"Alma de héroes" de Gary Ross
Es la historia de tres hombres perdidos —Johnny “Red” Pollard (TOBEY MAGUIRE), un joven que se encontraba quebrado; Charles Howard (el cuatro veces nominado al Oscar® JEFF BRIDGES), un millonario que lo había perdido todo; y Tom Smith (el ganador del Premio de la Academia® CHRIS COOPER), un cowboy cuyo mundo estaba desapareciendo— que se encontraron y descubrieron la esperanza en un extraño lugar. Las probabilidades eran increíbles. El sueño era imposible… Y, en algún sentido, esto pasó realmente. Del realizador GARY ROSS (“Pleasantville”, “Dave”), ganador del Premio de la Academia®, llega la película de la historia que transformó al país con uno de los libros históricos más leídos de la década pasada: ALMA DE HEROES. Para filmar la historia del destacado caballo de carreras que tuvo en vilo a la nación a lo largo de toda su vida, el escritor/director/productor Ross ha reunido una lista impresionante de talentos cinematográficos, tanto delante como detrás de la cámara. Junto a Maguire, Bridges y Cooper en el elenco están ELIZABETH BANKS (“Catch Me If You Can”, “Spider-Man”) como Marcela Howard, la esposa de Charles Howard; el famosísimo Jockey GARY STEVENS (en su debut cinematográfico) como George “The Iceman” Woolf; y el nominado al Oscar® WILLIAM H. MACY (“Fargo”, “Boogie Nights”) como el reportero “Tick-Tock” McGlaughlin. En la producción, junto a Gary Ross, están los prolíficos cineastas nominados al Oscar® KATHLEEN KENNEDY (“A.I. Artificial Intelligence”, “The Sixth Sense”) y FRANK MARSHALL (“Signs”, “Bourne Identity”), y JANE SINDELL. El filme está basado en el best-seller de LAURA HILLENBRAND. GARY BARBER (“Bruce Almighty”, “Shanghai Knights”), ROGER BIRNBAUM (“Bruce Almighty”, “The Recruit”), el Tobey Maguire de la película, ALLISON THOMAS (“Pleasantville”) y ROBIN BISSELL (“Pleasantville”) actúan como productores ejecutivos. Colaboran con Ross en la recreación del mundo de las primeras décadas del siglo XX el director de fotografía JOHN SCHWARTZMAN, A.S.C. (“The Rookie”, “Armageddon”); la diseñadora de producción dos veces nominada al Oscar® JEANNINE OPPEWALL (“L.A. Confidential”, “Pleasantville”); el editor fílmico nominado al Academy Award® WILLIAM GOLDENBERG, A.C.E. (“Ali”, “The Insider”); la diseñadora de vestuario nominada al Oscar® dos veces JUDIANNA MAKOVSKY (“Harry Potter and the Sorcerer’s Stone”, “Pleasantville”); y el compositor ganador de un Premio de la Academia® RANDY NEWMAN (“Monsters, Inc.”, “Toy Story”).
SOBRE LA PRODUCCIÓNEn 1996, mientras trabajaba en un artículo que no tenía nada que ver con el tema, la escritora Laura Hillenbrand se encontró con cierto material sobre el dueño y el entrenador de un caballo de carrera de los Años de la Depresión que se llamaba Seabiscuit. Hillenbrand, que se subió a su primer caballo a los cinco años, había unido su amor por los caballos y por la historia al escribir para Equus y un montón de otras publicaciones. Leyó por primera vez sobre Seabiscuit cuando era una niña y luego se volvió a encontrar con ese nombre muchas veces, en su tarea de escritura sobre las carreras de caballos, y también como aficionada. Ella conocía la historia del caballo y su extraña carrera inspiradora, pero no sabía nada de la gente que lo rodeaba: el dueño, el entrenador y el jockey. La verdad es que ella no se imaginaba que su encuentro fortuito de ese día la llevaría hasta un fenómeno editorial. Cuatro años más tarde, Hillenbrand presentó el libro para que se lo publicaran. Desde el principio, sus expectativas eran modestas. “Yo pensé”, recuerda Hillenbrand, “‘Si puedo vender 5000 copias que pondré ahora en el baúl de mi auto, seré feliz’. Solo quería contar la historia.” De modo que no estaba preparada para el llamado que le hizo el editor informándole que después de solo cinco días a la venta, el libro ya aparecía en la lista de los best-sellers en el No. 8.; la semana siguiente subió al No. 2 y, una semana después, Seabiscuit, An American Legend llegaba al No. 1. La respuesta al libro tanto de los críticos como del público fue sensacional. Nominado como uno de los mejores libros del año por más de veinte publicaciones—incluyendo The New York Times, The Washington Post, Time, People, USA Today, y The Economist—Seabiscuit fue honrado también como el BookSense Nonfiction Book of the Year y el William Hill Sports Book of the Year. La edición de tapas duras permaneció en el The New York Times Best-Seller List por 30 semanas; la edición más barata apareció en la lista la semana del 14 de abril de 2002 y no se ha ido de allí desde entonces (permaneciendo en ella por más de 60 semanas). Además de ser uno de los contadores de historias, directores y guionistas más talentosos de Hollywood, Gary Ross es un viejo aficionado de las carreras de caballos. Su amor por las carreras apareció muy temprano en su vida: les pidió a sus padres si le permitían tener su bar-mitzvah en la pista de carreras. Él y su esposa, la productora ejecutiva Allison Thomas, habían pasado mucho tiempo en las pistas antes de descubrir un artículo sobre tres hombres y un caballo inusual llamado Seabiscuit, artículo titulado “Cuatro buenas patas entre nosotros”, en una publicación poco conocida llamada American Heritage. La autora era Laura Hillenbrand. Siguió una dura guerra por los derechos del filme al libro y entonces Ross decidió llamar a Hillenbrand. “Le hablé sobre las carreras de caballos”, recuerda Ross, que pasó dos horas en el teléfono hablando con la autora, “y específicamente sobre Secretariat’s Belmont, que es para mí todavía el hallazgo atlético más increíble que haya existido jamás.” Hillenbrand sintió ese entusiasmo por las carreras de caballos. Pero, sobre todo, creyó que él amaba la historia por la misma razón por la que le gustaba a ella. El caballo olvidado y casi dejado de lado que llegó a convertirse en el más popular y ganador de todos los caballos de su tiempo, era realmente interesante, pero Hillenbrand afirma que todo lo que rodeaba al caballo también le llamaba la atención. Ella explica: “Muchos de mis lectores dicen ‘Nunca estuve en una carrera de caballos’, pero aún así les gustó la historia. Creo que es por la gente que aparece en ella, lo que fue siempre mi verdadero foco: estos tres hombres. Esa es la causa por la cual no hay una cabeza de caballo en la tapa del libro. Fue una decisión deliberada centrarnos en las caras de la gente, un modo de hacer saber que se trataba de una historia humana.” Detrás de la historia de un famoso caballo de carreras había una historia verdaderamente humana, escrito en extenso a lo largo de un escenario dramático de un determinado período histórico en Estados Unidos y contada con todo el suspenso y la excitación de las carreras de purasangres en su momento de apogeo.
Era el comienzo del siglo XX. Charles Howard, el joven dueño de una bicicletería en San Francisco, fue sorprendido por un estruendo fabuloso. Cuando salió a investigar la fuente del ruido, vio el futuro: esa cosa extraña que llamaban automóvil iba surcando la calle hacia él y dejando las marcas de las patas y las huellas de las ruedas de los carros jalados por caballos en su estela de polvo. En pocos años, Charles Howard fue el dueño de la concesionaria de Buick más exitosa del Oeste. Pero los autos que le habían traído éxito y fortuna terminaron robándole lo que él más quería. Después de que su hijo se mató en un accidente automovilístico, la vida de Howard empezó derrumbarse, su matrimonio se disolvió y él se quedó solo y vacío. A cientos de kilómetros de allí, un cowboy llamado Tom Smith montaba caballos en una hermosa región sin alambrados que parecía extenderse eternamente en todas direcciones. Pero esa falta de límites dejó paso a los cableados y las vías del tren, y así se cubrieron los paisajes con hilos como de telarañas. El cowboy se volvió obsoleto y Tom Smith se convirtió en una reliquia caminante en el Mundo Nuevo. John Pollard era hijo de una familia apasionada y próspera de inmigrantes irlandeses, una casa llena de libros y canciones. Pero a los Pollard también les tocaron tiempos duros y la familia lo perdió todo. En una pista de carrera provisional, Johnny Pollard, apenas un jovencito, hizo la única cosa en el mundo que era capaz de hacer: montar un caballo. Y lo que no pudo hacer a caballo lo hizo con el boxeo. Derrotado pero entero, Johnny “Red” Pollard aprendió a cuidarse solo y a no confiar en nadie. En 1932, el recién electo presidente Franklin Delano Roosevelt heredó la conducción de un país con una tasa de desempleo del 50% en algunas ciudades, un país en el que dos millones de personas vagaban por las calles sin hogar y sin trabajo. Nunca antes se habían enfrentado los Estados Unidos con una pobreza y una desesperación tan grandes. La esperanza se escapaba detrás de las puertas giratorias de un banco y al final de una fila en la que se daba comida y nunca dejaba de crecer. Pocos años después, Charles Howard se volvió a casar con una hermosa joven llamada Marcela Zabala, a quien había conocido en las pistas. Juntos decidieron comprarse un caballo. Howard había contratado a un entrenador sumamente tranquilo y con gran personalidad llamado Tom Smith, quien vigilaba a una promesa de las carreras llamada Seabiscuit, hijo de Hardtack, y descendiente del gran Man-O-War. Ganando y perdiendo, el caballo se había puesto testarudo y temerario y lo iban a sacar de las pistas. Pero Smith vio algo en el bayo igual que Charles Howard había visto algo en Smith. Tom vio su mismo espíritu en un jockey preocupado y, en 1936, en un hermoso día de otoño en las pistas de Saratoga, les presentó a los Howard al joven jockey llamado “Red” Pollard. En las manos de Howard, de su entrenador y de su nuevo jockey, apareció ese espíritu indómito de Seabiscuit en esa misma mañana. Del caballo sin gracia y sin reglas que era se transformó en el caballo ganador que sería. Con una fe instintiva en Smith, Pollard y Seabiscuit, Charles Howard, un showman consumado, desafió al por entonces ganador de la Triple Corona, un caballo negro sorprendente y poderoso llamado War Admiral, en una carrera. Y la carrera resultante se convirtió en mucho más que una simple competencia entre dos caballos campeones y sus jinetes: fue la competencia entre dos mundos, la Costa Este con sus banqueros y sus caballos hermosos contra una nación de gente sin nada pero con esperanzas que llevaría al triunfo a ese equipo de tres hombres desplazados y su caballo excepcional. Seabiscuit ganó la carrera y llegó a ser nombrado el Caballo del Año en 1938. Sin embargo, la victoria resultó agridulce. Justo antes de la carrera, Pollard se accidentó seriamente con otro caballo. Cuando le dijeron que Red, probablemente, no podría volver a caminar, Howard estuvo a punto de cancelar la carrera. Pero Pollard insistió en que todo siguiera igual y en que su amigo y colega, George “The Iceman” Woolf, montara a Seabiscuit, lo que hizo para alcanzar la victoria. Meses más tarde, Seabiscuit se lastimó en una carrera. Howard se los llevó a Red y a Seabiscuit a su estancia en California del Norte de modo que los dos amigos pudieran convalecer juntos. Red pasaba sus días leyendo y llevando al caballo a caminar bajo los robles de California. Poco a poco, empezó a ocurrir lo que se creía imposible: las caminatas se volvieron trotes y los trotes galopes y, pronto, Seabiscuit y Red estaban corriendo en las sierras cubiertas de césped de la casa de Howard. En 1940, F.D.R. fue reelegido por tercera vez. En una cartelera del Santa Anita Handicap, un hombre escribió “Seabiscuit” en la lista de participantes y la gente se entusiasmó. El héroe de la masa había vuelto, derrotando todas las previsiones, para correr nuevamente, pero esta vez con un Red Pollard lleno de energía. Juntos, jinete y caballo, cruzaron primeros la línea final a pesar de que los esperaba el retiro del otro lado. El realizador Gary Ross se sintió atraído por esta historia de tres caras escrita por Hillenbrand. “Me sorprendió”, dice, “con estos maravillosos personajes heroicos y este caballo que se convirtió en un héroe para la gente.”
Hillenbrand amaba la historia de estos tres hombres y su caballo. Le encantaban las carreras y realizó un esfuerzo muy grande para trasladar ese amor a las páginas. Pero ella sabía que todavía habría más. “Hay cosas que yo no podía hacer como escritora”, dice la autora, “La verdad es que puedo contar la historia, pero no la puedo mostrar. En cuanto hablé con Gary Ross supe que él era la persona que hacía falta. Estuve en consonancia con él desde el primer momento. Me di cuenta de que él veía las carreras de caballos igual que yo, de que él era alguien que se entusiasmaba con la velocidad y el peligro y la belleza de una carrera de caballos y de que él sería capaz de poner todo eso en la pantalla. Y me encanta el resultado. Creó que mi fe en él tuvo sentido porque escribió un guion brillante y la película es una maravilla.” El jockey, el dueño y el entrenador estaban en el corazón de la historia que Hillenbrand quería contar. “Mis lealtades descansan en mis personajes y en la venta de los derechos para hacer la película; pero mi prioridad era encontrar al director que los respetara”, dice la autora, “retratándolos de una manera que fuera coherente con sus personalidades y sus circunstancias. Lo que me hizo confiar en Gary Ross fue su dedicación, que limita casi con la obsesión, para retratar a estos hombres, este caballo, esta época y esta historia tal como yo los había descrito. Hizo todo lo posible por mantenerse fiel a los hechos históricos pero, cuando se encontraba con la necesidad de ficcionalizar algo o comprimir los hechos, me llamaba y me describía cada escena para asegurarse de que seguía siendo fiel al relato.” Adaptar el libro a un guion es siempre un desafío; significa que hay que enfrentar algunas decisiones de qué dejar y qué sacar. Cuando Ross se sentaba a escribir su guion en realidad se encontraba con la ardua tarea de reformular la exhaustiva y detallada historia que la autora había contado en 400 páginas. Y una de sus primeras obligaciones consistió en esbozar la historia. “Cuando uno adapta una historia para la pantalla”, dice Ross, “uno tiene que relevar los elementos clave, los puntos más importantes, lo que llama la atención.” Y lo que llamó la atención de Ross fueron estos tres hombres y su lucha para superar las dificultades y las pérdidas al tiempo que mantenían su deseo de reconstruir sus vidas juntos. “Red perdió a su familia, Howard perdió a su hijo y Smith perdió su estilo de vida”, explica Ross. “¿Cómo se hace para trascender esa clase de dolor, para superar esa pena?” “Lo que yo descubrí en la historia”, sigue Ross, “fueron tres personajes quebrados que se podrían haber abandonado a la amargura. Pero, en lugar de eso, se juntaron y formaron una familia nuclear única.” “En toda buena adaptación”, explica Ross, “uno es simplemente fiel al espíritu del libro; ese fue mi norte, eso era lo único a lo que yo quería honrar. Por supuesto que cambié detalles y ficcionalicé algunas partes. De ese modo, yo pude capturar lo impactante de esta historia, su significado más profundo. De modo que todo cambio que yo quería hacer lo conversaba con Laura, que resultó ser maravillosamente abierta. Fue como tener una fantástica colaboradora. Cada vez que me veía en la necesidad de ficcionalizar algo, levantaba el tubo del teléfono, la llamaba y le decía: ‘Laura, ¿qué te parece?’” Para su autor, el libro es como un hijo y dejarlo en manos de otro es una tarea dolorosa. “Yo siempre estuve preocupada por lo que pasaría con el guion”, confiesa Hillenbrand, “no hay modo de contar la historia exactamente igual que como uno lo ha hecho. Es un libro de 400 páginas que tiene que ser condensado, algunas cosas deben ficcionalizarse y otro montón de cosas tienen que pasar para que esto pueda ponerse en una película que tiene una extensión tan breve como para que el espectador no se aburra.” Entonces, Ross le mandó a Hillenbrand el guion para que ella hiciera sus comentarios. “Apenas empecé a leerlo, me capturó”, dice Hillenbrand, “es tan lírico y bello, y Ross le ha sabido sacar lo que es maravilloso en la historia y la ha enriquecido con su creatividad y su sentido visual. El producto final es simplemente fantástico.”
Tanto para Hillenbrand como para Ross, la clave de la historia es la extraña y maravillosa relación entre los tres hombres: el jockey de Seabiscuit, Johnny “Red” Pollard; el entrenador, Tom Smith; y el dueño, Charles Howard. Cada hombre tenía su propia historia que había comenzado mucho antes de que se encontraran gracias a un animal sorprendente. “Trata de tres viajes”, comenta el guionista y director Ross. “Estos tres hombres que estaban quebrados por distintas razones eran como piezas de un rompecabezas y se necesitaban el uno a los otros para volver a ser un todo.” En muchos sentidos, la convergencia de los principales personajes de esta historia refleja la unión de los realizadores que se juntaron para generar una historia conmovedora y memorable. Ross recuerda: “Yo me encontré con Kathleen Kennedy para charlar sobre otro proyecto, cuando me preguntó sobre Seabiscuit. Lo cierto es que yo no la conocía a ella por entonces, pero sabía que tenía un enorme entusiasmo y había producido algunos proyectos fantásticos.” Kennedy y Ross empezaron a conversar sobre el proyecto y se encontraron con que eran como ‘almas gemelas’ en el modo en que veían cómo contar una historia en términos cinematográficos, especialmente en el hecho de que acordaban con que el centro de la historia debían ser las relaciones humanas. “Tom Smith no era muy respetado como entrenador y nadie lo iba a contratar”, explica la productora Kennedy. “Charles Howard había atravesado una experiencia terriblemente triste en su vida con la pérdida de un hijo y la posterior disolución de su matrimonio. Red Pollard también había sufrido sus pérdidas, abandonado desde tan joven. Y el hecho de que Pollard, Howard y Smith y este caballo de aspecto raro se encontraran y reconstruyeran sus vidas al tiempo que creaban una leyenda… no hay duda de que son los elementos para producir una historia maravillosa.” Ross y los realizadores empezaron entonces a ocuparse de ponerles caras a los personajes (y a los caballos) para hacer realidad fílmica la historia de Seabiscuit.
Mientras muchos de los papeles del film se repartirían luego de un casting, Ross tenía claro qué actores harían los tres papeles principales, empezando por Tobey Maguire como el jockey Red Pollard. Ross y Maguire se habían conocido cuando el realizador lo había elegido para “Pleasantville” como un adolescente nostálgico de una época que no había existido nunca. “Me encontré con Gary”, recuerda Maguire, “y él me dijo ‘¿Por qué no agarras una copia de ALMA DE HEROES y la lees?’ y yo lo hice. Leí el libro y me pareció genial. Me encantó.” Johnny “Red” Pollard había vivido una vida terrible; abandonado en una pista cuando no era más que un chico, luchó por hacerse un lugar en un mundo difícil. Ganaba plata con el boxeo amateur, a menudo brutal, lo cual le permitía hacer en realidad lo que más le gustaba: correr carreras de caballos. Pero Pollard era diferente, incluso en el mundo de los jockeys. A pesar de su vida vagabunda, él siempre llevaba consigo una bolsa llena de libros, conocía unas historias fantásticas y citaba a Shakespeare en el camarín de los jockeys. Este jockey demasiado alto, con su pelo colorado, era un atado de contradicciones, un hombre complejo y enigmático. Ross descubrió parecidos entre Maguire y Pollard y explica: “Cuando lo conocí a Tobey, supe que había tenido una vida difícil y observé que había fuego en él, cierta complejidad y cierta rudeza innata.” “Creo que Tobey es un De Niro de la nueva generación”, observa Kennedy. “Hay en él, a un mismo tiempo, límite y vulnerabilidad, y creo que es eso lo que Gary buscaba para el papel de Pollard. Hay mucho enojo y furia en Red y, al mismo tiempo, su conexión con Seabiscuit era distinta de la que podría haber tenido cualquier otro jockey que estuviera en contacto con ese caballo. Cuando se encontraron, en cierto sentido, se tranquilizaron el uno al otro, tanto como para que Red descubriera quién era él mismo como jockey y para que Seabiscuit se transformara en el caballo de carrera campeón que fue.” La lista de papeles que hizo Maguire en distintos filmes como “Pleasantville”, “The Ice Storm”, “Wonder Boys” y “Cider House Rules” le valieron el respeto y la admiración de los críticos y el público. Luego del tremendo éxito de “Spider-Man” y la preparación de su continuación, Maguire dice que ALMA DE HEROES fue la oportunidad perfecta para él. “Este es un gran papel para mí”, explica este joven actor. “Quiero buscar desafíos y descubrir otros modos de actuación. Creo que este es un gran paso para mí y me resulta divertido que Gary Ross me conozca tan bien. Él sabía que yo me entusiasmaría con este proyecto.” “Creo que Tobey es inmensamente talentoso”, agrega Ross, “y me encanta trabajar con él. Es mundano y sin embargo tiene un increíble caudal de compasión y sabiduría. Tiene una comprensión y una generosidad especiales para sus amigos y seres queridos. Y esas eran como contradicciones que yo había encontrado en el personaje de Red Pollard.” “Creo que lo que es interesante”, sigue Maguire, “es que los tres personajes se aíslan: son personajes solitarios que se encierran en sí mismos por distintas razones. Tom Smith está en un mundo nuevo al que no pertenece, Charles Howard pierde a su hijo y mi personaje pierde el hogar de su familia. Seabiscuit es el raro tesoro que los une.” Además de ser un hombre que se ha hecho a sí mismo y un empresario, Charles Howard era un increíble showman. Tal como dice la productora Kennedy: “Es un ejemplo del tipo de P.T. Barnum, un personaje que se extiende más allá de su propia vida. Howard fue desde remendón de bicicletas hasta la persona que cambió el escenario del Oeste al abrir la primera concesionaria de Buick, con lo que popularizó el automóvil y se convirtió en un hombre rico.” El cuatro veces nominado al Premio de la Academia® Jeff Bridges fue contratado para hacer a Charles Howard, un papel que habita con una autoridad carismática. “Charles Howard es lapieza clave en este grupo”, dice Ross. “Tuve mucha suerte al conseguirlo a Jeff. Es un actor tan grande, con una trayectoria tan amplia y tantos papeles increíbles. Él pone en el filme las bases firmes del patriarca.” Aunque lo más gracioso fue que Bridges tenía cierta conexión personal con la historia. El actor recuerda: “Supe del libro poco tiempo después de que salió a la venta. Mi prima Kathy Simpson me llamó y me dijo: ‘Acabo de leer el libro y tú tienes que hacer el papel de Charles Howard.’ Le contesté: ‘No me digas, ¿quién es Charles Howard?’ Y ella dijo: ‘El dueño de Seabiscuit.’ Y, en parte, mi prima estaba así de interesada porque nuestro abuelo, Fred Simpson, iba a las carreras tres o cuatro veces por semana. De chico, recuerdo que yo lo llevaba a las carreras en Santa Anita. En algún momento, probablemente, él tuvo que haber apostado por Seabiscuit. Mientras rodábamos la película, en cierto sentido, yo sentí que su alma se sonreía en el cielo mientras nos miraba”. El productor Frank Marshall resume: “Jeff Bridges es Charles Howard. Él encarna al personaje”. “Es raro encontrar una película que es en realidad la historia de tres personas”, observa Bridges, “y, en este caso, este sorprendente caballo, tan genialmente descripto, permite que el público se haga cargo de cada una de las historias en particular. Laura lo consiguió en su libro y Gary Ross hizo un trabajo fabuloso al llevarlo al guion.” “Chris Cooper ha hecho una carrera extraordinaria”, observa Kennedy. “Se las ha ingeniado para ser una especie de camaleón con todos los papeles que ha interpretado. Creo que tanto Gary como yo nos habíamos visto conmovidos por el trabajo que Chris hizo en “American Beauty”. También nos fijamos en “Adaptation” y descubrimos el maravilloso papel que él hizo y que le valió un Oscar®. Su extraordinario trabajo en esa película nos convenció de que él era más que capaz de meterse en la piel de Tom Smith.” Cooper crió ganado con su padre durante veinte años y llegó al papel con una idea clara de quién era Smith exactamente. Cooper confía: “El director tiene un peso enorme sobre sus hombros. Quiero ayudarlo a llevar ese peso. Yo llegué preparado, llegué con el personaje en la cabeza y a Gary le gustó lo que conseguí”. “Chris trae parte del Oeste consigo”, dice Ross. “Está en su modo de caminar, en su físico, en su voz. Incluso cuando filmábamos en una pista de carreras o en una iglesia o en un silo al estilo del Este, él se aseguraba de no perder esas cualidades. En toda escena con Chris Cooper se siente esto: él le da vida al lugar de donde viene. Es lo que se dice un gran actor.” La mujer que trae a Charles Howard de regreso de su mundo desesperado y lo ayuda a encontrar una nueva vida es una oscura belleza llamada Marcela Zabala. “Marcela llegó a la vida de Charles Howard en un momento en que él no estaba buscando a nadie”, explica Kennedy. “Él estaba muy solo porque andaba tratando de superar la muerte de su hijo. Marcela le trajo un rayo de esperanza.” Marcela Howard tenía la mitad de la edad de su marido y era una aventurera graciosa y temeraria. Una vez, en un safari, había capturado un león que amenazaba a su campamento. Otra vez, había contrabandeado un mono azul en el Waldorf Astoria. El productor ejecutivo Robin Bissell recuerda: “Consideramos a un montón de gente para el papel de Marcela. Pero cuando Elizabeth llegó, le pedimos que leyera la escena final de la película entre ella y Jeff Bridges, la del juego infantil. Ella produjo algo tan real que nos impactó verdaderamente”. “Elizabeth tiene las cualidades de una antigua estrella de cine”, agrega Bissell, “del tipo de Lauren Bacall: hay una belleza y una gracia en ella y sin embargo puede ser uno más entre los hombres, uno de los muchachos, calza justo en el grupo.” Para Banks, el papel de Marcela le impuso desafíos a una mujer acostumbrada a los roles femeninos propios del siglo XXI, más fuertes que los de las mujeres de principios del siglo XX. La actriz afirma: “Parte de mi preparación consistió en familiarizarme con el mundo físico de Marcela: la ropa, el maquillaje y el pelo, la postura. Fue muy enriquecedor leer sobre la etiqueta propia de hombres y de mujeres y sus relaciones interpersonales. Como esposa de los años 30, yo no debía hablar tanto. Tenía que dejar que fuera mi esposo quien se ocupara de las cosas. En una escena en el hospital, como mujer moderna que soy, tengo que caminar rápido hacia el actor que hace de médico. Pero, en esa época, una esposa se quedaba quieta esperando que fuera su esposo quien le anunciara cuál era la situación. Y así Marcela constituye un buen equilibrio, una buena combinación entre una mujer que conseguía sacar de los hombres lo mejor de ellos y de hacer lo que ella quería... pero de una manera muy tranquila, con un perfil sumamente bajo. ingenuidad también jugaba un papel esencial tanto para la diseñadora de vestuario Judianna Makovsky como para la diseñadora de producción Jeannine Oppewall. Ambas estaban sorprendidas por la escala del enorme cuento que estaba contando Ross a través de la pantalla grande y se dieron cuenta de que iban a necesitar una variedad increíble de estrategias para poder hacer bien el trabajo. “Es un film enorme”, observa Makovsky, “no sólo sobre tres hombres y un caballo. Es sobre la Depresión en los Estados Unidos. La primera cosa que me dejó pasmada fue cómo había que representar cada fragmento de la vida de entonces. Intimida un poco saber que vas a tener que filmar todo lo que aparece dentro de un marco dado por una determinada época.” ALMA DE HEROES presentó un verdadero desafío a la diseñadora, quien tuvo que vestir a más de 650 extras a lo largo de días de filmación interminables. Para asegurarse una cantidad suficiente de trajes para las escenas con mucha gente, la producción tuvo que alquilar ropa a 35 negocios de alquiler en Estados Unidos, Inglaterra e Italia. Por supuesto, la ropa más especial (la de los protagonistas y, sobre todo, el vestuario de los jockeys) fue creada específicamente para la película. “Esta era una historia que yo quería contar”, concluye el guionista/director/productor Ross, “y para hacerlo había que honrar la historia al pasarla a película. Fue una tarea inconmensurable: una historia que se desarrolla en años y llega a encarnar a la nación en una época determinada. Pero estoy orgulloso de este filme y creo que nos las arreglamos muy bien para llevarlo a la pantalla.” Universal Pictures / DreamWorks Pictures / Spyglass Entertainment presentan un filme más extenso que la vida misma en la producción que Kennedy/Marshall Production hacen de la película de Gary Ross: Tobey Maguire, Jeff Bridges y Chris Cooper en ALMA DE HEROES, protagonizada por Elizabeth Banks, Gary Stevens y William H. Macy. El casting es de Debra Zane, C.S.A. la música es de Randy Newman. La diseñadora de vestuario es Judianna Makovsky. El editor de cinematografía es William Goldenberg, A.C.E. La diseñadora de producción es Jeannine Oppewall. El director de fotografía es John Schwartzman, A.S.C. Los productores ejecutivos son Gary Barber, Roger Birnbaum, Tobey Maguire, Allison Thomas y Robin Bissell. ALMA DE HEROES está basada en el libro de Laura Hillenbrand. El filme fue producido por Kathleen Kennedy, Frank Marshall, Gary Ross y Jane Sindell. ALMA DE HEROES fue escrita para la pantalla y dirigida por Gary Ross.
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