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Sinopsis
El encuentro entre un novelista millonario y un actor desempleado que le
ha robado el corazón de su esposa, termina convirtiéndose en un juego
siniestro con peligrosas consecuencias.
SOBRE LA PRODUCCIÓN
Introducción
Juego Macabro se filmó en locación en Bedfordshire y en los Estudios
Twickenham durante enero y febrero de 2007.
La película está producida por Jude Law, Simon Halfon, Tom Sternberg,
Marion Pilowsky, Kenneth Branagh y Simon Moseley, y coproducida por Ben
Jackson, socio legal de Riff Raff Productions. Martin Shafer de Castle
Rock es el Productor Ejecutivo.
El equipo detrás de las cámaras de Juego Macabro incluye al cineasta
Haris Zambarloukos (El intruso y Venus de Roger Michell) y los
colaboradores anteriores de Kenneth Branagh, el diseñador de producción
Tim Harvey (La flauta mágica, Hamlet, Much Ado About Nothing), la
diseñadora de vestuario Alexandra Byrne (Hamlet) y el editor Neil
Farrell (Hamlet, Como gustéis). Patrick Doyle (Harry Potter y el cáliz
de fuego, Como gustéis, Muerte a la media noche, Hamlet) compuso la
partitura original.
Preparándose para empezar
Los admiradores del cine y grandes amigos, Jude Law y su compañero
productor Simon Halfon se reúnen con regularidad para discutir ideas
sobre proyectos que les gustaría llevar a cabo juntos. Law tenía
experiencia previa como productor de El capitán Sky y el mundo del
mañana y Halfon, exitoso diseñador gráfico, estaba dispuesto a intentar
cosas nuevas. Durante una de sus conversaciones, Halfon sugirió
reestrenar Juego Macabro, la obra de teatro ganadora del Premio Tony en
1970 de Anthony Shaffer, la cual más adelante se había convertido en
película.
“Simon había visto Juego Macabro y me la describió como una pieza que,
en su núcleo, es una idea realmente sencilla”, Jude Law. “Aunque la obra
original se hizo de manera brillante, pensó que podría evolucionar en
algo moderno que estuviera lleno de territorio sin descubrir dentro del
meollo de la historia. Así fue como germinó la idea en mi cabeza por un
tiempo, pero lo que realmente hizo que todo empezara a girar fue cuando
alguien me preguntó qué estaba pensando desarrollar y el nombre de
Harold Pinter surgió en la conversación”.
En ese momento, Harold Pinter no había recibido todavía el Premio Nobel
de Literatura, pero su estatus como uno de los dramaturgos más
influyentes y originales del Siglo XX hizo parecer incauto el prospecto
de acercarse a él con el fin de reescribir el popular entretenimiento de
Shaffer. La formidable reputación de Pinter había desmotivado a muchos
otros compañeros productores y Law alegremente admite que parecía como
‘una jugada bastante ridícula’.
“Pero como la obra le venía bien, también parecía una oportunidad para
escribir”, comenta Law. “Arreglamos una comida de negocios, algo muy
largo y divertido en donde le dije que la esencia de la historia era dos
hombres en una habitación, uno mayor, uno más joven, luchando física y
psicológicamente por una mujer que uno nunca conoce. Si recuerdo
correctamente, Harold dijo: ‘he estado haciendo lo mismo durante 40
años’. Estuvo de acuerdo en todo”.
Pinter había visto un número de realizaciones de Jude Law tanto en la
pantalla como en el escenario, y se sintió complacido con la oportunidad
de trabajar con él. “Jude es un hombre sumamente inteligente; tiene un
gran ingenio y cordura”, dice. “Además tiene verdadero entusiasmo e
integridad”.
Con Pinter a bordo, la buena idea de Law y Halfon se volvió
considerablemente más interesante y Castle Rock estuvo de acuerdo en
financiar la escritura y el desarrollo del proyecto. “En cuanto Harold
se involucró”, dice Law, “cambió de ser un intrigante reestreno en algo
completamente diferente, algo con mucho mayor gravedad, mucho más peso.
Cualquier cosa que pueda seducir la atención de Harold de pronto se
vuelve importante porque es un icono del mundo de la escritura. Sabíamos
que en manos de Harold, el guión iba a tener un calibre increíblemente
alto”.
En los siguientes años, los participantes se pusieron a trabajar. “Es un
enfoque totalmente nuevo”, dice Harold Pinter. “Yo no había ni visto ni
leído la obra siquiera, y no había visto tampoco la película que se
adaptó de la obra, entonces no sabía nada de ella. Sencillamente leí la
obra y pensé que estaba totalmente transformada. Conservé una o dos
cosas de la trama porque así tiene que ser, pero aparte de eso, creo que
es mi hechura propia”.
“Casi no se puede creer que exista algo que Harold no haya creado”, dice
Law. “En cierto sentido, de lo que hablamos es una pieza donde dos
hombres están luchando por una posesión, en este caso una mujer, que
cada uno de ellos quiere poseer, pero en realidad es sobre hombres en
lucha y por qué luchan los hombres. Se convierte en una pieza sobre el
ego masculino y la sensación de superioridad, el premio se olvida por
completo. Es sobre competencia y sobre golpear a la persona que tienes
enfrente, que es algo que obviamente interesa mucho a Harold, tanto en
el cuerpo de su trabajo como en sus opiniones, de la forma en la que va
la tendencia del mundo en estos momentos”.
Armados con el guión de Pinter, Law y Halfon buscaron financiamiento
adicional. “Debido al estilo en el que Harold escribe (y hay que
recordar que fue Premio Nobel), era en verdad difícil conseguir que la
gente leyera entre líneas. Era un guión muy disperso”, dice Law.
“Parecía amenazar a muchos financieros. Vieron el gran diálogo, pero no
veían para nada el potencial que tendría como película. Sin embargo,
nuestra creencia en él lo llevó hacia adelante”.
Law había propuesto la idea a Michael Caine hacía varios años y Caine
estuvo de acuerdo al principio con que sería divertido hacer de nuevo la
película de Juego Macabro, esta vez interpretando el papel que hizo
Laurence Olivier en 1972. Con el nuevo guión terminado, Law se acercó a
Caine.
“Me sentí fascinado por la idea desde el mero principio” confiesa
Michael Caine, “pero especialmente cuando vi el guión de Pinter. Aunque
la trama básica es la misma y el título también es el mismo, la
escritura de Pinter es completamente diferente a la de Anthony Shaffer.
No es la misma película”.
Cuando Michael Caine dijo que estaría en la película con el guión de
Pinter, Law reconoció que había llegado el momento de encontrar a un
director para “conducir a todo el equipo y resumir la visión de todos en
una sola”. Entre los directores que se estaban considerando se
encontraba Kenneth Branagh, quizá mejor conocido por sus adaptaciones de
la obra de Shakespeare.
“Mi agente me llamó un día y dijo: hay una nueva versión de Juego
Macabro que Jude Law está produciendo y Michael Caine aparecerá en ella.
La nueva versión fue escrita por Harold Pinter”, recuerda Kenneth
Branagh. “Me pareció como una… una combinación muy emocionante de gente.
Conocía y me encantaba la película original y la obra que acababa de ver
hacía unos años en un viaje con un amigo que estaba interpretando a
Milo.
“Luego leí el guión y no podía parar. Lo que pensé que era ya un
excelente matrimonio, tenía ahora detrás la sensibilidad más oscura y
negramente cómica de Pinter. Todavía tenía esa cualidad de zozobra y de
qué sucederá ahora del original (no debemos olvidar jamás el
extraordinario trabajo que hizo Anthony Shaffer), pero el guión parecía
confiadamente ser tan diferente que podría haberse tratado de otra
película. Comparte la parte central de la idea y los personajes tienen
los mismos nombres, pero todo lo demás está cambiado, visualmente y en
términos de estado de ánimo, en relación con los personajes y después,
conforme va avanzando, en relación con la trama.
“Pinter de algún modo promueve la observación de eso que es familiar y
lo carga en ocasiones con humor, en ocasiones con amenaza, en ocasiones
con gran poesía. En Juego Macabro, toma una maravillosa obra de teatro y
cine, y la hace propia, sin esfuerzo alguno, con su propia fascinación,
dentro de lo que surge de la obra de Shaffer: este drama psicológico,
este combate repleto de testosterona entre dos gladiadores, quienes cada
uno a su manera, son caballeros sofisticados e inteligentes. Parecía una
gran manera de disfrutar del suspenso y la iluminación de las
vulnerabilidades y posturas de dos tipos aparentemente masculinos y casi
machos, mientras pelean por una mujer. Tengo el fuerte presentimiento de
que va a resultar una película maravillosa”.
Siguiendo un proceso que recuerda como ‘refrescantemente civilizado’ en
todos sus detalles, Branagh fue contratado como director. “Ken vio el
potencial”, asegura Jude Law. “Vio que lo que estaba entre las líneas de
Pinter era una película en la cual el tercer papel estelar era la casa
misma y el ambiente que creaba. También reconoció el valor de sólo
sentarse a escuchar el fantástico diálogo en vez de discutir y complicar
la obra. Entiende el medio del texto también para las actuaciones. Como
sucedió con el involucramiento inicial de Harold y la aceptación de
Michael para participar, tenía mucho sentido que Ken fuera quien los
dirigiera. Los cuatro conformábamos tres generaciones de actores y
cineastas británicos, y se sentía un grupo muy feliz, el grupo ideal
para el proyecto”.
Pinter describe la contribución de Branagh al proyecto como
‘impresionante’. “Ken aportó nueva inteligencia a todo esto”, afirma.
“Tiene muchas habilidades, discierne sobre muchas cosas. Lo he admirado
mucho siempre, como actor y como director. Creo que su película Enrique
V fue fantástica y además es un excelente actor. Fue un proceso
sumamente estimulante durante todo el tiempo”.
El texto
Se ha escrito mucho sobre la inviolable naturaleza del texto de Pinter e
incluso mucho más sobre el rechazo del autor a analizar o explicar su
obra. Muchas de las historias son indudablemente apócrifas (aunque puede
ser verdad que el joven Alan Ayckbourn, entonces un actor que apareció
en The Birthday Party, pidió a Pinter que señalara lo importante de su
personaje y recibió como respuesta: “no te metas en lo que no te
importa. Limítate a decir tus líneas”.)
Cuando tenía 15 años de edad, Kenneth Branagh hizo la primera audición
de su vida usando un discurso tomado de una obra de Pinter, y trabajar
con el escritor fue una experiencia potencialmente intimitadoria que
demostró tener enormes recompensas.
“Varias veces en los ensayos tenían que sugerir un par de cosas a Harold
que tal vez no le gustaban”, recuerda Branagh, “pero siempre fue muy
respetuoso. Como él es honesto y sincero, obviamente reaccionará y si no
está de acuerdo, lo dirá con el vigoroso y en ocasiones adverso
intelecto que tiene a su disposición. Tiene un electo formidable y es un
hombre muy apasionado, por lo que cuando señala algo, lo hace con
intensidad, pero si puedes justificarlo, te escucha y llega a una
solución”.
Cuando se le preguntó sobre el lenguaje de Pinter que resulta ser único,
que merece tener su propio adjetivo y un Premio Nobel, Branagh dice:
“Pinter brinda poesía a lo aparentemente prosaico y banal, lo hace
memorable. Hay un deleite en el lenguaje y una invitación a la
imaginación. De algún modo realiza este truco de ofrecer lo que parece
ser una historia natural, contada de manera natural con lenguaje
natural, y luego descubres que no es natural, que es realista. Es muy
parecido a la manera en que hablamos, los personajes son muy parecidos a
los que conocemos pero ocupan otro tipo de territorio, de algún modo el
territorio de nuestras pesadillas. Sientes que éstas son las palabras y
las frases que has escuchado antes pero que están puestas en cierta
forma que empieza a afilarlas y hacerlas brillar. Hay humor, hay
compasión, hay terror, hay una dimensión poética. Se mete dentro de la
piel, señor Pinter”.
“Lo más extraordinario de la escritura de Harold es la ambigüedad:
cementa algo en la realidad con una frase, en la desunida naturaleza de
la conversación y, al mismo tiempo, permite brechas dentro de ello para
que algo signifique algo”, dice Jude Law. “Como actor, entregas las
líneas de Harold en cualquier modo. Nos divertimos mucho, pero también
tenemos un reto frente a nosotros cuando nos damos cuenta de que el
noventa por ciento del guión podría interpretarse en dos, tres, a veces
cuatro maneras diferentes. Cada una funcionó y cada una dio una
inclinación completamente diferente a las escenas individuales y a la
obra como un todo”.
Law continúa: “Harold encuentra algo hermoso, elocuente y absolutamente
descriptivo en la estenografía y en un estilo muy contemporáneo, a veces
casi no elocuente a través de la boca de las personas que no saben que
están siendo elocuentes. Una de las grandes sorpresas de Juego Macabro
será lo divertida que es. El humor surge de la ambigüedad y de la
cualidad cruel y contendiente de los intercambios en la pelea. También
hay un sub uso real de palabras, ocasionando una situación de
subestimación”.
“Hay algo muy primitivo y atávico al respecto”, agrega Branagh, “Una
especie de calidad de combate visceral. Existe una fuerte sensación de
pasión sexual en estos dos hombres, de su fuerza física canalizada a
través de este intento superficial de ser civilizados. Es una lucha
verbal adornada con un significado tan densas y una crueldad que la
hacen cautivadora. Pinter con frecuencia hace que los personajes digan
lo que uno nunca diría, la observación que terminaría la cena o la
reunión de retiro. Uno la observa, con la quijada en el piso,
avergonzado e hipnotizado. Es muy intenso”.
“Las palabras de Harold parecen ser muy naturales y cotidianas, casi
como el lenguaje de Cockney, por lo menos en ocasiones”, dice Michael
Caine. “Son frases un poco como cliché que escuchaste decir a tu mamá o
a tu papá, especialmente si eres londinense y ninguna de ellas significa
algo hasta que llegas al final de la oración y de repente, entra la
amenaza. Es extraordinariamente difícil actuar a Pinter y entenderlo
bien. Lo observas y todo parece ser ordinario, pero de pronto se vuelve
muy, muy amenazante y muy divertido en un contexto muy extraño. Cuando
piensas en la obra original, dices: ¿cómo pudieron reescribir esto? Y
luego lees a Pinter y dices: ¡así fue como pudieron reescribirlo! ¿¡Por
qué no lo pensé antes!?”
“Con Juego Macabro, Harold parece haber abrazado la idea de personas
aterradoras”, dice Branagh. “Con ese nivel de tensión durante toda la
trama, le encanta llevarte y ofrecerte la extraña conversación medio
loca para el público y los personajes. Sabes que estás en buenas manos
en términos de su dominio artístico, pero no estás a salvo ni
remotamente cuando se trata de la idea de una tarde cómoda y
placentera”.
“Los dos hombres están a cargo en diferentes momentos; es una lucha de
poder, en serio, y el poder es así; es subir y bajar, es estar dentro y
fuera”, dice Harold Pinter. “El punto sobre la película en realidad es
que nunca sabes quién está a cargo. En ocasiones es uno el que está a
cargo o parece estar a cargo, la siguiente vez el otro es el que parece
estar a cargo, y sí lo está. Luego resulta que no es él quien está a
cargo. Finalmente, se trata de dos hombres que juegan una gran cantidad
de juegos, algunos de los cuales son muy siniestros. Creo que también
son muy divertidos. Así que se trata de una cuestión que es tanto
siniestra como divertida”.
Actor /Personaje
Pinter describe la elección de Michael Caine en el papel de Andrew como
‘infalible’. Como productor, Jude Law reconoció las muchas maneras en
las que la participación de Caine era esencial para este proyecto.
Todos los cineastas apreciaron de inmediato la extraordinaria aptitud de
Caine asumiendo el papel de Andrew Wyke pero en un principio, sólo Caine
y Pinter sabían que el actor había aparecido en la primera obra del
autor, The Room, en el Teatro Royal Court hace 50 años (y que, como
coincidencia, tanto Pinter como Caine habían sido alumnos de la Escuela
Eton de la Zona Este, Hackney Downs Grammar).
“Michael Caine interpretando una obra de Harold Pinter es una
combinación divina”, dice Jude Law. “Hay algo increíblemente poderoso en
ambos hombres, algo humorístico, algo mordaz, algo vulnerable. Se
compaginan muy bien en casi todos los niveles. No olvidemos que Michael
es la razón por la que muchos actores británicos no tienen que esconder
su acento. Su voz, además de su propia tonalidad, es icónica. Y esa voz
diciendo esas palabras es en verdad algo muy suntuoso y especial”.
“Ambos, Michael y Harold, tienen un gran don para este material”, dice
Kenneth Branagh. “Tienen oído natural para este tipo de diálogo
sobrenatural y este mundo literalmente casi sobrenatural. Como actor de
cine, Michael tiene infinitos estratos de sutileza. Tiene una gran
sensibilidad sobre cómo interpretar una línea, una palabra y, más
especialmente, una reacción. Tengo que mencionar que es impresionante su
conciencia técnica de la luz, la cámara, el tamaño de las tomas y la
geografía física. Como una pieza de la maquinaria de la actuación, el
señor Caine es un mecanismo sensible en la mejor manera posible. Sólo se
necesitan pequeñas variaciones y el impacto es instantáneo”.
Caine es más práctico y espontáneo respecto a sus dones como actor de
cine: “tienes que estar absolutamente relajado frente a la cámara”,
comenta el actor. “De otro modo, la cámara se va a dar cuenta”.
Tanto Law como Caine apreciaron que Pinter empezara su carrera como
actor en repertorio y que haya continuado presentándose en el escenario
y en la pantalla grande (el escritor tiene una actuación cameo en Juego
Macabro) y que su director ha sido reconocido desde hace mucho tiempo
como un actor brillante y talentoso. “Ken es un actor maravilloso, por
lo tanto sabe y puede explicarte con muy pocas palabras exactamente lo
que quiere”, dice Caine. “Puede explicar cualquier cosa con el talento
que tiene; puede incluso demostrarlo si así lo deseas”.
“Con los actores, mi labor en primera instancia fue asegurarme de que
estaban de acuerdo respecto a la parte de verdad psicológica de la
cinta”, dice Branagh. “Mi labor es decir: ¿cuál es la característica
vital de este personaje? Si tuvieran que describirlo con tres adjetivos,
¿cuáles serían? En el caso del personaje de Michael, le mostré un
artículo que encontré sobre una condición médica llamada “celos
mórbidos’. Es una experiencia exagerada, con frecuencia grotesca e
intensificada de la persona que sufre de celos irracionales y psicópatas
que conducen a una enorme infelicidad y acciones peligrosas, ya que
ellos viven esta infelicidad en personas de quienes están celosos.
Michael estuvo de acuerdo en absoluto con que esto se encontraba por
debajo de todo lo que Andrew hacía y sin embargo surge con sutileza,
estos celos mórbidos están presentes. Lo investigamos en detalle y
fuimos bastante específicos al respecto”.
“No he visto Juego Macabro desde que la hice y no quiero mirar hacia
atrás para nada”, dice Michael Caine. “Pero recuerdo que Olivier
interpretó, y lo hizo de maravilla, a este excéntrico muy peligroso. Yo
actúo con base en el síndrome de celos mórbidos, por lo tanto, mientras
que Larry era un excéntrico peligroso, yo era un psicópata asesino.
Larry es tal vez más divertido y eso es todavía un poco más aterrador”.
Como productor, Jude Law estaba ocupado concentrándose en el panorama
total y no fue hasta bastante avanzado el juego que se dio cuenta de que
Milo podría ser una parte que se encargara de sí mismo. “Me gustó la
idea de la película y una gran parte aterriza sobre mí. ¡Una parte muy
difícil!”, explica. “De repente me puse un poco nervioso porque Milo
tiene tantas facetas que pensé que iba a ser un poco difícil. Cuando
llega Milo, crees que ya lo conoces bien. Se abre bastante rápido. Por
supuesto, el vestuario de Alex Byrne ayuda, esas horribles botas
brillantes con tacón y un anillo en el pulgar, te hacen pensar que es un
tipo vulgar y un tanto exhibicionista. Muy pronto te da la sensación de
que Andrew se va a comer a Milo y así sucede. Es lo que pasa después de
que…”
“Puedo apostar a que ésta es la mejor actuación que ha realizado Jude”,
dice Michael Caine. “Hemos sido amigos desde hace tiempo y a pesar de la
diferencia de edades siempre he tenido una buena relación con él como
actor, pero esta vez sorprendió a todos, incluso a mí”.
Branagh coincide: “Jude es un actor extraordinario con un rango muy
amplio (pensando en su interpretación de Dickie Greenleaf en El
talentoso señor Ripley junto con, digamos, su actuación en Camino a la
perdición. Pero este guión demandaba y consiguió algo nuevo de él que
nunca antes le habíamos visto. Soy su gran admirador como actor y
también como persona; tiene un espíritu generoso y es una verdadera
delicia trabajar con él”.
Cuando se le preguntó cómo fue observar a Caine y Law interpretar su
guión en una de sus visitas durante la filmación, Harold Pinter dijo:
“es muy gratificante y muy, muy agradable, particularmente porque son
tan buenos, tan imaginativos y tan inventivos. Ambos poseen una
extraordinaria afición que es lo que siempre busco en los actores que
hacen mis cosas”.
Un hombre en una habitación /Un visitante
"Dado que hay un hombre en una habitación, tarde o temprano recibirá una
visita”. Harold Pinter, nota del programa para THE CARETAKER).
“En cierto nivel, supongo que podría decirse que Juego Macabro trata de
dos hombres en una habitación; aunque no es la realidad, podría parecer
que sí”, dice Kenneth Branagh. “No me sentí agobiado por las
limitaciones de los interiores; hice un programa de televisión llamado
Conspiracy sobre la Conferencia de Wannsee donde un pequeño grupo de
nazis comenzaron el Holocausto. Había 10 ó 15 hombres alrededor de una
mesa y fue una pieza dramática muy, muy cautivadora. Tuve la experiencia
reciente de pensar que depende de quién la escribió y cuál es la
historia. Tienes que encontrar la manera natural de permitir que el
drama se desarrolle y no decir: ¡tenemos que cortar! ¡Debemos hacer
algo! ¡El público se va a aburrir! Si crees en el texto, lo cual nos
sucedió a todos, sabes que siempre vas a encontrar la manera de
mejorarlo, expresarlo o ampliarlo”.
“Ken no se sintió conmovido por la pequeña cantidad de tiempo que nos
habíamos permitido, financieramente, para hacer la película”, dice Jude
Law. “No lo vio como un obstáculo, sino más bien como un lineamiento por
medio del cual tomó decisiones increíblemente atrevidas e inspiradoras
desde el mero principio sobre cómo íbamos a filmar la película y cómo la
velocidad a la que teníamos que hacer las tomas iba a aportar energía a
la cinta. Reconoció que la película se beneficiaría de hacerse a un lado
y dejar que las actuaciones contaran la historia. Es un estilo de hacer
cine que me encanta y del cual, por desgracia, cada vez nos alejamos más
y más”.
“La película original se filmó en 16 semanas, lo cual era una cuestión
indiferente”, recuerda Michael Caine. “Ésta la filmamos en menos de
cinco semanas y la presión fue tremenda. Debo decir que supongo que Ken
es el director más preparado y creativo con el que he trabajado”.
El director dio la bienvenida al cambio de escala de la logística
marcial de la compañía de ópera de La flauta mágica, a la orquesta, los
extras y los efectos especiales virtuales de Juego Macabro. “Con Juego
Macabro había una mirada fija intensa, un enfoque intenso”, asegura
Branagh. “Cuando fui contratado, había ya una energía muy fuerte en el
trabajo. Entendieron que en todo el guión, en los ensayos y en la forma
de ponerlo en escena, había que hacerse una especie de macro cirugía en
la forma en que ensamblábamos todo. Fue muy diferente a lo que se hizo
en La flauta mágica y mucho más disfrutable de hacer con personas que
están en la cima de su propio juego”.
“Filmamos la película en Twickenham en el mismo foro sonoro donde filmé
Zulu y Alfie: el seductor irresistible, así que me sentí bastante
familiarizado con la zona”, bromea Caine.
Branagh acredita su colaboración con el cineasta Haris Zambarloukos por
hacer que los interiores parecieran ser muchos espacios diferentes.
Adquirieron su base en el amor que siente Andrew por los dispositivos
(los cineastas habían decidido colectivamente que Wyke estaría dedicado
a traer la tecnología digital más moderna a la película, con interiores
despiadadamente modernizados de la mansión georgiana que Pinter había
especificado en una de las pocas instrucciones de pantalla que puso en
el guión).
“Todos sentimos que era el tipo de hombre que tiene dispositivos de alta
tecnología por medio de los cuales se manejan los aparatos de su
vivienda, se abren las puertas, se encienden y se modulan las luces y
que esto ofrecería cosas nuevas”, dice Branagh. “Primero que nada,
ofrecía enormes oportunidades para el sonido de la cinta: los ruidos que
van con el cambio de cámaras de observación, el abrir y cerrar de
puertas, elevadores que suben y bajan. En segundo lugar, permitiría que
el interior de la casa tuviera una instalación cambiante de luz, casi
como si Andrew estuviera viviendo una pequeña versión del Moderno Tate y
estuviera orgulloso de ella. Esto permitía visualmente una cantidad
enorme de variedad”.
La impresión que vive Andrew en su propia galería privada se engrandeció
con la obra de los celebrados artistas británicos contemporáneos Anthony
Gormley y Gary Hume, la cual fue prestada a la producción por la Galería
White Cube de Jay Jopling en Londres y varias piezas exclusivas de
muebles y prototipos prestados por el diseñador Ron Arad. El diseñador
de producción Tim Harvey, siendo él mismo un gran artista, pintó varios
lienzos enormes para las paredes de Andrew y también proporcionó
pinturas más pequeñas que Milo destruye a petición de su anfitrión. El
cineasta Zambarloukos usó iluminación LED como apoyo a la idea de una
instalación de arte siempre cambiante.
“Cuando se da un gran ataque de celos, el verde es el color dominante.
Cuando hay una gran explosión de venganza, un baño de rojo cambia por
completo todas las cosas. De repente estás en una especie de mundo
infernal, tipo Don Giovanni”, comenta Branagh. “Descubrimos que en una
obra como ésta donde te encuentras principalmente enfocado en dos
personajes (aunque Harold presentara e involucrara a otros), todo
cuenta. Cada cuadro cuenta, cada insignificancia cuenta”.
“En la primera cinta de Juego Macabro, mi personaje vivía en una
encantadora casa antigua de la campiña inglesa; al entrar a ella había
un adorable interior inglés, todo con cortinas de brocado brillante,
cojines, sofás y flores”, dice Michael Caine. “Aquí tenemos una
agradable casa antigua inglesa también de la campiña, pero al entrar hay
acero, cristal, mármol y concreto. Ahora estamos en un país Pinter”.
“Nada de lo que hace Harold Pinter es casual”, dice Branagh. “En el
guión, hace una aserción atrevida sobre el exterior y el interior de la
casa, y cómo contrastan entre sí, pero a mí me parece que el verdadero
trabajo de descubrir el tema visual era escuchar el texto y hacer que
éste lo haga por ti. Hay una especie de prólogo, los primeros 10 ó 12
minutos parecían hablarme de tomas muy amplias. Filmábamos anamórficos
así que estábamos en el ámbito, tan amplio como se pueda lograr, y
dejamos que las tomas se hicieran muy largas. Shakespeare habla todo el
tiempo de ‘escuchar’ la obra y yo no podía ‘escuchar’ un acercamiento
hasta aproximadamente 12 minutos después de haber iniciado, cuando el
personaje de Michael Caine dice: entonces, entiendo que estás fornicando
a mi esposa. Seguimos tratando de escuchar momentos como ése, momentos
que decían: ahora, éste es un acercamiento o ahora los movimientos de la
cámara”.
“Ken entendió instintivamente que necesitábamos permitir que este
increíble diálogo no tuviera interrupciones, mantener una sensación de
ambigüedad”, afirma Jude Law. “Entendió cómo usar la casa como otro
personaje y los efectos en esa casa como una guía para el estado de
ánimo y los cambios de ambiente. Llegaba a los ensayos perfectamente
bien preparado, ya impregnado de la sensación de cómo íbamos a trabajar
físicamente dentro nuestros movimientos dentro de esta mansión”.
“Todo tiene una cualidad Escher; de ahí que el diseño de Tim Harvey, el
cual materializa hermosamente este mundo de escalinatas que no llevan a
ninguna parte, puertas trompe l’oeil, ascensores que aparecen de la
nada. Todo eso da la sensación de un mundo donde no sabes siquiera qué
está sucediendo, un mundo en el cual cada rincón ofrece una sorpresa
igual que el cerebro, lo cual puede ser algo placentero o algo
totalmente desagradable. Hay una cierta cantidad de verdades a medias en
esto y nunca sabes en dónde estás parado. Creo que eso es lo que la hace
intoxicante”.
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