Esta coproducción griega-turca constituye una oportunidad única para acceder a la idiosincrasia cultural de dos pueblos enfrentados por múltiples conflictos regionales. La película, dirigida por Tassos Boulmetis, cuenta la historia de Fanis y sus orígenes en Estambul antes de ser deportado por las autoridades junto a sus padres. Ya adulto, busca reencontrarse con su abuelo, una presencia vital de su vapuleada infancia. Hasta aquí, el film no se diferencia de otras producciones que presentan como tema central el 'exilio' y la pérdida de un sentido de pertenencia social si no fuera porque su realizador encontró en la 'cocina tradicional familiar', el recurso ideal para conmover sin didactismos altruistas. Al igual que en "La fiesta de Babette" o "Big Night", las recetas culinarias sirven para unir generaciones y crear lazos humanos entre amigos, hermanos o en este caso, un nieto que debió alejarse de sus verdaderas raíces. De manera simple y emotiva, "La sal de la vida" utiliza esas frases sabias que contribuyen al aprendizaje de cualquier niño llegando directo al corazón del espectador. En un punto, Boulmetis rescata la frescura de esos días de crecimiento como lo hiciera Woody Allen en "Días de radio", pero prescindiendo de toda referencia cinematográfica. Se vale de pequeños gestos, manierismos étnicos y paisajes elocuentes para transmitir, con humor y ternura, la profunda convicción de que nadie puede escapar de su pasado y de que siempre se vuelve al primer amor.

Silvia G Romero