"BABEL"

de Alejandro González Iñárritu

 


“Cuando hablamos de la frontera, nos referimos a ella solamente como
un lugar, en vez de hacerlo como una idea. Yo creo que las verdaderas
fronteras son aquéllas que llevamos dentro de nosotros mismos.”
- Alejandro González Iñárritu
 


INFORMACIÓN DE LA PRODUCCIÓN

En Babel, un incidente trágico que sucede en Marruecos, en el cual se ve implicada una pareja estadounidense, desencadena una serie de acontecimientos para cuatro familias en diferentes países del mundo. Relacionados por las circunstancias, pero separados por continentes, culturas e idiomas, cada personaje descubre que, al final, es la familia la que brinda el consuelo.
En las arenas remotas del desierto de Marruecos se escucha el disparo de un rifle que detona una serie de acontecimientos que relacionarán la lucha desesperada de una pareja estadounidense por sobrevivir con la de dos niños de Marruecos involucrados en un crimen accidental, con la de una niñera que está cruzando la frontera ilegalmente hacia México con dos niños estadounidenses y con la de una adolescente japonesa, rebelde y sorda, cuyo padre es buscado por la policía en Tokio. Sin embargo, aún cuando los separan culturas tan opuestas y distancias tan marcadas, cada una de estas personas tan distintas se acerca velozmente hacia un destino compartido de aislamiento y tristeza profunda.



En tan solo unos cuantos días, cada uno de ellos enfrentará la terrible sensación de encontrarse profundamente perdido; perdidos en el desierto, perdidos para el mundo, perdidos ante sí mismos, mientras son empujados hasta el punto más extremo de la confusión y el miedo, así como a las más grandes profundidades de la conexión y del amor.
En esta cautivadora y emotiva película, filmada en tres continentes y en cuatro idiomas, que atraviesa tanto lo profundamente personal como lo explosivamente político, el aclamado director Alejandro González Iñárritu (21 Gramos, Amores Perros), explora con un realismo devastador la naturaleza de las barreras que parecen separar a la humanidad. Al hacerlo, evoca el histórico concepto de Babel y cuestiona sus implicaciones en la vida moderna: las identidades equivocadas, los malentendidos y las oportunidades perdidas de comunicación que, aunque a menudo no son visibles, son las que dirigen nuestras vidas.
Brad Pitt, Cate Blanchett, Gael García Bernal, Kôji Yakusho, Adriana Barraza y Rinko Kikuchi encabezan un conjunto internacional de actores profesionales y no son profesionales de Marruecos, Tijuana y Tokio, lo cual logra que Babel tome la diversidad cultural y realce sus poderosas observaciones acerca de los lazos y las fronteras culturales.
Paramount Vantage presenta una película de Alejandro González Iñárritu bajo la producción de Anonymous Content Poduction y Z Films Production, Babel. Producida por Jon Kilik, Steve Golin y Alejandro González Iñárritu, la película fue escrita por Guillermo Arriaga, basada en una idea de Alejandro González Iñárritu y Guillermo Arriaga. El reconocido equipo detrás de la pantalla incluye a Rodrigo Prieto, el director de fotografía nominado al Oscar® (Brokeback Mountain-Secreto En La Montaña), Brigitte Broch , la diseñadora de producción ganadora del Oscar® (Moulin Rouge-Amor En Rojo), al editor ganador del Oscar® Stephen Mirrione (Traffic), y al compositor ganador del Oscar® Gustavo Santaolalla (Brokeback Mountain-Secreto En La Montaña). Babel es distribuida internacionalmente por United International Pictures.
Babel ha sido nominada a siete Globos de Oro incluyendo Mejor Película (Drama), Mejor Director – Alejandro González Iñárritu, Mejor Argumento – Guillermo Arriaga, Mejor Actor de Reparto – Brad Pitt, Mejor Actriz de Reparto – Adriana Barraza, Rindo Kikuchi y Mejor Partitura Original – Gustavo Santaolalla. Además, Alejandro González Iñárritu se hizo acreedor a la Palma de Oro al Mejor Director en el Festival Internacional de Cine de Cannes por su labor en Babel.



BABEL AL HACER BABEL

Babel: s. 1. En la Biblia, una famosa torre construida por la humanidad unida para alcanzar el cielo causó el enojo de Dios, quien hizo que cada persona que participó hablara en un idioma diferente, parando el proyecto y dispersando a estos individuos confundidos y desconectados a lo largo de todo el planeta.

Filmada a lo largo de un año en tres continentes y con un elenco de estrellas multi-lingues encabezadas por Brad Pitt, Cate Blanchett, Gael García Bernal, Kôji Yakusho, Adriana Barraza y Rinko Kikuchi, así como por un conjunto de actores no profesionales de Marruecos, México y Japón, la película llegó a significar para todos los que participaron en ella una travesía física y psicológica muy similar a la interpretada por sus personajes. Mientras que la película narra las historias de personas que son dejadas a la deriva a causa de las fronteras culturales e idiomáticas, tanto el director como su equipo de trabajo se enfrentaron a esos mismos retos meses antes de que la filmación iniciara.
Para Alejandro González Iñárritu, director nominado para recibir el Premio de la Academia®, la realización de la película fue una jornada de transformación. De acuerdo con sus propias palabras, hacerla ha sido su mayor reto como realizador cinematográfico hasta la fecha y el reto fue tal que cambió de manera profunda a todos los que participaron en ella. “Babel nació de una necesidad moral de purificarme a mí mismo y de hablar de las cosas que llenaban mi corazón y mi mente: las paradojas increíbles y dolorosas que existen en todo el mundo que afectan a las tierras cercanas y a las distantes y que al final se manifiestan como tragedias individuales.”
“En sí, el proceso de realización de Babel fue un tipo de Babel,” comenta González Iñárritu. “La producción fue completamente fuera de lo común comparada con cualquiera de las otras películas que he realizado. Esencialmente hicimos cuatro películas diferentes tratando de penetrar verdaderamente en estas cuatro culturas distintas sin utilizar el punto de vista de una persona extranjera. Fue un gran desafío en cuanto a la logística, pero la parte más difícil fue la intelectual y la emocional. Babel no sólo se convirtió en una travesía externa sino también interna. Todas las personas que formaban parte del equipo de trabajo, incluyéndome a mí, fueron transformadas y la película en sí, cambió en el sentido de que tuve que volver a escribir cada historia de acuerdo a las culturas y las circunstancias.” Como sucede normalmente, el choque de tantos puntos de vista culturales, tanto a nivel ideológico como a nivel físico, terminaron por transformar no solamente su perspectiva personal sobre las cosas, sino también el proceso creativo mismo.



González Iñárritu ha dicho que, antes que nada, la idea de Babel es el resultado de haber dejado su país y de su estado mental actual de vivir sobre la marcha. “Babel ya no contestaba más la pregunta de ‘¿De dónde soy?,’ sino bien la de ‘¿Hacia dónde voy?’”
“Lo mejor de filmar Babel fue que comencé haciendo una película sobre las diferencias entre los seres humanos, sobre lo que nos separa; las barreras físicas y las que tienen que ver con el idioma pero en el camino comencé a darme cuenta de que estaba filmando una película sobre aquello que nos une, el amor y el dolor. Lo que hace feliz a un japonés y a un marroquí puede ser muy diferente, pero lo que nos hace infelices es igual para todos” comenta el director.
De hecho, al realizar una película que cruza fronteras, culturas, conflictos y las líneas internas que las personas dibujan entre ellas, González Iñárritu, el elenco y su equipo de trabajo tuvieron que trabajar a través de una maraña similar de dialectos, estilos de vida y personalidades completamente variadas.
“Durante el proceso de producción, tuvimos muchos de los mismos problemas que son centrales en el tema de la película; la comunicación no fue algo sencillo,” explica él. “Babel fue creada por cientos de personas de distintas partes del mundo. Por ejemplo, en el foro en Marruecos, la gente hablaba árabe, bérbero, francés, inglés, italiano y español. Incluso tuvimos actores que eran de un mismo pueblo y hablaban lenguas distintas, así que representó un desafío continúo acercarlos a todos.”
Tomando como inspiración la cacofonía producida por las voces humanas que emergían de la bíblica torre de Babel, Babel sigue cuatro narrativas convincentes que se desarrollan en diferentes rincones del planeta y que, sin embargo, están todas unidas en su raíz. Todo lo que sucede en la realización se desencadena por un hecho único, simple: un rifle de cacería que deja atrás en Marruecos un turista y que repercute mediante una cadena de interacciones personales y globales. Aunque aborda algunos de los mismos temas sobre el destino y la interconexión que ya se han tocado en las dos películas que le anteceden, Amores Perros y 21 Gramos, esta película es también distinta a lo esperado, atravesando un lienzo emocional, intelectual y geográfico mucho más amplio.
“La única razón por la que esta trilogía podría ser considerada como tal, además de que adquiere su forma por medio de una estructura de empalmar las historias, es porque finalmente se trata de historias acerca de padres e hijos. Eso fueron Amores Perros y 21 Gramos. A pesar del hecho de que cuestiones de índole social y político en una escala global quedan implícitas en Babel, no deja de ser un cuarteto de relatos de carácter muy íntimo,” expresa González Iñárritu.


Mientras se adentraba en esas culturas tan distintivas y a la vez tan diferentes, uno de los objetivos principales del director fue evitar utilizar el punto de vista convencional de “un extranjero” que hubiera diluido la intimidad del público con los personajes multinacionales. En vez de esto, decidió seguir un proceso que él llama “observar y absorber,” pasando tiempo en cada uno de los lugares en que filmó, observando los hábitos diarios de la gente local y también utilizando actores que no profesionales que podían aportar no solo un naturalismo sin igual sino también un conocimiento interno poco común sobre las sutilezas culturales locales. A pesar del hecho de que muchos de los actores no habían visto siquiera una cámara de cine anteriormente, González Iñárritu confió en ellos para que manifestaran sus propias reacciones específicas a nivel personal y cultural ante las situaciones dramáticas de la película.
Esta forma tan convincente y emotiva de contar una historia, ayudó a derribar los muros que a menudo rodean a los personajes extranjeros de las películas que se filman en Hollywood. Para el director, ésta fue una de las razones principales para hacer Babel, presentar con honestidad cada uno de los entornos culturales de la historia y a la vez revelar la innegable y conmovedora humanidad que tienen en común cada uno de los relatos.
“Los verdaderos límites se encuentran dentro de nosotros mismos en un sentido más allá del mero espacio físico, las barreras se encuentran en el mundo de las ideas. Me di cuenta de que lo que nos hace felices como seres humanos puede ser muy diferente pero lo que nos produce tristeza profunda y nos hace vulnerables es igual y va más allá de la cultura, raza, idioma o posición financiera,” dice González Iñárritu. “Descubrí que la gran tragedia humana se reduce a la incapacidad de amar y de ser amado y a la incapacidad de conmoverse o de dejarse conmover por este sentimiento que es lo que le da significado a la vida y a la muerte de todo ser humano. En consecuencia, Babel se transformó en una película sobre lo que nos une y no lo que nos separa.”

IMAGINANDO BABEL: EL GUIÓN

Como parte medular de Babel se encuentra un tema que es el núcleo de la vida en el siglo 21: la comunicación. La película aborda la inquietante contradicción de que a pesar de que hoy vivimos en un mundo en el cual la tecnología más actualizada permiten que sea increíblemente fácil comunicarse a nivel global, las personas se siguen sintiendo aisladas en gran medida y alejadas unas de otras.


Así fue como el título de Babel llegó a González Iñárritu, proveniente del relato estructural del libro del Génesis de La Biblia, en el cual una humanidad unida que anhelaba algo superior intentó construir una torre gigantesca que llegara hasta el cielo. Cuando los humanos empezaron a acercarse, su orgullo desmedido hizo enojar a Dios, quien decidió frustrar sus planes. Lo hizo dándole a todas y cada una de las personas un idioma diferente, deteniendo de inmediato su capacidad de hablar entre ellos. Al no poder comunicarse, los humanos abandonaron la torre y se dispersaron a lo largo del globo terrestre.
Por siglos, la historia de la Torre de Babel ha sido una forma de explicar cómo la humanidad se dividió en tantas culturas e idiomas diferentes pero para González Iñárritu es también un penoso recordatorio de cómo los humanos han permanecido dolorosamente divididos por barreras superficiales e ideas equivocadas.
“Quise de captar la idea total de la comunicación humana en una sola palabra, con sus ambiciones, su belleza y sus problemas,” comenta sobre la elección de la palabra Babel como título de su realización. “Consideré una gran variedad de títulos pero cuando pensé en la historia del Génesis, me pareció muy adecuada como metáfora para la película. Cada uno de nosotros tiene nuestro idioma propio y diferente pero yo creo que todos compartimos la misma esencia espiritual”
A diferencia de sus dos películas anteriores, que fueron filmadas en países, escenarios y condiciones de rodaje que le eran familiares y manejables al director, Babel no solamente significó participar en una travesía emocional e intelectual más compleja sino también un medio para explorar otras culturas y formas de ver el mundo a través de los ojos de una producción cinematográfica. Como sucede normalmente, el choque de tantos puntos de vista culturales, tanto a nivel ideológico como a nivel físico, terminaron por transformar no solamente su perspectiva personal sobre las cosas sino también el proceso creativo mismo.
Uno de los objetivos principales del director fue evitar utilizar el punto de vista del extranjero al contar las historias de personajes que nacieron y crecieron en las ciudades representadas en la película. Para lograrlo, siguió un proceso que él llama “observar y absorber”. Además de observar cuidadosamente los hábitos diarios de la gente local, decidió trabajar con actores extranjeros no profesionales que aportaron su conocimiento interno sobre las sutilezas culturales. Como un último desafío, con el objeto de contar la historia de acuerdo a la forma de pensar y vivir de los


personajes y no del director, les permitió a sus noveles actores desarrollar sus propias reacciones ante situaciones que podrían tener un significado diferente en un país distinto. Muchos de los ellos jamás habían visto una cámara de cine.
La idea de hacer una película sobre la cacofonía de las voces humanas la tuvo González Iñárritu por primera vez antes empezar el rodaje de 21 Gramos. El aclamado escritor Guillermo Arriaga trabajó nuevamente con el director para escribir el guión y concluir así la trilogía que habían comenzado con Amores Perros y 21 Gramos. “El talento de Arriaga es extraordinario. Ha sido un colaborador importante. Lo que él escribe es profundo y convincente y técnicamente domina y utiliza sus herramientas de manera impecable,” expresa el director.
La primera de las cuatro narrativas trata de una pareja de estadounidenses, abrumados por sus problemas, que están luchando por salvar su vida en medio de un incidente trágico mientras se encuentran de vacaciones en el país musulmán de Marruecos, donde la cultura y el idioma local son un enigma continuo. La paradoja implicada en la relación entre los personajes representados por Cate Blanchett y Brad Pitt es un ejemplo de la definición más íntima de falta de claridad en la comunicación. “Visto desde el exterior, parecería que son una pareja que se pierde en el desierto, cuando en realidad son una pareja perdida en la que cada uno encuentra al otro en medio de su soledad,” explica el director. “Para mí, la historia de Richard y Susan, más que tratarse de una pareja de estadounidenses que se reúne para perderse sin esperanza alguna en el desierto, se trata de dos personas que se han perdido el respeto y que vienen al desierto a encontrarse uno con el otro. La clave para encontrar quiénes son radica en el hecho de que perdieron un hijo y en el dolor y la culpa ulterior que surge a partir de esa desgracia,” dice el director.
Entrelazada con este devastador drama marital está la trama de dos niños marroquíes que, sin proponérselo, ponen en riesgo muchas vidas y producen una cadena de sucesos globales que nunca imaginaron. La suya es una forma más común de falta de claridad en la comunicación; la rivalidad entre hermanos que culmina con una decisión inocente que sale mal. “Para mí, la historia de los niños marroquíes representa más una tragedia sobre el fracaso moral de una familia extremadamente espiritual que la historia de un niño al que persigue la policía. Para el padre de los niños es igual de importante, o hasta más, el que Yussef espíe a su hermana cuando ella se está desvistiendo que el hecho de que le hayan disparado a un autobús. Cuando los valores se derrumban ya nada tiene sentido; cuando se rompe un eslabón, no es solo el eslabón el que se daña sino toda la cadena.”


Otro de los relatos gira en torno a una niñera mexicana que trabaja en medio de la opulencia californiana y toma la fatídica decisión de atravesar ilegalmente la frontera con dos niños estadounidenses. Su historia es una fábula que sintetiza la situación de miles de personas que tratan de cruzar la frontera de los Estados Unidos, situación que incluye las de frustraciones de tantos inmigrantes que viven en el extranjero y de su incapacidad para comunicar cabalmente su deseo de una vida mejor.
La última historia se centra en un padre viudo que intenta comunicarse emocionalmente con su hija sorda en medio del entorno intensamente urbano de Tokio. Este relato sobre una adolescente que llega a extremos sexuales como forma de satisfacer su necesidad de cariño expresa otro aspecto del lenguaje, el físico. González Iñárritu opina, “La comunicación no es puramente el resultado de lo que se dice o deja de decir, incluye también lo que se evoca físicamente. En el caso de Chieko, la adolescente japonesa, además de no tener a su madre, sufre por no poder hablar. Si conmover o dejarse conmover por las palabras no es una opción, el cuerpo se vuelve un instrumento, un arma o una invitación,” comenta el director.
Cada una de las historias tiene que ver con los padres y los hijos, con la tragedia y la trascendencia, con lo personal y lo global y cada una involucra la necesidad crucial de comunicarse.
En última instancia, González Iñárritu sostiene, el lenguaje del cine, universal y visual, es una forma mediante la cual los artistas pueden penetrar las fronteras y la falta de claridad en la comunicación. “Yo creo que los lenguajes pueden ser un espejismo que nos engaña y nos confunde. Nos hacen ser más desconfiados de las personas que nos rodean y las vemos como algo que no son. Pero también creo que no hay instrumento más perfecto para romper la barrera del lenguaje que el poder de las imágenes y la música. Las imágenes no necesitan traducción porque desencadenan emociones humanas universales. El cine es lo más cercano al esperanto que existe,” resume.

SELECCIÓN DEL REPARTO

Para que los muchos personajes de Babel cobraran vida, González Iñárritu reunió un elenco sorprendentemente diverso conformado tanto por actores profesionales como por otros no profesionales, superestrellas y gente local, muchos de los cuales no compartían ni siquiera el mismo idioma, mucho menos una experiencia común: Sin embargo, cada uno aportó algo único a la película. Para González Iñárritu, trabajar con un elenco tan variado fue un reto muy estimulante.

“Dirigir actores es difícil. Dirigir actores en un idioma que no es el propio es mucho más difícil. Pero dirigir personas que no son actores en un idioma que uno no entiende, es el reto más grande para un director,” dice González Iñárritu, quien hizo las tres cosas en Babel.
Comenzó por buscar a quienes darían vida a la pareja estadounidense todavía consternada por la enorme pena de haber perdido un hijo que la lucha por sobrevivir mientras están de vacaciones en las montañas de Marruecos. González Iñárritu eligió para estos personajes a dos de los actores más solicitados de Hollywood: la taquillera estrella Brad Pitt y la actriz ganadora del Oscar® Cate Blanchett.
Pitt interpreta a Richard Jones, un hombre destrozado por la culpa y la indignación que le produce la muerte de su hijo que se ve atrapado en un dilema aterrador lejos de casa. González Iñárritu concibió el personaje como “un icono del hombre típicamente estadounidense.” “Sentí que era importante ver a un estadounidense, como Brad, enfrentarse a problemas difíciles en un país musulmán en la actualidad,” dice el director. “A pesar del hecho que el personaje de Richard no era obvio para un actor tan conocido como Brad Pitt, eso fue lo que me emocionó y presentó un reto personal. Él es un icono y siempre me ha parecido que tiene una presencia magnética que va más allá de su popularidad. Él no había interpretado este tipo de papel antes y yo estaba emocionado por el hecho de transformarlo en un hombre de edad madura en crisis y creo que él también lo estaba. Su actuación es asombrosa y me dio todo lo que tenía.”
Para el personaje de Susan, la esposa de Richard, González Iñárritu sabía también que necesitaba una actriz consumada. Cuando de la nada se escucha el disparo de un arma que hace añicos la ventana de un autobús de turistas e impacta el cuello de Susan, ella queda en un limbo catalítico entre la vida y la muerte donde permanece durante una gran parte de la película. “Sentí que sólo una actriz de la categoría y el nivel de Cate podía interpretar una mujer casi inmóvil y herida de forma interesante,” explica el director. “Es más, al público tiene que importarle lo que sucede a Susan y Cate crea esa empatía, que revela su alma y su vida interior con gran claridad. Este papel no requiere de mucho trabajo físico pero la actuación se centra en sus ojos y en la capacidad de permitir sintamos su sufrimiento. Confié en ella para que fuera quien sostuviera la gravedad de la historia. Como director, puedo decir que Cate es de las actrices que nos hacen la vida más fácil,” dice. “Ella probó que los papeles pequeños no existen. Es una princesa en todos los sentidos,” expresa el director.
Blanchett comenta que al leer el guión, “se enamoró completamente de la madriguera que representa la visión de

Alejandro sobre la película.” Después, empezó a considerar las dificultades inherentes al personaje. Blanchett continúa, “Cuando Alejandro me contactó, mi primera reacción fue ‘esta historia es increíble, pero ¿qué reto hay aquí para mí?’” Rápidamente, me di cuenta de la complejidad del profundo distanciamiento y el abismo de malentendidos entre Richard y Susan y comprendía que transmitirlo con tan pocos diálogos y en tan poco tiempo, era un reto gigantesco.”
Cuando comenzó su odisea, Blanchett supo que la confianza en su director era lo que le ayudaría. “Hay mucho de Alejandro en esta película,” observa. “Él fue muy generoso con sus experiencias y muy meticuloso al ayudarnos a Brad y a mí a construir los personajes. A menudo, Alejandro nos llevaba a través de la toma como si estuviera dirigiendo una película muda y eso a mí me fascinó porque le agregaba peso a la inactividad de Susan. Scorsese dice, ‘Hacer una película es saber donde colocar la cámara’ y Alejandro lo sabe a fondo, instintiva y rotundamente.”
También disfrutó trabajar con Pitt. “Brad es incansable. ¡Tuvo que arrastrarme por un sendero rocoso durante horas interminables!”
Blanchett, quien llevó a su familia a Marruecos, tuvo la oportunidad de conocer el país. “Disfruté la oportunidad que tuvieron mis hijos de participar de la vida de la aldea. Claro que hubo dificultades. Lo que ustedes ven en la película es muy parecido a la realidad; una gran cantidad de idiomas, mucho calor, polvo y un lugar remoto.”
Tan importante como los segmentos que se filmaron en Marruecos son los dos jóvenes hermanos marroquíes que la película presenta, Yussef y Ahmed, cuyo intento infantil de probar el alcance de su rifle tiene consecuencias totalmente sorpresivas tanto para ellos como para toda su familia. Con un disparo del Winchester calibre .270, los muchachos se convierten en fugitivos y se ven atrapados por las autoridades quienes piensan se trata de un ataque terrorista.
Para estos personajes, González Iñárritu tomó la decisión de utilizar actores no profesionales. Babel es la primera vez que González Iñárritu dirige a personas que no son actores y ésta fue una decisión que no tomó a la ligera. “Trabajar con actores no profesionales fue un gran reto pero también hizo que todo fuera más real,” comenta. “Cuando comenzamos a seleccionar los actores, me di cuenta de que los actores profesionales en Marruecos se verían falsos. Su piel era muy suave y su imagen demasiado cuidada para estos papeles.”
“Faltando diecisiete días para empezar a filmar en Marruecos, sólo tenía un actor, además de Brad Pitt y Cate Blanchett.” afirma. En los pueblos muy humildes del Sahara, los voceros de las mezquitas anunciaron las pruebas de actuación y cientos de entusiastas personas hicieron fila para ser grabados, siendo ésta una de las mejores decisiones que


González Iñárritu considera haber tomado. Fue durante estas exhaustivas entrevistas donde Boubker Ait El Caid y Said Tarchini fueron seleccionados debido a sus caras expresivas y nostálgicas. También Mohamed Akhezam fue elegido al mismo tiempo, un consultor de computadoras de 27 años de Ouarzazate, quien interpreta a Anwar, el guía de turistas de Richard y Susan.
Para el actor no profesional Mohamed Akhezam, haber tenido la oportunidad de protagonizar una película internacional fue algo “mágico e increíble.” Él agradece a sus famosos protagonistas que lo hayan hecho sentir bienvenido. “Cuando vi a Brad y a Cate por primera vez, yo sabía que ellos eran grandes estrellas pero siempre fueron muy sencillos y simpáticos,” dice Akhezam. “Me parecieron muy normales. Brad es un buen hombre que en realidad me hizo sentir que tengo facultades y Cate es muy tranquila y profesional. Yo respetaba su concentración y su atención. Trabajar con ellos es una oportunidad que se presenta una sola vez en la vida.”
Para la apasionante historia que se desarrolla en la frontera entre Estados Unidos de América y México sobre una niñera perdida, González Iñárritu se concentró inicialmente en Amelia, la inmigrante ilegal que cruza la frontera para asistir a la boda de su hijo sólo para ser abandonada en el abrasador desierto de Sonora con dos niños estadounidenses a su cargo. González Iñárritu entrevisto cientos de actrices bilingües buscando esa combinación difícil de determinación y vulnerabilidad que Amelia personifica. Su esposa Maria Eladia fue quien le sugirió entonces a Adriana Barraza, la actriz que apareció en Amores Perros como la madre de Octavio.
“Adriana mandó un video y era tan bueno que casi se me salieron las lágrimas,” recuerda el realizador cinematográfico. “Cada escena me llegó al corazón y a las entrañas. Ella tiene esa cualidad del amor maternal incondicional que es también duro y aguanta mucho dolor. Ella representa a esos millones de mexicanos que viven en los Estados Unidos como ciudadanos invisibles. Al personificar a esta gente olvidada, Adriana Barraza le da un nuevo significado a la palabra encarnación. Cada movimiento de su cuerpo, sus manos y sus ojos, encarnaba la ternura y la complejidad del espíritu de un personaje que fácilmente pudo haberse convertido en un estereotipo. Su actuación es sublime.”
También fueron clave para la trama que se desarrolla en México los niños que viajan con Amelia: Mike, interpretaado por el nuevo actor infantil Nathan Gamble y Debbie, a quien le da vida Elle Fanning, hermana de Dakota. Es


a través de su perspectiva inocente y natural que González Iñárritu revela una parte nunca antes vista de México. “Hay muchos prejuicios hacia México en la sociedad estadounidense, así que quise mostrar el país a través de los ojos inocentes de los niños,” revela el director. “Lo que podría ser juzgado como algo sucio, excéntrico y pobre, para los ojos de los niños e s juguetón, pintoresco, diferente y divertido. Me interesaba mucho explorar un nuevo territorio en un área que casi siempre se muestra de manera negativa en el cine y los niños me permitieron hacerlo.”
Para Fanning, esta travesía a lo largo del rodaje de la realización fue una revelación. “Hacer esta película fue una experiencia muy especial,” dice. “Aprendí mucho y la pasé fenomenal. Me siento muy afortunada.”
Para representar a Santiago, el hermano de Amelia que, tambaleándose por el alcohol, la conduce junto con los niños hacia su peligrosa odisea en el desierto, González Iñárritu usa nuevamente a Gael García Bernal, el actor que González Iñárritu descubrió para el personaje de Octavio en Amores Perros y que desde entonces se ha convertido en una estrella internacional.
“Gael estuvo en mi mente desde la primera vez que pensé en esta historia,” aclara el director. “No podía terminar esta trilogía sin él. Es uno de mis actores favoritos. Él captó con perspicacia la complicada naturaleza de Santiago, la doble naturaleza de cierto tipo de mexicano que puede ser adorable, amigable y entusiasta pero que cuando bebe licor puede ser muy irresponsable, iracundo y rencoroso. Representa también el sentir de algunos mexicanos que cruzan la frontera frecuentemente sobre las autoridades estadounidenses. La furia repentina de Santiago no se debe a esa noche ni a que esté borracho sino a la suma de años de humillación y resentimiento que ha aguantado mucho tiempo.”
García Bernal sintió fascinación inmediata por el personaje de Santiago. “Cuando Alejandro me habló sobre Babel, sentí que sabía quién era este personaje,” dice Bernal. “No acepto roles con los que no me pueda identificar y muchos de los papeles que me ofrecen son traficantes de drogas o pandilleros. Después de leer 15 páginas de la trama, supe inmediatamente que tenía que interpretar este rol..”
Tal vez la historia más íntima de Babel es la que se desarrolla en medio del caos y el constante movimiento de Tokio y narra el relato de una adolescente rebelde que se siente muy sola y de su padre distante y viudo, la cual se relaciona misteriosamente con los otros personajes en la historia.
Para el rol de Yasijuro, el frustrado padre incapaz de comunicarse con su hija después del suicidio de su esposa,


González Iñárritu seleccionó a uno de los actores más queridos de Japón, Kôji Yashuko, protagonista de cerca de 50 películas incluyendo Memorias De Una Geisha y la versión original de ¿Bailamos? Aunque el rol es pequeño, González Iñárritu sabía que necesitaba un actor que dejara una huella poderosa en un tiempo muy breve. “El padre sólo sale en un par de escenas pero necesitaba un actor que tuviera presencia y expresividad, que el público recordara mucho tiempo después de haber visto sus escenas,” comenta González Iñárritu, agregando que admira la “economía de movimiento” de Yashuko.
En 2004, González Iñárritu empezó a entrevistar actrices en su búsqueda para encontrar Chieko, la hija de Yasijuro, una joven sordo-muda, resentida y ansiosa de experimentar sexualmente. Él sabía que la mezcla precisa de desafío, deseo y dolor profundo que buscaba sería difícil de interpretar, sobre todo porque quería contratar a una actriz parcialmente sorda. Cuando Rinko Kikuchi, de 24 años de edad, se presentó para una lectura muy al principio del proceso de selección, González Iñárrritu quedó “impresinado por su talento pero renuente a contratarla porque no era sorda,” recuerda. A pesar de que siguió entrevistando a cientos de actrices durante otros 9 meses, González Iñárritu seguía obsesionado y cautivado por Kikuchi y a la larga la eligió para el papel. “Nadie se acercó al temple, la tristeza y el aislamiento que ella reprodujo,” explica.
Desde antes de que González Iñárritu la eligiera, Kikuchi estaba tan determinada a obtener el papel que empezó a tomar clases de lenguaje por señas. “Fue una decisión muy valiente y muy sabia,” comenta González Iñárritu. “Algunas veces la magia y el arte de la actuación se sobre la transformación.”
A lo largo de la realización de Babel, González Iñárritu se enfrentó al desafío de dirigir actores extranjeros no profesionales. “Dirigir actores es difícil. Dirigir actores en otro idioma que uno más o menos habla es muy difícil, lo cual ya sabía desde 21 Gramos pero dirigir actores no profesionales en un idioma del que uno desconoce, es la idea más ridícula, desafiante y satisfactoria que he tenido, ” dice.
González Iñárritu contó con la ayuda de tres mujeres a las que llama “más que traductoras” para superar los obstáculos de la comunicación; ellas hicieron posible que el director “dirigiera como si el idioma no fuera un problema.”
“En Marruecos, conté con la ayuda de Hiam Abbass quien, más que una maestra particular o una traductora del idioma, fue quien en realidad me ayudó a construir el enlace emocional con los árabes que no eran actores. Sin ella, jamás

habría podido lograrlo,” dice. “Lo mismo sucedió con Mariko y Rieko en Japón. Mariko, nuestra traductora sorda, me permitió comunicarme con los miembros del reparto que eran sordos y, juntos, pudimos crear un puente que fácilmente pudo haberse malentendido y colapsado. Rieko, quien era mi traductora del idioma japonés, permitió que se escuchara y se entendiera mi voz lo cual, dadas las circunstancias, no era una tarea fácil.” Para el director, esta capacidad de ir más allá de la barrera cultural y la del idioma no sólo fue algo que lo iba a poner a salvo, sino que era algo que iba directamente al corazón de los temas de la película.

LA IMAGEN DE BABEL

El poder visceral y la expresividad de Babel no sólo provienen de las actuaciones sino de la fluidez visual excepcional de la película. Utilizando un estilo diferente a su película anterior, González Iñárritu buscó combinar un crudo hiper-realismo más poéticas, tipo sueño, que ayudaran a llevar al público hacia lo más profundo de la vida íntima de los personajes. Para ayudar a lograrlo, se le unió un equipo de colaboradores de primera formado por el director de fotografía Rodrigo Prieto, la diseñadora de producción Brigitte Broch y el compositor Gustavo Santaolalla, junto con el diseñador de sonido Martín Hernández, todos ellos miembros integrales del equipo de González Iñárritu desde Amores Perros. Los lazos artísticos ya establecidos entre ellos hicieron de Babel una experiencia más íntima y transformadora.
“A lo largo de un año, vivimos alrededor del mundo como un gran circo de gitanos. Fue un proceso creativo en el cual todos aportaron lo mejor de su talento y le debo a todo mi equipo y a todos mis colaboradores los mejores momentos y los más satisfactorios, tanto dentro como fuera de la película. Sin ellos, no hubiera sido posible concebir ni siquiera una pulgada de la película” dice el director.
El dominio de la narrativa visual que caracteriza a Rodrigo Prieto, director de fotografía nominado al Oscar® por Brokeback Mountain-Secreto En La Montaña, fue clave para forjar la excepcional imagen del filme. Colaborando muy de cerca con González Iñárritu, Prieto desarrolló estilos cinematográficos particulares para cada una de las cuatro historias de Babel y a la vez encontró la forma de unirlas coherentemente.
“Presentamos visualmente las odiseas emocionales de cada personaje mediante el uso de diferentes conceptos y formatos cinematográficos,” explica Prieto. “Al enfatizar las sutiles diferencias entre la calidad de la imagen de cada historia, como la textura del grano de la película, la saturación del color y la nitidez de los fondos, pudimos incrementar la


sensación de estar en diferentes lugares geográfica y emocionalmente,” dice Prieto. “Después, combinamos digitalmente los diferentes formatos de los lentes y los usamos en un solo negativo, de la misma forma en que todas estas culturas e idiomas se unen en la película.”
La diseñadora de producción Brigitte Broch, ganadora del Oscar® por Moulin Rouge!-Amor En Rojo, se enfrentó a sus propios retos conforme se iba desplazando por todo el globo y encontrando situaciones de producción muy diversas, desde los desiertos vacíos del Sur de Marruecos y de México, hasta la muy moderna ciudad de Tokio. Se esforzó para lograr que los esfuerzos del departamento de arte sean fueran invisibles para los espectadores.
“Esta producción es una de las experiencias más duras de mi vida aunque también es una de las más inolvidables y gratificantes,” dice Broch. “Desde trabajar con los paisajes más increíbles en Marruecos hasta observar la mezcla más extraña en la sociedad de Tokio, esta película me ha moldeado para comprender mejor a la humanidad. Decidimos utilizar el color para “pintar” la película en variaciones de tonos de rojo, país por país. Usamos tonos naranja térreo para Marruecos, rojo eléctrico para México y luego cambiamos a un rojo-púrpura sutil para Japón.’’
El aspecto estético de la película también se forjó en la sala de edición, para lo cual González Iñárritu reclutó al editor ganador del Premio de la Academia® Stephen Mirrione, quien intentó resolver la enorme tarea de unir todas las piezas de Babel.
“Me encantó trabajar con Alejandro porque es implacable,” dice Mirrione. “No se siente satisfecho a menos que cada cuadro de la película te haga sentir algo. Editar Babel significó concentrarme en cada detalle microscópico de cada escena. Se filmaron más de 2,500 emplazamientos de cámara diferentes lo cual nos dio una paleta impresionante de imágenes y sonidos. Aproximadamente hay 4,000 cortes en la película, por lo que fue como si se estuviera armando un enorme mosaico uniendo azulejos minúsculos con diseños complicados. Sólo pude ver con claridad lo que logramos en conjunto al hacerme alejarme para observarlo con un poco de distancia. Cada vez que la vuelvo a ver, sigo descubriendo nuevos detalles, nuevas conexiones y nuevos significados.”
El compositor Gustavo Santaolalla, quien recientemente escribió la partitura ganadora del Oscar® para Brokeback Mountain-Secreto En La Montaña y que ha trabajado durante mucho tiempo como socio de González Iñárritu, fue el encargado de darle los toques musicales finales a la producción. “Babel es la tercera película en la que trabajo con

Alejandro. Desde Amores Perros y durante el proceso de 21 Gramos, hemos estado desarrollando un lenguaje musical particular que ayude a conectarnos con la esencia humanista, visceral y sensorial de sus películas,” dice Santaolalla. “El reto con Babel fue encontrar un instrumento principal que conectara todos los personajes y todos los lugares, que mantuviera una identidad pero que no sonara como la música de los documentales de National Geographic. Encontré esa voz en un instrumento llamado oud, un instrumento árabe que no tiene trastes, antecesor de la guitarra española, que también suena como el koto japonés. Ese sonido, combinado con otros instrumentos, fue lo que creó la fibra sonora de Babel.”
Los productores Jon KiliK (Alexander, Malcolm X, Pena De Muerte) y Steve Golin (Eterno Resplandor De Una Mente Sin Recuerdos, ¿Quieres Ser John Malkovich?) también se unieron al proyecto. “Fue maravilloso poder apoyarme en la familia que estuvo conmigo en mis dos películas anteriores pero también fue increíble trabajar con Jon Kilik y Steve Golin, mis nuevos socios. Pasamos por muchas cosas a lo largo del proceso de filmación, pero su temple, experiencia y apoyo fueron indispensables para este proyecto,” dice González Iñárritu.
Desde el punto de vista de un productor, Babel planteaba numerosos retos, pero la meta más grande de todas era mantener la integridad creativa de la película. “Babel se convirtió en el desafío más exigente y también el más gratificante de mi carrera,” expresa Kilik. “ Desiertos remotos, fronteras internacionales sumamente vigiladas y una de las ciudades con mayor densidad de población del planeta, representaron enormes retos de producción mientras que comprender el estilo de vida y la forma de trabajar de Marruecos, México y Japón, dio como resultado un realismo en la pantalla de la que me siento extremadamente orgulloso.”
Golin expresa un sentimiento similar. “Ésta fue la primera vez que colaboré con Alejandro y la experiencia de trabajar en Babel no solamente fue memorable sino también distinta a la de cualquier otra película en la que he participado,” comenta. “Cada día me ofrecía la oportunidad de atestiguar metodologías diversas al rodar una realización un entorno internacional. Continuamente tuvimos desafíos que me inspiraron como productor. Tener que vencer los obstáculos y las barreras del idioma para encontrar una forma de trabajar en conjunto, sirvió para hacer de esta odisea algo verdaderamente único.”



LOS TRES CONTINENTES DE BABEL

Cada una de los sitios de filmación de Babel ha jugado un papel en la vida de Alejandro González Iñárritu, lo cual es fascinante. A los 17 años, González Iñárritu emprendió un viaje a Marruecos que cambió su vida y desde el momento en que penetró por primera vez los relucientes desiertos e inspiradoras montañas de ese país, tomó la determinación de que algún día filmaría una película allí. En esta era de terrorismo y miedo, el medioambiente fue aún más relevante para el relato de González Iñárritu sobre de la confusión en la comunicación y los móviles equivocados.
De manera similar, las visitas previas que el director realizó a Japón lo inspiraron a comprometerse a regresar algún día con una cámara de cine. En 2003, fue a ese país a promover 21 Gramos y visitó un lugar llamado Hakone, una montaña histórica con aguas termales vaporosas que le dieron la impresión de algo mágico. Mientras escalaba la montaña Hakone, vio a un anciano que cuidaba una niña japonesa retrasada mental con tal amor y dignidad que dicha imagen tuvo un efecto tan poderoso en él que lo indujo a contar una historia de la relación entre dos personas aisladas en medio del bullicioso Japón. Más adelante, la constante y extraña aparición de numerosas personas sordas en ese mismo viaje, se convirtió en la simiente del episodio japonés.
Otra influencia que González Iñárritu tuvo fue su traslado de su anterior hogar en México a los Estados Unidos. El director sabía que quería ubicar una de sus historias en la polémica frontera entre Estados Unidos y México. “Como inmigrante que soy, obtuve una perspectiva más clara sobre mí mismo, mi país y mi trabajo. Ahora también entiendo lo que se siente al ser un ciudadano del Tercer Mundo que vive en un país del Primer Mundo.”
El rodaje de Babel comenzó en Marruecos en mayo de 2005, posteriormente siguió en México y en Tokio, pero dondequiera que viajaba la producción, González Iñárritu intentó capturar la misma sensibilidad. “Quisimos fundirnos dentro de cada una de las culturas,” dice. “Quisimos ir más allá de la visión del “extranjero” o del turista, que es demasiado simple.”
En Marruecos, fue clave encontrar un exterior que hiciera las veces de la aldea de Tazarine, un enclave pequeño y muy unido en el Sur del desierto. González Iñárritu tenía una visión muy clara de lo que quería, una comunidad que diera la sensación de haber conservado sus tradiciones, donde hubiera una plaza central con una mezquita, donde no hubiera vegetación o fuera muy escasa y que tuviera caminos lo suficientemente largos para que pasara un autobús con turistas (sin contar con que también debían poder pasar algunos vehículos de la producción) y se dio a la tarea de encontrarlo.
Después de una serie buscar cerca de Ouarzazate, el nuevo y floreciente centro fílmico de Marruecos, González

Iñárritu encontró la remota aldea bérbera de Taguenzalt. La aldea, construida a los pies de los desfiladeros del Valle de Draa, muestra con orgullo sus antiguas casas de adobe (ksours) con habitaciones que dan hacia un patio interior. En sus tejados, las mujeres bérberes empapan la lana en grandes vasijas de agua hirviendo utilizando henna, índigo, azafrán y otras tinturas antiguas para hacer sus valiosos tapetes por los que es conocido el pueblo bérbere. El cielo, al que cada noche opaca los intensos vientos del Sahara, brilla en tonos naranja y rojo al irse poniendo el sol.
“Me encantó que esta aldea fuera muy humilde y real,” comenta González Iñárritu. “Las personas de Taguenzalt son extremadamente amables y espirituales. Son realmente muy espirituales. Siempre me sentí seguro entre ellos.”
Los habitantes de Taguenzalt pueden rastrear sus raíces bérberes más de 3,000 años atrás y en la actualidad subsisten principalmente como pastores nómadas y agricultores, cultivando dátiles e higos y criando cabras y ovejas, así como tejiendo sus tapetes y bolsas internacionalmente conocidas. Taguenzalt es tan tradicional que cuando la película empezó su rodaje la aldea estaba empezando a “electrificarse,” acababan de empezar a instalar los postes de luz y cables para proporcionar electricidad a la localidad. Por lo tanto, aunque algunos de los habitantens habían visto películas en sus televisiones de baterías, ninguno de ellos reconocía a los actores, ni siquiera a Brad Pitt. Empujada hacia el mundo de las producciones internacionales de cine, la aldea participó con entusiasmo con 200 personas locales que trabajaron como extras.
A pesar de la cálida hospitalidad de su gente, las condiciones en Marruecos pueden ser desalentadoras. Las temperaturas se elevan normalmente hasta los 98 grados y por las tardes, las tormentas de viento levantan la arena del Sahara del Sur. Sin embargo, la incomodidad sólo aumentó el ya crudo realismo de Babel. “El calor era brutal e incómodo pero eso es precisamente de lo que trata esta historia. No fue sólo actuación según el método sino ejecución del método,” dice González Iñárritu.
Después de Marruecos, la producción dio un salto de regreso a Tijuana, México, donde una vez más, en paralelo con los personajes de la película, la producción se encontró en un desierto sofocante y polvoriento. El pueblo rural de El Carrizo hace las veces del maltrecho hogar de Amelia en el poblado de “Los Lobos.” También se filmaron secuencias a lo largo de la frontera entre México y California, donde González Iñárritu captó imágens desde el lado mexicano con sus extensas vallas, cámaras de vigilancia, iluminación de mega-voltios como la de los estadios y su atmósfera de fortaleza. Un pequeño grupo de actores y un reducido equipo humano se desplazó hacia las inhóspitas y desoladas planicies del desierto de Sonora para las escenas en las que Amelia y los niños luchan por sobrevivir perdidos en el desierto.
“Cinco personas estuvieron en el hospital en el desierto de Sonora. Adriana casi sufrió una insolación en el foro. No fue fácil,” recuerda el director.
Por último, González Iñárritu y su equipo llegaron a Tokio, lugar que a pesar de ser el único escenario urbano en la película, estuvo plagado de sus propios retos. “Tokio fue una experiencia maravillosa y difícil a la vez,” declara González Iñárritu. “Las cosas funcionan lentamente y no existe una comisión cinematográfica que te ayude. No hay permisos para filmar, por lo que tienes que huir de la policía en cada esquina. Tuvimos que ser valientes y filmar al estilo guerrilla, listos para improvisar y moviéndonos con rapidez.”
Cada una de las fases durante la realización de Babel refleja las situaciones que enfrentaron los personajes y moldearon la trama de la película. “Ajusté y adapté el libreto a cada situación inesperada, día a día, dependiendo también de las impresiones culturales que captaba y sentía,” dice González Iñárritu. “Si la película transforma la realidad o pasa lo contrario, lo dejo a los espectadores para que lo decidan después de verla.”
 

IR A ELENCO Y REALIZADORES

 

 

 

 FESTIVALES RETROSPECTIVAS ESTRENOS Y NOVEDADES  

 ENTREVISTAS INFORMES CRITICOS CONTACTENOS