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Título original: Bikur Ha-Tizmoret Un film de ERAN KOLIRIN
FESTIVAL DE CANNES
GANADORA
*PREMIO COUP DE COEUR
* PREMIO FIPRESCI DE LA CRÍTICA INTERNACIONAL
* PREMIO DE LA JUVENTUD
* MEJOR PELÍCULA – ACADEMIA CINEMATOGRÁFICA ISRAELÍ
* GRAN PREMIO DEL JURADO – TOKYO FILM FESTIVAL
* MEJOR ACTOR – EUROPEAN FILM FESTIVAL
* MEJOR PELÍCULA – JERUSALEM FILM FESTIVAL
* GRAN PREMIO DEL JURADO – VARSOVIA FILM FESTIVAL
* PREMIO GOLDEN EYE – ZURICH FILM FESTIVAL
Alguna vez, no hace mucho tiempo, una reducida banda de músicos egipcios
llegaba a Israel. Habían sido invitados a tocar en una ceremonia
oficial pero, debido a la burocracia, a la mala suerte, a un malentendido, o
a quién sabe qué, quedaron varados en el aeropuerto.
Tuvieron entonces que arreglárselas solos, en medio de un pequeño y desolado
pueblo israelí, casi olvidado, perdido en medio del desierto del Negev, cuya
rutina iba a verse irremediablemente trastocada por la llegada de esos
desconcertados visitantes quienes, a su vez, corroborarán que aún en las
peores circunstancias puede aparecer una salida. Ellos van a encontrarla
encarnada en la seductora y enigmática presencia de una atractiva mujer,
quien les dará cobijo, alimento, confianza, amabilidad…y algunas
cosas más.
La delicada, entrañable y muy original realización debut de ERAN KOLIRIN no
sólo se destaca singularmente por sus notables valores cinematográficos,
reflejados en los más de los 35 premios internacionales obtenidos, sino por
la insólita decisión de la Academia de Hollywood de no aceptar la película
como una de las aspirantes al Oscar a Mejor Película de Habla no Inglesa,
por tener gran parte de los diálogos en inglés, lo cual generó el inmediado
surgimiento de especulaciones sobre una campaña en contra. El Presidente de
la Fundación de Cine Israelí declaraba « esta película trata de crear
puentes entre culturas. Habla de lo absurdo que es que dos países vecinos
con lenguas similares sólo se puedan comunicar en inglés. La película se ha
de ver en el contexto de la complicada realidad de la región ». Por otra
parte, no era ésta la primera exclusión sufrida por LA VISITA DE LA BANDA;
anteriormente,
la Asociación de Actores Egipcios había boicoteado la participación de LA
VISITA DE LA BANDA en el Festival de cine de Abu Dhabi. Según declaraciones
de su presidente, Ashraf Zaki: “No he visto la película, pero no se trata de
las cualidades artísticas de ésta ; es porque es israelí ”.Por otro lado, el
director ERAN KOLIRIN manifestaba su incredulidad ante la situación creada;
“lo más importante para nosotros es que la audiencia árabe la vea y pueda
juzgar con sus propios ojos”.
Declaración del director
Cuando yo era chico, todo el tiempo veía con mi familia películas egipcias.
Esto era algo muy común en Israel, a comienzos de los ’80. Los viernes, al
caer la tarde, nos entregábamos con gran excitación a los tortuosos
argumentos, los amores imposibles y las angustias sobrecogedoras que vivían
Omar Sharif, Pathen Hamama, I’del Imam, y todos los demás actores, en el
único canal de televisión que había en el país. Lo cual era bastante raro,
considerando que era el mismo país que había pasado más de la mitad de su
existencia como tal en guerra, y la otra mitad en una suerte de fría,
forzada convivencia pacífica precisamente con Egipto
A veces, después de la película, emitían una actuación de la Orquesta de la
Radiodifusión Israelí, una clásica orquesta árabe, compuesta casi
enteramente por judíos árabes de Irak y Egipto. Y si uno piensa en la
conformación de esa orquesta, quizás la acostumbrada ceremonia de mirar
películas egipcias suene menos incomprensible.
Las películas árabes han desaparecido de nuestras pantallas desde hace ya
mucho tiempo. La televisión se ha privatizado, y ahora languidece abrumada
por los 570 o quién sabe cuantos canales que se han desplomado sobre
nosotros. Y la orquesta se ha disuelto. Tenemos MTV y la BBC y RTL y los
“ídolos de Israel” y las canciones pop y los comerciales de 30 segundos. ¿A
quién pueden importarle entonces las canciones de un cuarto de tono que
además duran media hora?
Después, Israel construyó el nuevo aeropuerto, olvidando traducir las
señales viales al árabe. Entre los miles de negocios que se levantaron allí,
parece que no encontraron lugar suficiente para incluir la extraña escritura
curvilínea que es la lengua madre de la mitad de nuestra población. Es fácil
no recordar las cosas que H&M, Pull and Bear y Levi’s quieren que olvidemos.
No hizo falta mucho para que también nos olvidáramos de nosotros mismos.
Se han realizado muchas películas relacionadas con el interrogante de porqué
no hay paz, pero me parece que son menos las que se preocupan sobre porqué
necesitamos la paz, en primer lugar. Lo más obvio se pierde en medio de
entusiastas conversaciones sobre las ventajas y los intereses económicos. Al
final del día, mi hijo y el hijo de mi vecino se van a encontrar, estoy
seguro, en algún shopping iluminado a neón, bajo el signo gigante de
McDonald. Y quizás eso deba entenderse como una forma del confort, no lo sé;
lo que sí sé es que algo quedó en el camino. El verdadero amor ahora es el
intercambio de una noche, el arte es el comercio, y la conexión humana, la
magia de la conversación ahora es hablar de cuanto puede ser de grande la
porción de torta que nos toca.
ERAN KOLIRIN – Dirección y Guión
Eran Kolirin nació en 1973. Su primer trabajo para el cine fue el guión de
ZUR – HADASSIM, por el cual ganaría el "Lipper Prize” al mejor guión en el
Festival de Jerusalen de 1999. En 2004, ERAN KOLIRIN escribió y dirigió THE
LONG JOURNEY, un film hecho para la televisión. LA VISITA DE LA BANDA es su
primer largometraje. Actualmente, se encuentra en la elaboración de su
segunda película, PATHWAYS IN THE DESERT.
La ópera prima del joven y desconocido Eran Kolirin tiene un sencillo punto
de partida : una pequeña banda de música de la policía egipcia es invitada a
inaugurar un centro árabe en Israel. Tras comprobar que nadie pasa a
recogerlos en el aeropuerto e ignorar lo que hubiera sido más sensato, como
contactar con la embajada de su país, sus ocho miembros se aventuran en un
autobús que les deja literalmente en medio de ninguna parte, aislados, muy
alejados de su lugar de destino y sin posibilidad alguna de reemprender
viaje hasta el día siguiente. Ante tal tesitura, piden ayuda a los israelíes
locales – que alucinan no poco ante los músicos uniformados de gala en mitad
de aquel sitio dejado de la mano de Dios, pero que se muestran sumamente
amistosos – y buscan acomodo como pueden mientras dejan que la música, el
amor, las emociones y el sentido del humor tiendan puentes entre las enormes
diferencias culturales de unos y otros.
LA VISITA DE LA BANDA es una de esas películas bienintencionadas que bien
podría inscribirse en esa tendencia, a estas alturas ya casi un género en sí
mismo, de acercar las posturas de adversarios aparentemente irreconciliables
apelando a sentimientos humanos universales capaces de atravesar cualquier
barrera. A la vez, en este caso, tratándose del conflicto árabe-israelí, a
priori no dejaba de ser una apuesta arriesgada en varios sentidos: si se
llevan las cosas demasiado lejos podía quedar un producto que insultara la
inteligencia del espectador o, lo que es peor, que se viera como una burla a
un tema sumamente serio. Por otro lado, también existía la trampa de caer en
una simple apología de los buenos deseos que convirtiera la película en un
empalagoso a la vez que ingenuo alegato.
Sin embargo hete aquí que haciendo gala de una gran inteligencia y de un
excepcional a la vez que desconcertante sentido del humor, que bebe mucho
del absurdo generado por la propia situación (como sucede a menudo en los
filmes de Kaurismaki), resulta que Eran Kolirin sortea con habilidad todas y
cada una de esas trampas, constuyendo una película modesta en sus
planteamientos, pero sumamente eficaz en la consecución de sus objetivos,
una de esas obras pequeñas solo en presupuesto que se abren paso con
facilidad hacia el espectador y que se disfrutan con una sonrisa de
complicidad permamente en los labios. A Kolirin le basta un puñado de
detalles para establecer las claves de sus personajes, ya sea ,por el lado
de la banda egipcia, el severo pero sensible director de la orquesta, el
vivillo empeñado en sacar el máximo partido del viaje o el segundón que
sueña con dirigir un día la orquesta. Y, por el lado israelí, la mujer
madura, determinada y en el fondo enormemente necesitada de cariño que les
acoge, el joven inexperto en su trato con las mujeres o el buen tipo
dominado por su mujer e infeliz en su matrimonio que se presta a ayudar a
algunos de los miembros de la banda.
La película tiene sus mejores bazas no tanto en el consabido encuentro entre
dos culturas y la previsible superación de sus diferencias en pro de la
simple consigna de ayudar al prójimo, sino en la eficacia con la que están
construidos tanto los personajes como las escenas que protagonizan, ya sean
cómicas o no. Jugando de maravilla con el plano fijo y la introducción
sorpresiva del absurdo en las situaciones más cotidianas, Kolirin consigue
crear una atmósfera apacible, un oasis de calma en medio de un conflicto que
uno sabe existente pero que podría hallarse a miles de kilómetros de ese
remanso de paz perdido en el desierto, en el que no falta la soledad ni el
aburrimiento. Todo está rodado con una suave puesta en escena que invita al
juego de conocimientos que propone la película, y el espectador se deja
arrastrar con facilidad al mismo: tan hermoso es el proceso de seducción de
la dueña del restaurante hacia ese director de orquesta responsable, que
tiene motivos más que comprensibles para no responder a sus invitaciones,
como divertida la forma en la que el seductor de la banda instruye a un
inepto en asuntos de mujeres en la mejor forma de abrirse paso hacia su cama
– lo que da lugar a una escena antológica e hilarante en una especie de
pista de patinaje,en la que se hace una relectura en clave de humor mudo
digno de Chaplin o Keaton del sempiterno Cyrano de Bergerac – sin que en
ningún momento haya el más mínimo atisbo de establecer juicios morales, o
aleccionarnos sobre los buenos sentimientos. Es que su autor, con buen
criterio, da por sentado que el espectador tiene más que asumidos ciertos
valores universales y no carga las tintas sobre los mismos.
Algunos pensarán que LA VISITA DE LA BANDA es poco más que una película
simpática que se deja ver con agrado y que transcurre por caminos
previsibles. Puede que sea cierto, pero este cronista es de los que defiende
que esa aparente sencillez tiene tras de sí un trabajo riguroso que no debe
menospreciarse: les aseguro que todas las emociones que provoca, que son
muchas y de muy distinto signo, son absolutamente genuinas. Y su discurso
sobre un entendimiento mínimo entre ambas culturas desde el que construir un
mejor futuro, lejos de ser ingenuo, está perfecta y coherentemente
construido.
Cinemérida.Blogspot
Entre las ligerezas menos aceptables que puede cometer una película está la
de prometer algo que nunca va cumplir, todo lo contrario de lo que sucede en
LA VISITA DE LA BANDA, un filme israelí cuyo gran mérito está en recurrir a
la modestia para referenciar situaciones complejas. Si hay algo para
resaltar de su director, el ignoto ERAN KOLIRIN, es el parentesco que une a
su opera prima con la obra del finlandés AKI KAURISMÄKI. Como ocurre en
LUCES AL ATARDECER (Laitakaupungin valot - 2006), los personajes de LA
VISITA DE LA BANDA tienen esa expresión entre ingenua y distante que los
distingue del resto. Son soberbios perdedores que, con una sonrisa a medio
progresar, se viven excusando ante el mundo por sus torpezas. Buscan ser
amados pero lo único que consiguen transmitir a sus semejantes es lástima,
rechazo o indiferencia.
La trama se desarrolla en un lugar de espacios vacíos, una autopista que se
entrelaza con una edificación opaca, que da lugar a una ciudad habitada por
cadáveres urbanos. Las calles desoladas transmiten la angustia y la
desesperanza de quien se sabe sin un propósito fijo y sólo le queda vagar
por la tierra para encontrar una respuesta que carece de voces.
En la sencillez de LA VISITA DE LA BANDA se esconde una estructura pensada
para sostener 87 minutos de gran nivel cinematográfico, ni uno más. No hay
momentos en los que se note una intención de alargar la situación o apurar
alguna resolución. Todo se maneja a un ritmo de partitura, con sabia
morosidad; los gestos hablan más de los personajes que lo que puedan decir
sus palabras.
La base de esta pirámide la ocupa el humor. Un humor que se entrega al
absurdo para componer un cuadro costumbrista de un pueblo y su gente. Pero
humor no implica burlarse de las diferencias que separan a estas culturas,
cuyas disputas provienen de la época de Moisés. Es un humor sano, sin doble
sentido, que ayuda a cicatrizar los conflictos políticos para acercar a las
personas. Y en el fondo, demostrar que todos nos reímos y sufrimos por las
misma causas.
le-criticon.blogspot.
LA VISITA DE LA BANDA –
Título original: Bikur Ha-Tizmoret
–
Origen : Israel / Francia –
Año : 2007 –
Duración : 87minutos -
Compañías Productoras :
July August Productions, Bleiberg Entertainment, Sophie Dulac Productions -
Dirección y Guión: ERAN
KOLIRIN –
Fotografía: Shai GOLDMAN –
Sonido: Itai ELOAV –
Montaje: Arik LAHAV
LEIBOVITZ –
Casting: Orit AZOULAY –
Diseño de Vestuario: Doron
ASHKENAZI –
Diseño de producción: Eitan
LEVI –
Música: Habib SHEHADEH
HANNA –
Productores: Eilon
RATZKOVSKY, Ehud BLEIBERG, Yossi UZRAD, Koby GAL-RADAY, Guy JACOEL –
Co-Productores: Sophie
DULAC, Michel ZANA
REPARTO
TEWFIQ ...SASSON GABAI
DINA ..RONIT ELKABETZ
HALED.. SALEH BAKRI
SIMON ...KHALIFA NATOUR
CAMAL.. IMAD JABARIN
IMAN.. TARAK KOPTY
FAUZI... HISHAM KHOURY
MAKRAM ...FRANCOIS KHELL
SALEH... EYAD SHEETY
PAPI ...SHLOMI AVRAHAM
ITZIK ...RUBI MOSCOVICH
IRIS HILA ...SURJON FISCHER
AVRUM ..URI GABRIEL
LEA... AHOUVA KEREN
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