|   | 
		
		  
		"PRINCESAS" 
		de Fernando León de 
		Aranoa 
		
		  
  
		 
		Premios Goya  
		MEJOR ACTRIZ PRINCIPAL (Candela Peña) / MEJOR ACTRIZ REVELACIÓN (Micaela 
		Narváez) 
		MEJOR CANCIÓN ORIGINAL (Manu Chao por “Me llaman Calle”) 
		Círculo de Escritores Cinematográficos de España – MEJOR ACTRIZ (Candela 
		Peña) 
		Premio Fotogramas de Plata – MEJOR ACTRIZ (Candela Peña) 
		Premio Cinemanía – Ondas – MEJOR DIRECTOR (Fernando León de Aranoa) 
		Premio del Sindicato de Actores de España – MEJOR PROTAGÓNICO FEMENINO 
		(Candela Peña) / MEJOR ACTUACIÓN DE REPARTO MASCULINA (Luis Callejo) 
		REVELACIÓN EN ACTUACIÓN FEMENINA (Micaela Narváez) 
		 
		PRINCESAS, la cuarta película del realizador FERNANDO LEÓN DE ARANOA, y 
		su primera como productor, cuenta la historia de amistad de Caye y 
		Zulema, dos prostitutas. Una amistad inesperada, no buscada, no 
		planeada, porque a ellas dos, en principio y casi por definición, les 
		toca ser rivales. Ambas trabajan en lo mismo, pero Zulema llega del otro 
		lado del Atlántico y significa la competencia abierta. Juntas aprenderán 
		que su amistad es un hermoso refugio 
		Siempre empeñado en mostrar la realidad menos conocida que rodea la vida 
		cotidiana, FERNANDO LEÓN DE ARANOA señala que quería contar algo que 
		trascendiera el mundo de la prostitución, pero de manera de que la 
		película funcionara como si se tratara de chicas que fuesen cajeras de 
		un supermercado. Apoyado en un excelente reparto integrado en su mayor 
		parte por actrices, el realizador ha sabido recoger con una notable 
		sensibilidad todo lo alegre, doloroso y bello que encierran las vidas de 
		esas heroínas urbanas de la calle; para conseguirlo se sumergió durante 
		un largo periodo de tiempo en un trabajo arduo de documentación. 
		Las prostitutas que pasan por PRINCESAS son mucho más que eso. Lejos de 
		la idea de mujer frívola -típica y tópica-, que se les suele imponer, 
		FERNANDO LEÓN DE ARANOA trata de descubrir a las personas que hay 
		detrás; a esas mujeres que ofrecen su intimidad por dinero pero que no 
		basan su vida sólo en esta transacción. En ese sentido, el tema sexual 
		no es lo más importante para el director. Sin caer en la visión 
		generalizada, plagada de prejuicios, que se tiene de las profesionales 
		del sexo, PRINCESAS se aleja de la crudeza y prefiere detenerse en la 
		ternura de Caye -que interpreta una formidable CANDELA PEÑA -, y de 
		Zulema -que recrea la puertorriqueña MICAELA NÉVAREZ, hasta ahora casi 
		desconocida -. Junto a ellas, todo un eficaz y sensible reparto 
		secundario coral: Gloria (LLUM BARRERA), es la peluquera del barrio; en 
		su negocio se reúnen Caren (VIOLETA PÉREZ), Ángela (MÓNICA VAN CAMPEN), 
		Rosa (FLORA ÁLVAREZ) y Caye para hablar. Son amigas y todas prostitutas, 
		pero lejos de compartir confidencias, debaten con frialdad los golpes 
		fuertes y las caídas de su profesión. 
		Con FAMILIA, BARRIO y LOS LUNES AL SOL, FERNANDO LEÓN DE ARANOA ha 
		obtenido tres Premios Goya al mejor director. CANDELA PEÑA también ha 
		resultado ganadora del Premio Goya a la mejor actriz por TE DOY MIS 
		OJOS, de ICIAR BOLLAÍN. La banda sonora de PRINCESAS ha sido compuesta 
		por ALFONSO DE VILLALONGA, responsable de la música del grupo MARLANGO, 
		y por MANU CHAO. La dirección y el guión son de FERNANDO LEÓN DE ARANOA; 
		son productores el propio FERNANDO LEÓN DE ARANOA y JAUME ROURES; la 
		fotografía es de RAMIRO CIVITA; la dirección artística es de LLORENÇ 
		MIQUEL; el vestuario es de BINA DAIGELER; el maquillaje es de CARLOS 
		HERNÁNDEZ; los peinados son de MANOLO GARCÍA; el montaje es de NACHO 
		RUIZ CAPILLAS; y los Productores Ejecutivos son CARLOS DE MUNS, PATRICIA 
		DE MUNS, SERGIO AGUERO y JAVIER MÉNDEZ. 
		 
		 Cuenta 
		FERNANDO LEÓN DE ARANOA que PRINCESAS arranca de la historia que le 
		contó un amigo. Su madre tenía una peluquería en la que se reunían las 
		prostitutas del barrio, y él, siendo un chico, escuchaba sus 
		conversaciones sin perder detalle. Cuenta también que la idea la 
		escribió de un tirón en un viaje en tren y desde entonces no pudo 
		abandonarla. A punto de iniciar el rodaje de LOS LUNES AL SOL, mandó el 
		guión en un sobre a Madrid para no volver a tocarlo, porque la historia 
		de sus princesas ya lo tenía atrapado. 
		Cuando volvió sobre ella, tras la larga vida de LOS LUNES... –como 
		siempre se refiere a su anterior película–, comenzó su tarea de 
		documentación, un trabajo que cada vez se toma más en serio. Para 
		FERNANDO LEÓN DE ARANOA, la documentación empieza a ser un objetivo en 
		sí misma, más que un medio para escribir bien un guión o para poder 
		hacer una película. «Tiene una parte muy atractiva. Siempre que empiezo 
		un trabajo de documentación lo empiezo pensando que, con ese trabajo y 
		las entrevistas que a veces filmo, haré un documental algún día». 
		Según él, cada vez dedica más tiempo a esta tarea de documentarse y cada 
		vez la disfruta más. «Me parece un lujo, uno de esos regalos que te hace 
		el cine, quizás de los mejores. Porque tienes acceso a que alguien esté 
		dispuesto a abrirse y te cuente cosas de su vida, cosas que de otra 
		forma seguramente no te las contaría, sabiendo que tampoco vas hacer uso 
		de ellas de una manera literal, como puede hacerlo un programa de 
		televisión, sino que después vas a inventar, transformar y poner en boca 
		de los personajes que tienen otra edad, otro aspecto. En esta última 
		película, más que en las otras, ha sido maravilloso». 
		Cuando tan sólo tenía las primeras veinte páginas de la historia 
		escritas, se enteró de forma casual de que en el Museo Nacional Centro 
		de Arte Reina Sofía podía verse una exposición fotográfica de MAYA GODED, 
		titulada SEXOSERVIDORAS, que es como llaman a las trabajadoras del sexo 
		en México. «Había, además de la exposición, una charla del colectivo 
		Hetaira, que trabaja por la defensa de los derechos de las prostitutas. 
		Dos años después, cuando ya empecé a escribir la historia, volví a 
		contactar con la gente del colectivo. Me costó un poco hablar con ellas, 
		todas estaban muy ocupadas haciendo manifestaciones. Finalmente lo 
		conseguí y tuve la suerte de que confiaran en el proyecto, en mí, que me 
		dejaran acompañarlas en su trabajo». Durante un largo tiempo, FERNANDO 
		LEÓN DE ARANOA se convirtió en uno más dentro del colectivo Hetaira y 
		participó en reuniones, manifestaciones, concentraciones, jornadas de 
		debate y fiestas. Además, se sentó durante largas noches en la rueda de 
		auxilio de la Libertina, la furgoneta con la que cada semana se visitan 
		las zonas donde se ejerce la prostitución, y trabajó repartiendo 
		bebidas, galletas, folletos, condones. Dice que empezar a acompañarlas 
		en su trabajo fue para él la parte más interesante, más especial, por lo 
		que supuso de contacto con la realidad. «Las mujeres de Hetaira, además 
		del trabajo asistencial, crean a lo largo de los años una relación con 
		las chicas. Y se sienten cómodas a pesar de ser gente que no pertenece a 
		su mundo, pero con quienes hablan de sus problemas y tratan de 
		resolverlos. Les dan un poco de tranquilidad. Es algo que quizás no se 
		puede escribir en un folleto de ayuda, pero es muy importante; de las 
		cosas más conmovedoras que he visto. Es pura socialización». 
		Pero sobre todo trabajó escuchando. FERNANDO LEÓN DE ARANOA señala que 
		ha tenido el privilegio de poder estar muy cerca de muchas chicas, de 
		poder hablar con ellas, de escucharlas. Y añade que empezó este trabajo 
		con la idea de hacer unas entrevistas y que, no obstante, poco a poco se 
		fue dando cuenta de que eso era lo menos útil de todo; que, en realidad, 
		lo mejor era estar ahí.«Hay un momento en que eres parte del mobiliario 
		simplemente, y escuchas sus conversaciones igual que ellas escuchan las 
		tuyas. Ves la normalidad de esas personas, y eso es impagable». 
		 El 
		realizador ya tenía la historia armada y sabía, en líneas generales, lo 
		que quería contar, pero necesitaba contrastar su ficción con la 
		realidad: «Intentas entender a través de la documentación, oler un poco, 
		quedarte con un aroma, encontrar un espíritu. No buscas una trama, un 
		argumento. Eso sale de la mezcla de varias cosas, de la imaginación. 
		Quería saber cómo es de dramático, cómo es de esperanzado, cuánto hay de 
		ternura, lo que hay de dolor, lo que hay de alegría, lo que hay de 
		juerga también. Eso no lo consigues yendo un día y preguntando. 
		Seguramente no te van a contestar o te van a decir una cosa que 
		seguramente no sea cierta. Para entender, necesitas hacerlo durante un 
		largo tiempo, porque esa conclusión no la sacas ni en un día ni en dos. 
		Normalmente, partes de una intuición. Aparecen cosas que intuiste y 
		otras sorprendentes, que suelen ser las más interesantes» 
		Así, FERNANDO LEÓN DE ARANOA captó la belleza presente en las 
		conversaciones de esas mujeres sobre sus hijos, sus novios, sus 
		familias; la belleza inherente en sus miradas, en sus vestidos y 
		peinados, en el contenido de sus mochilas, en la forma de enfrentarse al 
		mundo: «Luego hay detalles –cómo atienden el teléfono, por ejemplo– que 
		parece que son una tontería, pero que te hacen falta para escribir un 
		guión. Se trataba de comprobar si no estaba muy equivocado sobre lo que 
		estaba escribiendo. Lo del piso compartido de Zulema surgió realmente en 
		una conversación con Marga, una chica albanesa. Ella hablaba de sus 
		problemas, de sus diferencias culturales con una familia de ecuatorianos 
		con la que compartía casa, de las broncas con la música, con la ducha... 
		La película se construye con todas esas pequeñas cosas, y hay docenas de 
		ellas». 
		DE ARANOA tampoco quería narrar su film desde el punto de vista del 
		cliente, mostrando a las chicas alineadas a un costado de la carretera a 
		través de la ventanilla del coche. Explica que le interesaba el 
		contraplano de esa mirada; no el diálogo entre el cliente y la 
		prostituta, sino la chica que se da vuelta y se pone a hablar con otra 
		compañera. «Tenía que estar allí cuando se diera vuelta. Las chicas 
		tenían mucha confianza y para ellas no era un problema que yo estuviera 
		en la furgoneta acompañándolas. Eso me lo hizo todo muy fácil. Una de 
		las primeras cosas que descubrí es que, como en cualquier otro mundo, 
		todo es bastante ambiguo, las fronteras no están tan claras, tenemos 
		visiones bastante esquemáticas de las cosas. Es un mundo tan complejo 
		como el que más, con tantas posibilidades y situaciones distintas como 
		personas lo componen. Cada chica con la que hablaba tenía una 
		circunstancia vital completamente distinta». 
		Antes de comenzar el rodaje, y ya cerrado el casting, con CANDELA PEÑA 
		como Caye y MICAELA NEVÁREZ como Zulema, DE ARANOA regresó a la 
		geografía de sus prostitutas acompañando esta vez a las actrices. 
		MICAELA afirmaba: «Ahora voy a ver dónde nace Zulema». Todo el equipo 
		técnico y artístico de PRINCESAS se volcó en el proyecto y mimó a las 
		chicas de la calle. DE ARANOA quería que le devolvieran la visita, que 
		fueran ellas ahora quienes se desplazaran hasta el rodaje, que formaran 
		parte de su película. Quería que le dieran una mano y no sólo que 
		aparecieran en la película. «Me interesaba que me ayudaran a 
		transmitirle a las actrices cómo esperan, cómo se plantan delante de un 
		coche. Me daba mucha confianza tenerlas cerca». 
		“Después, casi un año más tarde, tuve muchas ganas de mostrarles la 
		película, porque sentía la necesidad de devolvérsela de algún modo, y 
		también algo de temor: Sobre todo a la gente que ha estado ahí, 
		ayudándote, esforzándose, contándote cosas. Todo está reinventado en la 
		película. Miedo siempre da. Pero esto me pasa siempre. Me ocurrió cuando 
		mostré LOS LUNES... a la gente de los astilleros ». 
		En el preestreno en Madrid las chicas volvieron a acompañarle. No paraba 
		de repetir, y con él todo su equipo, que lo que más le importaba esa 
		noche era la opinión de ellas. Y hubo momentos especiales en donde ellas 
		aplaudieron con intensidad. Y de nuevo, un corrillo donde conversar, 
		pero esta vez no en la Libertina, sino en la misma sala, con la mayoría 
		de los demás invitados ya fuera. Fue lo que él llamó, contento y 
		orgulloso, “su primer cinefórum”. 
		FERNANDO LEÓN DE ARANOA anhela que quienes vayan a ver la película se 
		sientan cerca de las protagonistas, que éstas no les resulten ajenas, 
		que entiendan sus motivaciones. Le gustaría, como él dice, que tuvieran 
		la sensación de que las conocen, de que las han visto antes. «Estaría 
		muy bien si se quedaran con una idea parecida a la que me quedé yo 
		durante todo el proceso de documentación. Los personajes de las 
		películas sólo existen si alguien los imagina, los inventa, si alguien 
		piensa en ellos, como dice el personaje de Caye en la película varias 
		veces, algo que repite su madre: “Existimos porque alguien piensa en 
		nosotras y no al revés”. Gracias a Zulema, Caye existe. Zulema piensa en 
		ella y le da la vida. Ahora, si la gente piensa en los personajes, los 
		recuerda y los considera ante todo como personas, les estará haciendo 
		existir. Es algo parecido a lo que pide Caye para sí, lo que pide para 
		ellas». 
		 
		 Ésta 
		es la historia de dos mujeres, de dos putas, de dos princesas. Una de 
		ellas se llama Caye, tiene casi treinta años, el flequillo de peluquería 
		y un atractivo discutible, de barrio. Tiene además una madre a la que no 
		le gusta visitar los domingos porque en ella se ve a sí misma, 
		reflejada: Pilar es un espejo ingrato para Caye, lo que la chica ve en 
		él no le gusta, porque lo sabe futuro probable, cercano.  
		Zulema es una princesa desterrada, dulce y oscura, que vive a diario el 
		exilio forzoso de la desesperación. Lleva siempre encima una fotografía 
		de su hijo, un trocito de esperanza plastificada en 3x4, que saca a cada 
		rato de su cartera para enseñársela a sus compañeras de cuneta, aunque 
		la que de verdad necesita verla es ella.  
		Cuando se conocen están en lugares diferentes, casi enfrentados. Son 
		muchas las chicas aquí que ven con recelo la llegada de inmigrantes a la 
		prostitución: les restan espacio y clientes con su exotismo, abaratan 
		los precios, dificultan su difícil trabajo. Caye y Zulema no tardan en 
		comprender que, aunque a cierta distancia, las dos caminan por la misma 
		cuerda floja. De su complicidad nace esta historia.  
		Caye se enamora luego de un Manuel. En él quiere ver al que será el 
		hombre de su vida, aunque lo sea sólo por un rato. Caye no sabe amar, 
		porque lo ha hecho poco, por eso se acelera y lo hace con torpeza, a 
		trompicones. Quiere dar todo lo que tiene guardado, que es mucho, y 
		acude a su segunda cita con el corazón en la mano, dispuesta a 
		entregarlo. Como si fuera un maniquí, Caye coloca sobre Manuel todos sus 
		deseos. Y es difícil estar a la altura de los deseos de Caye.  
		Mientras, Zulema se hace fotografías furtivas entre las cajas de los 
		supermercados: demostrará con ellas a sus padres que trabaja de cajera, 
		como les dijo en sus primeras cartas, hoy ya lejanas. Luego, de noche, 
		camina otra vez desnuda entre los árboles asombrados de la Casa de 
		Campo. Funambulista experimentada, hace equilibrios por el alambre 
		afilado de sus arcenes, entre el caudal lento y metalizado de los 
		coches, dando traspiés sobre la tierna fragilidad de sus veintitantos 
		años desnudos.  
		Dice Caye que las princesas son tan sensibles que no pueden vivir 
		alejadas de sus reinos porque se morirían de pena. Algo de razón debe 
		tener, porque a Zulema los días cada vez se le hacen más difíciles, los 
		silencios más largos, los alambres más estrechos. Su imprevista amistad 
		les dará a las dos un refugio temporal, una habitación soleada, 
		compartida, en la que sentarse a conversar con desacostumbrada ternura y 
		reírse, de todo y de nada en concreto, ajenas, tranquilas; como si 
		afuera hubieran dejado hoy la culpa y los pasos en falso; como si el 
		tiempo aquí, por verlas mejor, pasara más despacio junto a ellas.  
		En esta historia hay además una peluquería con pretensiones de salón de 
		belleza que las chicas frecuentan más en busca de conversación que de 
		cortes de pelo. En ella discuten, comentan, ríen y se pelean, los 
		móviles siempre a mano, sin dejar de sonar. Aquí conoceremos a Blanca, 
		la princesa desheredada, la que una vez tuvo belleza, juventud y dinero, 
		hoy siempre detrás de un cuarto de baño. La droga se lo quitó todo 
		excepto el encanto, que de tanto no fue capaz.  
		Y conoceremos también a Caren, a Ángela, a Rosa… y a las otras, las 
		mujeres invisibles, las de la mirada secreta. No encontraréis a nadie, 
		político o cliente, que admita haberlas visto, haber escuchado de su 
		boca palabra, risa o lamento. Oiréis a muchos hablar en su nombre, nunca 
		a ellas. Cuando las quieran salvar, cuando las quieran esconder, cuando 
		las quieran echar, tampoco podréis escucharlas, porque nadie les 
		pregunta, nada, nunca. Pagan a diario los altos impuestos de la 
		precariedad y el desprecio, ponen cada noche su corazón a doble o nada; 
		deambulan confundidas, nocturnas, por los bosques desencantados que 
		circundan las ciudades, buscando acaso el billete de regreso que una vez 
		perdieron.  
		Sin embargo, cada noche, en la Casa de Campo, sale vaho de sus bocas 
		cuando ríen, reunidas en torno a la hoguera cómplice de su conversación. 
		Si escucháramos con atención las oiríamos hablar con una ternura 
		desacostumbrada de sus novios, de sus hijos, de lo que la vida tiene aún 
		reservado para ellas; las oiríamos discutir, prometer, lamentarse a 
		veces, aunque discretamente, sin perjuicio de la alegría. Si 
		escucháramos, las oiríamos también celebrar su cumpleaños un día, con un 
		pollo rostizado comprado a los ambulantes que frecuentan sus espacios. 
		Luego el brindis emocionado, cerveza y plástico, las palabras que se 
		anudan en la garganta, los aplausos y las risas, los bolsillos de la 
		memoria cedidos ya a fuerza de tanta ausencia. 
		Mientras, a su espalda, el horizonte soberbio de la ciudad duerme 
		tranquilo, ajeno a todo. Pero allí arriba, arriba, está la vida, 
		hablando en muchas lenguas distintas el idioma común de la esperanza – 
		Fernando León de Aranoa 
		 
		CAYE/ CANDELA PEÑA 
		CANDELA PEÑA nos ha regalado, en apenas una década, algunos personajes 
		insustituibles del cine español. Se destacan, entre ellos, Ana, la 
		hermana a contracorriente de TE DOY MIS OJOS, de ICIAR BOLLAÍN, que le 
		permitió llevarse un Goya a casa; y la entrañable educadora sexual 
		Carmen de TORREMOLINOS 73, dirigida por PABLO BERGER, reconocida por 
		jurados cinematográficos de numerosos Festivales, como Miami y Toulouse, 
		o por el Círculo de Escritores Cinematográficos de Cataluña. Ha sido 
		también Nina Cruz, la apasionada actriz politoxicómana de TODO SOBRE MI 
		MADRE, firmada por PEDRO ALMODÓVAR. Sufrió lo suyo en la piel de Alba, 
		la protagonista de INSOMNIO, de CHUS GUTIÉRREZ. Nos invitó a descubrir 
		nuevos horizontes como Trini en HOLA, ¿ESTÁS SOLA?, de ICIAR BOLLAÍN, y 
		deslumbró como Vanesa en su primer largometraje, DÍAS CONTADOS, de 
		IMANOL URIBE. Otros muchos títulos, avalados por algunos de los 
		directores más prestigiosos del cine español, la incluyen en su reparto, 
		es el caso de DESCONGÉLATE, SIN VERGÜENZA o LA CELESTINA. 
		 
		ZULEMA/ MICAELA NEVÁREZ 
		PRINCESAS es el primer largometraje protagonizado por la puertorriqueña 
		MICAELA NEVÁREZ, aunque su trayectoria en cine y televisión en su país 
		de residencia, EEUU, incluye títulos como THE LOWER EAST SIDE PROJECT, 
		dirigido por NETTIE MÁRQUEZ, las producciones AMERICAN DAIRY COUNSIL, de 
		Max Mambrú Films, INSIDE SECRETS TO WINNING CONTEST, de War Chest 
		Productions, o MY BOYFRIEND BUYS ME EVERYTHING, de Piscataway TV. Lo que 
		ha convertido, sin embargo, a MICAELA en un rostro conocido para los 
		espectadores norteamericanos ha sido su colaboración en uno de los 
		programas que lideran la burbujeante parrilla catódica de ese país, LATE 
		NIGHT WITH DAVID LETTERMAN. Y fuera ya de las pantallas, dos montajes se 
		destacan entre sus créditos teatrales, A MIDSUMMER NIGHT’S DREAM, bajo 
		la dirección de JONAS JURASAS, donde interpretó a Hernia; y FROM THE 
		LANDS OF FIRE AND ICE, en versión del director JOE HAET presentada en el 
		Festival de Edimburgo y donde encabezaba el reparto. 
		 
		 
		Hay algo en este filme, bellamente escrito y profundamente coherente con 
		la trayectoria anterior de su creador, Fernando León de Aranoa, que lo 
		diferencia de Familia, de Barrio, de Los lunes al sol y que permite 
		apreciar en lo que vale el riesgo que asume el director en la que es 
		también su primera película como productor. Ese algo es, ni más ni 
		menos, el proponer una ficción que se sostiene sólo con unos pocos hilos 
		argumentales (una relación de a dos, la que establecen una prostituta 
		española, Candela Peña, y otra extranjera, Micaela Nevárez; una 
		peluquería en la que recalan, de cuando en cuando, las putas de un 
		barrio cualquiera de Madrid; una familia, la de Peña, preñada de esos 
		silencios y esas angustiosas oquedades que tan bien conocen los 
		espectadores del cine anterior de León). Y nada más. No hay aquí espacio 
		para la pequeña heroicidad, como en Los lunes..., ni para el retrato 
		sociológico, como en Barrio; ni siquiera elementos de suspenso que 
		mantengan la atención del espectador. Y sin embargo, la (poca) acción de 
		Princesas se asienta sobre bases no menos sólidas. En primer lugar, en 
		unos diálogos cargados de sentido y, a ratos, recorridos por un extraño 
		hálito de belleza. Luego, en la forma en que se va trazando la relación 
		entre las dos protagonistas, que va subiendo peldaños, pasito a pasito, 
		de secuencia en secuencia, hasta un final no por esperado menos rotundo 
		y satisfactorio. Y en tercer lugar, también por elementos estilísticos 
		inéditos en nuestro hombre, por ejemplo, una cámara muy ágil, que se 
		mueve en los límites de la luz y que dota a la escena de una cualidad de 
		realismo superior incluso al de las anteriores películas de León de 
		Aranoa. 
		Todo ello al servicio, y es una opción que hay que aceptar y entrar en 
		ella, o de lo contrario se queda uno limpiamente en fuera de juego, de 
		una historia personal, en la que tal vez lo de menos es que sus 
		protagonistas sean putas, y lo de más, que sepan superar los límites 
		impuestos por un oficio siniestro y por unas condiciones sociales y 
		legales rígidas y predeterminadas. 
		Habrá quien le reproche al director que no profundice más en el entorno 
		de la prostitución, o que se pronuncie sobre algunos aspectos anexos a 
		ella que son los que un debate público sobre el tema pretendería 
		(legalización sí o no, por ejemplo). Pero no es ésta la intención de 
		León: mucho más humilde, se limita a proponer una historia en la que lo 
		que importa es el factor humano, los deseos truncos (esa "nostalgia de 
		futuro" de la que habla Peña), la dureza del día a día. Esta opción 
		resta discurso social, es cierto, pero no desmerece ni un ápice el fondo 
		de la historia, ese cariño que crece en el infortunio, esa relación que 
		se ahonda en la desgracia, pero sin caer nunca en llantos fáciles ni en 
		tremendismos al uso: el equilibrio que obtiene León de Aranoa entre 
		emoción y descripción de personajes es, de lejos, el mayor patrimonio de 
		un filme que se beneficia de otros muchos valores: de un trabajo 
		sobresaliente de sus intérpretes (y en especial de Peña: es su mejor 
		interpretación en 10 apretados años de una carrera muy autoexigente), de 
		una factura impecable, de un guión primoroso, de unos diálogos que 
		parecen escritos desde el alma. M TORREIRO – EL PAIS 
		
			Título 
			Original: PRINCESAS – Año:2005 – Origen: España – Duración:105 
			minutos.  
			Una Producción REPOSADO – MEDIAPRO 
			 
			Dirección y Guión: FERNANDO LEÓN DE ARANOA 
			Productores: FERNANDO LEÓN DE ARANOA, JAUME ROURES 
			Fotografía: RAMIRO CIVITA 
			Dirección artística: LLORENÇ MIQUEL 
			Vestuario: BINA DAIGELER 
			Maquillaje: CARLOS HERNÁNDEZ 
			Peinados: MANOLO GARCÍA 
			Montaje: NACHO RUIZ CAPILLAS 
			Música: ALFONSO DE VILALLONGA, MANU CHAO 
			Sonido: MIGUEL REJAS y POLO ALEDO 
			Línea de producción: MARINA ORTIZ 
			Productores Ejecutivos: CARLOS DE MUNS, PATRICIA DE MUNS, SERGIO 
			AGUERO y JAVIER MÉNDEZ -  
			 
			ELENCO 
			 
			CANDELA PEÑA (Caye) 
			MICAELA NEVÁREZ (Zulema)  
			MARIANA CORDERO (Pilar)  
			LIUM BARRERA (Gloria) 
			VIOLETA PÉREZ (Caren) 
			MÓNICA VAN CAMPEN (Angela) 
			FLORA ÁLVAREZ (Rosa) 
			MARÍA BALLESTEROS (Blanca) 
			ALEJANDRA LORENTE (Mamen) 
			LUIS CALLEJO (Manuel) 
			ANTONIO DURÁN “MORRIS” ( Funcionario) 
			PERE ARQUILLUÉ (Carlos) 
			PEPA ANIORTE (Alicia) 
			ALBERTO FERREIRO (Voluntario) 
			ENRIQUE VILLÉN (Dueño bar) 
   
		 | 
		  |