"AMOR ETERNO"
de Jean-Pierre Jeunet
SOBRE LA PRODUCCIÓN
Había una vez, cinco soldados franceses que habían marchado a la guerra, porque así es la vida. -- Sébastien Japrisot, Amor eterno
Uno de los proyectos más ambiciosos e inusuales del cine francés, Amor eterno es la realización de un sueño que se prolongó durante diez años para el director Jean-Pierre Jeunet. Después de leer la novela de Sébastien Japrisot en 1991, Jeunet se quedó totalmente cautivado por la extraordinaria historia de amor - y por su heroína, Mathilde - y soñó con poder adaptarla para el cine. “La primera vez que abrí el libro, no pude dejar de leerlo hasta que lo terminé”, explica Jeunet. “En primer lugar, es una historia muy, muy hermosa, fuerte y original. Trata de esta joven que se niega a aceptar que su prometido está muerto, a pesar de todas las evidencias. En segundo lugar, encontré en el libro muchas de mis propias preocupaciones e intereses, como la guerra de 1914 -18 y el París de los años 20. Una combinación de inocencia y fantasía impregna toda la época, a pesar de la gravedad de los acontecimientos.”
A Jeunet le pareció especialmente cautivadora la determinación del personaje principal. “Todo se reduce a eso”, dice el director. “El epígrafe en el libro de Japrisot es una cita de Lewis Carroll en Alicia en el país de las maravillas... La habilidad que algunos tienen para ver lo que otros no pueden ver o, lo que es más importante, no mirar a lo que todo el mundo ve, es algo que me conmueve profundamente. Mathilde está visceralmente convencida de que tiene razón, a pesar de lo que piensen todos los demás. Se encuentra sola frente al mundo. E incluso, si tiene momentos de duda, encuentra la fuerza para convencer a los demás y ganárselos. Entiendo profundamente esa feroz fuerza de voluntad y obstinación. Es similar a alguien que quiere hacer películas pero procede de un ambiente que no lo fomenta para nada”. En aquel momento, Jeunet acababa de rodar su primer largometraje Delicatessen. Cuando el director, relativamente desconocido, se enteró de que Warner Bros. poseía los derechos del libro, dejó en suspenso ese sueño especial, y continuó su propio camino, tremendamente imaginativo, como realizador.
Diez años más tarde, el éxito mundial de Amélie había cambiado sin lugar a dudas su situación. Jeunet se enteró de que Warner Bros. aún poseía los derechos, y que planeaban hacer una película de la historia. Su deseo de adaptar la historia de Japrisot se reavivó, y su pasión por el proyecto, aún se había vuelto más pronunciada, dado que, finalmente, había encontrado la actriz ideal para el papel de Mathilde: Audrey Tautou.
“Cuando leí el libro por primera vez, me pregunté quién podría interpretar a Mathilde, pero no se me ocurría nadie. Cuando conocí a Audrey inmediatamente pensé, 'Aquí está Mathilde, justo delante mío”. En la noche de la ceremonia de los Oscars® (donde Amélie estaba nominada a la Mejor Película Extranjera, Mejor Guión, Mejor Fotografía y Mejor Director), él le preguntó a su Amélie si quería hacer otra película con él. Ella respondió: “¡Por supuesto, si es con el mismo equipo!”. Esto sólo sirvió para convencer a Jeunet aún más. Decidió que Amor eterno se rodaría en Francia, en francés, con actores franceses y un equipo técnico francés. Warner Bros. aceptó. Obteniendo el 35% de su financiación de Warner Bros., la película sería producida por 2003 Productions - una compañía francesa de producción, creada por Francis Boespflug, en la que Warner Bros. posee una parte minoritaria. Las dos compañías ya habían co-producido dos películas: L'ex-femme de ma vie, de Josiane Balasko y Le Carton de Charles Nemes. De este modo, el sueño de Jeunet, comenzó a hacerse realidad.
Mientras se organizaba la financiación, el director comenzó a adaptar la novela, en colaboración con el guionista de Amélie, Guillaume Laurant. “Es una novela cautivante” -comenta Laurant. -“La manera de Japrisot de llevarnos a lo largo de la historia hasta el final es fascinante…[estábamos principalmente preocupados en reflejar eso]. El guionista, logra el sutil equilibrio entre la entrañable historia de amor y su horroroso contexto. Lo que es realmente maravilloso en Amor eterno, es la tenacidad de la heroína, su fortaleza y la fe que trasciende y supera los horrores de la guerra.”
Jeunet y Laurant trabajaron incansablemente para dejar traslucir la simple historia, dentro del núcleo de la excitante novela. Querían mantener el foco del ambicioso proyecto, centrado en el viaje de la heroína, a lo largo de todo el film. “Nuestra primera tarea fue separar esta sofisticada máquina, tal como si desmanteláramos todos los componentes de un motor para ver cómo funciona,” explica Jeunet.
Laurant detalla, “Primero trabajamos juntos para ponernos de acuerdo en qué debíamos descartar, y qué debíamos mantener, y así formar una estructura. Después Jean-Pierre escribió una sinópsis de 30 páginas. En base a eso, yo escribí la primera versión del guión. Luego, fue un constante ir de un lado a otro entre Jean-Pierre y yo hasta que llegamos a la versión final. Realmente disfruté trabajando con Jean-Pierre debido a su preocupación constante sobre la simplicidad y la eficacia.”
Al adaptar la novela para el cine, los escritores debieron tomar decisiones difíciles. Jeunet y Laurant tuvieron que encontrar un modo de traducir las partes epistolares del libro en dinámica, absolutamente necesaria en una película. Mientras que en la literatura clásica, el uso de cartas con objetivo explicativo o moralizante es casi una divisa, las cartas enviadas y recibidas por Mathilde, en el transcurso de su búsqueda, fueron especialmente complicadas para adaptar a la pantalla.
“Mantuvimos algunas cartas, pero de un modo visualmente poético,” comenta Jeunet. “Y muchas otras, las convertimos en encuentros reales entre Mathilde y las personas. En filmación, realmente se necesita acción y espectáculo, aunque sin exagerar. No pude evitar ceder a la tentación de introducir algunas de mis ideas personales en el camino. Digamos que Mathilde es un poco más activa en el film, y pierde menos tiempo leyendo cartas de lo que lo hace en el libro.”
Otra decisión importante, fue alterar la condición física de la protagonista. Los guionistas, decidieron que Mathilde no estaría en una silla de ruedas como víctima de la poliomelitis, sino que simplemente tendría una cojera. “En la novela, los lectores acaban olvidándose de la silla de ruedas” - subraya Jeunet -“pero en la pantalla hubiera sido demasiado pesado. También hubiera sido demasiado incómodo en términos de producción, y yo quería tener la mayor libertad posible.”
Durante varios meses, el director y el guionista pulieron una y otra vez el guión. “Nuestro trabajo fue muy distinto del de Amélie,” asegura Laurant. “Amélie era un guión completamente original. Jean-Pierre y yo íbamos soltando ideas sobre la mesa y construyendo la película a partir de eso. En esta ocasión, empezamos con una historia definida, con giros y vueltas y una auténtica intriga. Nuestro punto de partida fueron los personajes específicos y sus emociones.”
Todos estos cambios en la historia, tuvieron la bendición de Sébastien Japrisot, el escritor original. Jeunet le explicó qué era lo que iba a hacer. “Lamentablemente, no tuve tiempo de conocerle” - lamenta Jeunet - “Cuando hablamos, él dijo: ‘Ahora es tu bebé. Haz lo que te venga bien. Pero ven a verme cuando acabes.’ El murió una semana antes de que el guión estuviera acabado. Me quedé muy triste por eso.”
A lo largo del camino, Jeunet y Laurant hicieron muchísimas investigaciones, leyendo novelas y documentos de la época. La fascinación infantil de Jeunet con el tema proporcionó un excelente punto de partida para la exhaustiva búsqueda de información. “Es algo extraño”- confiesa Jeunet- “a pesar de que yo crecí en Lorraine, siendo niño, nunca me contaron historias de esa época. Ninguno de los miembros de mi familia estuvo directamente involucrado en la guerra, tal vez por eso no me contaron sus historias. Pero siendo ya adolescente, yo leí vorzamente todo sobre el tema: Les Croix de Bois, Le Feu, La Peur, Orage d’Acier... esta guerra fue una abominación total. Cuando la gente habla de la Primera Guerra Mundial, los relatos se vuelven especialmente más atroces al hablar de aquellos que fueron víctimas ‘para dar el ejemplo’. Uno sólo puede condenar a la guerra, a todas las guerras en realidad.”
Con el objetivo de recrear el guión en la pantalla, los escritores buscaron imágenes que los ayudasen a imaginar el mundo, tal como Mathilde debía haberlo conocido. No confiaron demasiado en las películas de cine (“No hay muchas buenas, a excepción de la de Kubrick Paths of Glory y la de Lewis Milestone All Quiet on the Western Front” - dice Jeunet), sino más bien en documentos y en noticias de la época. “Para Jean-Pierre, es extremadamente importante que cada uno de los detalles sea correcto” - destaca Laurant - “Tuvimos que conseguir una sensación visual palpable para cada uno de los rincones y hendiduras de la novela y para las situaciones que Japrisot describe. Por ello investigamos mucho, para acercarnos lo más cerca posible a la realidad.” Desde que ella se enteró de su muerte, se aferró tenazmente a su intuición, como si fuera a un fino alambre. Cada vez que se rompe, ella lo vuelve a atar. Nunca se desalienta. Mathilde tiene un carácter alegre. Se dice a si misma que si el alambre no la conduce hasta su amado... No hay problema. Siempre podrá utilizarlo para ahorcarse. Una vez terminado el guión, Autrey Tatou fue la primera en leerlo. Al respecto, la actriz dice: “Lo que me llegó al alma inmediatamente fue la determinación de Mathilde. Aunque todo parecía indicar que su búsqueda sería infructuosa, ella continuaba creyendo profundamente en lo que hacía. Personalmente, creo que yo no habría sido capaz de pelear del modo que ella lo hizo. Esta es la historia de amor de dos personas separadas por la guerra. La fuerza de la película está en la tenacidad profunda de Matilde: haría lo que fuera para encontrar a su amado, al que todo el mundo daba por muerto; la fuerza también está en la brutalidad del contexto histórico. No hay nada sensiblero ni gratuito en los sentimientos que se muestran. A través de esta historia de amor, podemos comprender el horror y la infamia de aquella guerra”. Una vez finalizado el guión, Jeunet comenzó a reunir un eclético y sorprendente reparto para la película. El reunió a diversos grupos de actores con diferente formación, combinando experiencia y técnicas. El también buscó rostros característicos, personalidades y temperamentos. “Hice lo que siempre hago,” dice el director. “Busqué a los actores que pensé que mejor podrían representar a los personajes, sin tratar de que fuera un reparto estelar. Esta vez fue diferente, porque mi experiencia y mi éxito con Amélie me permitieron tener grandes estrellas, incluso para los papeles pequeños.” Jeunet eligió trabajar con actores que ya le eran conocidos, como Audrey Tautou, Dominique Pinon, Ticky Holgado, Jean-Claude Dreyfus y Urbain Cancelier. Pero también eligió muchas caras nuevas. Estas incluyeron a Clovis Cornillac, Marion Cotillard, Jean-Pierre Darroussin, Julie Depardieu, André Dussollier (quien hizo la voz narrativa en Amélie), Tchéky Karyo, Jérôme Kircher, Denis Lavant y Jean-Paul Rouve. El quinto hombre era un Cornflower, apodo que se dio a la clase de 1917. El aún no tenía veinte años. Ahora, él tenía miedo de todo: cañones, gas, trincheras barridas, ejecuciones. Antes de la masacre, él era precisamente lo contrario, desafiaba tormentas en operaciones de rescate… Al buscar al actor adecuado para interpretar el papel de Manech, Jeunet hizo pruebas a numerosos jóvenes actores franceses. Pero cuando descubrió a Gaspard Ulliel, en la película de Michel Blanc Summer Things, el director supo que había encontrado al amante de Mathilde. “Gaspard tiene algo especial”, dice Jeunet. “La cámara lo adora. El es un poco salvaje, pero tiene un gran sentido de la oportunidad y siempre encuentra el tono justo. Es absolutamente mágico. Él y Audrey hacen una pareja ideal, ambos inocentes y románticos, la misma pareja de cuya historia de amor trata la película”. Al mismo tiempo que elegía a los intérpretes para la película, Jeunet también formaba su equipo de producción. Reclutó para ello, a muchos de sus colaboradores habituales y colegas de mucho tiempo, la mayor parte de los cuales habían trabajado con él desde sus inicios. Para rodar el film, Jeunet contrató al camarógrafo Bruno Delbonnel, con el cual hizo sus cortometrajes y la película Amélie. También seleccionó a la escenógrafa Aline Bonetto (que trabajó con él desde Delicatessen), a la vestuarista Madeline Fontaine (a la cual conoció en The City of Lost Children), a la maquilladora Nathalie Tissier, al editor Hervé Schneid, a la compañía de efectos especiales Les Versaillais y a la de efectos visuales Duboi. Todos disfrutaron del placer de volver a estar juntos, tras la fabulosa aventura de Amélie, para afrontar con entusiasmo el desafío que les esperaba. Jeunet y el escenógrafo Bonetto,
investigaron juntos y extensivamente los tiempos de la Primera Guerra
Mundial. Querían asesorarse sobre algunos temas prácticos y estéticos, con
respecto a los escenarios, la utilería y los exteriores para el proyecto.
“El cine es esto” - dice Bonetto - “Al llegar un nuevo guión, uno debe
transportarse a un mundo del que no sabe prácticamente nada, y debe hacerle
frente. Se comienza descubriendo, mirando todo, estudiando minuciosamente
pilas de imágenes hasta que se le salen a uno por las orejas. Me sumergí, en
cuerpo y alma en la Guerra de 1914 -18, lo que fue particularmente extraño,
ya que en ese momento la televisión mostraba imágenes de una guerra
presente: la guerra en Irak.” El último elemento del film quedó
cubierto cuando Jeunet contrató al aclamado compositor Angelo Badalamenti,
autor de la banda sonora de The City of Lost Children, para que crease la
música de Amor eterno. El compositor cuenta que un día recibió una llamada
de Jeunet, que simplemente dijo “Angelo, tengo una película para ti.
Transcurre en la Primera Guerra Mundial, pero ése no es el tema. La película
trata sobre las emociones de una joven y de su búsqueda para encontrar al
amor de su vida y todas las vicisitudes que esto conlleva”.
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