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En 1997, el autor Arthur Golden ofreció a los lectores una intoxicante y
cautivadora historia de un mundo oculto en su aclamada novela, Memorias
de una Geisha. La arrolladora épica romántica estuvo dos años en la
lista de best-sellers de The New York Times, vendió más de cuatro
millones de copias en inglés y es ya traducido a más de 32 idiomas.
Ahora, el director nominado para el Oscar, Rob Marshall (Chicago) y los
productores Douglas Wick y Lucy Fisher, y Steven Spielberg, junto con un
ovacionado reparto internacional y un equipo ganador de premios traen a
la pantalla grande esta hipnotizadora fábula.
SINOPSIS
Ubicada en un mundo misterioso y exótico que en la actualidad sigue
teniendo un potente hechizo, la historia comienza en los años antes de
la Segunda Guerra Mundial, cuando una niña japonesa es arrebatada de su
paupérrima familia para trabajar como sirvienta en la casa de una
geisha. A pesar de una traidora rival que prácticamente le rompe el
alma, la chica crece para convertirse en la legendaria geisha Sayuri.
Hermosa y versada, Sayuri cautiva a los hombres más poderosos de sus
días, pero la persigue su secreto amor por uno de los hombres que está
totalmente fuera de su alcance.
Columbia Pictures, DreamWorks Pictures y Spyglass Entertainment Presenta
una Producción Amblin Entertainment/Douglas Wick y Lucy Fisher Memorias
de una Geisha protagonizada por Ziyi Zhang, Ken Watanabe, Michelle Yeoh,
Koji Yakusho, Youki Kudoh, Kaori Momoi, Tsai Chin, Cary-Hiroyuki Tagawa,
Suzuka Ohgo y Gong Li. La cinta fue dirigida por Rob Marshall con el
guión de Robin Swicord basado en el libro de Arthur Golden. Los
productores son Lucy Fisher, Douglas Wick y Steven Spielberg. El
coproductor es John DeLuca. Los productores ejecutivos son Roger
Birnbaum, Gary Barber, Patricia Whitcher y Bobby Cohen. El director de
fotografía es Dion Beebe, ACS, ASC. El diseñador de producción es John
Myhre. El editor es Pietro Scalia, A.C.E. La diseñadora de vestuario es
Colleen Atwood. La música es de John Williams.
Las mariposas de la noche…
La geisha ha sido siempre una figura de fascinación en el Japón y en
todo el mundo. Durante siglos, han emergido de sus hogares entre las
sombras como las mariposas de sus orugas, para las rondas nocturnas a
sus compromisos en alguna casa de té. Las noches sociales han sido
siempre una parte importante de los negocios del Japón, y la presencia
de las geishas refleja bien al anfitrión quien puede darse el lujo de
tener compañeras tan glamorosas.
Ni esposa ni prostituta, una geisha es una artista que se gana la vida
entreteniendo a hombres poderosos. La palabra gei (se pronuncia “guei”)
significa “arte” en japonés. Una geisha es bailarina, cantante y música
entrenada, así como una graciosa conversadora. Ríe con las bromas y
ocurrencias de sus clientes, y nunca revela los secretos de éstos. Ella
crea drama con un simple movimiento ligero de su abanico.
Años de arduo trabajo y auto disciplina la han transformado en esta
refinada criatura, pero debajo de las capas de su kimono y la máscara
neutra de su maquillaje se encuentra una mujer de carne y hueso con su
propia historia, decepciones y sueños. Los secretos que guarda más
celosamente pertenecen únicamente a su corazón.
Los distritos geisha descritos tan vívidamente en la novela de Arthur
Golden todavía existen hoy en día, y la geisha auténtica continúa
entreteniendo en elegantes y antiguas casas de té. Se visten, se adornan
y se desempeñan como lo han hecho las geishas por siglos. Las mujeres
que se convierten en geishas actualmente por lo general llegan a esa
profesión impulsadas por su interés en las artes tradicionales y pueden
permanecer en ella sólo unos cuantos años. En una época las mujeres más
populares de su país, las geishas más poderosas fueron las supermodelos
de sus días hasta que llegó lo “moderno” y las definió como el Occidente
en Japón.
Memorias de una Geisha empieza en 1929, cerca del final de la época de
oro de las geishas. Contada como una fábula desde un mundo a punto de
desaparecer, la película se ubica en un hanamachi o distrito geisha
ficticio.
Conforme Sayuri (Ziyi Zhang) entra en este mundo oculto, se le enseña
que una geisha no tiene libertad de amar o perseguir su propio destino.
Su maestra, la geisha legendaria Mameha (Michelle Yeoh), entiende los
límites de una relación íntima con un patrón o danna especial, y enseña
a Sayuri a reprimir siempre sus sentimientos. A diferencia de la
desafiante rival de Sayuri, Hatsumomo (Gong Li), Mameha sabe que una
buena geisha no puede darse el lujo de caer en las redes de la pasión
por ningún hombre.
Aun así, Sayuri no puede olvidar un momento de inesperada amabilidad que
experimentó siendo muy joven. La memoria de ese momento brilla como un
espejismo y la sostiene en todos sus años de sufrimiento. Observando su
vida en retrospectiva, recuerda a “una pequeña niña con más valor de lo
que se imaginaba”, y reflexiona “éstos no son los recuerdos de una
emperatriz, ni de una reina. Éstas son memorias de otro tipo”.
El complemento perfecto…
Ziyi Zhang experimentó una reacción bastante usual después de leer la
novela Memorias de una Geisha de Arthur Golden. “No podía creer que un
hombre escribiera este libro sobre la vida de una mujer”, dice la
actriz. “Y menos que fuera un norteamericano quien escribió con tanto
detalle sobre una subcultura japonesa tan poco conocida”.
El
director Rob Marshall saboreó el mundo exótico en el cual se desarrolla
la historia, pero dijo que se sintió igualmente atraído por la
universalidad de la condición de la joven huérfana Chiyo y su eventual
triunfo después de una reunión accidental que cambia el curso completo
de su vida. “Esta historia vive en un mundo muy específico y aún así el
tema fundamental del triunfo del espíritu humano contra todas las
dificultades se conecta con cualquier cultura”, dijo Marshall. “El hecho
de que esta niña, después de haber sido arrancada de su hogar y vendida
como esclava, pueda sobrevivir y finalmente encontrar el amor, es para
mí algo profundamente conmovedor. Especialmente cuando ese amor es algo
prohibido para ella”.
Los temas de la novela respecto a esperanza y supervivencia inspiraron a
los productores Douglas Wick y Lucy Fisher, socios de Red Wagon
Entertainment, en su búsqueda por adaptar la novela para hacerla
película. “Se trataba de un personaje triunfante en un mundo extraño y
suntuoso”, dijo Wick, “y eso era obvio que debía ir a la pantalla
grande”.
Wick, el productor ganador del Academy Award por Gladiador, adquirió
los derechos de la película casi inmediatamente después de la
publicación de la novela y dio una copia a Amy Pascal, presidente de
Columbia Pictures, (entonces a la cabeza de producción en el estudio).
Fisher, quien era entonces vicepresidente del Grupo Columbia Tristar
Motion Picture, dijo: “Era tan cautivadora, no podía dejar de leer el
libro. Todos creímos que tenía un potencial demasiado vívido para el
cine en términos de sus roles y su vida visual”.
Entre las grandes fortalezas del libro estaban las observaciones
penetrantes de Sayuri al descubrir un mundo que ella (junto con la
mayoría de los lectores) nunca habrían imaginado. “Sabíamos que iba a
ser todo un reto capturar la esencia de su monólogo interior”, dijo
Fisher, “pero también era una gran oportunidad. Era retomar la memoria
de una mujer cuya vida da un giro impresionante cuando tiene sólo nueve
años de edad. Mucho de lo que ella comparte se ve primero a través de
los ojos de una niña, lo cual nos dio libertad para contar su historia
más como una fábula”.
Después de trabajar como ejecutivo en muchas películas con Steven
Spielberg, Fisher anticipó que también él caería bajo el hechizo de la
novela. Firmó como director y así comenzó la preproducción preliminar.
“Culturalmente, era una de las historias más fascinantes que he visto
jamás”, dijo Spielberg. “Me conmovió mucho la historia de amor, la
rivalidad entre Sayuri y Hatsumomo, y la prueba de amistad entre el
Director y Nobu. Pensé que el público de todo el mundo estaría fascinado
porque no es sólo importante culturalmente como leyenda o historia del
Japón. Es significativa para la gente de cualquier país. Para mí
ciertamente lo fue”.
Sin embargo, después de estar a punto de iniciar varias veces, se hizo
claro que la agenda de Spielberg no podía acomodarse al demandante
proyecto, entonces se hizo a un lado, permaneciendo en el consejo como
productor. Con la silla del director vacía y docenas de candidatos
rivalizando por el proyecto, Wick y Fisher iniciaron su búsqueda por el
complemento perfecto.
Sensación de tiempo y lugar…
En cuanto Fisher y Wick vieron un avance de la película Chicago,
supieron que habían encontrado a su director. Una intrépida presentación
moderna de un cuento que data de épocas pasadas, el debut de la película
de Rob Marshall fue una sensación entre la crítica y un éxito comercial,
reconocida con una larga lista de importantes premios que incluyen el
Oscar por Mejor Película y cinco Academy Awards adicionales. Marshall
recibió nominación al Oscar® por mejor Director y el Premio Director’s
Guild.
Cuando Fisher y Wick se sentaron por primera vez con Marshall y
escucharon su visión de la película, “fue vigorizante”, dijo Wick.
“Transformar una excelente obra de arte de un medio a otro es un desafío
enorme, pero Rob tenía una claridad absoluta sobre cómo manejar la
novela. Ver y sentir la película reflejaría que se trataba de una parte
de los recuerdos que se dijeran años después: la sensación de tiempo y
lugar experimentados a una temprana edad más que la recreación literal.
Podíamos casi ver la película cuando hablábamos de ella. Rob no temía
aportar su propia visión estética al material, igual que como lo
demostró con su innovador enfoque en Chicago. Quería que el público
experimentara la maravilla que siente Sayuri cuando descubre el mundo
geisha”.
El autor Arthur Golden se sintió igualmente entusiasmado cuando supo que
Marshall dirigiría a película. “Me enamoré locamente de Chicago,” dijo.
“Era una versión mejor de la obra de teatro que también me encantó.
Entonces cuando escuché que Rob estaba interesado en dirigir le película
de mi novela, ¡sentí una gran emoción!”
Lo primero que hizo Marshall en preparación para el proyecto fue volver
a leer el libro. “Tenía que emprender la jornada desde el principio y
ver qué me impactaba”, dijo.
El director estaba perfectamente consciente de que no iba a prepararse
para hacer un documental sobre geishas. “Sabía que el drama de estos
personajes combinado con la seducción y lo exótico de su mundo nos
permitiría lograr algo único y arrebatador”, dijo. “Y aunque sabía que
iba a tener que desviarme de la tradición cuando fuera necesario para
cumplir con mi visión de la historia, necesitaba primero entender
profundamente la realidad”.
“Sabía que el drama de estos personajes combinado con la seducción y lo
exótico de su mundo nos permitiría lograr algo único y arrebatador”,
dijo.
Poco después, Robin Swicord (Mujercitas, Matilda) subió a bordo para
escribir un borrador del guión. Marshall y los productores estuvieron
siempre en contacto con Golden mientras se le daba forma al guión. “Rob
me dijo desde el principio: ‘quiero hacer una película que te encante’”,
recuerda Golden. “Pasamos muchas horas hablando sobre cómo se contaría
la historia y discutiendo maneras de mejorar la película. Me envió todos
los borradores del guión”.
Luego Marshall reunió a los integrantes clave de su equipo para un viaje
al Japón. “Había decidido vender la historia de Sayuri como una
sensación de tiempo y lugar, pero necesitaba entender a conciencia
primero la realidad”, explicó el director. “Todos estuvimos de acuerdo
en que la inmersión total en el mundo de Sayuri era la única manera de
empezar, así que volamos a Kioto juntos para experimentar todo lo
posible”.
El grupo de 10 personas visitaron museos y santuarios, recorrieron una
fábrica de kimonos, asistieron a una competencia de sumo, se subieron en
jinrikishas (pequeño carruaje de dos ruedas, tirado por un hombre),
exploraron la costa del Mar de Japón, asistieron al festival de danza de
primavera y observaron a una aprendiz de geisha (Maiko) mientras
aplicaba su maquillaje y se vestía. Marshall y John DeLuca, coproductor
y coreógrafo de la cinta, fueron invitados a pasar detrás del escenario
a observar al legendario actor y bailarín Tamasaburo Bando prepararse
para una presentación de Kabuki. Sus anfitriones japoneses también les
arreglaron una noche de entretenimiento con geishas en la exclusiva casa
de té Ichiriki.
Absorber la atmósfera de Gion y otros hanamachi (distritos geisha) fue
vital para su misión. “Dion (Beebe, director de fotografía de la
película), Rob y yo nos permitimos perdernos y sólo tomar fotografías”,
dijo el diseñador de producción, ganador del Oscar®, John Myhre. “Cuando
llegó el momento de construir el set, consultábamos esas fotografías y
decíamos: ‘ese techo se vería muy bien con este tipo de ventana, que
también se vería perfecta con este tipo de puerta’”.
Ya estaban identificadas las locaciones para grabar, pero Marshall,
Myhre, Beebe y la productora ejecutiva Patricia Whitcher se dieron
cuenta de que no podrían grabar toda la película en el Japón. “Cuando
analizamos la cantidad de trabajo que teníamos que hacer en las calles”,
explica Whitcher, “no había manera de poder interrumpir la actividad de
toda una comunidad durante tanto tiempo a fin de recrear lo que
necesitábamos para contar esta historia”.
Además, los hanamachi japoneses o distritos geisha, habían cambiado
mucho desde el periodo en el cual se desarrolla la película. “Incluso en
las hermosas ciudades antiguas, no podíamos encontrar un área de
negocios que no estuviera invadida de elementos modernos”, dijo
Marshall. Pero el grupo llegó a casa inspirado por su experiencia
compartida y por la serie colectiva de referencias a partir de las
cuales trabajarían durante los meses siguientes.
Buscando a Sayuri…
Representar a Sayuri habría sido el sueño de muchas actrices, pero el
papel tenía muchos requisitos exigentes. La actriz que representara a
Sayuri adulta tendría también que representarla como Chiyo, la sirvienta
adolescente. “Vemos a este personaje pasar de niña a mujer, de sirvienta
a superestrella, y no queríamos partir eso en dos partes diferentes”,
enfatizó Marshall. “Nuestra actriz tenía que ser creíble como una chica
de 15 años, al igual que una mujer de 30. También tenía que ser una
actriz fuerte y hablar inglés. Necesitábamos una bailarina brillante
también porque la danza es muy importante en el mundo geisha y un
elemento clave en la historia personal de Sayuri”.
Zhang recordada por su extraordinaria actuación en la película de Ang
Lee, nominada para el Oscar, Crouching Tiger, Hidden Dragon, por la
cual ella ganó los Premios Independent Spirit y Toronto Film Critics por
Mejor Actriz de Reparto, con papeles en House of Flying Daggers y la
nominada para el Oscar, Héroe para el director Zhang Yimou. Fue
nominada para el Premio BAFTA como Mejor Actriz por la cinta House of
Flying Daggers, y ganó el Premio 2005 a Mejor Actriz de la Sociedad
Fílmica de la Crítica de Hong Kong por su presentación en la ovacionada
por la crítica 2046 de Wong Kar-Wei. Zhang cantó y bailó en Raccoon
Palace, la última película del director japonés octagenario Seijun
Suzuki.
Los papeles esenciales de Mameha (maestra de Sayuri) y Hatsumomo (la
rival de Sayuri) se dieron a dos superestrellas del cine asiático, la
glamorosa Michelle Yeoh, quien había aparecido con Zhang en la popular
cinta Crouching Tiger, Hidden Dragon, y la legendaria Gong Li.
Li, quien también actuó en 2046, hace su debut en una cinta
norteamericana como la rival de Sayuri. Su trabajo en la pantalla
incluye una serie de extraordinarias presentaciones en películas para el
director Zhang Yimou incluyendo Ju Dou, Red Sorghum, Raise the Red
Lantern y Shanghai Triad. Ju Dou y Raise the Red Lantern fueron las
primeras cintas chinas nominadas para los Academy Awards. Li ganó el
premio de Mejor Actriz en el Festival Internacional de Cine de Venecia y
el premio Golden Rooster de China por su actuación en The Story of Qiu
Ju de Zhang Yimou. Sus créditos incluyen también The Emperor and the
Assassin, Temptress Moon y Farewell My Concubine.
Yeoh, quien actuó al lado de Zhang en Crouching Tiger, Hidden Dragon,
representa a la elegante y experta geisha que guía a Sayuri. El trabajo
de Yeoh en Crouching Tiger la hizo merecedora de nominaciones como Mejor
Actriz para el Premio Taipei Golden Horse, el premio Hong Kong Film y el
premio BAFTA. También es conocida por su papel estelar en la cinta de
James Bond, El mañana nunca muere.
El hecho de que tanto Zhang como Yeoh fueran bailarinas tenía una gran
ventaja para Memorias de una Geisha, dando a John DeLuca libertad para
crear una coreografía más demandante. Esto fue particularmente cierto
para la secuencia de Zhang que se convirtió en la pieza central de la
película. “El papel de Sayuri habría sido demasiado difícil para alguien
que no supiera bailar”, dijo Marshall. “El entrenamiento en danza de una
geisha se demuestra en todos sus movimientos, y Ziyi y Michelle lo
absorbieron como esponjas”.
En cuanto a la deslumbrante pero traicionera Hatsumomo, Marshall conocía
las trampas que podía enfrentar una actriz con este personaje. “Hubiera
sido sencillo ponerla como una villana de una sola dimensión, pero Gong
Li aporta su tercera dimensión con tristeza y fragilidad que hacen a
Hatsumomo increíblemente precisa para el papel”.
Cinco de los papeles clave de la película se buscaron entre algunos de
los principales actores del Japón. Ken Watanabe, nominado para el Oscar
por su representación del guerrero ‘Katsumoto’ en El último Samurai,
ancló al reparto como el Presidente, el hombre que reclama el corazón de
Sayuri. Watanabe recién estelarizó la aclamada por la crítica Batman
Begins y la cinta japonesa Kita No Zeronen. Sus créditos más recientes
para el cine y la televisión incluyen la popular comedia Tampopo.
Koji Yakusho, popular actor del Japón mucho antes de que lo descubriera
el público occidental en la original Shall We Dance?, representa el
papel del hombre que busca convertirse en patrón de Sayuri. Yakusho ha
actuado en muchas películas ovacionadas internacionalmente, tales como
The Eel y Warm Water Under a Red Bridge, y hasta la fecha ha ganado
nueve veces el premio más importante de la industria cinematográfica del
Japón como actor en un Papel Principal. Luego actuó en Babel de
Alejandro Gonzáles Iñarritu.
Kaori Momoi, otra querida estrella japonesa, aterrizó el papel de la
Madre. Momoi hizo su debut en la pantalla en 1971 en la cinta Ai
Futatabi de Kon Ichikawa. Desde entonces, ha estelarizado más de 40
películas, trabajando con directores japoneses legendarios como Akira
Kurosawa y Shohei Imamura.
Youki Kudoh, estrella de la cinta norteamericana Snow Falling on Cedars,
fue elegida para el papel de Pumpkin en Memorias de una Geisha. Nominada
para el premio como Mejor Actriz del Japón por la película War and Youth,
recibió el premio de Actriz Internacional del Año de la Crítica
Cinematográfica Japonesa por la cinta Picture Bride. Recibió además una
nominación como Mejor Actriz de los premios Independent Spirit Awards
por Mystery Train de Jim Jarmusch.
La protegida de Ken Watanabe, la joven Suzuka Ohgo, también obtuvo un
papel principal en la película. Después de realizar su debut
cinematográfico junto a Watanabe en Kita No Zeronen, fue elegida como
Chiyo, la pequeña niña destinada a convertirse en Sayuri.
Sobre la producción…
La fotografía principal de Memorias de una Geisha comenzó el otoño
pasado en las instalaciones de Culver City de Sony Pictures, con la
tradicional bendición japonesa llevada a cabo por Ken Watanabe, y
envuelta bajo un cielo lluvioso en la prefectura Shizuoka del Japón.
Las primeras escenas se grabaron dentro del Nitta okiya, el hogar geisha
ficticio donde se lleva a cabo gran parte de la historia (Nitta es el
apellido familiar). La pequeña Chiyo (Suzuka Ohgo), atemorizada y
exhausta, ha sido abandonada en la puerta del okiya por el frívolo señor
Bekku (Thomas Ikeda). Mientras su tía (Tsai Chin) la lleva por la casa
para que la vea la Madre (Kaori Momoi), comienza la nueva vida de Chiyo,
lejos de casa y de sus seres queridos.
Marshall y su equipo crearon el mundo exótico y elaborado de la película
en tres escenarios sonoros en Los Ángeles y también construyeron un
distrito geisha completo, recreando antiguas calles e incluso un río
sinuoso dentro de un enorme rancho en el Condado Ventura, California.
Además de la vida llena de rituales del okiya, el equipo retrató fiestas
espléndidas, conciertos del festival de danza de primavera, escenas de
calles atestadas de gente, un concurso de sumo, el entretenimiento
formal de una casa de té, una explosiva pelea entre Sayuri y Hatsumomo,
la ocupación de una aldea durante la guerra, la transformación posguerra
de esa aldea y mucho más.
Después de mudarse al norte de California, la compañía siguió grabando
en el Museo Sacramento Railroad, en las corrientes del Río Americano en
el campo de California Gold Rush y en profundos desfiladeros de la
costa.
La producción continuó en el Japón para capturar locaciones auténticas,
rara vez vistas en películas de Hollywood. Estos lugares incluyeron
Kiyomizu-tera, un suntuoso templo Budista fundado en 778 y reconstruido
en 1633, y también el famoso templo Budista Yoshimine-tera, que data de
1029. Las tranquilas aguas en el resplandor del Shinto Heian Jingu en el
corazón de Kioto proporcionaron un elocuente elemento visual equivalente
al estado de ánimo de Sayuri en una de las secuencias finales de la
película, mientras el mágico Fushimi Inari, donde millas enteras de
puertas Torii color naranja se levantan hacia las colinas de Kioto, fue
un fondo perfecto para la escena de transformación con la pequeña Chiyo.
La energía y el espíritu de este legendario santuario Shinto, donde los
peregrinos se ponen en oración para pedir por la solución de sus
problemas, se reflejan en la esperanza, la determinación y la alegría de
la niña el día que se encuentra con el Presidente.
La fotografía principal de Memorias de una Geisha terminó en una región
remota donde se cultiva té y cítricos, cerca de la ciudad de Kawane-cho.
La estrella del último día de trabajo fue un antiguo motor de vapor que
cruzó el viejo puente sobre el Río Ohi. Al terminar, el equipo
norteamericano y el japonés se reunieron en una tienda de productos
generales cerca del río para felicitarse y brindar por el director
Marshall.
Dominar el arte de ser Geisha…
Durante toda su vida, una geisha dedica muchas horas a tomar clases para
perfeccionar las artes que la definen como un símbolo de la cultura
japonesa. En el tiempo de Sayuri, el entrenamiento en danza y el dominio
del shamisen de tres cuerdas empezaron mucho antes de que la niña se
convirtiera en una maiko, o aprendiz de geisha. Para cuando es una
geisha total, sus sutiles marcas: la manera en que se sienta en el piso,
se levanta de la mesa, brilla por todo el salón, sirve el sake, etc., se
han convertido en su segunda naturaleza.
Para ayudar a sus actores con estos detalles fundamentales, Marshall los
trajo a Los Ángeles seis semanas antes, a un “campamento Geisha”, un
periodo intensivo de ensayos y clases con un equipo de expertos que
guiaron a los actores a través del mundo de la geisha.
“Para mí era algo muy nuevo”, dijo Gong Li, estrella en China desde su
debut en 1987 en Red Sorghum. “Ensayamos cada escena y cada palabra”.
Las actrices ensayaron en kimonos para adaptarse al peso, la sensación y
el movimiento de prendas tan elaboradas. Las clases de danza les
ayudaron a perfeccionar el lenguaje corporal de la geisha. “No te puedes
mover igual con jeans”, observó Youki Kudoh, quien representa a Pumpkin.
“Estás restringida, entonces te reconstruyes. Aprendes a ser elegante”.
La consultora técnica Liza Dalby, consultora principal de Arthur Golden
en su novela, introdujo al elenco en los matices del proceder de una
geisha. Autora y antropóloga cultural, Dalby es la única mujer
occidental que ha vivido y trabajado como geisha en el Japón. “Algunas
de las cosas que entonces fueron para mí difíciles de aprender, como
caminar bien con un kimono puesto, es lo que pude ayudar a explicar a
las actrices”, dijo.
También las entrenó para tocar el shamisen. “Me impresionó su habilidad
para hacer que cuando tocaran pareciera real”, dice Dalby, siendo ella
misma una experta en el instrumento. “Michelle Yeoh en realidad aprendió
a tocarlo, tiene un oído increíble”.
Yeoh estaba motivada por su maestra: “Como Mameha es el epítome de
geisha”, comenta, “sabía que debía ser convincente para representar el
papel. Entonces pasé mucho tiempo observando a Liza, cuya conducta de
geisha ha permanecido con ella”.
Vestir a una geisha con un kimono formal es una labor intensiva. El
actor Thomas Ikeda, quien representa el papel de vestidor de geishas, el
señor Bekku, trabajó con el consultor de kimonos Yuko Tokunaga y una
modelo experta para aprender el doblez, la inclinación, el caminar, la
forma de tomar vino y otros puntos técnicos finos del ritual. Marshall
quería que Ikeda dominara cada paso incluso aunque sólo se grabarían
algunas partes. “Rob me dijo que mi personaje era probablemente el hijo
de una geisha”, comentó Ikeda.
El mundo de Sayuri…
Traer a la pantalla la atmósfera estructurada de Memorias de una Geisha
fue un reto importante, así como una rara oportunidad de llevar al
público a un mundo que se va esfumando. Después de darse cuenta de los
obstáculos para grabar en un hanamachi real y de explorar más en varios
continentes, los cineastas decidieron construir su propio distrito
geisha.
El diseñador de producción Myhre realizó junto con Marshall un plano
detallado para la aldea. Luego vino una serie completa de dibujos
técnicos para aproximadamente 40 construcciones y la edificación de un
hanamachi de un cuarto de pulgada, completo con autos y jinrikishas de
juguete, y el trayecto de un río sinuoso. El modelo proporcionó un marco
de referencia para muchas decisiones de producción. “Pusimos una pequeña
cámara del tamaño de un lápiz labial dentro del modelo para poder ver en
un monitor cómo era estar ahí dentro”, dijo Myhre. “Rob y Dion jugaban
con él todo el tiempo, e incluso lo usaron para planear una toma
complicada con grúa para sostener la cámara”.
El distrito geisha o hanamachi se construyó en Ventura Farms, un rancho
de caballos inmenso aproximadamente a una hora de Los Ángeles, con
montañas en la distancia y vista de valles verdes todo alrededor. En 14
semanas, un campo lleno de pastura fue transformado en cinco cuadras con
calles y callejones de adoquín. El coordinador de construcción John
Hoskins y su equipo empezaron por marcar una extensión de 400 x 400
pies, luego pusieron un río en el centro. Con alrededor de 250 pies de
largo, 22 pies de ancho y ocho pies de profundidad, el río tenía un
sistema de recirculación por medio del cual se logró dar la impresión de
que el agua corría.
Era imperativo hacer un hanamachi fácil de usar. “Todo lo marcamos sobre
la tierra con estacas y cintas para poder caminarlo”, dijo Myhre, “luego
actuábamos las escenas para poder diseñar alrededor de la acción”.
El set se construyó con cedro, bambú y pino claro. El bambú negro y las
hojas de corteza de cedro, que no se encuentran disponibles en los
Estados Unidos, se trajeron del Japón, junto con cercas hechas de césped
y bambú entretejidos. La decoradora del set Gretchen Rau, veterana de El
último Samurai, compró enormes cantidades de cubiertas de ventanas,
cañas y tapetes cuando estuvo de compras en Kioto para la película. Con
el fin de adaptar la programación de las tomas con los cambios de
estación, el capataz Danny Ondrejko creó cuatro árboles de cereza hechos
a mano para cada estación del año.
Otra importante consideración respecto a las estaciones fue la luz.
Aunque la locación tenía muchos atractivos, no ofrecía la luz de
invierno de Kioto, otra prueba para la fortaleza creativa de los
cineastas. Alterar la luz filtrándola por una “seda” es una técnica
común, pero cubrir un enorme set con una tela silenciosa y retractable
(“seda”) era una labor muy osada. El tramoyista clave Scott Robinson y
su equipo tuvieron que cubrir casi dos acres con la estructura auto
estable más grande que se haya construido sobre un set. La tela (1.75
acres de tela para vela de embarcación dividida en seis tiras) se movía
por la líneas Kevlar suspendida entre dos estructuras. Las tiras
suavizaban la luz durante el día o mantenían fuera la oscuridad durante
la noche, lo cual además permitió a los cineastas grabar escenas
nocturnas durante el día. Ancladas por tanques con más de un millón de
galones de agua y unidos por más de 10,000 remaches, las estructuras se
extendían 250 pies y eran lo suficientemente altas para dar cabida a
luces Cóndor de 60 pies.
“Se pensó mucho en la logística y la ingeniería”, dijo Beebe. “Sabíamos
que el viento podría ser un problema ahí afuera, y el ruido, con tanta
tela moviéndose encima de nosotros. Lo logramos únicamente gracias a
gente muy valiente que se aventuró a hacerlo. Eso contribuyó
inmensamente a la realización de la película”.
La mayoría de las construcciones en el set de Ventura Farms eran sólo
exteriores, pero muchos tenían interiores completamente ejecutados en
los estudios sonoros de Sony. Éstos incluían el Nitta okiya, la casa de
té Yukimoto, la clínica del doctor Crab, los baños públicos y el
apartamento de Mameha. El okiya de dos pisos fue diseñado para que
pareciera tener una antigüedad de 150 años. Mucha de la historia de
Sayuri se desarrolla en estas habitaciones: desde su llegada como Chiyo
en la primera noche en la ciudad, hasta la explosiva pelea entre
Hatsumomo y Sayuri años después.
Muchas de las paredes de estas habitaciones se formaron con puertas
cubiertas de papel del periodo shoji del Japón. Los ranma, o parrillas
de madera complicadamente tallada arriba del shoji, eran también
antigüedades japonesas, junto con la mayoría de los muebles en el okiya.
El equipo de Myhre encontró y reprodujo incluso unos diarios japoneses
del periodo para cubrir agujeros en las paredes del okiya para las
escenas cuando la vivienda se está cayendo en tiempos difíciles. Las
sillas eran una anomalía en un mundo donde todos se sentaban en el piso,
entonces Myhre visualizó sus sets desde un punto ventajoso mientras
diseñaba, definiendo el nivel visual a 90 centímetros del piso.
Beebe disfrutó la oportunidad de explorar el contraste de la historia
entre electricidad y lámparas de petróleo en el escenario. “A Rob le
encanta la estética un tanto desgastada y antigua, un mundo casi
manchado de tabaco con diferentes capas y texturas”, dijo. “Muchas de
las cosas del okiya las alumbramos con lámparas de petróleo y hogueras.
Esas fuentes de luz cálida y en movimiento añadieron misterio y
profundidad”.
“Ocho metros de tela…”
La vida de Sayuri se compara a menudo con la corriente de un río y su
afinidad con el agua fue un motivo visual constante en la película. “Hay
aspectos de agua en casi todos sus kimonos”, dijo la diseñadora de
vestuario ganadora del Oscar®, Colleen Atwood. “El mejor fue el último,
uno azul/gris transparente con un diseño de cascada que caía desde el
obi hasta el dobladillo”.
Marshall eligió contar la historia de Sayuri como si estuvieran viendo
la película a través del prisma de su memoria, sus impresiones tanto
tiempo ocultas de un mundo pasado, y quería la sensación de una fábula
respecto a los personajes principales. “Ella está compartiendo sus
recuerdos de juventud, los episodios más dramáticos de su vida”, dijo.
“Queríamos que los personajes protagonistas se vieran como Sayuri los
ve: más grandes que la vida”.
Hatsumomo, representada por Gong Li, usó colores y estampados mucho más
fuertes de lo que lo haría una geisha real; incluso los desafiantes
reglamentos del largo de las mangas. “Hatsumomo es un personaje de la
moda”, dijo Atwood, “lo cual para mí significa una persona que no usa lo
que está de moda, sino que la crea. Usó kimonos con grandes cantidades
de actitud.
“Los años 1930 fueron una cúspide para el mundo geisha, entonces los
personajes principales tenían muchos kimonos”, continúa Atwood. “Es una
prenda de vestir francamente sencilla, sólo ocho metros de tela, pero lo
que crea valor es la cantidad de técnica que implica. Un kimono
realmente de alta costura tiene pintura a mano y shibori, una técnica de
teñido muy específica, así como un obi bordado a mano, con tejidos a
mano y confeccionado a mano. En el Japón, se requiere aproximadamente un
año para hacer uno de éstos”.
Además de crear exquisitos kimonos para las damas principales de la
película, Atwood vistió a cientos de otros personajes incluyendo los
campesinos de una aldea de pescadores, los habitantes del próspero
hanamachi, los aristócratas invitados a una fiesta con exagerada
elegancia occidental, soldados japoneses y evacuados de guerra, así como
la población del hanamachi de la posguerra. “Parecía que cada día
grabábamos una enorme escena que era completamente diferente a la del
día anterior”, dijo.
El departamento de Atwood confeccionó más de 250 prendas terminadas a
mano con un personal clave de más de 30 personas en su taller de Culver
City. Se hicieron kimonos para personajes de todos los niveles socio
económicos y para cada estación. El departamento de damas hizo incluso
ropa interior de geisha con todo y las medias blancas tabi de algodón,
que se ajustan por un lado y separan el dedo gordo del pie.
Las libertades que se tomaron en el diseño para los personajes
principales no aplicaron a los cientos de personajes más pequeños y
demás actores. “Para nosotros era muy importante saber qué era lo real
en el tiempo y el lugar que estábamos examinando”, enfatizó Atwood. “Fui
a los archivos del Instituto de la Moda de Tokio y vi muchos reportajes
de la época, imágenes que fueron increíblemente útiles”.
Los kimonos para muchos de los personajes no importantes se rentaron de
la Colección Yuya de Kioto, que se especializa en los periodos Taisho
del Japón (1912-1926) y Showa (1926-1990). Otros proveedores fueron
remotos: Inglaterra, Dinamarca, Nueva York, Los Ángeles. “Incluso compré
unos hermosos kimonos antiguos a un coleccionista ruso por medio de eBay”,
mencionó Atwood.
Las técnicas de pantalla de un equipo de artistas textiles dirigido por
Matt Reitsma permitió a Atwood reproducir y embellecer diseños de telas
antiguas con materiales nuevos. Este equipo también tiñó, dibujó, pintó
a mano y bordó la cascada azul/gris del kimono de Sayuri. Las telas que
crearon incluían estampados que se hicieron para las batas usadas en las
cálidas primaveras.
Los protagonistas varones de la cinta usaron trajes occidentales
adaptados por el departamento de caballeros de Atwood, cuyas creaciones
iban desde uniformes militares para el General y su batallón, hasta
faldas de fibra de hoja de plátano para los pescadores de la aldea. La
especialista en vestuario Deborah Ambrosino creó las espectaculares
sandalias laqueadas en negro, con plataforma de ocho pulgadas de altura,
para la danza de Sayuri.
La geisha actual representa el Japón tradicional, más que el moderno,
pero hubo una época en que eran ellas quienes fijaban las tendencias de
su país, y los elementos de su estilo único todavía recurren a la moda
occidental. “Es algo hermoso y especial”, dijo Atwood. “Creo que el
escote bajo en la espalda definitivamente volverá a estar de moda en el
mundo muy pronto”.
“Cada detalle en su lugar…”
La piel pálida de la geisha, su cabello negro y los labios rojo rubí han
sido parte de su firma durante siglos, pasada dentro del okiya de
generación en generación. La diseñadora de maquillaje japonesa Noriko
Watanabe siguió los principios del maquillaje geisha tradicional con las
actrices de la película, pero también suavizó algunos aspectos de la
apariencia y exageró otros para incrementar el impacto de su belleza.
“Para ser geisha, tienen que ser elegidas”, señaló. ”Y para ser
elegidas, tenían que ser tan bellas e inteligentes que casi parecían
intocables”.
Watanabe anticipó los retos que representaría el maquillaje blanco de la
geisha en un set norteamericano. “Su textura y consistencia son
diferentes de los maquillajes que se usan normalmente para el cine”,
dijo. “Se seca pronto y si no trabajas rápido se craquela”.
Watanabe produjo una nueva generación de expertos en maquillaje geisha
por medio de llevar a cabo varios talleres en Los Ángeles antes de la
preproducción “Durante seis semanas capacitamos a más de 100 personas,
incluyendo casi 65 técnicos de alto nivel del sindicato”.
El maquillaje blanco, usado por la geisha únicamente para las ocasiones
más formales, y por maiko cuando aparecen en público, se aplica a la
cara, el cuello, la parte superior de la espalda y las manos. El
atractivo seductor del cuello aumenta dejando sin pintar dos picos con
forma de “V” en la nuca, o tres para ocasiones especiales.
La estilista de peinado Lyndell Quiyou actualizó sutilmente el cabello
de la geisha clásica y la maiko para la película. Después de revisar
minuciosamente libros históricos, reportajes y pinturas, pasó el periodo
de preproducción creando peinados con su equipo para el enorme elenco de
los estelares, bailarinas y extras. “Rob dijo, piensa en una geisha en
una calle de París y eso fue lo que hicimos”, dijo. “Hicimos que las
formas y las siluetas fueran más modernas y geométricas”.
El resultado para los personajes principales fue una cabeza pequeña, a
excepción de Hatsumomo. “Hice su peluca muy, muy alta”, dijo Quiyou.
“Mientras más alta se veía mucho mejor, lo cual se acerca más al estilo
tradicional. Los extras también tenían una apariencia más tradicional”.
El reto especial fue encontrar el peinado ideal para la danza de Sayuri.
“Había creado peinados gigantescos con adornos hasta que vi lo que ella
tenía que hacer”, recordó Quiyou. “Tenía una peluca muy larga, partida
por el centro, le hice una cola de caballo y la envolví en rojo. Luego
le añadí pedazos para darle cierta apariencia Kabuki y la dejé colgando
sobre su cara como una cortina, realmente sencilla pero muy hermosa”.
“La más venerada de las artes geisha…”
En la película, la emoción y el sentimiento que Sayuri pone en su danza
la establece como la luz más brillante del hanamachi. Aunque una
aprendiz de la vida real rara vez se presentaría bailando sola, mucho
menos con una danza tan seductora, Marshall optó por una coreografía con
influencia de Kabuki para la dramática danza de Sayuri bailando sola.
La importancia de la danza en el mundo geisha preocupaba mucho a
Marshall y al coreógrafo John DeLuca. “Quería que especialmente esta
danza trasmitiera a la audiencia la pasión y los conflictos del corazón
de Sayuri. Para nosotros fue increíblemente emocionante combinar nuestra
visión como artistas con las bellísimas tradiciones de la danza japonesa
para contar la historia de Sayuri”.
DeLuca, coreógrafo principal de Marshall en Chicago, dirigió al equipo
de danza de Memorias de una Geisha. Denise Faye, también veterana de
Chicago, fue coreógrafa asociada de DeLuca, y Miyako Tachibana, maestro
de la escuela Fujima Kansuma en Los Ángeles, fue el consultor de danza
japonesa. La colaboración conjunta de todos ellos produjo algo híbrido
único, moderno y nuevo.
“La danza japonesa es muy controlada y se basa en movimientos sutiles y
refinados”, dijo Tachibana. “Rob, John y Denise absorbieron nuestros
aspectos fundamentales, luego agregaron su experiencia teatral. Resultó
ser mágico”.
Las sandalias con plataforma de ocho pulgadas de altura y laqueadas, que
las cortesanas usaban para los desfiles en los festivales antiguos,
fueron un elemento clave para que DeLuca creara la dramática danza de
Sayuri. En su escenario, una cortesana destrozada, abandonada por su
amor, ha decidido quitarse la vida, un tema conocido en la danza
japonesa. “La primera parte que le enseñé a Ziyi de la danza fue con los
zapatos puestos y se los puso como si ya los conociera”, recordó DeLuca.
“Nunca le dio miedo”.
La danza que se lleva a cabo en invierno se realiza en un sendero
estrecho o hanamichi (no hanamachi), haciéndola con más apariencia
Kabuki. “Fue idea de Rob”, dijo De Luca. “La estrechez la hizo todavía
más difícil con las luces y la nieve”.
Zhang estuvo de acuerdo. “Definitivamente fue todo un reto y yo terminé
tragando enormes cantidades de nieve falsa. Cuando vi por primera vez
los zapatos con esa gran plataforma, pensé que tendrían una especie de
soporte, pero luego John me dijo ¡que tenía que bailar con ellos!
“La danza involucraba un alto grado de actuación”, continúa. “Era teatro
dentro del teatro. La música era perturbadora e iba muy de acuerdo con
el estado de ánimo de la abandonada mujer”.
El compromiso de Zhang hizo que Marshall la apreciara más. “Me pregunto
si hay algo que sea demasiado difícil para Ziyi”, dijo él.
Tachibana se sintió de la misma manera. “Ser graciosa con esos zapatos,
hacerlo sin esfuerzo, hacer que el kimono se mueva exquisitamente y el
parasol caiga en el lugar preciso son demasiadas cosas en qué pensar.
Ella lo manejó de maravilla”.
DeLuca eligió hacer una declaración con los abanicos en la danza maiko
con temas de primavera que precede a la de Sayuri sola. “Decidí mezclar
abanicos gigantes con unos pequeños tradicionales y hacer los grandes
transparentes. Fue otra forma de comunicar que estábamos contando la
historia de Sayuri como una fábula, más que una réplica estricta de la
cultura geisha de los años 1930”.
“Una danza entre gigantes...”
Nobu, el negociante desfigurado interpretado por Koji Yakusho en
Memorias de una Geisha, hace esta atrevida declaración en su primera
conversación con Sayuri: “Sólo hay tres cosas importantes en la vida: el
sumo, los negocios y la guerra. Entiendes una y las conoces todas”.
Las escenas de sumo en Memorias de una Geisha fueron grandes
espectáculos, dignos de la reverencia que Nobu otorga al deporte. El
estadio de sumo de la película, con capacidad para 800 personas, se
construyó en el estudio más grande de Sony y se llenó con extras
vestidos exageradamente elegantes con atuendos de la época. Mainoumi y
Dewaarashi, quienes representan a los combatientes más importantes,
llegaron a la cinta con un legado de superestrellas de sumo en el Japón.
El árbitro de la escena era otra celebridad japonesa de la vida real, un
tesoro viviente entre los aficionados de la nación, conocido en el
cuadrilátero con el título ceremonial Kimura Shonosuke.
Mainoumi, ahora comentarista popular de sumo, fue la prueba viviente de
los inicios del deporte respecto a que un hombre pequeño puede usar el
peso de un hombre grande en contra de este último. Como su peso fluctúa
entre las 220 libras, por lo general se enfrentaba a oponentes mucho más
grandes. Aunque no existen clases por peso en el sumo profesional
japonés, hay un requisito de estatura y Mainoumi se sentía pequeño al
comienzo de su carrera. En lugar de renunciar a su sueño, alcanzó la
estatura que necesitaba con un implante de silicón en el cuero
cabelludo.
“Libro por libra, Mainoumi quizá sea el más grandioso luchador de sumo
que haya existido”, dijo Andrew Freund, el consejero técnico de sumo
para la película. “En cada encuentro, luchaba con alguien virtualmente
del doble de su tamaño. Es realmente un honor haberlo tenido en esta
cinta”.
Un encuentro de sumo normalmente dura cuestión de segundos y su
resultado se determina por la habilidad tanto psicológica como física de
los contendientes. “Liberas todo tu poder o ki en el momento del
ataque”, dijo Freund. “En ese momento puede suceder cualquier cosa”.
Una nota especial…
Crear la música para acentuar el drama de la vida de Sayuri fue una
labor enorme que requería de un compositor que pudiera transmitir la
intimidad emocional de la historia, el escenario exótico y el arrebato
épico. Marshall se fascinó cuando John Williams, ganador de cinco
premios Oscar®, estuvo de acuerdo en componer la partitura.
”Me siento muy privilegiado de haber tenido la oportunidad de componer
una partitura musical para la película de Rob Marshall, Memorias de una
Geisha,” dijo Williams. “Durante años admiré el extraordinario libro de
Arthur Golden y fue un deseo hecho realidad colaborar con mis amigos
Yo-Yo Ma e Itzhak Perlman en esta maravillosa cinta”.
Las composiciones de Williams caracterizan la instrumentación tanto de
Oriente como de Occidente y dominan los tambores shamisen, koto,
shakuhachi, taiko y en su música para Memorias de una Geisha también
estuvieron presentes otros instrumentos tradicionales japoneses. Durante
varios días en el Royce Hall de la UCLA, el trabajo también incluyó a
Itzhak Perlman, el legendario violinista, y el chelista mundialmente
reconocido Yo-Yo Ma, dos concertistas que han creado momentos memorables
en la película. En Memorias de una Geisha, el violín de Perlman da voz a
"El Vals del Presidente”, mientras que el chelo de Ma interpreta
elegantemente el “Tema de Sayuri”.
“Hubo momentos de magia pura en cada etapa de este proyecto”, reflexionó
Marshall. “La sensación de descubrimiento era extraordinaria, desde los
primeros días de investigación, a través de la fotografía principal, y
hasta la posproducción. Las sesiones con la partitura fueron un regocijo
absoluto. Colaborar con artistas de este calibre fue para mí un
acontecimiento muy importante, y sus contribuciones agregaron una
maravillosa parte a la textura de la cinta.
“Espero que hayamos hecho justicia a Memorias de una Geisha,” concluyó
Marshall. “Hacer la película fue desafiante, emocionante, en ocasiones
aterrador y siempre recompensante. Elegimos contar la historia como
fábula, presentada en un mundo tan seductor e inalcanzable como la misma
Sayuri”.
Glosario Geisha…
Arigato gozaimasu — “Gracias”
Danna — patrón (varón) que asegura los gastos de una geisha
Gei — “arte”
Hanamachi — distrito geisha dentro de una ciudad
Kaburenjô — el edificio en un distrito geisha que alberga su escuela,
teatro y oficina de registro
Kampai — brindis japonés
Konnichiwa — “Hola”
Maiko — término para la aprendiz de geisha en Kioto
Miyako — vieja capital
Obi — banda decorativa alrededor del kimono
Okâsan — jefa de la vivienda geisha, conocida como “madre”
Okiya — vivienda geisha
O-nêsan — hermana mayor geisha
Shamisen — instrumento de tres cuerdas asociado con el mundo geisha
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