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Surge una gotera
Son tiempos difíciles para Dhalia Williams (la actriz vencedora del Oscar®
Jennifer Connelly). Recién divorciada, ella disputa con el ex marido Kyle (Docray
Scott) la custodia de la hija de cinco años, Ceci (Ariel Gade). Las
tentativas de acuerdo, intermediadas por los abogados, terminan
invariablemente en fracaso. Sus jaquecas volvieron, peores que nunca. Y,
para completar, Ceci comenzó a tener problemas en la escuela, debido a su
insistencia en incluir en sus juegos a un amigo invisible...
Nada se compara, sin embargo, al escape de agua que apareció de repente en
el apartamento que Dhalia acaba de alquilar en Roosevelt Island, Nueva York.
La gotera comenzó pequeña, pero fue creciendo hasta transformarse en una
inmensa mancha negra en el techo. Una mancha que, con el tiempo, revelará
secretos escondidos en aquel siniestro edificio de apartamentos. Secretos
que la razón no es capaz de explicar.
El miedo se infiltra
En Agua Turbia (Dark Water), el aclamado cineasta brasileño Walter Salles
(Estación Central , Diarios de Motocicleta) sumerge en un género inédito en
su carrera: la película de terror con base sicológica – aquella en que la
realidad cotidiana se mezcla a oscuros misterios sobrenaturales. En ese
género, que incluye algunas de las películas más perturbadoras de la
historia del cine como La Semilla del Diablo (Rosemary´s Baby) de Roman
Polanski, El Resplandor (The Shining), de Stanley Kubrick, o El Sexto
Sentido (The Sixth Sense), de M. Night Shyalaman, el terror puede aflorar en
escenarios comunes, que antes parecían tan seguros y familiares para sus
personajes.
Para Walter Salles, la mayor riqueza de las películas sobrenaturales se
encuentra en las varias posibilidades de lectura: “Siento atracción por lo
desconocido, por lo inexplicable. Creo que todos nosotros nos encontramos en
la misma posición: la de estar en un mundo que no podemos decodificar por
completo – y esas cosas que no podemos explicar o solucionar se convierten
en temas muy interesantes”, dice. “Agua Turbia (Dark Water) habla de los
demonios internos que llevamos en nosotros pero que no podemos ver, y,
también, del efecto de la soledad urbana – el modo como frecuentemente nos
sentimos distantes y fuera de comunicación aun estando rodeados por una gran
ciudad llena de gente.”
De ahí, por lo
tanto, la importancia de los dos elementos centrales de la película: los
actores (que darán cuerpo a los demonios internos de sus personajes) y los
escenarios. La ciudad de Nueva York, la región de Roosevelt Island y,
finalmente, el edificio de apartamentos en que viven Dhalia y su hija Ceci
forman, de esta manera, las diferentes escalas en que el miedo se va
infiltrando, hasta tomar cuenta de la película.
Basada en la obra de Koji Suzuki, autor del clásico de terror La Señal (The
Ring), Agua Turbia (Dark Water) aborda la ansiedad del hombre moderno bajo
un ángulo original: el de una madre dedicada que llega a medidas extremas
para proteger a su hija de una amenaza misteriosa. Los extraños
acontecimientos que afectan la vida de madre e hija comienzan en el
apartamento 9F, donde Dhalia intenta recomenzar su vida después de la
separación. Con la esperanza de evitar que el marido gane la custodia de la
hija, ella se muda con la niña para un gran y decadente conjunto de
edificios en Roosevelt Island, una isla situada en el límite de la ciudad de
Nueva York.
Las condiciones del nuevo apartamento parecen extremadamente convenientes
para su nueva vida: el alquiler es más barato y, en las proximidades, está
una de las mejores escuelas de la ciudad, ideal para Ceci. Pero, de alguna
forma, aquel nuevo hogar les recusa el bienestar. Los ruidos asustadores del
edificio, el elevador que parece tener vida propia y la coloración negra del
agua, que comienza a caer del techo de su apartamento, atemorizan a Dhalia.
En poco tiempo,
ella comienza a sospechar que hay una amenaza mayor. Los extraños
acontecimientos despiertan fantasmas de su propio pasado y fragilizan su
aprehensión de la realidad. ¿Será que alguien está aplicando un golpe e
intentando confundirla? ¿Será que su imaginación se le está saliendo de
control? ¿O será que, de hecho, los acontecimientos asombrosos que ella está
viendo suceden realmente, concretamente? Ninguna de esas incertidumbres, sin
embargo, le impedirá a Dhalia investigar a fondo los enigmas que la rodean.
A fin de cuentas, lo que está en juego es la seguridad de su hija.
Rafael Yglesias escribió el guión y la producción es de Bill Mechanic, Roy
Lee y Doug Davison. Aslhey Kramer fue la productora ejecutiva; Diana Pokorny,
coproductora. La película reune un elenco estelar liderado por la vencedora
del Oscar® Jennifer connelly, en el papel de la madre que lleva su
dedicación a extremos inimaginables. Coprotagonizando con Connelly en su
jornada de pavor están los indicados al Oscar® John C. Reilly, Tim Roth y
Pete Postlethwaite.
Del equipo que ayudó a Walter Salles a crear la atmósfera de suspenso hacen
parte el director de fotografía Affonso Beato (Carne Trémula, Todo Sobre Mi
Madre); la diseñadora de producción Thérèse Deprez (Alta Fidelidad, American
Splendor; el montajista indicado al premio de la Academia® Daniel Rezende
(Ciudad de Dios, Diarios de Motocicleta); el figurinista Michael Wlkinson (American
Splendor); y el compositor indicado al Globo de Oro® Angelo Badalamenti (Twin
Peaks, Ciudad de los Sueños).
EL GUIÓN
Investigación en relación a temores indecibles
Agua Turbia (Dark Water) es la relectura de un cuento japonés del consagrado
escritor Koji Suzuki, que a su vez sirvió de inspiración para un influyente
largometraje japonés realizado en 2002 por el director Hideo Nakata.
Suzuki y Nakata talvez sean más conocidos por otro trabajo asustador, el
suspenso sicológico La Señal (The Ring), que se convirtió en una de las
películas de terror más comentadas en todo el mundo en la versión dirigida
por Nakata (en 1998) y, más tarde, en su remake, protagonizado por Naomi
Watts (en 2002). La historia trata de una cinta de video maldecida. Todos
aquellos que la ven, mueren.
La versión japonesa de Agua Turbia (Dark Water) fue lanzada cuatro años
después de La Señal (The Ring) y fue aclamada como uno de los mejores
trabajos en el género de terror. Fue la experiencia de ver la pelícual de
Hideo Nakata que indujo a los productores Bill Mechanic, Roy Lee y Doug
Davison a llevarle la historia a un público mayor. Según Mechanic: “La
película era, al mismo tiempo, inteligente y aterrorizante, y luego recordé
Thrillers clásicos como La Semilla del Diablo (Rosemary´s Baby) y El
Resplandor (The Shining). Había también algo muy universal en la película.
El suspenso estaba relacionado con los temas de abandono y aislamiento, que
consideramos muy inquietantes para el público norteamericano”.
La cuestión era como abordar la historia de una forma nueva, incorporando la
ciudad de Nueva York y trayendo nuevos personajes, pero sin perder el
misterio y el alto nivel de excitación. Para conseguir eso, los productores
convidaron al guionista Rafael Yglesias, que nunca antes había escrito una
película de terror, pero que ya había cosechado elogios por los guiones de
Sin Miedo a la Vida (Fearless), de Peter Weir, y La Muerte y la Doncella (Death
and the Maiden), de Roman Polanski.
La oportunidad de explorar la anatomía del miedo en el ambiente doméstico
fue lo que hizo aceptar a Yglesias el desafío. “Siempre quise escribir una
historia de fantasmas y era la ocasión de crear una historia del género
profundamente americana”, dijo él. “En los Estados Unidos, los fantamas son
singulares porque siempre tienen una necesidad no atendida, algo que desean
mucho. En nuestra historia esa gran necesidad es el deseo de tener una madre
cariñosa. Y, al fin de cuentas, ese es el elemento que vincula a Dhalia con
el fantasma que la espanta”. Él añade: “El miedo en la película es de hecho
generado por la sensación de claustrofobia y aislamiento que existe dentro
de Dhalia. Es el tipo de terror que emana de la mente, el más pavoroso de
todos”.
Los productores se entusiasmaron con el abordaje sicológico de Yglesias, que
consiguió convertir la materia prima japonesa en un material nuevo, embebido
en cultura norteamericana. “Rafael tomó la historia original y le insertó
una sensibilidad diferente, transformando el cuento de la familia encantada
en algo más evocador y misterioso”, explica la productora ejecutiva Ashley
Kramer. “Él transformó la heroína japonesa, más pasiva, en una madre soltera
emocionalmente perturbada, prisionera de un dilema. Creó, de esta manera, el
personaje de una mujer fuerte y memorable, que, sabíamos, le imprimiría
esencia dramática a la película”.
El guión también llamó la atención del director Walter Salles. Después de
destacarse en el escenario internacional con películas premiadas como
Estación Central, Abril despedaçado y, más recientemente, Diarios de
Motocicleta, además de haber coproducido el gran suceso Ciudad de Dios.
Salles es conocido por abordar temas humanos y fuertes. Pero también fue
elogiado por imprimir a sus películas una marca visual enérgica y fuerte – y
esa poderosa combinación fue lo que llevó a los productores a convidarlo
para dirigir Agua Turbia (Dark Water).
Bill Mechanic cuenta: “Desde el inicio, Walter entendió la profundidad de
los personajes y estaba determinado a basar la película en la realidad. Él
tenía un nexo personal con los temas. Tanto en Estación Central como en
Abril Despedaçado usó la relación entre padres e hijos como un dispositivo
de unión. Pensé que, si él trajera eso para nuestra película, esa calidad
concreta de la unión entre madre e hija, la película sería todavía más
asustadora”.
LA DIRECCIÓN:
Por los caminos del miedo humano
En el centro del suspenso de Agua Turbia (Dark Water) existe una
característica humana básica: el ansia de explicar aquello que no tiene
explicación. Ese aspecto, en particular, le interesó a Walter Salles. A
pesar de ser su primera experiencia en el género, hacía mucho tiempo que él
estába interesado en la exploración cinematográfica del miedo.
Pero él no se hubiera aventurado si no hubiera encontrado un guión que
trascendiera el género. “Cuando leí el guión de Rafael Yglesias, quedé
impresionado al ver como él consiguió extrapolar el género de terror, igual
que en las primeras cintas de Polanski, por ejemplo. Me gustan las películas
que parecen pertenecer a un género, pero que nos conducen a otro lugar, y
esta historia parecía hacer eso. Los personajes me conmovieron y, en
especial, la relación entre madre e hija que es la esencia de la historia.
La historia hablaba de pérdida, y de como trascenderla”. Al explorar la
naturaleza del miedo como emoción primitiva humana, Salles enfatiza la idea
de que las peores sorpresas y sustos no emanan de eventos externos obvios
sino de la mente donde están nuestros propios demonios infantiles.
Antes de dirigir Agua Turbia (Dark Water), Salles ya conocía, además de
Polanski, Kubrick y Hitchcock, las películas de terror japonesas sobre todo
el trabajo de directores como Kiyoshi Kurosawa: “Esta nueva ola de películas
de terror japonesas, influenciadas por directores tan diversos como
Hitchcock, Tourneur o Dreyer, muestra que lo que nos produce más terror a
veces está dentro de nosotros – pero no sólo eso. Muestra además que el
miedo es el reflejo de la sociedad en que vivimos, y de sus mecanismos de
control”. Salles explica: “ Todos los personajes de Agua Turbia (Dark Water)
son seres solitarios, con barreras sicológicas que impiden que ellos
trasciendan sus territorios – todos, excepto la pequeña Ceci. Un niño no
tiene la noción de límite de los adultos, de las barreras que son impuestas
durante la fase de crecimiento. No hay ninguna imposición social que ya se
haya cristalizado, y por eso ellos aceptan mucho más fácilmente aquello que
para nosotros parece no tener sentido. Por otro lado, los niños tienen un
sentido innato de justicia, de lo que es correcto y de lo que es incorrecto.
Salles concluye: “La niña en esta película es el eje moral de la historia.
Ella acepta cosas que nadie más acepta. Ve cosas que nadie más ve. De cierta
manera, ella hace lo que el pintor a veces hace: saca a luz cosas que otros
todavía no ven”.
JENNIFER CONNELLY:
Las profundidades del sentimiento materno
Para dar vida a Agua Turbia (Dark Water), Walter Salles sabía que
necesitaría una actriz capaz de transitar por una variada gama de emociones
(del amor maternal al desespero de lo incierto). La respuesta fue Jennifer
Connelly, vencedora del Oscar® de mejor actriz secundaria por su actuación
en Una Mente Maravillosa (A Beautiful Mind). Salles quedó impresionado con
la actuación intensa de Connelly en el papel de una joven drogadicta en
Réquiem por un sueño (Requiem for a Dream), de Darren Aranofsky.
Sin embargo, otra razón importante la confirmó como la actriz más adecuada
para el papel: hacía poco tiempo ella había dado a luz, y su instinto
materno estaba, por lo tanto, a flor de piel. “Walter consideraba importante
que la actriz que interpretara a Dahlia fuera madre, pues sólo así podría
entender el lazo entre madre e hija – cualidades que aparecen en el
desempeño de Jennifer”, indicó Ashley Kramer.
Jennifer Connelly quedó intrigada con el misterio y la compejidad de la
historia, pero admite que vaciló en sumergir en esa pesadilla. “Las
historias de terror siempre me sensibilizaron, siento un poco de miedo. Pero
esta historia, por ser sobre una madre intentando construir una nueva vida
para su hija y para ella en medio a circunstancias extrañas, fue algo que me
tocó de verdad. Quedé fascinada por la combinación de una trama que podría
ser asustadora y al mismo tiempo emocionalmente provocadora”.
Ella añade: “Consigo identificarme con Dahlia – tal vez no en el aspecto
sobrenatural, pero seguramente con sus esperanzas y sus temores con relación
a criar la hija. Es interesante como esas pequeñas cosas que comienzan como
molestias cotidianas, como una gotera en el techo, se transforman en algo
terrible. Realidad y pesadilla comienzan a fundirse. Finalmente, es algo
realmente asustador terminar un casamiento y salir por el mundo intentando
comenzar nuevamente su vida en una nueva ciudad”.
Connelly quedó especialmente interesada en el estilo y en el abordaje
sicológico de Walter Salles: “Él tiene una manera muy elegante de abordar el
tema”, dijo. “Él le confiere dignidad y misterio a la historia. Lo mejor de
todo es que el espectador siempre se pregunta si los hechos extraños que
suceden hacen parte de la imaginación de Dahlia o si son realidad. ¿Será que
ella estará simplemente teniendo una crísis debido al estrés del divorcio,
al cambio, o por intentar ser una buena madre? ¿Será que ella estará
sucumbiendo a los propios y antiguos miedos de abandono de su infancia? ¿O
estará, de hecho, corriendo peligro debido a una fuerza sobrenatural que
quiere alguna cosa de ella? Es usted quien decide”.
Además de la gran tensión y de los desafíos emocionales del personaje,
Connelly también necesitó pasar una buena parte del tiempo empapada por el
agua sucia que se apodera de su apartamento. Eso exigió preparación física.
“Estábamos en invierno y filmábamos en un edificio frío, con ropa mojada. Yo
tenía que salir corriendo del set y entrar en una bañera con agua caliente
para calentarme”, recuerda Connelly. “Pero, junto con la historia, los sets
y la fotografía, eso mismo pareció contribuir para la atmósfera
escalofriante”.
Para Walter Salles, “Jennifer es una de las actrices más talentosas y
sensibles con que ya trabajé. Ella nos ofreció un personaje complejo y lleno
de facetas, pero también lleno de integridad y honestidad. Ella es capaz de
causar un gran impacto con la más sutil de las acciones. Es algo que
caracteriza todo su trabajo y es, también, una faceta de Dahlia – pero allí
estaba ella, muy valiente y dispuesta a explorar áreas dolorosas. Hubo
tantas cosas que ella hizo de un modo suave y delicado que yo no las percibí
en el momento, sólo después cuando estábamos montando la película”.
Una vez seleccionada Connelly, comenzó la búsqueda de una pequeña actriz
para interpretar a Ceci, la hija de cinco años de Dahlia. El director de
casting Mali Finn la escogió después de buscar intensivamente una niña capaz
de llenar los requisitos físicos y emocionales del papel. Él vio más de mil
candidatas en video y, finalmente, encontró dos niñas tanto maduras como
instigantes, Ariel Gade y Perla Haney-Jardine. Las dos acabaron actuando en
la película: Gade fue designada para el papel de Ceci y Haney-Jardine
interpretó a Natasha, la niña que desapareció misteriosamente del
apartamento de arriba.
Para Ariel Gade, que tiene seis años de edad, el personaje de Ceci tiene un
perfil que ella admira, fuerte e intrépido. “Me encanta Ceci porque ella es
una niña valiente, no tiene miedo de nada, aunque esté viviendo algo
asustador. Por lo menos, yo creo que es asustador – pero Ceci está
acostumbrada a cosas asustadoras”.
Salles cree que lo importante al trabajar con niños es crear un ambiente de
confianza. “Había una atmósfera protectora en el set y pienso que eso les
dió a Ariel y a Perla, que son muy talentosas, confianza para desarrollar
por entero su potencial”.
Gade, que tuvo que enfrentar fantasmas, demonios ocultos y hasta una escena
de ahogamiento, impresionó al elenco adulto por su total comprometimiento
con el papel. Jennifer Connelly cuenta: “Ariel es una chica dulce y
encantadora, pero también trabaja muy duro. Ella siempre estaba entusiamada
para filmar, sin importarse con las dificultades, y eso fue algo que nos
inspiró a todos los del elenco. Ella y yo nos divertimos mucho en el set y –
especialmente porque tengo un hijo de la edad de ella – sentí que
desarrollamos una relación muy natural del tipo madre e hija”. |
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