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LOS ABRAZOS ROTOS
1. SINOPSIS.
Un hombre escribe, vive y ama en la oscuridad. Catorce años antes sufrió
un brutal accidente de coche en la isla de Lanzarote. En el accidente no
sólo perdió la vista, también perdió a Lena, la mujer de su vida.
Este hombre usa dos nombres, Harry Caine, lúdico seudónimo bajo el que
firma sus trabajos literarios, relatos y guiones, y Mateo Blanco, su
nombre de pila real, con el que vive y firma las películas que dirige.
Después del accidente, Mateo Blanco se reduce a su seudónimo, Harry
Caine. Si no puede dirigir películas se impone sobrevivir con la idea de
que Mateo Blanco murió en Lanzarote junto a su amada Lena.
En la actualidad, Harry Caine vive gracias a los guiones que escribe y a
la ayuda de su antigua y fiel directora de producción, Judit García, y
de Diego, el hijo de ésta, secretario, mecanógrafo y lazarillo.
Desde que decidiera vivir y contar historias, Harry es un ciego activo y
atractivo que ha desarrollado todos sus otros sentidos para disfrutar de
la vida, a base de ironía y una amnesia autoinducida. Ha borrado de su
biografía toda sombra de su primera identidad, Mateo Blanco.
Una noche Diego tiene un accidente y Harry se hace cargo de él (su
madre, Judit, está fuera de Madrid y deciden no comunicarle nada para no
alarmarla). En las primeras noches de convalecencia, Diego le pregunta
por la época en que respondía al nombre de Mateo Blanco, después de un
momento de estupor Harry no sabe negarse y le cuenta a Diego lo ocurrido
catorce años antes con la intención de entretenerle, como un padre le
cuenta un cuento a su hijo pequeño para que se duerma.
La historia de Mateo, Lena, Judit y Ernesto Martel es una historia de
“amour fou”, dominada por la fatalidad, los celos, el abuso de poder, la
traición y el complejo de culpa. Una historia emocionante y terrible
cuya imagen más expresiva es la foto de dos amantes abrazados, rota en
mil pedazos.
2. EL TÍTULO.
Los dos protagonistas, refugiados en un bungalow de la Playa de Famara,
en la ladera de una montaña y frente a la playa, tumbados y abrazados
sobre un sofá, ven en una pequeña televisión “Viaje a Italia” de
Rossellini. (“Te querré siempre” es su título español).
La película narra el derrumbe de un matrimonio americano, interpretado
por Ingrid Bergman y George Sanders, durante un viaje turístico a
Italia. En el televisor puede verse una secuencia en la que Ingrid
Bergman y George Sanders visitan unas excavaciones en Pompeya en el
momento en que se están desenterrando cuidadosamente los restos de la
antigua ciudad, arrasada por las emanaciones del Vesubio dos mil años
antes. Sanders y Bergman son testigos de cómo los hombres que excavan la
tierra encuentran los cuerpos de un hombre y una mujer juntos (“tal vez
marido y mujer”, subraya el arqueólogo), a los que la lava eternizó
mientras dormían.
La imagen supone un shock para Ingrid Bergman, que se separa unos
metros, sacudida por la emoción. El amor eternizado de la pareja
milenaria le hace pensar en el deterioro y la mezquindad de su propio
matrimonio. Y no puede evitar las lágrimas.
Es una escena sencilla, nada retórica, directa y profundamente emotiva.
Después de verla en la televisión, Lena (Penélope Cruz), esconde el
rostro en el seno de su amante (Lluís Homar), emocionada como Ingrid
Bergman, aunque a diferencia de ella Lena se halla sólidamente abrazada
a la persona que ama.
Piensa que le gustaría morir así, fundida con Mateo en un abrazo eterno.
Mateo adivina el ferviente deseo de Lena. Se levanta del sofá, prepara
su cámara de fotos y activa la función automática. Vuelve junto a Lena,
la abraza con fuerza, los dos miran a la cámara hasta que el flash
inmortaliza su abrazo como la lava del volcán en la película de
Rossellini.
Pero al contrario de lo que ocurre en la película italiana éste no será
un abrazo eterno. Semanas más tarde alguien romperá esta foto y muchas
más.
3. LOS TÍTULOS.
Los títulos de crédito aparecen impresos sobre una extraña textura, muy
distinta a la del resto de la película. Es una textura difícil de
identificar.
Las imágenes, robadas, muestran a una pareja delante de la cámara, a su
alrededor un grupo de hombres entran y salen de la pantalla. La pareja
guarda silencio, ella de frente, él de espaldas, sin apenas mirarse.
Estas imágenes fueron grabadas, sin que los protagonistas lo supieran,
por la cámara de video que se conecta a la cámara Panavision con la que
se rueda la película.
Esta es una cámara de control para ver las tomas durante e
inmediatamente después de rodarlas. Sus imágenes no se imprimen, pero
eso es lo que yo hice y el resultado es la extraña textura que sirve de
fondo a los primeros títulos de crédito.
En esas imágenes la pareja silenciosa abandona su lugar frente a la
cámara y los sustituyen Penélope Cruz y Lluís Homar. El hombre y la
mujer del principio son los dobles de luces de Penélope y Lluís.
Penélope aparece extrañamente seria, muy concentrada, impermeable a lo
que ocurre a su alrededor. En la escena siguiente tendrá que llorar y
supongo que está conectándose con su personal banco de dolor. A pesar de
que su peinado está inspirado en el de Audrey Hepburn en “Sabrina” por
su actitud me recuerda a la replicanta (Sean Young) de “Blade Runner”. A
Lluís Homar casi no le vemos la cara, está de espaldas, inmóvil, frente
a Penélope. Parecen dos extraños.
El director de fotografía tapa con su cabeza el objetivo de la cámara,
creando un espontáneo fundido a negro. Esta es una película en la que
los fundidos a negro son muy significativos.
Elegí estas imágenes para empezar la película porque son imágenes
usurpadas y furtivas que ya establecen el cine como territorio donde
transcurrirá gran parte de la acción. También porque me fascinan las
escenas casuales que cruzan por delante de la cámara en los momentos en
que no se está rodando. Con frecuencia me quedo embobado mirándolas,
para mí son un verdadero espectáculo.
Los rodajes actuales (también la vida actual) están llenos de pantallas
de distinto tamaño, que reflejan la película y sus alrededores… Siento
fascinación por todas las superficies que reflejan la película. Los
reflejos añaden una cualidad fantasmal y misteriosa a la imagen
reflejada.
4. MONTAJE
En la trama de “Los abrazos rotos” aparece dramatizada la importancia
del montaje, su relación directa con el autor y la fragilidad de la obra
si alguien se interpone entre el montaje y el autor.
El montaje está en el origen de la narración, es la narración
cinematográfica propiamente dicha.
Mis primeras dieciséis películas las he montado en una moviola. Así
pues, rindo homenaje a esta máquina, tan estrechamente vinculada a mi
biografía cinematográfica, y a todos los materiales magnéticos y
fotográficos que las nuevas tecnologías han barrido de las salas de
montaje.
No es casual que aparezca un primer plano del núcleo de un rollo
rebobinándose frenéticamente, y que esta imagen se encadene con la de
Mateo bajando rápidamente las escaleras del estudio. Ambos movimientos
evolucionan al mismo ritmo y en el mismo sentido. Ambos poseen el mismo
centro y la pasión que los impulsa es la misma.
Pero no quiero ser nostálgico, sobre todo no quiero que la nostalgia me
paralice. Estoy dispuesto a abrazar las nuevas técnicas, del mismo modo
que Mateo abraza en el televisor el beso digitalmente tan ampliado que
aparece totalmente roto en la pantalla. Justamente el parpadeo del
pixelado es lo que hace que la imagen tenga tanta fuerza.
5. MAKING OF
Los protagonistas de “Los abrazos rotos” ruedan una comedia, “Chicas y
maletas”. Mateo Blanco es el director, Lena Rivero la protagonista.
Judit García la directora de producción, y Ernesto Martel, amante de
Lena, es el productor. Ernesto Martel Junior se ocupa del making of en
video.
Mateo se enamora de Lena desde el momento en que la ve, a Lena le ocurre
otro tanto (aunque esté viviendo con Martel y el magnate esté locamente
enamorado de ella). Judit mantuvo hace años una historia de amor con
Mateo de la que aún no se ha recuperado, aunque eso no impide que siga
trabajando con él, de hecho es su mano derecha. Ernesto Martel es un
broker (de la generación del pelotazo de los años 80) con mucho dinero y
pocos escrúpulos, no es productor pero ya que Lena muestra inclinación
por el arte de Talía, produce la película de Mateo en un gesto
desesperado por mantenerla a su lado. El homónimo hijo de Ernesto Martel
es un joven zangolotino al que le gustan el cine y los hombres, en
concreto Mateo. Martel Padre encarga a Martel Hijo que se ocupe de hacer
un documental sobre “Chicas y maletas”, un making of se diría ahora, de
este modo puede espiar a Lena. Su único problema no es moral sino
técnico, los primeros videos tienen un sonido pésimo. Martel Padre
improvisa y reinventa el doblaje, contratando a una neutra lectora de
labios.
Todos estos elementos son propios de una comedia, sin embargo “Los
abrazos rotos” es un drama con tintes muy negros, lo más parecido a un
thriller de los años 50.
Aunque moralmente detesto el uso que Martel hace del making of, un mero
pretexto para controlar todos los movimientos de Lena y Mateo dentro y
fuera del plató, me gusta la idea de que el making of sea una narración
paralela a la original (la película a la que refleja), una narración
independiente y furtiva.
Siempre he soñado hacer una película cuya historia se viera a través del
making of. Los making of no sólo nos revelan secretos técnicos, sino
también los secretos de las personas que se encargan de cocinar y
articular la ficción, a veces de encarnarla. El making of convierte en
ficción a los artífices de la ficción.
El making of ideal debe reforzar y completar la historia original. Pero
puede resultar peligroso (toda ficción lo es, peligrosa y a la vez
terapéutica, por eso nos atrae irresistiblemente), es un material vivo,
movido por sus propios impulsos que sólo pueden ser domados y
transformados si les sometes al montaje. Martel Padre ve el material
grabado en estado crudo. Proyecta las cintas de video recién salidas de
la cámara de su hijo, supervisadas sólo por la autómata lectora de
labios.
Cuando Lena entra en el amplio salón de la mansión y encuentra a Ernesto
Martel, junto a la lectora de labios, visionando su violenta disputa con
Ernesto Hijo, Lena se convierte en una duplicación de sí misma, la mujer
que desde la pantalla le confiesa a Martel que no le quiere. En ese
momento el making of, producido por Martel con intenciones perversas, se
vuelve contra él. Lena le abandona por partida doble, en la pantalla y
desde la puerta del salón, a sus espaldas. El acoso de Martel ha
conseguido que la humillación y el dolor del abandono de Lena sean el
doble.
6. LA DUPLICACIÓN (NO LA DUPLICIDAD)
El “doble” es una de las señas de identidad de “Los abrazos rotos”. El
“doble” no entendido como término moral, (“ambigüedad”, “duplicidad”),
sino como “duplicación, repetición o ampliación”.
La película empieza con la imagen de la pareja de dobles de luces de los
protagonistas.
Ernesto Martel Hijo duplica la conducta de su padre, aunque sea el
último modelo al que le gustaría imitar.
Cuando su padre muere, Martel Hijo planea vengarse de su memoria con una
película que hable del modo en que su padre le anuló y destruyó mientras
vivía. A pesar de ser homosexual, Martel Hijo se casa dos veces, como su
padre. Tiene dos hijos que le detestan tanto como él detesta a su
progenitor (en la confección de este personaje hay resonancias de la
historia de Hemingway y su hijo Gregory, al que le gustaban de niño el
contacto de la seda y el tafetán, y que después de beber más que el
padre, cazar elefantes más grandes que los que él cazaba y tener más
hijos de los que el escritor tuvo, acabó cambiándose de sexo cuando
Gregory tenía casi sesenta años, quince años después de que su ilustre
padre muriera).
La historia de Martel Hijo no es tan terrible. Después de la muerte de
su padre, inconscientemente sigue imitando la conducta paterna que tanto
detesta.
“Dos” son los nombres del protagonista.
Cuando Mateo-ciego empieza a llamarse Harry Caine lo hace para huir de
sí mismo. Su realidad es insoportable. Sólo puede sobrevivir
“suplantado”, o “duplicado”.
Harry Caine ya era, antes del accidente, una prolongación de sí mismo.
En plan lúdico, Mateo Blanco se había inventado el seudónimo para firmar
los guiones y las historias que escribía. Como para muchos autores, la
ficción fue un ensayo de la realidad.
Un director que no puede dirigir y que además ha perdido a la mujer que
adora, sólo tiene ante sí dolor y desesperación; si quiere sobrevivir
tendrá que hacerlo a través de la impostura.
El cine es la profesión de varios de los personajes de “Los abrazos
rotos”. Siempre lo he dicho, el cine para mí es “representación” de la
realidad, y a veces su más fiel reflejo, su “duplicación”.
A pesar de que todas las películas en el momento de terminarlas ya son
pasado, yo les reconozco cualidades premonitorias. Es una teoría que
aparece frecuentemente en mi filmografía. En “Matador”, los dos
protagonistas entran en un cine en el que están proyectando “Duelo al
sol”, llegan justo al final, cuando Jennifer Jones dispara y a su vez es
abatida por el disparo de Gregory Peck, con el que se funde en (otro)
abrazo eterno. La abogada y el torero de “Matador” contemplan en la
pantalla la anticipación de su propio final.
Algo parecido ocurre en “La mala educación” cuando el señor Berenguer y
el diabólico Ángel entran en un cine como coartada para matar el tiempo,
mientras el hermano de éste agoniza víctima de la heroína de una pureza
inusual que entre los dos le han suministrado, en la pantalla se
proyectan dos películas de cine negro, “Double Indemnity” (de Billy
Wilder) y “Thérèse Raquin” (de Marcel Carné). Ambas narran crímenes de
amantes, similares al que ellos han cometido. El cine guarda una
conciencia muy viva de los crímenes perpetrados por amantes inducidos.
Cuando salen de la sala, el señor Berenguer, (el amante convertido en
criminal) se lamenta agobiado: “parece que todas las películas hablaran
de nosotros”.
El cine y la realidad: Dos cabalgan juntos.
“Dos” son los personajes que Penélope Cruz incorpora en “Los abrazos
rotos”. Magdalena, una mujer demasiado guapa y demasiado pobre para
resistir la generosidad envenenada del magnate Ernesto Martel. Y Pina,
su contrafigura, la protagonista de “Chicas y Maletas”.
7. CHICAS Y MALETAS
No voy a negar que “Chicas y maletas” está libremente inspirada en
“Mujeres al borde de un ataque de nervios”. Pero no se trata de un
autohomenaje, espero que nadie lo interprete así.
Cuando escribía el guión decidí que Mateo Blanco estuviera rodando una
comedia porque es el género opuesto al drama que viven los
protagonistas, de este modo sus problemas adquirían mayor relevancia, y
los esfuerzos, por ejemplo, de Lena por conseguir el tono ligero y
chispeante que la comedia exige resultaban más notorios y patéticos.
Sólo necesitaba tres o cuatro secuencias de “Chicas y maletas”, que
sirvieran de fondo a la historia principal, pensé que lo mejor era
adaptar un material propio, en el que pudiera moverme con total
libertad. Por esa razón elegí “Mujeres al borde de un ataque de
nervios”.
Una vez situado en el penthouse de la nueva “Mujeres al borde de un
ataque de nervios” (curiosamente rodamos esta duplicación en el mismo
rincón del estudio donde rodé la original hace veinte años) me divirtió
mucho adaptarme a mí mismo. La experiencia fue tan inspiradora que
escribí y rodé más secuencias de las necesarias, que no he podido
incluir en el montaje final porque tienen un tono opuesto al de la
narración general, y resultarían desconcertantes. Ya lo imaginaba cuando
las estábamos rodando, pero no pude resistir la tentación.
Afortunadamente existe el DVD, del cual formarán parte como extras.
En esta nueva versión de “Mujeres al borde de un ataque de nervios” Pina
no es la adaptación del papel que interpretaba Carmen Maura, sino más
bien el de su amiga modelo Candela. El personaje también tiene
resonancias de Holly Golightly de “Desayuno con diamantes”, la ingenua
más moderna del cine y la literatura americana, aunque el peinado
corresponde a otro personaje interpretado por Audrey Hepburn, el de “Sabrina”.
La mayor parte de los papeles femeninos que he escrito en mi vida son
una mezcla de mi madre y sus vecinas de La Mancha, mezclados con
Golightly, la Giulietta Masina de “La strada” y la Shirley MacLaine de
“Como un torrente” (V. Minnelli) y “El apartamento” (B. Wilder).
Todas estas mujeres están dentro de Penélope, pero también están las
opuestas, las grandes damas del “noir” americano, Gene Tierney, Linda
Darnell, Constance Bennett. Penélope puede ser cualquiera de ellas,
además de Sofía Loren, Magnani y Claudia Cardinale y todas las heroínas
del neorrealismo italiano, un estilo que siempre me ha servido de
inspiración.
8. NOIR
Cuando Lena cae en las redes de Ernesto Martel posee todos los atributos
de la “mujer fatal”, belleza morena y ambiciosa, pasado humilde y
familia en situación precaria, inteligencia para no resignarse y asumir
riesgos; pero le sobran escrúpulos y le falta cinismo. El amor por Mateo
anticipa su tragedia, aunque ella habría abandonado igualmente al
magnate, y él no se lo habría permitido.
Lena no es una mujer fatal, sino condenada a la fatalidad.
Mateo, Lena y Ernesto Padre forman un típico trío “noir”, los tres aman
ferozmente y uno es muy poderoso, violento y sin escrúpulos. La
combustión está servida. El trío es flanqueado por Judit García que
incorpora al grupo la traición, un hijo secreto y el complejo de culpa,
ingredientes que harán más espesa la relación de los cuatro.
El “noir” es uno de mis géneros favoritos. Ya me había acercado a él en
“Carne trémula” y “La mala educación”, y vuelvo a hacerlo en “Los
abrazos rotos”.
La escena de los pasos de Ernesto Padre, acercándose y alejándose de la
puerta de la habitación donde se halla Lena, seguida por la escena de la
escalera son definitivamente negras.
Después de una hora de narración, la escena de la escalera nos revela el
género al que pertenece la película, y esa sensación de negritud no nos
abandona hasta el final.
9. ARRIBA Y ABAJO.
La escalera es un auténtico icono cinematográfico, sugiere la idea de
desplazamiento, y el movimiento es lo que diferencia el cine de la
fotografía. Recuerdo las escaleras por las que se arroja Gene Tierney
embarazada en “Leave Her to Heaven” (John M. Stahl), junto a “Él” de
Luis Buñuel, la mejor película sobre la locura de los celos.
Recuerdo a Richard Widmark atando con un cable telefónico en su silla de
ruedas a una mujer paralítica y empujándola desde lo alto de una
escalera, porque la mujer se negó a revelarle el paradero de su hijo, en
“El beso de la muerte” de Henry Hathaway. Un thriller, y un Richard
Widmark, escalofriantes.
La escalera de “El acorazado Potemkin” de Eisenstein es la madre de
todas las escaleras, sin duda, la secuencia de escaleras más
impresionante que el cine haya dado desde que existe. También es
memorable el tributo que hace Brian de Palma en “Los intocables de
Elliot Ness”.
Y la grandeza operística de la escena final de “El Padrino III”, o la
gran escalera roja en la que Vivien Leigh pierde a su hijo en “Lo que el
viento se llevó”. O a Norman Bates y Baby Jane (Anthony Perkins y Bette
Davis en “Psicosis” y “¿Qué fue de Baby Jane?”, respectivamente), dos
personajes letales si te los encuentras en lo alto de una escalera.
El terror gótico, los dramas épicos y el thriller son géneros que han
sacado muy buen partido de las escaleras. Pero también la comedia
disparatada y el musical. Recuerdo en “Ziegfeld Girl” de Busby Berkeley,
un número que consistía exclusivamente en que un grupo de señoritas,
entre las que se encontraban Lana Turner y Hedy Lamarr, bajaran unas
serpenteantes e interminables escaleras, instaladas dentro de unos
trajes descomunales.
Sin pretender compararme con todo lo anterior, me siento muy orgulloso
de la escena de escalera de “Los abrazos rotos”, una secuencia que es la
columna vertebral de la narración.
10. LA FOTO
De nuevo la duplicidad.
En Lanzarote, Lena y Mateo contemplan la impresionante Playa del Golfo.
Mateo hace fotos, mientras Lena le abraza por detrás. Ellos no los ven,
pero abajo, en la playa de arena negra, una pareja abrazada los refleja.
Mateo lo descubre cuando imprime la foto (el ojo de la cámara va más
lejos que el ojo humano) y la pincha en la pared del bungalow donde se
refugian. La foto refleja mejor que cualquier otra imagen la situación
de Mateo y Lena, fugitivos y solos en la inmensidad de la isla
volcánica, fundidos el uno en el otro, mimetizados con el paisaje, como
la pareja de la foto.
La foto que hemos utilizado la hice yo hace nueve años, en mi primera
visita a Lanzarote. La isla me había hechizado. Nunca había visto
colores tan dramáticos en la naturaleza. Para mí no era un paisaje, sino
un estado de ánimo, un personaje. Desde ese momento deseé rodar allí.
Mi primera visita a Lanzarote ocurrió en un momento muy especial, mi
madre había muerto hacía pocos meses, mi ánimo, todavía de luto,
encontró en la negrura de la isla reflejo y consuelo, una especie de
energía sedante. Fui más consciente de que la muerte de mi madre me
había convertido en una persona adulta.
Del mismo modo que en mi juventud me habían atrapado los technicolores
del Caribe, mi viaje a Lanzarote desarrolló por primera vez mi
fascinación por el negro y los semitonos más sombríos del rojo, el
verde, el marrón y el gris. Como consagración del misterio de la isla,
hice la foto en la Playa del Golfo. Como Mateo, yo tampoco había visto
la pareja abrazada en la base de la foto, la descubrí cuando en una
tienda de revelado en veinticuatro horas me dieron la copia impresa. El
paisaje era impresionante pero lo que me impactó fue el descubrimiento
de la pareja abrazada y sola, diminuta frente a la inmensidad del
paisaje. Por deformación profesional, (pensando tal vez en la foto del
parque londinense de “Blow up”, cuya ampliación desvelaba un cadáver
oculto en unos arbustos) imaginé que aquel abrazo furtivo escondía un
secreto y que yo tenía la prueba fotográfica de ello. Quería saberlo
todo acerca de la pareja, o al menos algún detalle con los que urdir una
ficción.
Busqué a la pareja durante los días que permanecí en Lanzarote, pero no
la encontré. Imaginé su situación y escribí varias opciones ficticias
que terminaban en el abrazo solitario, pero ninguna de ellas tenía
interés.
Volví a Lanzarote y volví a buscar en su paisaje volcánico una ficción
que incluyera el abrazo de la Playa del Golfo, sin encontrar nada que me
satisficiera. El secreto del abrazo se resistía a ser desvelado. Me
quedaba la isla, como decorado. Traté de introducirla en todos los
guiones que escribí desde entonces pero no encontré la historia que la
acogiera hasta 2007-2008, cuando terminé el guión de “Los abrazos
rotos”.
Lanzarote sería la isla donde se escondieran Lena y Mateo, Famara su
refugio, su Pompeya, y la rotonda su Vesubio. La pareja de la Playa del
Golfo eran ellos, como le dice Lena a Mateo, mientras corta y pela fruta
en la cocina del bungalow de Famara.
11. PADRES E HIJOS. EL MONÓLOGO
Uno de los temas importantes de la película es la relación de padre e
hijos, la maternidad y la paternidad. La familia, en suma.
El monólogo de “La concejala antropófaga”, que también aparecerá en DVD
como cortometraje, es hijo de “Chicas y maletas”. Podríamos decir que es
un spin-off del personaje, episódico pero tronchante, de Carmen Machi.
No lo rodé para incluirlo en “Los abrazos rotos”, aunque sea
complementario a la película, pero una vez escrito, a pesar de no
disponer de tiempo, lo rodé en una jornada. Era una gamberrada, un
capricho y una liberación, algo que yo había frecuentado en otras etapas
de mi vida y que hacía mucho tiempo que no me lo permitía.
En el monólogo de las fantasías eróticas de una concejala de asuntos
sociales recupero ese tono libérrimo, lúdico, políticamente muy
incorrecto, incontenido y grosero de la “Patty Diphusa” de principios de
los ochenta. Confieso que ha sido una experiencia refrescante y
liberadora, y un placer enorme ver cómo lo interpretaba la gran Carmen
Machi. También me ha alegrado comprobar que ese tono sigue ahí, que no
ha desaparecido con la madurez, las canas y los dolores de cabeza.
13. DECLARACIÓN DE AMOR
El cine juega un papel muy importante en todas mis películas, no lo hago
como un alumno que reverencia a sus directores progenitores, no hago
películas a la manera de. Cuando un autor o una película aparece dentro
de las mías lo hace de un modo más activo que el del simple homenaje o
guiño al espectador.
Podría dar muchos ejemplos, cuando en “Mujeres al borde de un ataque de
nervios” Carmen Maura tiene que doblar una secuencia de “Johnny Guitar”
no estoy homenajeando a Joan Crawford, ni a Sterling Hayden, ni siquiera
a Nicholas Ray, uno de mis directores esenciales. Me sirvo de su
maravillosa y desgarradora escena de amor (“Miénteme y dime que aún me
quieres como yo te quiero”) para acentuar la soledad y el abandono del
personaje. Carmen (Pepa) es dobladora, su amante Iván también. Esa
mañana no está junto a ella, doblando a Sterling Hayden como le
correspondía, porque han roto y él la rehuye. Iván acudió al estudio
antes que ella para no encontrársela, y ha doblado su parte solo, en una
banda de sonido aparte. Pepa tiene que oír su voz por los cascos y
encajar sus respuestas. Ya nunca podrá oír palabras de amor directamente
de la boca de Iván, sólo podrá escucharlas por los cascos, en una sala
de grabación. Su soledad y abandono son más patentes a través de la
famosa escena de “Johny Guitar”.
A veces mi mejor modo de transmitir los sentimientos de los personajes
es hacerlo a través del propio cine, utilizando las palabras que otro
autor escribió antes que yo.
En “Tacones lejanos” Victoria Abril y Marisa Paredes hablan en una sala
de los juzgados de la Audiencia Nacional. Marisa, la madre estrella,
está horrorizada y no puede entender que su hija se haya acusado
públicamente (en el telediario cuyas noticias presenta) del crimen de su
marido, amante también de la madre. Para explicarle cómo se siente
respecto a ella, desde que era una niña, Victoria le cuenta una escena
de “Sonata de otoño” en la que Liv Ullman recibe la visita inhabitual de
su madre, famosa pianista, y toca para halagarla y en su honor una
sonata. La madre (Ingrid Bergman) se lo agradece sin entusiasmo,
mientras se sienta al piano y le explica cómo debería abordar la
interpretación de aquella sonata. Y esta demostración es la mayor
humillación que la madre puede infligir a su ya reducida e
insignificante hija.
Yo podría haber dicho que era un homenaje a Bergman, uno de mis cinco
directores claves, pero no es así (la mayor emoción de que se haya
estrenado en Estocolmo la versión teatral de “Todo sobre mi madre” no
tiene que ver con mi vanidad, sino con que está hablada en la misma
lengua de Bergman). Cuando Victoria Abril le cuenta la escena a Marisa
Paredes se siente tan insignificante y humillada como Liv Ullman. Al
final reconoce que se acusó públicamente en la televisión como autora
del asesinato de su marido, no sólo para cubrirla a ella, que fue quien
le mató, sino para llamarle la atención. Para declararle, con un gesto
tan desmesurado, hasta qué punto la quería.
También en “Los abrazos rotos” utilizo la transparente sencillez de
“Viaje a Italia” de Rossellini para mostrar el efecto que causa en
Lena-Penélope el descubrimiento de la pareja calcinada en Pompeya dos
mil años antes.
Siento que es la primera vez que hago una declaración tan expresa de
amor al cine; no con una secuencia en concreto, sino con toda una
película. Al cine, a sus materiales, a las personas que se desviven
alrededor de los focos, a los actores, montadores, a los narradores, a
los que escriben, a las pantallas donde se ven las imágenes moviendo
intrigas y emociones. A las películas como se hicieron en el momento en
que se hicieron. A algo que aunque se pueda vivir de ello, no es sólo
una profesión sino una pasión irracional.
FIN
PEDRO ALMODÓVAR- BIOGRAFÍA
Nace en Calzada de Calatrava, provincia de Ciudad Real, en pleno corazón
de La Mancha, en los años cincuenta. A los ocho años emigra con su
familia a Extremadura. Allí estudia el bachillerato elemental y
superior, con los Padres Salesianos y los Franciscanos, respectivamente.
A los diecisiete años se independiza de su familia y se instala en
Madrid, sin dinero y sin trabajo, pero con un proyecto muy concreto:
estudiar y hacer cine. Imposible matricularse en la Escuela Oficial de
Cine, Franco acababa de cerrarla. A pesar de la dictadura que asfixia el
país, para un adolescente provinciano Madrid representa la cultura, la
independencia y la libertad. Trabaja en múltiples y esporádicos
trabajos, pero no puede comprarse su primera cámara de Super 8 mm. hasta
conseguir un empleo “serio” en la Compañía Telefónica Nacional de España
en el año 1971. Durante doce años trabaja en dicha C.T.N.E. como
auxiliar administrativo, compartiendo este trabajo matinal con múltiples
actividades que suponen su auténtica formación como cineasta y como
persona.
Por las mañanas, en la Telefónica, conoce a fondo la clase media
española en el inicio de la época del consumo, los años 70, sus dramas y
sus miserias, todo un filón para un futuro narrador. Por la tarde-noche
escribe, ama, hace teatro con el mítico grupo independiente Los
Goliardos, rueda películas en super 8 (su única escuela como cineasta).
Colabora con distintas revistas undergrounds, escribe relatos, algunos
se publican. Es miembro de un grupo de punk-rock paródico, Almodóvar y
McNamara, etc. Y tiene la fortuna de que su explosión personal coincida
con la explosión del Madrid democrático de final de los 70, principio de
los 80. Lo que en el mundo se llamó La Movida.
Su cine es hijo y testimonio de la recién nacida democracia española.
Después de año y medio de azaroso rodaje en 16 mm. estrena en 1980
“Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón” un film sin presupuesto y
realizado en cooperativa con el resto del equipo, todos debutantes,
excepto Carmen Maura.
En 1986 funda con su hermano Agustín la compañía de producción El Deseo
S.A. Su primer proyecto es “La ley del deseo”. Desde entonces han
producido todas las películas que Pedro ha dirigido y escrito, además de
producir a otros jóvenes directores.
El reconocimiento internacional le llega con “Mujeres al borde de un
ataque de nervios”, en el año 88. Desde entonces sus películas llegan a
todos los rincones del mundo. Con “Todo sobre mi madre” consigue su
primer Oscar a la mejor película extranjera, además del Globo de Oro, el
César, 3 Premios E.F.A. del Cine Europeo, el David de Donatello, 2
Baftas, 7 Goyas y 45 premios más. Tres años después “Hable con ella”
corre la misma suerte o mejor (Oscar al mejor guión, 5 premios E.F.A., 2
Baftas, el Nastro de Argento, el César y muchos premios más en todo el
mundo excepto en España).
Produce cuatro películas muy especiales, valoradas en todo el mundo por
su riesgo y delicadeza (“Mi vida sin mí”, “La niña santa”, “La vida
secreta de las palabras” y “La mujer sin cabeza”, de Isabel Coixet y
Lucrecia Martel, alternativamente).
En el 2004 “La mala educación” fue seleccionada para inaugurar el
Festival de Cannes. Cosecha críticas extraordinarias en todo el mundo.
Recibe numerosas nominaciones (Independent Spirit Awards, Baftas, Cesar,
Premios Europeos de Cine) y consigue el prestigioso premio a la Mejor
Película Extranjera del Círculo de Críticos de Nueva York, así como el
Nastro de Argento.
En el 2006 recibe el Premio Príncipe de Asturias de las Artes. El mismo
año compite en el Festival de Cannes con “Volver” y obtiene el Premio al
mejor Guión y el Premio a la Mejor Interpretación Femenina a todo el
reparto femenino, con Penélope Cruz a la cabeza. Además de 5 premios
EFA, 5 premios Goya, el premio Fipresci, el National Board of Review,
entre muchos otros (total 72). Penélope fue nominada al Oscar a la mejor
actriz, siendo la primera vez que una actriz española es nominada por
una película hablada en español.
Hasta el momento, “Volver” ha sido la película más taquillera de su
filmografía.
FILMOGRAFÍA.
1974/1979 Diversos films de distinta duración en super 8 mm. Incluyendo
algunos en 16 mm (Salomé).
1980 Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón. LM.
1982 Laberinto de pasiones. LM.
1983 Entre tinieblas. LM.
1984-85 ¿Qué he hecho yo para merecer esto!. LM.
1985 Trayler para amantes de lo prohibido. (Mediometraje en vídeo, para
TVE).
1985-86 Matador. LM
1986 La ley del deseo. LM.
1987 Mujeres al borde de un ataque de nervios. LM.
1989 Átame!. LM.
1991 Tacones lejanos. LM.
1992 Acción mutante. (Productor). LM.
1993 Kika.LM.
1995 La flor de mi secreto. LM.
1997 Carne trémula. LM.
1999 Todo sobre mi madre. LM.
2000 El espinazo del diablo. (Productor). LM.
2001 Hable con ella. LM.
2002. Mi vida sin mí. (Productor). LM.
2003 Descongélate. (Productor). LM.
2003 La mala educación. LM.
2004 La niña santa. (Productor). LM.
2005 La vida secreta de las palabras.(Productor). LM.
2006 Volver. LM.
2008 La mujer sin cabeza. (Productor). LM
2008 Los abrazos rotos. LM
EQUIPO ARTÍSTICO - BIOFILMOGRAFÍAS
PENÉLOPE CRUZ
Tras haber participado en “Carne trémula”, “Todo sobre mi madre” y
“Volver”, Penélope vuelve a trabajar con Pedro Almodóvar.
Después de estudiar interpretación en la escuela de Cristina Rota,
debuta cuando aún es una adolescente en “Jamón, jamón” (1992). Ya en su
debut demuestra una capacidad extraordinaria para los personajes
plebeyos que tanto éxito le darían en el futuro y llama la atención de
los más importantes directores españoles con los que después trabajaría.
Bigas Luna en la mencionada “Jamón, jamón” y “Volaverunt”, Fernando
Trueba en “Belle epoque” y “La niña de tus ojos” (por la que recibió el
Goya a la Mejor Actriz), Alejandro Amenábar en “Abre los ojos”, o
Agustín Díaz Yanes en “Sin noticias de Dios”. A ello hay que sumar una
más que notable carrera internacional, que incluye “The Hi-Lo Country”
(Stephen Frears), “All the Pretty Horses” (Billy Bob Thorton), “Blow” (Ted
Demme), “La mandolina del capitán Corelli” (John Madden), ”Vanilla Sky”
(Cameron Crowe), “Non ti muovere” (Sergio Castellitto), “The Good Night”
(Jake Paltrow), “Vicky Cristina Barcelona” (Woody Allen) o “Nine” (Rob
Marshall).
Con “Non ti muovere”, de Sergio Castellito, obtuvo los premios David di
Donatello y de la Academia de Cine Europeo (People’s Choice Award) a la
mejor actriz. El New York Times la seleccionó, por esta película, como
una de las diez mejores interpretaciones femeninas del año.
Con “Volver” obtuvo el Premio a la Mejor Actriz en el Festival de
Cannes, exaequo con el resto de actrices de la película, fue galardonada
con el EFA y con el Goya y estuvo nominada al Oscar, al Globo de Oro y
al Bafta.
Ha obtenido más de diez premios por su trabajo en “Vicky Cristina
Barcelona” y ha ganado el Bafta y el Oscar como Mejor Actriz de Reparto
por la mencionada película.
No descarta, en el futuro, la posibilidad de dirigir, mientras tanto
experimenta con la fotografía, una de sus grandes aficiones.
LLUÍS HOMAR
Nacido en Barcelona, hace 51 años, Lluís ha sabido compaginar el teatro,
con el cine y la televisión, siendo el primer medio al que ha dedicado
la mayor parte de su extensa carrera. Estudió Derecho en la Universidad
Autónoma de Barcelona tras lo que realizó varios cursos de
interpretación: Uta Hagen (1986-87) en Nueva York o John Strasberg
(1985) entre otros.
Fue uno de los fundadores del Teatre Lliure y director del mismo de 1992
a 1998. Ha participado y dirigido para esta sociedad más de treinta
montajes teatrales. En 1999 dirige y protagoniza el “Hamlet” de
Shakespeare para el Festival Grec. Entre los autores que ha llevado y
encarnado sobre un escenario se encuentran David Mamet (“Taurons”),
Molière (“Jordi Danden”, “El misàntrop” y “L’escola de les dones”) o
Ibsen (“Hedda Gabler” y “Solness, el constructor”), Pirandello (“Els
gegants de la muntanya”) o Thomas Bernhard (“El hombre de teatro”).
En cine ha rodado más de treinta películas a las órdenes de directores
como Pilar Miró (“El pájaro de la felicidad”), Vicente Aranda (“Si te
dicen que caí”), Mario Camus (“Después del sueño”, “Adosados” y “La
ciudad de los prodigios”), Julio Medem (“Caótica Ana”), Montxo
Armendáriz (“Obaba”) y José Luis Iborra (“El sueño de Valentín”), entre
otros.
En “La mala educación” interpreta uno de los personajes claves, el Señor
Berenguer, por el que cosecha un enorme éxito. Ésta es la razón por la
que vuelve a repetir con Almodóvar en la actual “Los abrazos rotos”.
En 1986 recibe el Premio Nacional de Interpretación, el Fotogramas de
Plata de Teatro en el 2000 y el Premio Butaca al mejor actor catalán por
“Valentín”.
BLANCA PORTILLO
Nacida en Madrid en 1963, cursa sus estudios en la Real Escuela Superior
de Arte Dramático, donde ya inició una exitosa carrera teatral. Ésta
incluye reconocimientos tales como los premios La Celestina y Max por
“Madre, el drama padre”, los premios Max, de la Unión de Actores y
Teatro de Rojas por “Como en las mejores familias”, o los premios Miguel
Mihura y de la Unión de Actores por “La hija del aire”, dirigida por el
prestigioso Jorge Lavelli.
Ha trabajado en cerca de treinta montajes teatrales. Actualmente está
protagonizando “Hamlet” dirigida por Tomaz Pandur, a cuyas órdenes ya
trabajó en “Barroco”. José Carlos Plaza la dirigió en “After Play” de
Brian Friel que cosechó un enorme éxito y Andrés Lima lo hizo en
“Hamelin” de Juan Mayorga.
Muy popular gracias a la series de televisión “Siete vidas” y
“Acusados”, Blanca también ha participado en quince películas a las
órdenes, entre otros, de Milos Forman (“Goya’s ghost”), Agustín Díaz
Yanes (“Alatriste”), Belén Macías (El patio de mi cárcel) o Gracia
Querejeta (“Siete mesas de billar francés”). En 2005 con “Volver” inicia
su colaboración con Pedro Almodóvar.
Fue nominada a los Goya como Mejor Actriz Revelación por “El color de la
nubes” (Mario Camus) y como Mejor Actriz de Reparto por “Volver”, en
esta categoría obtuvo el premio de la Unión de Actores por esta
película.
Fue galardonada con el Premio a la Mejor Actriz, exaequo con el resto de
actrices en el Festival de Cannes por “Volver” y con la Concha de Plata
a la Mejor Actriz en el Festival de San Sebastián por “Siete mesas de
billar francés”.
JOSÉ LUIS GÓMEZ
Se forma como actor en el Instituto de Arte Dramático de Westfalia (Bochum)
y en la Escuela de Jacques Lecoq (París). Realiza sus primeros trabajos
profesionales como actor y director en los principales teatros de la
República Federal Alemana. En 1971 regresa a España, donde produce,
dirige y actúa en montajes como “Informe para una Academia” de Kafka,
“Gaspar” de Peter Handke y “La resistible ascensión de Arturo Ui”de
Bertolt Brecht.
A partir de su papel protagonista, en la película “Pascual Duarte” de
Ricardo Franco, por el que fue galardonado con el Premio a la Mejor
Interpretación Cinematográfica Masculina del Festival de Cannes (1976),
trabaja con cineastas como Jaime de Armiñán (“Nunca es tarde”), Juan
Sebastián Bollaín (“Las dos orillas”), Enrique Brassó (“In Memoriam”),
Jaime Camino (“Luces y sombras”), Jaime Chávarri (“Dedicatoria”), Manuel
Gutiérrez Aragón (“Sonámbulos”), Eloy de la Iglesia (“La estanquera de
Vallecas”), Joseph Losey (“Rutas del Sur”), Pilar Miró (“Beltenebros”),
Carlos Saura (“Los ojos vendados” y “El séptimo día”), Gonzalo Suárez
(“Remando al viento”), Mariano Barroso (“Hormigas en la boca”) y Milos
Forman (“Goya’s Ghosts”), entre otros.
En 1978, tras un periodo de estudios en Nueva York con Lee Strasberg,
asume la dirección del Centro Dramático Nacional, junto a Nuria Espert y
Ramón Tamayo, y dos años más tarde la del Teatro Español.
En 1992 dirige “La vida es sueño” en el Théâtre de l’Odéon y al año
siguiente “Carmen” en la Ópera de la Bastilla, ambos en París.
Desde entonces, se ha concentrado en la concepción, gestión y dirección
del Teatro de La Abadía, inaugurado en 1995, donde aborda un amplio
repertorio, estimula la formación de actores e invita a significativos
directores europeos.
En 2008, dirige la ópera “Simon Boccanegra” de Verdi en el Gran Teatre
del Liceu.
Cuenta con numerosísimos premios entre los que destacan además del
mencionado a mejor actor en el Festival de Cannes, el Premio Nacional de
Teatro, Caballero de la Orden de las Artes y las Letras, otorgado por
Francia, Cruz de Caballero de la Orden del Mérito de la República
Federal Alemana, Medalla de Oro del Círculo de Bellas Artes, Medalla de
Oro al Mérito en las Bellas Artes del Ministerio de Cultura.
RUBÉN OCHANDIANO
Nace en 1980, estudia interpretación con Juan Carlos Coraza, danza
contemporánea con Michelle Mann, Eileen Standley y Mónica Page, y clases
de canto con Inés Rivadedeira, además de otros cursos que enriquecen su
formación actoral.
Trabaja en series de televisión de gran éxito, entre otras “El
comisario”, “Hospital central”, “Al salir de clase” y “Periodistas”.
En teatro ha trabajado a las órdenes de directores como Antonio Mercero
en “Los verdes campos del edén” y de Miguel Narros en “Así es… si así os
parece” por la que estuvo nominado como Mejor Actor Protagonista por la
Unión de Actores.
Ha hecho más de quince películas, entre ellas “Silencio roto” de Montxo
Armendáriz, por la que estuvo nominado al Goya como actor revelación;
“Guerreros” de Daniel Calparsoro, “La flaqueza del bolchevique” de
Manuel Martín Cuenca, por la que volvió a estar nominado por la Unión de
Actores; “Descongélate” de Félix Sabroso y Dunia Ayaso; “Tapas” de Juan
Cruz y José Corbacho, por la que obtuvo el premio “El Mundo”,
“Guerrilla” de Steven Soderbergh, “El patio de mi cárcel” de Belén
Macías y “Biutiful” de Alejandro González Iñárritu.
TAMAR NOVAS
Con tan solo 22 años puede presumir de haber trabajado con alguno de los
directores más importantes de este país, Alejandro Amenábar, José Luis
Cuerda o Gerardo Herrero, además de este trabajo con Pedro Almodóvar.
Comienza su formación estudiando arte dramático con Juan Carlos Coraza.
Su primera película fue “La lengua de las mariposas” de José Luis Cuerda
(1999) a la que le siguió “Mar adentro” de Alejandro Amenábar, por la
que consiguió el Goya al Mejor Actor Revelación y el premio de la Unión
de Actores en la misma categoría. En 2006 trabaja en “Goya’s ghosts” a
las órdenes de Milos Forman y al año siguiente en “Una mujer invisible”
de Gerardo Herrero.
Ha trabajado en series de televisión como “Cuenta atrás”, “La señora” o
“Siete vidas”, entre otras.
En teatro ha debutado con la obra “La noche justo antes de los bosques”
de Bernard-Marie Koltés, a las órdenes de Carlos Neira.
Es, sin duda, uno de los jóvenes valores del cine español.
EQUIPO TÉCNICO – BIOFILMOGRAFÍAS
AGUSTÍN ALMODÓVAR
Manchego de nacimiento y licenciado en Ciencias Químicas por la
Universidad Complutense de Madrid.
Desde 1985 se dedica a participar activamente en el cine. Se incorpora
como meritorio de producción al equipo de “Sé infiel y no mires con
quién” (Fernando Trueba). Ese mismo año comienza su participación
incesante en las películas de su hermano, trabajando como auxiliar de
dirección en “Matador” y fundando en 1986, también junto a Pedro, su
propia empresa, El Deseo.
Desde entonces ha asumido la producción de todos los largometrajes de
Pedro (llegando a ganar el Oscar a la Mejor Película Extranjera por
“Todo sobre mi madre”), y la ha compaginado con la producción de otros
directores (Alex de la Iglesia, Mónica Laguna, Daniel Calparsoro,
Guillermo del Toro, Isabel Coixet, Félix Sabroso y Dunia Ayaso, Lucrecia
Martel y Belén Macías). También al frente de El Deseo, ha realizado
numerosas coproducciones con Francia.
ESTHER GARCÍA
Nacida en Segovia, Esther cuenta en su haber con cinco Goyas por “Acción
Mutante”, “Todo sobre mi madre”, “La vida secreta de las palabras” y
“Volver”. Ha dirigido la producción de más de noventa películas y series
de televisión desde que comenzase en 1976 con “Curro Jiménez”.
Ha desempeñado todos los cargos dentro de la producción: desde meritoria
a productora ejecutiva, labor que asume desde la película “Mi vida sin
mí” (Isabel Coixet).
Además de trabajar con Pedro ininterrumpidamente desde “Matador”, ha
realizado tareas de producción a las órdenes de: Fernando Trueba,
Mariano Ozores, Luis María Delgado, Gonzalo Suárez, Emilio Martínez
Lázaro y Fernando Colomo.
Formando parte del equipo de El Deseo ha dirigido la producción de
“Acción Mutante” (Alex de la Iglesia), “Tengo una casa” (Mónica Laguna),
“Pasajes” (Daniel Calparsoro), “El espinazo del diablo” (Guillermo del
Toro), “Descongélate” (Félix Sabroso y Dunia Ayaso) y “El patio de mi
cárcel” (Belén Macías).
Junto a Agustín Almodóvar se ha lanzado a la producción televisiva
(“Mujeres” de Dunia Ayaso y Félix Sabroso) e internacional (“Mi vida sin
mí” y “La vida secreta de las palabras” de Isabel Coixet, “La niña
Santa” y “La mujer sin cabeza” de Lucrecia Martel).
ALBERTO IGLESIAS
Nacido en San Sebastián en 1955, estudió piano, guitarra, contrapunto y
armonía con Blanca Burgaleta y Francisco Escudero en su ciudad natal.
Amplió sus estudios en París con Francis Schwartz y en Barcelona con
Gabriel BrnÇic. Ha colaborado con Carlos Saura, Bigas Luna, Julio Medem
e Iciar Bollaín, entre otros.
Desarrolla una estrecha colaboración con Pedro desde su primer trabajo
juntos en “La flor de mi secreto”, siendo desde entonces el músico
habitual de sus películas.
Entre sus bandas sonoras caben destacar “Los amantes del círculo polar”
(Julio Medem), “Todo sobre mi madre”, “Hable con ella” y “Volver” (Pedro
Almodóvar). Ha recibido siete Goyas por su trabajo en las películas
anteriormente mencionadas así como por sus partituras para las películas
de Julio Medem “La ardilla roja”, “Tierra” y “Lucía y el sexo”. Obtuvo
el European Film Award (EFA) por “Volver”.
Ha estado nominado a los Oscar por “El jardinero fiel” (Fernando
Meirelles) y “Cometas en el cielo” (Marc Foster).
Ha recibido el Premio Nacional de Cinematografía en 2007.
Entre sus últimos trabajos se encuentran “Guerrilla” y “El Argentino”
(Steven Soderbergh).
Además de sus trabajos para cine, ha compuesto música sinfónica y de
cámara, junto a varios ballets, para la Compañía Nacional de Danza.
JOSÉ SALCEDO
En la actualidad, maestro de montadores, Pepe Salcedo ha montado más de
noventa películas hasta la fecha, entre las que se encuentran la
filmografía de Pedro Almodóvar al completo.
Fue ayudante de Pedro del Rey y Pablo del Amo. Comenzó su trayectoria
con la película “Una mujer prohibida” y desde entonces ha recibido tres
Goyas por su trabajo en “Mujeres al borde de un ataque de nervios”
(Pedro Almodóvar), “Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto”
(Agustín Díaz Yanes) y “Todo sobre mi madre” (Pedro Almodóvar). Ha
desempeñado su labor junto a los más importantes directores españoles
entre los que se encuentran Manuel Gutiérrez Aragón, Eloy de la Iglesia,
Pedro Olea, Gonzalo Suárez, Jaime Chávarri, José Luis Borau, Manuel
Gómez Pereira, y un largo etc.
RODRIGO PRIETO
Nace en México en 1965 y cuenta ya con más de veinte películas como
director de fotografía. Especialista en crear atmósferas y en el dominio
del claroscuro, destaca por el uso nada convencional de la cámara. Ha
trabajado con directores de la talla de Curtis Hanson (“8 Mile”), Spike
Lee (“The 25th tour”), Oliver Stone (“Alexander”), Kevin MacDonald
(“State of Play”), además de ser el director de fotografía de toda la
filmografía de Alejandro González Iñárritu, ha colaborado en las dos
últimas películas de Ang Lee, “Brokeback Mountain” y “Lust, Caution”,
por la primera estuvo nominado al Oscar a la mejor fotografía.
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