El viejo tema de las identidades cambiadas, ya explorado innumerables veces (desde la antigüedad clásica griega hasta "Alias Flequillo" de Julio Sarraceni con el impagable José Marrone), aparece una vez más en esta película de Joel Schumacher.

Al igual que el inocente Orígenes Buendía es obligado a tomar el papel del siniestro Atilio De Grossi alias "Flequillo" y es insertado en un mundo que le es ajeno, el personaje jugado por el carismático Chris Rock debe reemplazar a su hermano gemelo (de quien nunca antes había tenido noticias) asesinado durante una misión secreta para la mítica y omnipresente CIA. Los pasos de comedia son los esperables en una historia como ésta: el novato conocerá un mundo de espionaje y violencia al cual deberá hacer frente, siempre con la atención puesta en interpretar el papel de su gemelo. Lo interesante de este filme es que se aleja de las pretensiones que Schumacher había tenido con "Un día de furia" y con sus "Batmen" fluos. Se trata simplemente de una "de tiros" con toques de comedia. Pueden algunas cosas resultar obvias (lejos estamos de las resoluciones imaginativas de los personajes de los mejores tiempos de John Woo), algunas situaciones pueden resultar previsibles para quien haya visto varias obras del género, pero lo que no puede negarse es que es un filme entretenido y de correcta factura que descansa en el ángel de Chris Rock y la parquedad de Anthony Hopkins (quien durante todo el metraje exhibe un "look" cansado que le va bastante bien al personaje).

El juego de las máscaras es triple: el personaje de Chris Rock suplanta a su gemelo (llamado en la ficción Kevin Pope) quien juega a ser otro (un tal Michael Turner). La consigna no es mantener una máscara sino dos. Hay alguna situación sin resolver (como lo de la novia periodista de Turner) y algunas obviedades (el personaje salvado a último momento casi milagrosamente) pero también el ritmo acelerado de la película obliga al espectador a dejar de lado su credibilidad para entretenerse con el relato.

Como Orígenes Buendía, el personaje de Rock tiene una novia "del barrio" con la que quiere casarse. Hopkins al comienzo lo trata casi como Adolfo García Grau a nuestro carismático "Pepitito". Uno y otro deben conocer el submundo, por momentos el público ve la vulnerabilidad de estos personajes y eso los hace entrañables.

Los que hemos visto bastante cine sabemos que el personaje va a triunfar, la gracia es ¿cómo?.

Una cosa le faltó decir a Chris Rock: ¡ay, mamita querida!

FABIAN SANCHO