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“Cuando hablamos de la frontera, nos referimos a ella solamente como
un lugar, en vez de hacerlo como una idea. Yo creo que las verdaderas
fronteras son aquéllas que llevamos dentro de nosotros mismos.”
- Alejandro González Iñárritu
INFORMACIÓN DE LA PRODUCCIÓN
En Babel, un incidente trágico que sucede en Marruecos, en el cual se ve
implicada una pareja estadounidense, desencadena una serie de
acontecimientos para cuatro familias en diferentes países del mundo.
Relacionados por las circunstancias, pero separados por continentes,
culturas e idiomas, cada personaje descubre que, al final, es la familia
la que brinda el consuelo.
En las arenas remotas del desierto de Marruecos se escucha el disparo de
un rifle que detona una serie de acontecimientos que relacionarán la
lucha desesperada de una pareja estadounidense por sobrevivir con la de
dos niños de Marruecos involucrados en un crimen accidental, con la de
una niñera que está cruzando la frontera ilegalmente hacia México con
dos niños estadounidenses y con la de una adolescente japonesa, rebelde
y sorda, cuyo padre es buscado por la policía en Tokio. Sin embargo, aún
cuando los separan culturas tan opuestas y distancias tan marcadas, cada
una de estas personas tan distintas se acerca velozmente hacia un
destino compartido de aislamiento y tristeza profunda.
En tan solo unos cuantos días, cada uno de ellos enfrentará la terrible
sensación de encontrarse profundamente perdido; perdidos en el desierto,
perdidos para el mundo, perdidos ante sí mismos, mientras son empujados
hasta el punto más extremo de la confusión y el miedo, así como a las
más grandes profundidades de la conexión y del amor.
En esta cautivadora y emotiva película, filmada en tres continentes y en
cuatro idiomas, que atraviesa tanto lo profundamente personal como lo
explosivamente político, el aclamado director Alejandro González
Iñárritu (21 Gramos, Amores Perros), explora con un realismo devastador
la naturaleza de las barreras que parecen separar a la humanidad. Al
hacerlo, evoca el histórico concepto de Babel y cuestiona sus
implicaciones en la vida moderna: las identidades equivocadas, los
malentendidos y las oportunidades perdidas de comunicación que, aunque a
menudo no son visibles, son las que dirigen nuestras vidas.
Brad Pitt, Cate Blanchett, Gael García Bernal, Kôji Yakusho, Adriana
Barraza y Rinko Kikuchi encabezan un conjunto internacional de actores
profesionales y no son profesionales de Marruecos, Tijuana y Tokio, lo
cual logra que Babel tome la diversidad cultural y realce sus poderosas
observaciones acerca de los lazos y las fronteras culturales.
Paramount Vantage presenta una película de Alejandro González Iñárritu
bajo la producción de Anonymous Content Poduction y Z Films Production,
Babel. Producida por Jon Kilik, Steve Golin y Alejandro González
Iñárritu, la película fue escrita por Guillermo Arriaga, basada en una
idea de Alejandro González Iñárritu y Guillermo Arriaga. El reconocido
equipo detrás de la pantalla incluye a Rodrigo Prieto, el director de
fotografía nominado al Oscar® (Brokeback Mountain-Secreto En La
Montaña), Brigitte Broch , la diseñadora de producción ganadora del
Oscar® (Moulin Rouge-Amor En Rojo), al editor ganador del Oscar® Stephen
Mirrione (Traffic), y al compositor ganador del Oscar® Gustavo
Santaolalla (Brokeback Mountain-Secreto En La Montaña). Babel es
distribuida internacionalmente por United International Pictures.
Babel ha sido nominada a siete Globos de Oro incluyendo Mejor Película
(Drama), Mejor Director – Alejandro González Iñárritu, Mejor Argumento –
Guillermo Arriaga, Mejor Actor de Reparto – Brad Pitt, Mejor Actriz de
Reparto – Adriana Barraza, Rindo Kikuchi y Mejor Partitura Original –
Gustavo Santaolalla. Además, Alejandro González Iñárritu se hizo
acreedor a la Palma de Oro al Mejor Director en el Festival
Internacional de Cine de Cannes por su labor en Babel.
BABEL AL HACER BABEL
Babel: s. 1. En la Biblia, una famosa torre construida por la humanidad
unida para alcanzar el cielo causó el enojo de Dios, quien hizo que cada
persona que participó hablara en un idioma diferente, parando el
proyecto y dispersando a estos individuos confundidos y desconectados a
lo largo de todo el planeta.
Filmada a lo largo de un año en tres continentes y con un elenco de
estrellas multi-lingues encabezadas por Brad Pitt, Cate Blanchett, Gael
García Bernal, Kôji Yakusho, Adriana Barraza y Rinko Kikuchi, así como
por un conjunto de actores no profesionales de Marruecos, México y
Japón, la película llegó a significar para todos los que participaron en
ella una travesía física y psicológica muy similar a la interpretada por
sus personajes. Mientras que la película narra las historias de personas
que son dejadas a la deriva a causa de las fronteras culturales e
idiomáticas, tanto el director como su equipo de trabajo se enfrentaron
a esos mismos retos meses antes de que la filmación iniciara.
Para Alejandro González Iñárritu, director nominado para recibir el
Premio de la Academia®, la realización de la película fue una jornada de
transformación. De acuerdo con sus propias palabras, hacerla ha sido su
mayor reto como realizador cinematográfico hasta la fecha y el reto fue
tal que cambió de manera profunda a todos los que participaron en ella.
“Babel nació de una necesidad moral de purificarme a mí mismo y de
hablar de las cosas que llenaban mi corazón y mi mente: las paradojas
increíbles y dolorosas que existen en todo el mundo que afectan a las
tierras cercanas y a las distantes y que al final se manifiestan como
tragedias individuales.”
“En
sí, el proceso de realización de Babel fue un tipo de Babel,” comenta
González Iñárritu. “La producción fue completamente fuera de lo común
comparada con cualquiera de las otras películas que he realizado.
Esencialmente hicimos cuatro películas diferentes tratando de penetrar
verdaderamente en estas cuatro culturas distintas sin utilizar el punto
de vista de una persona extranjera. Fue un gran desafío en cuanto a la
logística, pero la parte más difícil fue la intelectual y la emocional.
Babel no sólo se convirtió en una travesía externa sino también interna.
Todas las personas que formaban parte del equipo de trabajo,
incluyéndome a mí, fueron transformadas y la película en sí, cambió en
el sentido de que tuve que volver a escribir cada historia de acuerdo a
las culturas y las circunstancias.” Como sucede normalmente, el choque
de tantos puntos de vista culturales, tanto a nivel ideológico como a
nivel físico, terminaron por transformar no solamente su perspectiva
personal sobre las cosas, sino también el proceso creativo mismo.
González Iñárritu ha dicho que, antes que nada, la idea de Babel es el
resultado de haber dejado su país y de su estado mental actual de vivir
sobre la marcha. “Babel ya no contestaba más la pregunta de ‘¿De dónde
soy?,’ sino bien la de ‘¿Hacia dónde voy?’”
“Lo mejor de filmar Babel fue que comencé haciendo una película sobre
las diferencias entre los seres humanos, sobre lo que nos separa; las
barreras físicas y las que tienen que ver con el idioma pero en el
camino comencé a darme cuenta de que estaba filmando una película sobre
aquello que nos une, el amor y el dolor. Lo que hace feliz a un japonés
y a un marroquí puede ser muy diferente, pero lo que nos hace infelices
es igual para todos” comenta el director.
De hecho, al realizar una película que cruza fronteras, culturas,
conflictos y las líneas internas que las personas dibujan entre ellas,
González Iñárritu, el elenco y su equipo de trabajo tuvieron que
trabajar a través de una maraña similar de dialectos, estilos de vida y
personalidades completamente variadas.
“Durante el proceso de producción, tuvimos muchos de los mismos
problemas que son centrales en el tema de la película; la comunicación
no fue algo sencillo,” explica él. “Babel fue creada por cientos de
personas de distintas partes del mundo. Por ejemplo, en el foro en
Marruecos, la gente hablaba árabe, bérbero, francés, inglés, italiano y
español. Incluso tuvimos actores que eran de un mismo pueblo y hablaban
lenguas distintas, así que representó un desafío continúo acercarlos a
todos.”
Tomando como inspiración la cacofonía producida por las voces humanas
que emergían de la bíblica torre de Babel, Babel sigue cuatro narrativas
convincentes que se desarrollan en diferentes rincones del planeta y
que, sin embargo, están todas unidas en su raíz. Todo lo que sucede en
la realización se desencadena por un hecho único, simple: un rifle de
cacería que deja atrás en Marruecos un turista y que repercute mediante
una cadena de interacciones personales y globales. Aunque aborda algunos
de los mismos temas sobre el destino y la interconexión que ya se han
tocado en las dos películas que le anteceden, Amores Perros y 21 Gramos,
esta película es también distinta a lo esperado, atravesando un lienzo
emocional, intelectual y geográfico mucho más amplio.
“La única razón por la que esta trilogía podría ser considerada como
tal, además de que adquiere su forma por medio de una estructura de
empalmar las historias, es porque finalmente se trata de historias
acerca de padres e hijos. Eso fueron Amores Perros y 21 Gramos. A pesar
del hecho de que cuestiones de índole social y político en una escala
global quedan implícitas en Babel, no deja de ser un cuarteto de relatos
de carácter muy íntimo,” expresa González Iñárritu.
Mientras se adentraba en esas culturas tan distintivas y a la vez tan
diferentes, uno de los objetivos principales del director fue evitar
utilizar el punto de vista convencional de “un extranjero” que hubiera
diluido la intimidad del público con los personajes multinacionales. En
vez de esto, decidió seguir un proceso que él llama “observar y
absorber,” pasando tiempo en cada uno de los lugares en que filmó,
observando los hábitos diarios de la gente local y también utilizando
actores que no profesionales que podían aportar no solo un naturalismo
sin igual sino también un conocimiento interno poco común sobre las
sutilezas culturales locales. A pesar del hecho de que muchos de los
actores no habían visto siquiera una cámara de cine anteriormente,
González Iñárritu confió en ellos para que manifestaran sus propias
reacciones específicas a nivel personal y cultural ante las situaciones
dramáticas de la película.
Esta forma tan convincente y emotiva de contar una historia, ayudó a
derribar los muros que a menudo rodean a los personajes extranjeros de
las películas que se filman en Hollywood. Para el director, ésta fue una
de las razones principales para hacer Babel, presentar con honestidad
cada uno de los entornos culturales de la historia y a la vez revelar la
innegable y conmovedora humanidad que tienen en común cada uno de los
relatos.
“Los verdaderos límites se encuentran dentro de nosotros mismos en un
sentido más allá del mero espacio físico, las barreras se encuentran en
el mundo de las ideas. Me di cuenta de que lo que nos hace felices como
seres humanos puede ser muy diferente pero lo que nos produce tristeza
profunda y nos hace vulnerables es igual y va más allá de la cultura,
raza, idioma o posición financiera,” dice González Iñárritu. “Descubrí
que la gran tragedia humana se reduce a la incapacidad de amar y de ser
amado y a la incapacidad de conmoverse o de dejarse conmover por este
sentimiento que es lo que le da significado a la vida y a la muerte de
todo ser humano. En consecuencia, Babel se transformó en una película
sobre lo que nos une y no lo que nos separa.”
IMAGINANDO BABEL: EL GUIÓN
Como parte medular de Babel se encuentra un tema que es el núcleo de la
vida en el siglo 21: la comunicación. La película aborda la inquietante
contradicción de que a pesar de que hoy vivimos en un mundo en el cual
la tecnología más actualizada permiten que sea increíblemente fácil
comunicarse a nivel global, las personas se siguen sintiendo aisladas en
gran medida y alejadas unas de otras.
Así fue como el título de Babel llegó a González Iñárritu, proveniente
del relato estructural del libro del Génesis de La Biblia, en el cual
una humanidad unida que anhelaba algo superior intentó construir una
torre gigantesca que llegara hasta el cielo. Cuando los humanos
empezaron a acercarse, su orgullo desmedido hizo enojar a Dios, quien
decidió frustrar sus planes. Lo hizo dándole a todas y cada una de las
personas un idioma diferente, deteniendo de inmediato su capacidad de
hablar entre ellos. Al no poder comunicarse, los humanos abandonaron la
torre y se dispersaron a lo largo del globo terrestre.
Por siglos, la historia de la Torre de Babel ha sido una forma de
explicar cómo la humanidad se dividió en tantas culturas e idiomas
diferentes pero para González Iñárritu es también un penoso recordatorio
de cómo los humanos han permanecido dolorosamente divididos por barreras
superficiales e ideas equivocadas.
“Quise de captar la idea total de la comunicación humana en una sola
palabra, con sus ambiciones, su belleza y sus problemas,” comenta sobre
la elección de la palabra Babel como título de su realización.
“Consideré una gran variedad de títulos pero cuando pensé en la historia
del Génesis, me pareció muy adecuada como metáfora para la película.
Cada uno de nosotros tiene nuestro idioma propio y diferente pero yo
creo que todos compartimos la misma esencia espiritual”
A diferencia de sus dos películas anteriores, que fueron filmadas en
países, escenarios y condiciones de rodaje que le eran familiares y
manejables al director, Babel no solamente significó participar en una
travesía emocional e intelectual más compleja sino también un medio para
explorar otras culturas y formas de ver el mundo a través de los ojos de
una producción cinematográfica. Como sucede normalmente, el choque de
tantos puntos de vista culturales, tanto a nivel ideológico como a nivel
físico, terminaron por transformar no solamente su perspectiva personal
sobre las cosas sino también el proceso creativo mismo.
Uno de los objetivos principales del director fue evitar utilizar el
punto de vista del extranjero al contar las historias de personajes que
nacieron y crecieron en las ciudades representadas en la película. Para
lograrlo, siguió un proceso que él llama “observar y absorber”. Además
de observar cuidadosamente los hábitos diarios de la gente local,
decidió trabajar con actores extranjeros no profesionales que aportaron
su conocimiento interno sobre las sutilezas culturales. Como un último
desafío, con el objeto de contar la historia de acuerdo a la forma de
pensar y vivir de los
personajes y no del director, les permitió a sus noveles actores
desarrollar sus propias reacciones ante situaciones que podrían tener un
significado diferente en un país distinto. Muchos de los ellos jamás
habían visto una cámara de cine.
La idea de hacer una película sobre la cacofonía de las voces humanas la
tuvo González Iñárritu por primera vez antes empezar el rodaje de 21
Gramos. El aclamado escritor Guillermo Arriaga trabajó nuevamente con el
director para escribir el guión y concluir así la trilogía que habían
comenzado con Amores Perros y 21 Gramos. “El talento de Arriaga es
extraordinario. Ha sido un colaborador importante. Lo que él escribe es
profundo y convincente y técnicamente domina y utiliza sus herramientas
de manera impecable,” expresa el director.
La primera de las cuatro narrativas trata de una pareja de
estadounidenses, abrumados por sus problemas, que están luchando por
salvar su vida en medio de un incidente trágico mientras se encuentran
de vacaciones en el país musulmán de Marruecos, donde la cultura y el
idioma local son un enigma continuo. La paradoja implicada en la
relación entre los personajes representados por Cate Blanchett y Brad
Pitt es un ejemplo de la definición más íntima de falta de claridad en
la comunicación. “Visto desde el exterior, parecería que son una pareja
que se pierde en el desierto, cuando en realidad son una pareja perdida
en la que cada uno encuentra al otro en medio de su soledad,” explica el
director. “Para mí, la historia de Richard y Susan, más que tratarse de
una pareja de estadounidenses que se reúne para perderse sin esperanza
alguna en el desierto, se trata de dos personas que se han perdido el
respeto y que vienen al desierto a encontrarse uno con el otro. La clave
para encontrar quiénes son radica en el hecho de que perdieron un hijo y
en el dolor y la culpa ulterior que surge a partir de esa desgracia,”
dice el director.
Entrelazada con este devastador drama marital está la trama de dos niños
marroquíes que, sin proponérselo, ponen en riesgo muchas vidas y
producen una cadena de sucesos globales que nunca imaginaron. La suya es
una forma más común de falta de claridad en la comunicación; la
rivalidad entre hermanos que culmina con una decisión inocente que sale
mal. “Para mí, la historia de los niños marroquíes representa más una
tragedia sobre el fracaso moral de una familia extremadamente espiritual
que la historia de un niño al que persigue la policía. Para el padre de
los niños es igual de importante, o hasta más, el que Yussef espíe a su
hermana cuando ella se está desvistiendo que el hecho de que le hayan
disparado a un autobús. Cuando los valores se derrumban ya nada tiene
sentido; cuando se rompe un eslabón, no es solo el eslabón el que se
daña sino toda la cadena.”
Otro de los relatos gira en torno a una niñera mexicana que trabaja en
medio de la opulencia californiana y toma la fatídica decisión de
atravesar ilegalmente la frontera con dos niños estadounidenses. Su
historia es una fábula que sintetiza la situación de miles de personas
que tratan de cruzar la frontera de los Estados Unidos, situación que
incluye las de frustraciones de tantos inmigrantes que viven en el
extranjero y de su incapacidad para comunicar cabalmente su deseo de una
vida mejor.
La última historia se centra en un padre viudo que intenta comunicarse
emocionalmente con su hija sorda en medio del entorno intensamente
urbano de Tokio. Este relato sobre una adolescente que llega a extremos
sexuales como forma de satisfacer su necesidad de cariño expresa otro
aspecto del lenguaje, el físico. González Iñárritu opina, “La
comunicación no es puramente el resultado de lo que se dice o deja de
decir, incluye también lo que se evoca físicamente. En el caso de Chieko,
la adolescente japonesa, además de no tener a su madre, sufre por no
poder hablar. Si conmover o dejarse conmover por las palabras no es una
opción, el cuerpo se vuelve un instrumento, un arma o una invitación,”
comenta el director.
Cada una de las historias tiene que ver con los padres y los hijos, con
la tragedia y la trascendencia, con lo personal y lo global y cada una
involucra la necesidad crucial de comunicarse.
En última instancia, González Iñárritu sostiene, el lenguaje del cine,
universal y visual, es una forma mediante la cual los artistas pueden
penetrar las fronteras y la falta de claridad en la comunicación. “Yo
creo que los lenguajes pueden ser un espejismo que nos engaña y nos
confunde. Nos hacen ser más desconfiados de las personas que nos rodean
y las vemos como algo que no son. Pero también creo que no hay
instrumento más perfecto para romper la barrera del lenguaje que el
poder de las imágenes y la música. Las imágenes no necesitan traducción
porque desencadenan emociones humanas universales. El cine es lo más
cercano al esperanto que existe,” resume.
SELECCIÓN DEL REPARTO
Para que los muchos personajes de Babel cobraran vida, González Iñárritu
reunió un elenco sorprendentemente diverso conformado tanto por actores
profesionales como por otros no profesionales, superestrellas y gente
local, muchos de los cuales no compartían ni siquiera el mismo idioma,
mucho menos una experiencia común: Sin embargo, cada uno aportó algo
único a la película. Para González Iñárritu, trabajar con un elenco tan
variado fue un reto muy estimulante.
“Dirigir actores es difícil. Dirigir actores en un idioma que no es el
propio es mucho más difícil. Pero dirigir personas que no son actores en
un idioma que uno no entiende, es el reto más grande para un director,”
dice González Iñárritu, quien hizo las tres cosas en Babel.
Comenzó por buscar a quienes darían vida a la pareja estadounidense
todavía consternada por la enorme pena de haber perdido un hijo que la
lucha por sobrevivir mientras están de vacaciones en las montañas de
Marruecos. González Iñárritu eligió para estos personajes a dos de los
actores más solicitados de Hollywood: la taquillera estrella Brad Pitt y
la actriz ganadora del Oscar® Cate Blanchett.
Pitt interpreta a Richard Jones, un hombre destrozado por la culpa y la
indignación que le produce la muerte de su hijo que se ve atrapado en un
dilema aterrador lejos de casa. González Iñárritu concibió el personaje
como “un icono del hombre típicamente estadounidense.” “Sentí que era
importante ver a un estadounidense, como Brad, enfrentarse a problemas
difíciles en un país musulmán en la actualidad,” dice el director. “A
pesar del hecho que el personaje de Richard no era obvio para un actor
tan conocido como Brad Pitt, eso fue lo que me emocionó y presentó un
reto personal. Él es un icono y siempre me ha parecido que tiene una
presencia magnética que va más allá de su popularidad. Él no había
interpretado este tipo de papel antes y yo estaba emocionado por el
hecho de transformarlo en un hombre de edad madura en crisis y creo que
él también lo estaba. Su actuación es asombrosa y me dio todo lo que
tenía.”
Para el personaje de Susan, la esposa de Richard, González Iñárritu
sabía también que necesitaba una actriz consumada. Cuando de la nada se
escucha el disparo de un arma que hace añicos la ventana de un autobús
de turistas e impacta el cuello de Susan, ella queda en un limbo
catalítico entre la vida y la muerte donde permanece durante una gran
parte de la película. “Sentí que sólo una actriz de la categoría y el
nivel de Cate podía interpretar una mujer casi inmóvil y herida de forma
interesante,” explica el director. “Es más, al público tiene que
importarle lo que sucede a Susan y Cate crea esa empatía, que revela su
alma y su vida interior con gran claridad. Este papel no requiere de
mucho trabajo físico pero la actuación se centra en sus ojos y en la
capacidad de permitir sintamos su sufrimiento. Confié en ella para que
fuera quien sostuviera la gravedad de la historia. Como director, puedo
decir que Cate es de las actrices que nos hacen la vida más fácil,”
dice. “Ella probó que los papeles pequeños no existen. Es una princesa
en todos los sentidos,” expresa el director.
Blanchett comenta que al leer el guión, “se enamoró completamente de la
madriguera que representa la visión de
Alejandro sobre la película.” Después, empezó a considerar las
dificultades inherentes al personaje. Blanchett continúa, “Cuando
Alejandro me contactó, mi primera reacción fue ‘esta historia es
increíble, pero ¿qué reto hay aquí para mí?’” Rápidamente, me di cuenta
de la complejidad del profundo distanciamiento y el abismo de
malentendidos entre Richard y Susan y comprendía que transmitirlo con
tan pocos diálogos y en tan poco tiempo, era un reto gigantesco.”
Cuando comenzó su odisea, Blanchett supo que la confianza en su director
era lo que le ayudaría. “Hay mucho de Alejandro en esta película,”
observa. “Él fue muy generoso con sus experiencias y muy meticuloso al
ayudarnos a Brad y a mí a construir los personajes. A menudo, Alejandro
nos llevaba a través de la toma como si estuviera dirigiendo una
película muda y eso a mí me fascinó porque le agregaba peso a la
inactividad de Susan. Scorsese dice, ‘Hacer una película es saber donde
colocar la cámara’ y Alejandro lo sabe a fondo, instintiva y
rotundamente.”
También disfrutó trabajar con Pitt. “Brad es incansable. ¡Tuvo que
arrastrarme por un sendero rocoso durante horas interminables!”
Blanchett, quien llevó a su familia a Marruecos, tuvo la oportunidad de
conocer el país. “Disfruté la oportunidad que tuvieron mis hijos de
participar de la vida de la aldea. Claro que hubo dificultades. Lo que
ustedes ven en la película es muy parecido a la realidad; una gran
cantidad de idiomas, mucho calor, polvo y un lugar remoto.”
Tan importante como los segmentos que se filmaron en Marruecos son los
dos jóvenes hermanos marroquíes que la película presenta, Yussef y Ahmed,
cuyo intento infantil de probar el alcance de su rifle tiene
consecuencias totalmente sorpresivas tanto para ellos como para toda su
familia. Con un disparo del Winchester calibre .270, los muchachos se
convierten en fugitivos y se ven atrapados por las autoridades quienes
piensan se trata de un ataque terrorista.
Para estos personajes, González Iñárritu tomó la decisión de utilizar
actores no profesionales. Babel es la primera vez que González Iñárritu
dirige a personas que no son actores y ésta fue una decisión que no tomó
a la ligera. “Trabajar con actores no profesionales fue un gran reto
pero también hizo que todo fuera más real,” comenta. “Cuando comenzamos
a seleccionar los actores, me di cuenta de que los actores profesionales
en Marruecos se verían falsos. Su piel era muy suave y su imagen
demasiado cuidada para estos papeles.”
“Faltando diecisiete días para empezar a filmar en Marruecos, sólo tenía
un actor, además de Brad Pitt y Cate Blanchett.” afirma. En los pueblos
muy humildes del Sahara, los voceros de las mezquitas anunciaron las
pruebas de actuación y cientos de entusiastas personas hicieron fila
para ser grabados, siendo ésta una de las mejores decisiones que
González Iñárritu considera haber tomado. Fue durante estas exhaustivas
entrevistas donde Boubker Ait El Caid y Said Tarchini fueron
seleccionados debido a sus caras expresivas y nostálgicas. También
Mohamed Akhezam fue elegido al mismo tiempo, un consultor de
computadoras de 27 años de Ouarzazate, quien interpreta a Anwar, el guía
de turistas de Richard y Susan.
Para el actor no profesional Mohamed Akhezam, haber tenido la
oportunidad de protagonizar una película internacional fue algo “mágico
e increíble.” Él agradece a sus famosos protagonistas que lo hayan hecho
sentir bienvenido. “Cuando vi a Brad y a Cate por primera vez, yo sabía
que ellos eran grandes estrellas pero siempre fueron muy sencillos y
simpáticos,” dice Akhezam. “Me parecieron muy normales. Brad es un buen
hombre que en realidad me hizo sentir que tengo facultades y Cate es muy
tranquila y profesional. Yo respetaba su concentración y su atención.
Trabajar con ellos es una oportunidad que se presenta una sola vez en la
vida.”
Para la apasionante historia que se desarrolla en la frontera entre
Estados Unidos de América y México sobre una niñera perdida, González
Iñárritu se concentró inicialmente en Amelia, la inmigrante ilegal que
cruza la frontera para asistir a la boda de su hijo sólo para ser
abandonada en el abrasador desierto de Sonora con dos niños
estadounidenses a su cargo. González Iñárritu entrevisto cientos de
actrices bilingües buscando esa combinación difícil de determinación y
vulnerabilidad que Amelia personifica. Su esposa Maria Eladia fue quien
le sugirió entonces a Adriana Barraza, la actriz que apareció en Amores
Perros como la madre de Octavio.
“Adriana mandó un video y era tan bueno que casi se me salieron las
lágrimas,” recuerda el realizador cinematográfico. “Cada escena me llegó
al corazón y a las entrañas. Ella tiene esa cualidad del amor maternal
incondicional que es también duro y aguanta mucho dolor. Ella representa
a esos millones de mexicanos que viven en los Estados Unidos como
ciudadanos invisibles. Al personificar a esta gente olvidada, Adriana
Barraza le da un nuevo significado a la palabra encarnación. Cada
movimiento de su cuerpo, sus manos y sus ojos, encarnaba la ternura y la
complejidad del espíritu de un personaje que fácilmente pudo haberse
convertido en un estereotipo. Su actuación es sublime.”
También fueron clave para la trama que se desarrolla en México los niños
que viajan con Amelia: Mike, interpretaado por el nuevo actor infantil
Nathan Gamble y Debbie, a quien le da vida Elle Fanning, hermana de
Dakota. Es
a través de su perspectiva inocente y natural que González Iñárritu
revela una parte nunca antes vista de México. “Hay muchos prejuicios
hacia México en la sociedad estadounidense, así que quise mostrar el
país a través de los ojos inocentes de los niños,” revela el director.
“Lo que podría ser juzgado como algo sucio, excéntrico y pobre, para los
ojos de los niños e s juguetón, pintoresco, diferente y divertido. Me
interesaba mucho explorar un nuevo territorio en un área que casi
siempre se muestra de manera negativa en el cine y los niños me
permitieron hacerlo.”
Para Fanning, esta travesía a lo largo del rodaje de la realización fue
una revelación. “Hacer esta película fue una experiencia muy especial,”
dice. “Aprendí mucho y la pasé fenomenal. Me siento muy afortunada.”
Para representar a Santiago, el hermano de Amelia que, tambaleándose por
el alcohol, la conduce junto con los niños hacia su peligrosa odisea en
el desierto, González Iñárritu usa nuevamente a Gael García Bernal, el
actor que González Iñárritu descubrió para el personaje de Octavio en
Amores Perros y que desde entonces se ha convertido en una estrella
internacional.
“Gael estuvo en mi mente desde la primera vez que pensé en esta
historia,” aclara el director. “No podía terminar esta trilogía sin él.
Es uno de mis actores favoritos. Él captó con perspicacia la complicada
naturaleza de Santiago, la doble naturaleza de cierto tipo de mexicano
que puede ser adorable, amigable y entusiasta pero que cuando bebe licor
puede ser muy irresponsable, iracundo y rencoroso. Representa también el
sentir de algunos mexicanos que cruzan la frontera frecuentemente sobre
las autoridades estadounidenses. La furia repentina de Santiago no se
debe a esa noche ni a que esté borracho sino a la suma de años de
humillación y resentimiento que ha aguantado mucho tiempo.”
García Bernal sintió fascinación inmediata por el personaje de Santiago.
“Cuando Alejandro me habló sobre Babel, sentí que sabía quién era este
personaje,” dice Bernal. “No acepto roles con los que no me pueda
identificar y muchos de los papeles que me ofrecen son traficantes de
drogas o pandilleros. Después de leer 15 páginas de la trama, supe
inmediatamente que tenía que interpretar este rol..”
Tal vez la historia más íntima de Babel es la que se desarrolla en medio
del caos y el constante movimiento de Tokio y narra el relato de una
adolescente rebelde que se siente muy sola y de su padre distante y
viudo, la cual se relaciona misteriosamente con los otros personajes en
la historia.
Para el rol de Yasijuro, el frustrado padre incapaz de comunicarse con
su hija después del suicidio de su esposa,
González Iñárritu seleccionó a uno de los actores más queridos de Japón,
Kôji Yashuko, protagonista de cerca de 50 películas incluyendo Memorias
De Una Geisha y la versión original de ¿Bailamos? Aunque el rol es
pequeño, González Iñárritu sabía que necesitaba un actor que dejara una
huella poderosa en un tiempo muy breve. “El padre sólo sale en un par de
escenas pero necesitaba un actor que tuviera presencia y expresividad,
que el público recordara mucho tiempo después de haber visto sus
escenas,” comenta González Iñárritu, agregando que admira la “economía
de movimiento” de Yashuko.
En 2004, González Iñárritu empezó a entrevistar actrices en su búsqueda
para encontrar Chieko, la hija de Yasijuro, una joven sordo-muda,
resentida y ansiosa de experimentar sexualmente. Él sabía que la mezcla
precisa de desafío, deseo y dolor profundo que buscaba sería difícil de
interpretar, sobre todo porque quería contratar a una actriz
parcialmente sorda. Cuando Rinko Kikuchi, de 24 años de edad, se
presentó para una lectura muy al principio del proceso de selección,
González Iñárrritu quedó “impresinado por su talento pero renuente a
contratarla porque no era sorda,” recuerda. A pesar de que siguió
entrevistando a cientos de actrices durante otros 9 meses, González
Iñárritu seguía obsesionado y cautivado por Kikuchi y a la larga la
eligió para el papel. “Nadie se acercó al temple, la tristeza y el
aislamiento que ella reprodujo,” explica.
Desde antes de que González Iñárritu la eligiera, Kikuchi estaba tan
determinada a obtener el papel que empezó a tomar clases de lenguaje por
señas. “Fue una decisión muy valiente y muy sabia,” comenta González
Iñárritu. “Algunas veces la magia y el arte de la actuación se sobre la
transformación.”
A lo largo de la realización de Babel, González Iñárritu se enfrentó al
desafío de dirigir actores extranjeros no profesionales. “Dirigir
actores es difícil. Dirigir actores en otro idioma que uno más o menos
habla es muy difícil, lo cual ya sabía desde 21 Gramos pero dirigir
actores no profesionales en un idioma del que uno desconoce, es la idea
más ridícula, desafiante y satisfactoria que he tenido, ” dice.
González Iñárritu contó con la ayuda de tres mujeres a las que llama
“más que traductoras” para superar los obstáculos de la comunicación;
ellas hicieron posible que el director “dirigiera como si el idioma no
fuera un problema.”
“En Marruecos, conté con la ayuda de Hiam Abbass quien, más que una
maestra particular o una traductora del idioma, fue quien en realidad me
ayudó a construir el enlace emocional con los árabes que no eran
actores. Sin ella, jamás
habría podido lograrlo,” dice. “Lo mismo sucedió con Mariko y Rieko en
Japón. Mariko, nuestra traductora sorda, me permitió comunicarme con los
miembros del reparto que eran sordos y, juntos, pudimos crear un puente
que fácilmente pudo haberse malentendido y colapsado. Rieko, quien era
mi traductora del idioma japonés, permitió que se escuchara y se
entendiera mi voz lo cual, dadas las circunstancias, no era una tarea
fácil.” Para el director, esta capacidad de ir más allá de la barrera
cultural y la del idioma no sólo fue algo que lo iba a poner a salvo,
sino que era algo que iba directamente al corazón de los temas de la
película.
LA IMAGEN DE BABEL
El poder visceral y la expresividad de Babel no sólo provienen de las
actuaciones sino de la fluidez visual excepcional de la película.
Utilizando un estilo diferente a su película anterior, González Iñárritu
buscó combinar un crudo hiper-realismo más poéticas, tipo sueño, que
ayudaran a llevar al público hacia lo más profundo de la vida íntima de
los personajes. Para ayudar a lograrlo, se le unió un equipo de
colaboradores de primera formado por el director de fotografía Rodrigo
Prieto, la diseñadora de producción Brigitte Broch y el compositor
Gustavo Santaolalla, junto con el diseñador de sonido Martín Hernández,
todos ellos miembros integrales del equipo de González Iñárritu desde
Amores Perros. Los lazos artísticos ya establecidos entre ellos hicieron
de Babel una experiencia más íntima y transformadora.
“A lo largo de un año, vivimos alrededor del mundo como un gran circo de
gitanos. Fue un proceso creativo en el cual todos aportaron lo mejor de
su talento y le debo a todo mi equipo y a todos mis colaboradores los
mejores momentos y los más satisfactorios, tanto dentro como fuera de la
película. Sin ellos, no hubiera sido posible concebir ni siquiera una
pulgada de la película” dice el director.
El dominio de la narrativa visual que caracteriza a Rodrigo Prieto,
director de fotografía nominado al Oscar® por Brokeback Mountain-Secreto
En La Montaña, fue clave para forjar la excepcional imagen del filme.
Colaborando muy de cerca con González Iñárritu, Prieto desarrolló
estilos cinematográficos particulares para cada una de las cuatro
historias de Babel y a la vez encontró la forma de unirlas
coherentemente.
“Presentamos visualmente las odiseas emocionales de cada personaje
mediante el uso de diferentes conceptos y formatos cinematográficos,”
explica Prieto. “Al enfatizar las sutiles diferencias entre la calidad
de la imagen de cada historia, como la textura del grano de la película,
la saturación del color y la nitidez de los fondos, pudimos incrementar
la
sensación de estar en diferentes lugares geográfica y emocionalmente,”
dice Prieto. “Después, combinamos digitalmente los diferentes formatos
de los lentes y los usamos en un solo negativo, de la misma forma en que
todas estas culturas e idiomas se unen en la película.”
La diseñadora de producción Brigitte Broch, ganadora del Oscar® por
Moulin Rouge!-Amor En Rojo, se enfrentó a sus propios retos conforme se
iba desplazando por todo el globo y encontrando situaciones de
producción muy diversas, desde los desiertos vacíos del Sur de Marruecos
y de México, hasta la muy moderna ciudad de Tokio. Se esforzó para
lograr que los esfuerzos del departamento de arte sean fueran invisibles
para los espectadores.
“Esta producción es una de las experiencias más duras de mi vida aunque
también es una de las más inolvidables y gratificantes,” dice Broch.
“Desde trabajar con los paisajes más increíbles en Marruecos hasta
observar la mezcla más extraña en la sociedad de Tokio, esta película me
ha moldeado para comprender mejor a la humanidad. Decidimos utilizar el
color para “pintar” la película en variaciones de tonos de rojo, país
por país. Usamos tonos naranja térreo para Marruecos, rojo eléctrico
para México y luego cambiamos a un rojo-púrpura sutil para Japón.’’
El aspecto estético de la película también se forjó en la sala de
edición, para lo cual González Iñárritu reclutó al editor ganador del
Premio de la Academia® Stephen Mirrione, quien intentó resolver la
enorme tarea de unir todas las piezas de Babel.
“Me encantó trabajar con Alejandro porque es implacable,” dice Mirrione.
“No se siente satisfecho a menos que cada cuadro de la película te haga
sentir algo. Editar Babel significó concentrarme en cada detalle
microscópico de cada escena. Se filmaron más de 2,500 emplazamientos de
cámara diferentes lo cual nos dio una paleta impresionante de imágenes y
sonidos. Aproximadamente hay 4,000 cortes en la película, por lo que fue
como si se estuviera armando un enorme mosaico uniendo azulejos
minúsculos con diseños complicados. Sólo pude ver con claridad lo que
logramos en conjunto al hacerme alejarme para observarlo con un poco de
distancia. Cada vez que la vuelvo a ver, sigo descubriendo nuevos
detalles, nuevas conexiones y nuevos significados.”
El compositor Gustavo Santaolalla, quien recientemente escribió la
partitura ganadora del Oscar® para Brokeback Mountain-Secreto En La
Montaña y que ha trabajado durante mucho tiempo como socio de González
Iñárritu, fue el encargado de darle los toques musicales finales a la
producción. “Babel es la tercera película en la que trabajo con
Alejandro. Desde Amores Perros y durante el proceso de 21 Gramos, hemos
estado desarrollando un lenguaje musical particular que ayude a
conectarnos con la esencia humanista, visceral y sensorial de sus
películas,” dice Santaolalla. “El reto con Babel fue encontrar un
instrumento principal que conectara todos los personajes y todos los
lugares, que mantuviera una identidad pero que no sonara como la música
de los documentales de National Geographic. Encontré esa voz en un
instrumento llamado oud, un instrumento árabe que no tiene trastes,
antecesor de la guitarra española, que también suena como el koto
japonés. Ese sonido, combinado con otros instrumentos, fue lo que creó
la fibra sonora de Babel.”
Los productores Jon KiliK (Alexander, Malcolm X, Pena De Muerte) y Steve
Golin (Eterno Resplandor De Una Mente Sin Recuerdos, ¿Quieres Ser John
Malkovich?) también se unieron al proyecto. “Fue maravilloso poder
apoyarme en la familia que estuvo conmigo en mis dos películas
anteriores pero también fue increíble trabajar con Jon Kilik y Steve
Golin, mis nuevos socios. Pasamos por muchas cosas a lo largo del
proceso de filmación, pero su temple, experiencia y apoyo fueron
indispensables para este proyecto,” dice González Iñárritu.
Desde el punto de vista de un productor, Babel planteaba numerosos
retos, pero la meta más grande de todas era mantener la integridad
creativa de la película. “Babel se convirtió en el desafío más exigente
y también el más gratificante de mi carrera,” expresa Kilik. “ Desiertos
remotos, fronteras internacionales sumamente vigiladas y una de las
ciudades con mayor densidad de población del planeta, representaron
enormes retos de producción mientras que comprender el estilo de vida y
la forma de trabajar de Marruecos, México y Japón, dio como resultado un
realismo en la pantalla de la que me siento extremadamente orgulloso.”
Golin expresa un sentimiento similar. “Ésta fue la primera vez que
colaboré con Alejandro y la experiencia de trabajar en Babel no
solamente fue memorable sino también distinta a la de cualquier otra
película en la que he participado,” comenta. “Cada día me ofrecía la
oportunidad de atestiguar metodologías diversas al rodar una realización
un entorno internacional. Continuamente tuvimos desafíos que me
inspiraron como productor. Tener que vencer los obstáculos y las
barreras del idioma para encontrar una forma de trabajar en conjunto,
sirvió para hacer de esta odisea algo verdaderamente único.”
LOS TRES CONTINENTES DE BABEL
Cada una de los sitios de filmación de Babel ha jugado un papel en la
vida de Alejandro González Iñárritu, lo cual es fascinante. A los 17
años, González Iñárritu emprendió un viaje a Marruecos que cambió su
vida y desde el momento en que penetró por primera vez los relucientes
desiertos e inspiradoras montañas de ese país, tomó la determinación de
que algún día filmaría una película allí. En esta era de terrorismo y
miedo, el medioambiente fue aún más relevante para el relato de González
Iñárritu sobre de la confusión en la comunicación y los móviles
equivocados.
De manera similar, las visitas previas que el director realizó a Japón
lo inspiraron a comprometerse a regresar algún día con una cámara de
cine. En 2003, fue a ese país a promover 21 Gramos y visitó un lugar
llamado Hakone, una montaña histórica con aguas termales vaporosas que
le dieron la impresión de algo mágico. Mientras escalaba la montaña
Hakone, vio a un anciano que cuidaba una niña japonesa retrasada mental
con tal amor y dignidad que dicha imagen tuvo un efecto tan poderoso en
él que lo indujo a contar una historia de la relación entre dos personas
aisladas en medio del bullicioso Japón. Más adelante, la constante y
extraña aparición de numerosas personas sordas en ese mismo viaje, se
convirtió en la simiente del episodio japonés.
Otra influencia que González Iñárritu tuvo fue su traslado de su
anterior hogar en México a los Estados Unidos. El director sabía que
quería ubicar una de sus historias en la polémica frontera entre Estados
Unidos y México. “Como inmigrante que soy, obtuve una perspectiva más
clara sobre mí mismo, mi país y mi trabajo. Ahora también entiendo lo
que se siente al ser un ciudadano del Tercer Mundo que vive en un país
del Primer Mundo.”
El rodaje de Babel comenzó en Marruecos en mayo de 2005, posteriormente
siguió en México y en Tokio, pero dondequiera que viajaba la producción,
González Iñárritu intentó capturar la misma sensibilidad. “Quisimos
fundirnos dentro de cada una de las culturas,” dice. “Quisimos ir más
allá de la visión del “extranjero” o del turista, que es demasiado
simple.”
En Marruecos, fue clave encontrar un exterior que hiciera las veces de
la aldea de Tazarine, un enclave pequeño y muy unido en el Sur del
desierto. González Iñárritu tenía una visión muy clara de lo que quería,
una comunidad que diera la sensación de haber conservado sus
tradiciones, donde hubiera una plaza central con una mezquita, donde no
hubiera vegetación o fuera muy escasa y que tuviera caminos lo
suficientemente largos para que pasara un autobús con turistas (sin
contar con que también debían poder pasar algunos vehículos de la
producción) y se dio a la tarea de encontrarlo.
Después de una serie buscar cerca de Ouarzazate, el nuevo y floreciente
centro fílmico de Marruecos, González
Iñárritu encontró la remota aldea bérbera de Taguenzalt. La aldea,
construida a los pies de los desfiladeros del Valle de Draa, muestra con
orgullo sus antiguas casas de adobe (ksours) con habitaciones que dan
hacia un patio interior. En sus tejados, las mujeres bérberes empapan la
lana en grandes vasijas de agua hirviendo utilizando henna, índigo,
azafrán y otras tinturas antiguas para hacer sus valiosos tapetes por
los que es conocido el pueblo bérbere. El cielo, al que cada noche opaca
los intensos vientos del Sahara, brilla en tonos naranja y rojo al irse
poniendo el sol.
“Me encantó que esta aldea fuera muy humilde y real,” comenta González
Iñárritu. “Las personas de Taguenzalt son extremadamente amables y
espirituales. Son realmente muy espirituales. Siempre me sentí seguro
entre ellos.”
Los habitantes de Taguenzalt pueden rastrear sus raíces bérberes más de
3,000 años atrás y en la actualidad subsisten principalmente como
pastores nómadas y agricultores, cultivando dátiles e higos y criando
cabras y ovejas, así como tejiendo sus tapetes y bolsas
internacionalmente conocidas. Taguenzalt es tan tradicional que cuando
la película empezó su rodaje la aldea estaba empezando a
“electrificarse,” acababan de empezar a instalar los postes de luz y
cables para proporcionar electricidad a la localidad. Por lo tanto,
aunque algunos de los habitantens habían visto películas en sus
televisiones de baterías, ninguno de ellos reconocía a los actores, ni
siquiera a Brad Pitt. Empujada hacia el mundo de las producciones
internacionales de cine, la aldea participó con entusiasmo con 200
personas locales que trabajaron como extras.
A pesar de la cálida hospitalidad de su gente, las condiciones en
Marruecos pueden ser desalentadoras. Las temperaturas se elevan
normalmente hasta los 98 grados y por las tardes, las tormentas de
viento levantan la arena del Sahara del Sur. Sin embargo, la incomodidad
sólo aumentó el ya crudo realismo de Babel. “El calor era brutal e
incómodo pero eso es precisamente de lo que trata esta historia. No fue
sólo actuación según el método sino ejecución del método,” dice González
Iñárritu.
Después de Marruecos, la producción dio un salto de regreso a Tijuana,
México, donde una vez más, en paralelo con los personajes de la
película, la producción se encontró en un desierto sofocante y
polvoriento. El pueblo rural de El Carrizo hace las veces del maltrecho
hogar de Amelia en el poblado de “Los Lobos.” También se filmaron
secuencias a lo largo de la frontera entre México y California, donde
González Iñárritu captó imágens desde el lado mexicano con sus extensas
vallas, cámaras de vigilancia, iluminación de mega-voltios como la de
los estadios y su atmósfera de fortaleza. Un pequeño grupo de actores y
un reducido equipo humano se desplazó hacia las inhóspitas y desoladas
planicies del desierto de Sonora para las escenas en las que Amelia y
los niños luchan por sobrevivir perdidos en el desierto.
“Cinco personas estuvieron en el hospital en el desierto de Sonora.
Adriana casi sufrió una insolación en el foro. No fue fácil,” recuerda
el director.
Por último, González Iñárritu y su equipo llegaron a Tokio, lugar que a
pesar de ser el único escenario urbano en la película, estuvo plagado de
sus propios retos. “Tokio fue una experiencia maravillosa y difícil a la
vez,” declara González Iñárritu. “Las cosas funcionan lentamente y no
existe una comisión cinematográfica que te ayude. No hay permisos para
filmar, por lo que tienes que huir de la policía en cada esquina.
Tuvimos que ser valientes y filmar al estilo guerrilla, listos para
improvisar y moviéndonos con rapidez.”
Cada una de las fases durante la realización de Babel refleja las
situaciones que enfrentaron los personajes y moldearon la trama de la
película. “Ajusté y adapté el libreto a cada situación inesperada, día a
día, dependiendo también de las impresiones culturales que captaba y
sentía,” dice González Iñárritu. “Si la película transforma la realidad
o pasa lo contrario, lo dejo a los espectadores para que lo decidan
después de verla.”
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