podrás rodar bastante bien ya sea un plano medio o un
primer plano. Desafortunadamente, la gran mayoría de la gente ha sido
criada por la televisión, y muchos directores te presentan un diálogo
con dos y hasta tres tomas en steadicam”.
En la película, De Palma conserva imágenes de la Dalia en el fondo hasta
el mero final, manteniendo a distancia su cámara de primeros planos del
cuerpo y fomentar la curiosidad morbosa y expectación del público por
ver cómo se ve Betty de muerta. Él, en cambio, nos introduce a Betty
—muy viva— a través de pruebas de cámara.
De Palma continúa, “Fue como si alguien estuviera exhibiendo un trabajo
grotesco de arte, y después dijera, ‘miren lo que he hecho’. Esas
fotografías te llevan a pensar que alguien estaba esculpiendo en carne.
Simplemente se filtran en tu subconsciente. Mi idea era mantener esa
imagen en el fondo hasta el final de la película”.
El productor Linson declara, “Brian ve la secuencia de las cosas de
manera visual, mientras que el diálogo es el glaseado. Introduce la
historia de fondo de la Dalia a través de pruebas de cámara, que es
donde él tiene su propio cameo (a la Hitchcock)”.
La voz del realizador fuera-de-cámara quien está intentando dirigir a
Betty durante su prueba es, de hecho, De Palma. Esta pista se hizo
originalmente de manera temporal, pero se quedaron con ella una vez que
el equipo de producción notó cuán bien Kirschner y el director
altercaban. De Palma indica, “Lo que ves de Mia durante sus pruebas de
cámara fue en gran parte improvisado. Sondeamos la relación en la que yo
era una productor cruel e insensible y Mia una muchachita desesperada
con delirios por convertirse en estrella. Hicimos toda una serie de
cosas ante cámara y después Vilmos lo puso en blanco y negro. Esto hace
a Elizabeth Short un ser humano real y hace que la película sea más
emotiva”.
Tomas continuas en las que el público participa, otra marca distintiva
del director, también serían utilizadas en La Dalia Negra. La primera
vez que al público se le permite entrar a la mansión Linscott, Bucky se
fusiona con la cámara para convertirse en un punto de vista de primera
persona (o subjetivo) conforme Swank, quien actúa frente a cámara, nos
da la bienvenida. “Es una viejo convencionalismo de guerra”, comenta De
Palma. “Este era el lugar apropiado para hacerlo. Dejarla interpretar
sus excentricidades justo frente a la cámara y atraer al público”. Tan
pronto y Bucky / miembro del público se sienta en el comedor para cenar,
la cámara cambia a un punto de vista de tercera persona (u objetivo), en
lo que representa otro movimiento igualmente discordante.
De Palma siempre tuvo la intención de utilizar los diálogos de Ellroy en
esta escena, al indicar, “La dirigí acentuando su intención. Esta es la
cena más alocada en la que uno pudiera haber estado, pero todos parecen
creer que todo es muy pintoresco, y la manera en como deberían ser las
cosas. Sólo, para ver más tarde las consecuencias mortales de esta
familia Addams. Pero cuando nos introducen a ellos, es como una comedia
de la Restauración ”.
Ángulos de cámara a nivel de piso serían utilizados, lo que le
permitiría al público ver de frente, desde la perspectiva del cadáver,
el rostro de Bucky cuando el detective Millard lo llama para que vea el
cuerpo de Dalia. En lo que pasa a ser otra fusión de cámara con el
personaje, el público es Bucky cuando el Fiscal de Distrito Loew lo
regaña cuando está sentado en su escritorio.
Las decisiones de De Palma y Zsigmond nos introducen todavía más al
mundo de Betty, antes y después de su muerte. El complejo trabajo de
cámara que se requería para capturar la pelea entre el Sr. Fuego y el
Sr. Hielo probó ser no solamente un reto físico para Hartnett y Eckhart,
sino también para el director de fotografía Vilmos Zsigmond. Una vez que
Bucky se deja ganar, al bajar su guardia derecha y recibir un gancho
izquierdo de Lee —seguido de un veloz upper-cut de mano derecha que le
rompe sus dos dientes frontales— la cámara y el trabajo de coreografía
se mezclan bellamente. En esta escena y otras, De Palma utilizaría en
gran medida sus distintivas tomas en split-screen (pantalla dividida) y
split-diopter (doble dioptría).
“En una película anamórfica (lente tradicional), ves un gran rostro en
primer plano y a otra persona a 10 metros de distancia, y después a los
dos fuera de foco”, indica el director de fotografía Zsigmond. “Desde un
punto de vista óptico, es imposible que los dos aparezcan nítidos, así
que utilizamos un lente de doble dioptría que esconde el corte y hace
que la imagen sea imperceptible”. Esta es otra característica del cine
de De Palma, que también utilizó en películas como The Untouchables,
Blow Out y Carrie.
Finalmente, para la mismísima Dalia, el equipo de producción decidió no
compartir las imágenes de su cuerpo bisecado, que yace en el terreno que
más tarde se convertiría en el Parque Leimert, sino hasta el final de la
película. De Palma indica, “Descubrimos que teníamos que crear una
imagen viviente de la Dalia. Todas sus imágenes son o de ella muerta en
el terreno o de ella en la plancha. La réplica del cuerpo fue muy fiel y
siempre estuve filmando alejado de él. En realidad, sólo lo mostramos en
todo su esplendor en la última escena en el césped”.
Tanto para el público como para el realizador, “las imágenes de ella son
las cosas que la mantienen viva en nuestras imaginaciones, sueños y
pesadillas”, comenta. “Esta imagen siempre perturbará a Bucky, como pasa
en mis otras películas donde algo del subconsciente te agarra —como
cuando Carrie sale de la tumba y te atrapa”.
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