Basado en historias reales, esta película del director Peter Mullan (también guionista y actor) muestra sin adornos ni excesos melodramáticos la historia de tres jóvenes injustamente enclaustradas en un convento debido a su comportamiento "no compatible con el catolicismo".

Estos conventos de la Magdalena funcionaron hasta no hace mucho (el último se cerró en 1996) como lugares donde las internas eran obligadas a lavar su alma transformándose literalmente en "lavanderas". El dinero producido por el negocio de lavandería era destinado a diversos hogares de huérfanos y para el mantenimiento de este método digno de los tiempos de Torquemada.

La historia en ningún momento decae en interés. Las tres protagonistas se cruzarán con otros personajes cada uno con su propia historia, la madre soltera que recibe la visita de su hijo a una distancia exageradamente prudencial (y sin hablar), una monja más que fanática, una interna ya anciana que solamente conoce los códigos casi carcelarios (en algunos casos más duros) del convento, las monjas que desconocen como es comportarse naturalmente, el cura que usa ciertos servicios sexuales de las internas (el eterno tema del abuso de poder), etc. La mayoría de estas mujeres esperarán lo que nunca va a llegar: que alguien las saque de allí. De la misma forma que ese ambiente endurece a las internas también lo hace con quienes lo dirigen. La directora del convento solamente presenta sentimientos cuando utiliza los castigos físicos.

El filme se sitúa en la década de 1960, cuando todo el mundo comenzaba a perder tabúes antediluvianos, en los conventos de las hermanas de la "Magdalena" (la prostituta redimida) se vivía en un siniestro ambiente medieval.

Fabián Sancho